Tuesday, December 21, 2010

Cierta sabiduría en Valéry

Después de algunos asaltos infructuosos, no renuncies, no insistas. Pero guarda ese problema en las bodegas de tu mente, donde irá mejorando. Cambiad, ambos.

Del cuaderno de 1905 de P.V. Sin título, III, 779.

Monday, December 20, 2010

No me gustaría vivir en...

1. Cumbres del maltrato.
2. Agua hedionda.
3. Ciudad Juárez.

Thursday, December 16, 2010

Leyendo


En lugar de volver a The Possessed de Batuman o a Los demonios (o Los poseídos) de Dostoievski, empecé a leer la segunda novela de Stephen King -alguien me había dicho que era mejor que el King posterior, juicio que tomaba en cuenta, románticamente, que cuando escribió esta novela, King aún bebía (el escritor-protagonista de la novela, Ben Mears, bebe bastante).
Y es curioso que mi cabeza haya elegido esto para descansar de libros sobre ideas obsesionantes (el libro de Batuman lidia sobre la gente que está, de algún modo, obsesionada con la literatura rusa mientras que el libro de Dostoievski trata sobre el modo en que una idea puede convertirse en una herida constante, en una ideología -y de ahí, creo, que von Doderer haya elegido el mismo título para su Los demonios-) pues, descubro que el pueblo ficticio que le da nombre a la novela, Jerusalme's Lot, obtuvo su nombre en este universo de un "evento prosaico": una de las puercas de un granjero, Jerusalem, se escapó de su corral y corrió al bosque, donde se volvió loca y mala: "Jerusalem broke out of her pen one day at feeding time, escaped into the nearby woods, and went wild and mean".
Dostoievski usa lo siguiente del Evangelio según San Lucas (8, 32-37) como epígrafe de Los demonios:

"Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó. Y salidos los demonios del hombre, entraron en los puercos; y el hato se arrojó de un despeñadero en el lago y ahogóse. Y los pastores, como vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por las heredades. Y salieron a ver lo que había acontecido; y vinieron a Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios, vestido y en su juicio a los pies de Jesús; y tuvieron miedo".

Aún me encuentro en la primera parte del libro dedicada a la casa Marsten (The Marsten House), que se erige, poderosa, sobre el pueblo, como El Castillo de Kafka, como una idea a la que se vuelve una y otra vez. Y es en el antepenúltimo capítulo de esta primera parte donde Ben, el escritor protagonista, le explica a su querida Susan de qué trata el libro que está escribiendo y por el cual ha regresado a 'Salem's Lot: trata sobre la casa Marsten y su antiguo ocupante, un hombre maligno y que estuvo, o no, asociado a la desaparición de varios niños durante el tiempo en que vivió en esa casa. Y ahora que Ben ha regresado a 'Salem's Lot, los niños han comenzado a desparecer -y la casa Marsten está ocupada de nuevo, por un par de curiosos (aunque, bueno, obvios; es una novela sobre vampiros, finalmente) personajes. Pero al menos aquí King hace algo interesante pues sugiere la posibilidad de un horror que no tiene explicaciones sobrenaturales. Un horror real:

"Now what, Ben?"
"Now it's occupied!" he burst out, and beat a fist into his palm. "I'm not in control of the situation. A little boy has disappeared and I don't know what to make of it. It could have nothing to do with that house, but... I don't believe it". The last four words came out in measured lengths.
"Ghosts? Spirits?"
"Not necessarily. Maybe just some harmless guy who admired the house when he was a kid and bought it and became... possessed."
"Do you know something about-" she began, alarmed.
"The new tenant? No. I'm just guessing. But if it is the house, I'd almost rather it was possession than something else."
"What?"
He said simply, "Perhaps it's called another evil man."

***

Y pues le dejo a alguien más la tarea de si hay algo interesante en esto que pueda o no relacionarse con la idea de la mímesis y El Chivo Expiatorio de Girard y el asunto de la piara de puercos porque a nada de eso le sé. Igual y luego.

