Monday, July 25, 2005

To fuck some trophy, boy, you won at the bar, tonight.

Creo que lo mejor que me ha pasado en los últimos días de las semanas pasadas fue un sueño en el que tenía el poder de mover las cosas con mi mente. Era un sueño lúcido, además, y tenía sus propias reglas. No podía mover cosas, por ejemplo, si no concentraba mis fuerzas telequinéticas con la suficiente enjundia. Y aún soñando, pensaba "Vaya, esto es como si fuera un jedi".
Un buen sueño, muy recomendable. Quería comentárselos antes de comenzar el cuerpo de esta actualización, misma que promete deslumbrarlos hasta cegarlos de sabiduría, arrebatarlos de las tinieblas de la ignorancia y mover su núcleo para que sean mejores personas de lo que son ahora.
Entonces: un buen subtítulo para este post, podría ser "Shooting star, you make me sad". Y deberían leerlo con la tonadita, la misma, idéntica, que utiliza Elliot Smith para cantarla. Lo mismo con el título. ¿Han escuchado esa canción? ¿Shooting star? Dios, deberían escucharla, es algo que necesitan en sus vidas. Sin esto serán la mitad de hombres, o la mitad de mujeres, o la mitad de lo que hayan elegido ser, de lo que podrían ser. Y eso no es algo que se presume, no, estar incompleto a sabiendas de que sólo basta escuchar una canción para no estarlo es imperdonable. Así que vayan y escuchen esa canción hasta que comiencen a tener problemas con su sistema motriz.
Me llegó a cansar el discurso del adolescente ascético que fui durante la secundaria y la preparatoria, pero ahora no comprendo por qué. A lo mejor porque es difícil no querer las cosas que uno quiere cuando tiene calentura. Yo nunca he ligado en un bar. Nunca. Soy un inepto, en ese sentido. Y mucho tiempo conseguí convencerme de que se necesitaba ser una mala persona para ligar en un bar. Lograrlo, llevarte a una chica a tu casa, o a una persona, necesitaba no una sintonía entre dos cuerpos, ni un espacio entre dos personas reducido; se necesitaba desear cosas malas con el espíritu, y en silencio. Se necesitaba saber que uno podría patear niños en la calle, si lo quisiera. Fumar. Beber absenta. Experimentar con drogas. Usar arete. Participar en orgías. Convencer a monjas de que se salieran del conveto, o de que utilizaran vibradores. No pagar impuestos. En suma, ser malo.
Me costó trabajo reconocer que sólo hacía falta un poco de autoestima. Mucho trabajo.
Pero ahora sigo estando convencido de que también se necesita vivir en el juego del macho alfa, de los trofeos y de las medallas, del sexo por deporte y de la extraña pulsión a vivir nuestra juventud con intensidad.
Es difícil escribir sobre esto, porque en el fondo hay algo que aún no me trago. Tal vez es el hecho de mi físico, de mi carisma y de mis posibilidades para relacionarme con las personas. No sé qué sea, pero aún así, cuando estoy en un bar y observo cómo se reducen los espacios en las personas y como actúan de manera tan histriónica para obtener algo que ambas personas quieren pero que no hacen explícito, cuando estoy ante una seducción que acontece, me siento enfermo; me dan ganas de acercarme a las personas y darles un par de cachetadas y de pedirles que actuaran como si estuvieran actuando con verdad. Pero nunca me atrevo. Este es mi rol, me digo, sentado, en el bar, sólo estoy aquí para observar. Y registrar. Y beber. Y pensar que pienso que estoy pensando en cómo mover el cenicero de la barra con mi mente.

Thursday, July 21, 2005

Oficina

Hoy vestí para el trabajo un pantalón café que es muy agradable al tacto y tiene unas bolsas traseras muy amplias. También llevé un suéter negro de un material que siempre me pone a dudar sobre la ortografía en general, a saber, cashimire; era una apariencia muy seria, este color negro, así que debajo llevé mi playera azul que tiene un estampado y que reza así: El festejado, mismo que mandé estampar ex profeso, para una fiesta de cumpleaños que me celebraba a mí, sobre todas las cosas.
Tambié usé unos tenis verdes, Puma, sobre los que alguna vez tuve la siguiente conversación con mi jefe:
-¿Para qué son tus tenis?
-¿Qué quieres decir?
-Pues sí, ¿para qué?
-...
-¿Tienen alguna función en particular?
-Camino con ellos.
-No, pero son para correr o algo así.
-Ah, este, no lo sé. Supongo que son para uso casual.
-...
Más tarde descubrí que, según el dibujo de la suela y lo que me dijo un amigo y mi experiencia persona, son muy eficientes para manejar mi auto, que es de velocidades.
Las cosas que hice hoy en el trabajo:
1.Bebí algunos líquidos (un vaso de agua y dos tasas de café).
2.Llegué diez minutos tarde.
3.Revisé mi correo, actualicé mi blog y visite www.mcsweeneys.net así como www.elpolemista.com
4.Escribí un texto sobre la depresión laboral, para mi jefe.
5.Busqué un libro en la biblioteca.
6.Lo encontré.
7.Tiré una caja de cartón a la basura.
8.Hice reír a mi jefe colocándome la caja de cartón sobre la cabeza, antes de tirarla.
9.Momentáneamente, jugué solitario.
10.Mandé un libro por mensajería.
11. Acomodé algunos libros.
12.Llené un formato que debía ser formado.
13.Encontré unos archivos que debían ser encontrados.
14.Revisé un texto.
15.Pensé en que algunas obras de arte no sobrevivirán a sus artistas.
16.Tecleé varias, muchas cosas.

