Thursday, June 12, 2014

La coda eterna

Ahora en Icónica puede leerse un breve comentario que escribí hace unos días sobre X-Men: Días del futuro pasado (Bryan Singer, 2014). Al margen anoté algo sobre Al filo del mañana (Doug Liman, 2014), un filme de acción/ciencia ficción que apenas vi anoche. Confirmé tres cosas: que, de alguna forma, ya había visto esa película; que la idea del eterno retorno lejos de poseer una amenaza trágica ahora tiene un halo de oportunidad (parecido al que ofrece la mayoría de los videojuegos); y que si el público insiste en ver cintas de ese tipo es porque está más interesado en un visionado saturado de "escenas de acción" que en una trama (el cinéfilo, en ese sentido, se parece cada vez más al espectador de una "justa deportiva", donde el argumento apenas es un comentario sobre la acción).

Los aspectos más interesantes de Al filo del mañana se agotan en el primer acto: un publicista es condenado a ser un soldado por una máquina de guerra que prefiere depositar su confianza en los medios antes que en la ciencia (el protagonista –interpretado por Tom Cruise– tiene su espejo, de poco brillo, en un científico –interpretado por Noah Taylor– condenado a trabajar en secreto, en un sótano).

La cinta ofrece algunas referencias culteranas, no sólo al desembarco de Normandía, sino a figuras femeninas de la cristiandad, como Juana de Arco o a Rita de Casia (Rita –interpretada por Emily Blunt– no sólo es un homenaje a la Rita de Groundhog Day –1993– sino a la santa católica, vinculada con la rosa que florece incluso en invierno –el segundo nombre de Rita es Rose–).

No se puede decir mucho más sobre la película ("los efectos están padres") excepto que finalmente sí nos ofrece las amarguras auténticas del eterno retorno: una vez más, vemos a espectadores que se auto-obligan a asistir cada verano a los cines y pagar sumas idiotas por palomitas, refrescos y filmes sin importancia; a los que una máquina de publicidad busca persuadir de que una cinta en 2D es "convencional" (a diferencia del carísimo 3D o el inmoral 4DX). La condena sigue: la próxima semana se estrena Trascendence (Wally Pfister, 2014). Se ve buena.  

Monday, June 09, 2014

Todo igual

Ignoremos la taquilla, el esfuerzo por la compañía Disney para sacarle más dinero a sus viejas propiedades o el triste espectáculo generado por computadora –derivado, se ha dicho ya incontables veces, de Avatar– al que nos somete Maleficient (2014, Robert Stromberg). En cambio, atendamos esto: parece un filme hecho a la medida para un mundo nuevo, donde ya no se necesitan hombres.

Así, en lugar de una fábula, tenemos una especie de filme revisionista con perspectiva feminista donde la bella durmiente no duerme (la mayor parte del filme, en cambio, es el bello príncipe quien soporta el sueño de los justos) y el auténtico villano es el Rey, pero no por someter a sus súbditos –eso se espera de la realeza– sino por desatender a su esposa (quien sólo aparece en pantalla durante una escena). El Rey, en esta versión, es un cobarde que usa cualquier pretexto para emprender la guerra. Su imaginación limitada sólo le permite proteger a su hija encerrándola o alejándola.

No importa: una figura femenina y poderosa (interpretada por Angelina Jolie) está ahí para protegerla. Hay un punto de quiebre traumático en esta versión: el beso que despertará a la Bella Durmiente del encanto no lo otorga el príncipe (resulta poco efectivo y su amor no es verdadero). Entonces se nos obliga a ver que el auténtico amor sólo existe entre una madre y su hija (en este nuevo mundo de Disney, se nos hace olvidar que, como cuenta San Agustín en La ciudad de Dios, hubo madres que, ante el hambre y la desesperación, se alimentaron, como Cronos, de sus retoños).

En este nuevo universo, el hombre verdadero, el compañero ideal, no es un hombre auténtico, sino un cuervo condenado a adoptar todas las formas que le exija la poderosa mujer: un hombre con opiniones, claro, pero también un eficiente caballo, un fiel lobo o un peligroso dragón, todos mudos.

Pero el filme no es, en última instancia, feminista. Y el mundo que propone, tampoco es nuevo. La bella no duerme aquí porque no es auténticamente bella (en el original, la bella duerme porque representa a lo joven que, al despertar, cobra conciencia del futuro que representa). Como la Ripley de Aliens (1986, James Cameron) la heroína de este filme no sólo debe ser una madre postiza sino portar un emblema fálico. Si Ripley debía cuidar a Newt y manipular rifles y lanzallamas, Maléfica debe portar báculo y cuernos. Nada, así, cambia: se ha derribado a un rey para obtener una nueva reina de un viejo mundo que permanece dormido.