Sunday, December 12, 2010

Compré libros

Ayer fui a esto, a ver qué encontraba de libros. Compré la segunda edición -corregida y aumentada- de la recopilación de artículos, crónicas y demás que escribió Fogwill a lo largo de varios años, Los libros de la guerra, y que trajo Mansalva en una edición no muy barata. También, como no la tenía y no la he leído, compré Los pichiciegos, en edición de Periférica y que acá distribuye Sexto Piso. Estas dos compras son muy tristes porque en realidad no las hice para mí y debo entregárselas pronto a su dueña. Y es doblemente triste pues ahora me obliga a la penosa tarea de leer ambos libros antes de entregárselos. Ya empecé. Aquí un pedazo "La filosofía: un destino menor" (1995) de Fogwill:

"Lo admiraba tanto, y tan poco temía su ineludible censura que una noche me atreví a preguntarle si éramos apolíneos o dionisíacos y él respondió que esa era la pregunta típica de un boludo, y que si en verdad a alguien le interesaba la filosofía, tenía que preguntarse cómo hacer para no conventirse* [sic.] en un chancho burgués, y poner especial cuidado en no volverse puto".

*De su nota a la segunda edición: "En cuanto a las erratas, si las hay, van por cuenta de la editorial Mansalva".

También le di un vistazo a las cosas que trajo Eloísa Cartonera y fue bueno porque encontré una edición (comprensiblemente) barata de La máquina de pensar en Gladis, el primer libro de cuentos de Levrero. Más sobre esto: aquí y acá. La verdad es que la mayor parte de mi dinerito se me fue en los Fogwill pero al menos pude encontrar tres libros de Bellatin -y a Bellatin- que no había leído porque no había encontrado -le dije que no los había leído, me dijo "¿Pero cómo? Bueno, un poco ese es el punto" y pues, ya aquí están. La portada de Salón de belleza, La novia desnudada por sus solteros... así y Shiki Nagaoka: una nariz de ficción. Además del título, en la portada viene una estampa que reza "Los cien mil libros de Bellatin".


Y en la contraportada una huella digital y el número de libro.

Al interior la separación de párrafos está indicada por un calderón: son libros pequeños y relativamente baratos (50 pesos, al menos en la feria). En otras noticias, me quedé con ganas de comprar libros de Ditoria y Alias. Pero si algo he aprendido en esta vida es que no todo lo que uno quiere se puede y que uno, además, debe cuidar el dinero, pues el tiempo pasa y la vejez es canija.

Thursday, December 09, 2010

Alegrías de invierno

De Diario de un escritor de Dostoievski:

Me parece como si toda la gente estuviera vagueando en su casa triste y aburrida, uno se consuela contando chismes, otro festeja el día riñendo con su esposa, otro se pone a trabajar con un documento de oficina, alguien duerme después de la partida nocturna de préférence y se despierta después para otra partida, otro, enojado, se prepara un café en su rincón solitario, café que siempre hace la cocinera, y se duerme enseguida con el ruido del agua hirviendo en la cafetera. Creo que a los transeúntes, fuera, no les interesan ni las fiestas, ni las aficiones sociales, ni que le moje la lluvia, ni tampoco la preocupación de tener después los huesos doloridos, ya sea desde un muzhik barbudo que está mejor bajo la luvia que con sol, hasta un señor con su abrigo de castor que salió de su casa en este tiempo tan húmedo y tan frío puede que únicamente para ingresar su dinero en el banco. En una palabra: ¡Esto no está bien, señores!

Por si les interesa saber...

...qué leí en 2010, vayan acá.

Leo Retrato de mi cuerpo de Lopate

Y en su texto donde habla sobre la imposibilidad de crear una amistad entre desiguales (su texto sobre Barthelme), escribe:

Quizá los alcohólicos siempre se sientan defraudados por los no alcohólicos; quizá siempre posean la certidumbre de que, sin importar lo receptivo que un no alcohólico pueda mostrarse, nunca entenderá el quid de la cuestión. Eso era, de modo palmario, lo que ocurría conmigo: no lo comprendía. Sé que Donald reprobaba que yo no bebiera -o que no bebiera lo suficiente.