Las Putas

No hace sol ni es de día, llueve y es de noche. La dejas en su casa después de cenar y tomas Nuevo León y rumbo a Insurgentes y haces contacto visual con tres prostitutas paradas en la esquina y piensas en ti mismo, Guillermo, pues esto es algo que haces a veces, pensar en ti mismo, y ves la hora que marca el reloj de tu automóvil, pues tú no traes reloj, y aceleras rumbo a tu casa y ves las pastrullas y sus luces azules y rojas y los alcoholímetros y piensas que tu hermana ya está de vuelta en México y que en realidad nada ha cambiado, comenzando por ti, y aceleras más y después piensas que el sábado pasado chocaste por estos rumbos, precisamente a esta altura de Insurgentes, pasando el parque hundido donde también hay personas que venden su cuerpo, personas a las que no querrías conocer pues son mucho más extrañas que tú, personas que se asemejan al demiurgo que aparece al final de La otra parte de Kubin, un demiurgo hermafrodita, o personas que sin haber leído El banquete les gustaría ser, o son, mejor dicho, como algunas de las ensoñaciones de ese cadáver que ya no existe, Platón. Así que sigues y vas a tu casa y todo mujndo está dormido y ves la televisión y casi por azares del destino resulta que también en la televisión pasan un programa conducido por trannies y es terrible y casi asqueroso, pero en realidad te da risa porque a altas horas de la noche estas son las cosas que te dan risa. Apagas la televisión y no abres ningún libro antes de dormir.
Al día siguiente, te levantas tarde para el trabajo y entras y sales de la regadera, abres y cierras el lugar donde guardas la mayoría de tus artículos de higiene personal (excepto el cortauñas, que guardas en un cajón), de donde sacas y metes un desodorante. Un desodorante nuevo que arde porque tiene mucho alcohol. Y ahora trabajas. Y escribes esto, en la universidad, y piensas en qué título es más apropiado para el presente post: Si "Las putas", o si sería mejor poner "El desodorante nuevo". No te decides.

Sunday, July 17, 2005

El choque y el susto

Existe un tipo de personas que no piensan muy bien lo que van a hacer, personas que tienen amigos, de los cuales algunos se llaman Julián, otros se llaman Fernando, y conocen y extrañan a personas que ahora están en el extranjero, y de vez en cuando escriben frases capciosas que hacen dudar a las personas.
Este tipo de personas, decía, además de no pensar bien las cosas, toman decisiones de las que tal vez se arrepentirán más tarde. Aunque en el momento en que las llevan a cabo, estas malas y retorcidas ideas, les divierten muchísimo. Como cuando Hernán, otro amigo de una de estas personas, habla por teléfono para avisar que verá a una de estas personas en su casa pues le lleva el libro que le ha pedido. Así que la persona lo espera abajo, pues esta persona tiene una perra labrador que insiste en entrar a la casa o intentar salir, dependiendo, cada vez que alguien toca el timbre, así que la persona sale de casa anticipando la llegada de Hernán, que es inminente, para que Hernán no toque el timbre y la perra labrador no salga de casa corriendo, cuando se abra la puerta. Así que la persona está ahí afuera, un momento nada más, esperando ver los faros del auto de Hernán, que se aproximan. Y entonces se le ocurre. Le parece una excelente idea, esto de agacharse y correr hasta que se arrincona detrás de la cajuela de un auto y ve pasar el auto de Hernán y observa cómo se estaciona frente a su casa y corre como ninja, rápido y en silencio, hasta que se encarama detrás del auto de Hernán y cuando éste sale le grita y lo asusta y Hernán grita también y pone cara de que 1) algo no está bien, 2) se está cagando los pantalones, 3) está estornudando, 4) está ante algo que nunca había visto, 5) lo quiere matar, simultáneamente.
Hernán ya no le quiere prestar el libro a esta persona, y duda en invitarlo al Bull, y tiene razón. Y todo es muy gracioso. Pero en el fondo, la persona se siente mal, porque lo está disfrutando demasiado.
En fin. Otra cosa: hoy choqué con la patrulla de un policía. No pasó nada.