Leo Los demonios de Dostoievski

Y dice:

Lo cierto es que, en efecto, nuestro amigo había contraído harto malos hábitos, sobre todo en estos últimos tiempos. Se había echado a perder rápida y visiblemente, y era verdad que andaba desaliñado. Bebía más, se había vuelto más llorón y débil de nervios a la vez que sensible en demasía a todo lo exquisito. Su rostro adquirió la extraña facultad de alterarse con inusitada rapidez; pasaba, por ejemplo, de la expresión más exaltada a la más ridícula y aun estúpida. No podía aguantar la soledad y ansiaba continuamente que le entretuvieran. Era absolutamente imprescindible contarle algún chisme, algún incidente de la ciudad, y que fuera nuevo cada día. Si pasaba algún tiempo sin que se le fuera a ver, deambulaba tristemente por las habitaciones, se acercaba a la ventana, se mordía abstraído los labios, suspiraba hondamente y acababa casi gimoteando. Tenía presentimientos, sentía miedo de algo inesperado e inevitable, se volvió asustadizo y empezó a prestar cuidadosa atención a los sueños.

Tuesday, December 07, 2010

Conversación con Nicolás Cabral

Nicolás, han pasado cerca de dos años desde la última vez que hicimos algo así, conversar por MSN para que luego yo pueda subirlo a mi blog. Y encuentro difícil iniciar. Creo que me da miedo aburrirme.

Si partimos de ahí, de tu hastío, será difícil llegar a alguna parte. Como te dije hace rato, me asomé a tu blog y encontré un tono peligrosamente cercano al Meursault de El extranjero o el Roquentin de La náusea.

Ahora me doy cuenta de que en realidad no hice una pregunta. Pero, ¿tú no crees, como Levrero, que del aburrimiento nacen impulsos correctos?

Sí, seguro. Pero también incorrectos. Es importante aburrirse, porque significa que uno no ha sucumbido a la cultura espectacular. Sin embargo, ¡cuidado! Pues el hastío y la melancolía son enemigos de la acción. En suma, ¡atención!

Estar alertas. Poner signos de admiración. El entretenimiento como una respuesta inadecuada a la tristeza. Nicolás, acabo de sorprenderme huyendo del humorismo del cual hicimos gala en conversaciones pasadas. ¿Qué está pasando?

Tristemente, hemos envejecido. Piensa en aquellos tiempos, nos mirábamos con sospecha por encima de un murete. Hoy, mientras reptamos por el piso de la oficina con nuestros iPads, la sospecha ha mutado en rencor. Y del rencor no nace la risa.

[Ríen en voz alta.]

¿Y ahora? Hemos sobrevivido al tedio, a la guerra, al humor y no nos queda nada más.

Como sabes, he trabajado en disciplinar los cuerpos y las mentes de la redacción. Pero al parecer mis métodos no son los adecuados. Esta mañana puse en los altavoces "The Robots" de Kraftwerk, como un principio de orden. Creo que viraré hacia Laibach.

¿Qué escuchamos? No es Laibach, eso.

No, es Alban Berg. Una dosis perfecta de dodecafonismo y cabaret. Volveré a Kurt Weill, más tarde. Música para el fin de los tiempos. Oye, pero ¿habrá esta vez una imagen de mí ocultando el rostro?

¿Sabes qué puedo poner? La imagen del corcho con sombras. La que usaste para aquella magnífica presentación de Pecha Kucha.



Me recuerdas ese momento cumbre de mi existencia, hace apenas unos días. Recuerdo que un perro recorría el Covadonga y yo pensaba que era el ser más sensato del lugar.

Creo que hablar de ello sería dar pie a la risa fácil, como patear al caído. Y ya ves que ando de puntillas ahora con el sarcasmo, la ironía y la risa que esconde lamentos desesperados.

Como esta conversación es pública, no divulgaré lo que me has dicho en nuestras sesiones terapéuticas. Sé que no estoy al nivel de Heriberto Yépez, pues aún no recibo instrucción chamánica, pero pienso que las dosis de terror comunista que te he brindado han tenido, por momentos, un efecto vivificante en tu ánimo.

Yo también tuve la tentación de hablar sobre mis tribulaciones existenciales, pero creo, dicho sea de paso, que exageras respecto a tu labor terapéutica. Estaba pensando, sin embargo, que entre las muchas cosas que están pasando sería buena idea hablar sobre El Talento García, que pronto se unirá a nuestras filas.

Bueno, no quiero darle falsas esperanzas. No quiero que piense que aquí se puede ser feliz, que habrá una vida después de la oficina. No la habrá. Habrá trabajo, disciplina. El comunismo vencerá.

Creo que ya está un poco al tanto de la carga de trabajo que se le vendrá encima. Le dije que haría público su apodo, ¿sabes? Le dije que todos los nuevos integrantes de la redacción entraban con un apodo, también. Le pinté –ahora me doy cuenta que, sin saberlo, estoy bien entrenado– un panorama lleno de ritos iniciáticos donde las almas se forjan con hierro.

Supongo que quieres hablar de tu primer día aquí. El día que, entusiasmado porque había llegado la hora de la comida, todos te dijimos que teníamos compromisos y te abandonamos. Comiste solo, por ahí. Me parece que recibiste una lección.

Así fue, Nicolás. Ahora, viendo hacia el pasado, debo decir que aprendí algo ese día. Y lo que aprendí fue: No valgo nada. No soy nada. No tengo nada.

Pero tienes todos los sueños del mundo, como Pessoa, como cualquier hijo de vecino. ¿Sabes? Vila-Matas imita "La tabaquería" de Pessoa en el inicio de Bartleby y compañía. Dice que es jorobado, que su mujer lo abandonó, etcétera, pero que por lo demás es feliz.

Yo también soy feliz. A pesar de mi joroba.

A veces te miro a la distancia, cargando esa protuberancia, y te compadezco. Luego me digo: A pesar de todo, puede reír, puede gozar. Me convencí de que eres un jorobado con suerte.

Estoy llorando de alegría.

Espera, comenzó una ópera en mi iTunes, buscaré otra cosa, no sé si el lirismo es adecuado ahora.

Apenas ayer Lorena –que tengo aquí enfrente– me preguntó por qué hacía caras como Cuasimodo. Noté cierta falta de tacto pero, pensé, también, ¿qué puedo yo pedir? Creo que disminuirse ayuda, en esta vida. Creo, también, que es precisamente a lo que se refiere la gente cuando dice "tomarse las cosas con filosofía".

Hay que tener cuidado con lo que se dice. Creo que Lorena simplemente encontró el modo de decir: Me incomoda tener como compañero de trabajo a un jorobado. Le sobró tacto, si lo piensas. Por otro lado, hubo tiempos peores, Memo. Ya sabes, Esparta.

Es verdad, es una persona con tacto, Lorena, a diferencia de la gente que, en general, es bastante idiota. Yo a veces lo soy –apenas hace unos días tuve que ir de nuevo al sastre pues olvidé comprar un traje en el cual cupiera mi jiba. Pero no quiero entrar ahora en las bondades, o no, de ser bueno, idiota, inteligente o malvado. Quiero, en lugar de eso, preguntarte: ¿sientes que esta conversación es similar a la que sostuviste con Groys, con Piglia?

Bueno, es distinto. En principio, porque ellos no estaban al otro lado del muro. Si lo piensas, el muro del que hablo no es nada comparado con el otro, el que nos separa de la barbarie. Creo que poner a Zappa me ha hecho delirar.

Creí que pondrías Laibach. A veces me pregunto si mi joroba no será como la máquina de escribir que Cronenberg presentó en su adaptación de The Naked Lunch, que segregaba sustancias que provocaban placer.

Me parece una deriva delicada en la conversación, Memo. Eso de las sustancias y el goce. Mi pudor me impide imaginar tus prácticas obscenas, vinculadas a la malformación.

Sólo sudo, en realidad. Pero ¿te imaginas? ¿Que yo fuera como un sapo que secreta sustancias que hacen de este espacio uno creativo? ¡¿Lo imaginas?!

¿Por qué no hablamos mal de alguien? Hay tanta existencia indigna en este país. ¿Por dónde empezamos? ¿Krauze, Aguilar Camín, algún bufón televisivo, bufones de la prensa escrita?