Friday, July 15, 2005

Rushmore y la bondad de las personas

Estimado Hijo de Puta Que Se Robó Mi Única Copia del DVD de Rushmore:

Hace poco conseguí el DVD de Life Aquatic, de Wes Anderson, esteralizada por Bill Murray. La he visto un par de veces desde que la compré. Trae varias cosas en el detrás de cámaras. Hay una cosa en particular, muy curiosa, que es un documental elaborado por uno de los pasantes de Anderson (y que también actúa en la película, como un pasante).
Ahora la película está aquí, en mi librero, entre el DVD de The Royal Tenembaums, también de Anderson (¡como ya sabrás!) y de la trilogía de Indiana Jones.
¿Lo ves imbécil?, por tu culpa, no está entre The Royal Tenembaums y Rushmore. Ese es su lugar natural. ¡Regrésamela o sufrirás mi furia!
Cambiando de tema, estoy pensando en comprar Bottlerocket. A ver si la venden en Videodromo.
Saludos cariñosos,
Guillermo.

Wednesday, July 06, 2005

Pies griegos

Esto será rápido. Existen varios tipos de pies. Los egipcios (que son como los que yo tengo, similares a los de Pedro Picapiedra, con los dedos bajando en estatura), los griegos (que tienen el dedo de enmedio más largo que el resto, un poco como E.T.) y otro tipo que no recuerdo ahora pero que deben ser poco interesantes.
Esto será rápido porque quiero ir a casa, a comer. Y porque no hay mucho que decir al respecto, excepto afirmar que a mí me gustan los pies griegos. En las mujeres, sobretodo. O mejor dicho, exclusivamente. Y es raro, porque en general los pies me causan un poco de repulsión. No comprendo, por ejemplo, la fijación que tiene Tarantino con los pies (como en From Dusk till Dawn, donde permite que Salma Hayek le meta sus pezuñas en el hocico, o como en Kill Bill Vol. 1, una de las películas con mayores tomas a los pies --nótese que Uma Thurman tiene pies griegos). Hay un libro de Jordi Soler que se llama La mujer de los pies feos. No lo he leído. Sólo quería decirlo.
Creí que esto sería más interesante. Hay veces que sólo escribo por escribir.

Tuesday, July 05, 2005

Visiten, a menudo

Estos lugares:
(Gran, gran cosa, hecha por personas que no saben muy bien lo que están haciendo; supuestamente, fungiré como editor de la versión electrónica, busquen y preguntan por la versión impresa).
Donde a veces, hay buenas cosas.
Que siempre es bueno.
También vayan a París. En esta época del año es muy bonito.

Sunday, July 03, 2005

Literatura

Cuando Ulises escuchó la historia de la Odisea, contada por un viejo y ciego poeta, se soltó a llorar al advertir que su cuerpo se desmoronaba y permancía en la historia, al descubrir que el duro deseo de durar no sería suficiente para evitar que su imagen le sobreviviera.

¿Qué es la historia? La Reina Católica.
¿Qué es la literatura? La ropa de la Reina Católica, la ropa que le confecciona un sastre real, el olor que desprende la Reina Católica, quien no se bañaba, como sabemos, a menudo, y que el sastre real percibía cada vez que bajaba la cabeza para tomarle las medidas de la cintura.

Aunque no podía decir qué era, sabía que algo estaba mal, y debía estarlo pues mi madre lloraba desconsolada o con arrebato y furia y mis hermanas veían por la ventana la casa donde, repetía mi madre, "Ella vivía".
No fue sino hasta tiempo después que comprendí lo que sucedía, los gritos que venían del cuarto de mis padres y lo que significaba la palabra divorcio, que en aquél momento sólo me hizo llorar, como si fuera un botón que alguien activara o, mejor, un machete, porque mis hermanas lloraban también. Todo mundo lloraba. Yo, simplemente, lo hacía momentos más tarde.
"Mírenla bien", dijo, "ahí es donde vive". Fue después de la escuela, nos llevó en el auto y guardó silencio en todo el trayecto. Era un fraccionamiento. Los niños jugaban en sus bicicletas. Las casas eran pequeñas y de un color amable. El cielo estaba nublado y no comprendí, cuando entendí qué hacíamos ahí, porqué mi madre haría algo así. ¿Por qué nos llevó a ese lugar? ¿Sabría que esa imagen se quedaría en nuestra cabeza?
No hablamos de eso.
"...meneando las nalgas..."
"Escucha lo que estás diciendo", le dijo mi padre.
Escúchalo tú!", le contestó mi madre.
Estábamos comiendo.
Y ahora aquello no existe. La gente sabe. Lo ha sabido. Pero ya no hablamos al respecto. Y hoy, que los vi juntos, a mi padre y a mi madre, intercambiando besos y miradas, descubrí algo. Algo fuera de lugar. Y era mi jodida memoria. No siempre pienso en esto. Ni siquiera cuando abrazo a mi madre con verdadero cariño, o a mi padre con confianza real. Es sólo algo que, por las noches, me asalta.
Conozco personas que tienen miedo de que algún día escriba cosas. Las comprendo.