Me gusta aquello que dice Lem en El hospital de la transfiguración, donde señala que los manicomios reúnen un destilado de la humanidad, con sus malformaciones psíquicas, jorobas anímicas. Creo que eso ya no se encuentra, necesariamente, en los manicomios sino en los medios de comunicación. La crema y nata de lo más bajo de nuestras almas. Así los líderes de opinión.

Te asiste la razón. Y cuando uno lo sabe, se vuelve invulnerable. ¿Recuerdas? Llamémosles Alva y Pata. Llevaban tantos minutos lamiendo las partes nobles del último Nobel que se quedaron sin saliva. Entonces, ensuciaron mi nombre al ponerlo en sus bocas. Y, sin embargo, fue hermoso.

Ay, Nicolás, veo que tú también llevas una especie de joroba a cuestas. Recuerda que "del rencor no nace la risa". Mantengamos esto en términos generales. Hablemos por ejemplo de ese curioso oxímoron que es la expresión "líder de opinión". ¿Se puede ser un líder realmente cuando sólo se tiene opinión? ¿No sería mejor aspirar a tener líderes con certezas?

No es rencor, Memo. Fernando Vallejo le ha dado un buen nombre, "odio ecuménico". Pero tienes razón, pasemos a otra cosa, no sin antes decir lo que sigue: incluso una joroba es mejor que una papada con vida propia. Dicho esto, un guiño para ti, jorobado amigo, es verdad que uno de los aspectos más desagradables del mundo contemporáneo es el reino de la opinión. Debería bastar con ver a Carlos Marín o a Joaquín López Dóriga en la televisión para tener la certidumbre de que una bomba en Televisa sería un acto a favor de la dignidad de la especie. Si se añade otra en Tv Azteca, tendríamos a un país no mejor, pero sí menos indigno.

Igual y bastaría con señalar que un líder de opinión sólo es eso. Sería bueno que la gente pusiera la atención en otros lados. Creo, sin embargo, que a fuerza de descalabros todos ya estamos apuntando –aunque sea con la cola entre las patas– a ellos.

[Una pausa.]

Perdona, me llamaron al teléfono. Como ves, soy un hombre ocupado.

Descubro eso, que las ocupaciones, a veces, te asaltan. ¿Te gusta el sistema de sonido que instalé en la oficina? Conseguí esos viejos altavoces de forma cónica. Es importante para el toque decorativo totalitario del lugar de trabajo. En breve pondré discursos de Mao, tal vez el musicalizado por Peter Ablinger. ¿Fuiste ayer a tus clases de mandarín?

No, pero me compré una bolsa de mandarinas. Quizá sea buena idea estudiar mandarín, ahora que los chinos dominen al mundo será útil conocer el idioma de nuestros amos.

Sí. El otro día recibí un mail de la oficina de Taipéi en México. Me puse nervioso, pues no sabía si el Comité Central del PC chino me estaba poniendo a prueba. De cualquier modo, mi respuesta fue la debida: En este lugar no dialogamos con representantes de la isla rebelde.

Oye, no he estado leyendo periódicos y no me he enterado. ¿Siguen las Coreas ahí?

Lo ignoro. Pienso que un día de estos aparecerá El Huésped y acabará con las tensiones, comiendo a su antojo lo mismo a nor que a surcoreanos.

Bueno, basta. Yo debo trabajar. Serás el jefe, el gran líder, te rendimos pleitesía, pero el deber está en otra parte.

Esto era una prueba, la has superado. Te espero el domingo en Chapultepec, en la presentación del coro de pioneros.

[Rompen filas.]

Monday, December 06, 2010

Lunes.