Friday, July 01, 2005

¿Tesis? Por favor, ya la terminé.

Ahora, los tres epígrafes que preceden a todo mi trabajo de tesis de licenciatura, y que espero poder defender pronto.
Noten las siguientes cosas sobre los tres siguientes epígrafes:
1. Son tres.
2. Probablemente, son lo mejor que hay en mi tesis.
3. Resumen mi tesis.
4. Los tres autores que escogí, ¡son tocayos!
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Los dioses son huéspedes huidizos de la literatura. La atraviesan con la estela de sus nombres. Pero, con frecuencia, también la abandonan. Cada vez que el escritor apunta una palabra debe reconquistarlos. La mercurialidad, anuncio de los dioses, es también la señal de su carácter evanescente. Sin embargo, no siempre ha sido así. Las cosas fueron distintas mientras existió una liturgia.
Roberto Calasso, La literatura y los dioses


Mucho más importante que la cocina literaria es la biblioteca literaria (valga la redundancia). Una biblioteca es mucho más cómoda que una cocina. Una biblioteca se asemeja a una iglesia mientras que una cocina cada día se asemeja más a una morgue. Leer, lo dijo Gil de Biedma, es más natural que escribir. Yo añadiría, pese a la redundancia, que también es mucho más sano, digan lo que digan los oftalmólogos. De hecho, la literatura es una larga lucha de redundancia en redundancia, hasta la redundancia final.
Roberto Bolaño, Un narrador en la intimidad

Pero cuando, afligido, pasaba un rato leyendo sus libros, quedaba singularmente tranquilizado. Verdad es que la melancolía no perdía nada de su peso; por el contrario, la tristeza se acentuaba, pero ya no le oprimía. Se sentía entonces como abandonado y en un lugar perdido; pero en ese doloroso sentir había un sutil placer, un orgullo, el sentimiento de hacer algo singular, de servir a una divinidad no comprendida. Y en tales momentos, quizá pudiera descubrirse en sus ojos un pasajero destello, que recordaba el desvarío del éxtasis religioso.
Robert Musil, Las tribulaciones del estudiante Törless

Wishlist

Ahora que tiene una recién nacida sobrina, mi amigo, uno de mis amigos, ha descubierto una nueva manera de rechazo y crueldad. Cada vez que se acerca a ella, comienza a llorar. Sospecho que se debe a sus dimensiones y que su sobrina siente este gran volúmen como una especie de amenaza, como si Júpiter la atacara.
Por mi parte, nunca he experimentado ese tipo de rechazo. Lo cual, como sabrán los que han palpado mis dimensiones, es comprensible.
En fin, eso sirve como introducción (en realidad no) a los anuncios parroquiales que comienzan ahora: ¿Alguien está interesado en comprar La broma infinita de Robert Foster Wallace? La compré a cuatrecientos pesitos, estoy dispuesto a bajar el precio. Está en perfecto estado, no le faltan hojas, todas las letras están ahí, y fue editada por Mondadori. Lo cual puede considerarse una contradicción pues la serie de literatura de Mondadori normalmente es subnormal. En mi opinión, cuatrecientos pesitos por mil doscientas ochenta hojas es una ganga. Cualquier precio bajo eso, es un regalo.
Cuando digo que está en perfecto estado quiero decir que está en perfecto estado y que no la he leído. Conseguí otra versión, en inglés, y esta ahora me sobra. No me estorba, pero me sobra. Y estoy ahorrando para comprar las Memorias de ultratumba de Chateaubrand. Puedo considerar, incluso, hacer un intercambio.
Ahora, que si sólo me quieren dar el dinero para que compre Memorias, está bien también.
O que si simplemente me quieren regalar Memorias y conseguirme los números de McSweeneys que faltan, está bien también.
Y que si están dispuestos a hacer todo esto como si, además, fuera un favor que yo les estuviera haciendo a ustedes, incluso, si pudieran sentir un poco de culpa por todo ello, ¿pues qué más puedo pedir? El mundo, claro.