Despertar, prender el calentador, lavarse los dientes, etcétera. Bañarse. Desayunar. Etcétera. Hacer la cama, ir al trabajo, ocuparse de pendientes, etcétera. Pensar en lo poco que uno lee. Escribir "etcétera" como un modo de evadir responsabilidades y reflexiones. Evitar con un etcétera la posibilidad de relatar que uno después de bañarse y lavarse los dientes y antes de partir al trabajo ha partido en gajos una pera, se ha servido un tazón de cereal y se ha servido un jugo y se lo ha bebido y ha licuado un plátano con leche y también se lo ha bebido. Y más tarde entonces, después de esas pequeñas acciones que conforman el día a día, es cuando me dirijo al trabajo para enfrentarme a la rutina y lo cotidiano, a la acumulación de tareas que cobran sentido sólo en el momento pero que con tanta facilidad decido, horas más tarde, descartarlas y reducirlas al mínimo, como si, en efecto, no importaran. ¿Cómo pueden ser las cosas tan cambiantes? ¿Por qué son así, enfrentándose al principio de contradicción? Un momento importantes, un momento no. Un momento escribirle a un conocido para mandarle un texto que se le debía y en el cual se invirtieron unas buenas dos horas para más tarde sólo tildar el texto -en el cual se resumió un año de mi vida- de un pendiente. Etcétera. Salgo del trabajo, me dirijo al supermercado. No. Salgo del trabajo y desciendo del quinto piso, donde laboro, en compañía de mi jefe e intercambiamos algunas frases sobre esto y aquello y ahora lo he olvidado pero en el elevador y en la calle a esto y aquello le presté atención. De tal modo que ya está. Más tarde, en el tiempo, diré algo así como: y bueno, escribí en mi blog, llegando del trabajo, después de haber ordenado el refrigerador, de haberme preparado la cena y de haber visto el último capítulo de la primera temporada de The Walking Dead y qué curioso el otro día que en Twitter escribí "The Working Dead" como si hiciera referencia al mismo tiempo a mis horas laborales y a esa muerte en vida a la que tanto miedo le tenemos, nosotros, los no entretenidos, los dispersos, los hartos, las pequeñas almas que van dando tumbos de una decisión a otra envueltas en una decisión mayor, trabajar, servir para algo.
Escribir en el blog. Pensar en lo frías que están las manos. Lavarse los dientes. Ponerse la pijama. Destender la cama que nunca nadie ve destendida ni tendida excepto yo. Abrir un libro. Otro libro. Leer. Apagar las luces. Esperar.

Friday, December 03, 2010

Thursday, December 02, 2010

Convergencia


Arriba: Sammlung Stegemann (2007) de Thomas Kratz. Abajo: Venere degli stracci (Lumpen-Venus) (1967) de Michelangelo Pistoletto. Vía vvork.

Tuesday, November 30, 2010

Los poseídos


Descansé un rato de las lecciones de Nabokov para empezar a leer esto, The Possessed, de Elif Batuman. Leí la introducción y pensé que como el título hacía referencia a Los demonios (de Dostoievski, no de Heimito von Doderer) sería una buena idea empezar a leer, antes, Los demonios. ¿Por qué me pareció esto una buena idea? Porque estoy malito de la cabeza. Así que decidí, anoche, empezar a leer Los demonios. Lo saqué de mi librero, me lo llevé a la cama, donde ahora hago gran parte de mis lecturas, y me di cuenta de que la imagen de portada de mi edición -en Alianza- reproduce una pintura de Iliá Repin, que se titula, si recuerdo bien, "La conspiración de los terroristas", o algo por el estilo. Quizá es "La reunión de...". No pude encontrar la imagen en la red. El caso es encontré esto curioso porque es también una pintura de Repin la que utilizo en un cuento mío, Retrato de un hombre cansado, y que salió hace unos números en La Tempestad. Abajo, una imagen de dicho cuento tomada por el amigo al que lancé a la fama en el mismo. Todos lo comentan.

Tuesday, November 23, 2010

Nabokov sobre el naturalismo o realismo de Flaubert:



En realidad toda ficción es ficción. Todo arte es engaño. El mundo de Flaubert, como todos los mundos de los grandes escritores, es un mundo de imaginación con su lógica propia, sus convencionalismos propios, sus coincidencias propias. Las curiosas imposibilidades que he enumerado no chocan con la pauta del libro [Nabokov le dedica cinco párrafos a inverosimilitudes de la novela]... y de hecho, sólo las descubren los aburridos profesores o los estudiantes despiertos. Y tened presente que los cuentos de hadas que hemos estudiado con amor, a partir de Mansfield Park, están más o menos encuadrados en ciertos marcos históricos. Toda realidad es una realidad relativa, ya que cualquier realidad dada, la ventana que veis, los olores que percibís, los ruidos que oís, no dependen sólo del crudo toma y daca de los sentidos, sino también de diversos niveles de información. Puede que Flaubert pareciera realista o naturalista hace un centenar de años a los lectores que se formaron en las lecturas de aquellas damas y caballeros sentimentales a quienes Emma admiraba. Pero el realismo, el naturalismo, son sólo conceptos relativos. Lo que determinada generación toma por naturalismo en un escritor, a la generación posterior le parece una exageración de detalles monótonos, y a la generación anterior una monótona falta de detalles. Los ismos pasan, el ista muere; el arte permanece.

***

Pensar en términos como "realismo histérico" o la "novela nueva" o en la gente que considera a Platón un "idealista".

Mi Madame Bovary

Lamento informar que el siguiente texto se escribe a dieciséis minutos de que inicie mi jornada laboral*. Aún debo caminar durante diez minutos antes de llegar a la oficina. Es lamentable pues no creo que tenga ni la paciencia para escribirlo más tarde -aunque quizá lo revise- ni el tiempo para volver a él hasta dentro de un tiempo que, ahora que lo pienso, no será un lapso tan prolongado pero por alguna razón (el ajetreado ritmo de vida al que me someto sin razón alguna) es así como lo experimento.
Hace un par de días, en fin, pude, finalmente, terminar de leer Madame Bovary de Gustave Flaubert. Anteayer, para ser específicos. Fue una buena coincidencia que en varios medios norteamericanos le dieran atención a una nueva traducción recién publicada allá, realizada por Lydia Davis (que, además de cuentista -sólo he leído Samuel Johnson is indignant- ha traducido, según recuerdo, a Proust, entre otros), lo cual me dio oportunidad de leer varios textos al respecto a la par que llevaba a cabo mi lectura (aunque la mayoría, comprensiblemente, se concentraban en cuestiones de traducción). Entre ellos destaca este, de Julian Barnes y este otro, de Ruth Franklin. A ambos llegué a través de Conversational Reading. No pude seguir con atención, sin embargo, la serie de entradas que escribió Davis (aunque, ahora veo, sólo son cinco) a propósito de su traducción y que comenzaron a aparecer en la Paris Review desde el pasado septiembre. Quizá también debería escuchar la entrevista que le hizo hace tiempo Silverblatt a Davis, de la cual hace poco me habló Luis Panini.
Por azares de mi torpeza, perdí la traducción de Carmen Martín Gaite que estuve leyendo -publicada por Tusquets- y leí gran parte de la tercera sección, la que ocurre en Yonville, en una edición publicada en 1970 que, sospecho, mi padre compró cuando tenía unos 26 años -dos años menos de los que tengo ahora. Forma parte de una colección de novelas clásicas que mi padre tiene en una estantería no muy a la mano de su estudio, entre libros de derecho. Junto a esta colección (en la que hay libros de Tolstoi, Kafka, Dante, Homero, Poe y otros) se encuentra una de novelas de Balzac encuardenadas en un material de color verde. Esta edición de Madame Bovary es un libro bonito, encuardenado en un cartón duro que parece, pero no es, de cuero, con letras doradas en las que discretamente se anuncia que forma parte de un club internacional del libro y dentro, enmarcado en un diseño cargado, también se informa que Flaubert es uno de los Grandes Maestros de la Literatura Clásica Universal. Esta edición no informa quién la tradujo pero trae un prólogo escrito desde Madrid, según se anota, por Manuel Martínez Camaro. Quizá él mismo la tradujo. No leí el prólogo, viene en una letra minúscula y, por alguna razón, en cursiva.
Extrañamente, para ser de la década de 1970, se trata de una traducción en la que se leen cosas como "'¡Ved, ved! Seda para los forros a dos francos, cuando se encuentra pecalina a diez sous, y hasta a ocho, que hace perfectamente el avío!" o como "Emma se detuvo para dejar pasar un caballo negro que piafaba entre las varas de un tílburi, guiado por un gentleman con abrigo de piel de marta." Esto, creo, no está del todo mal. Creo que Barnes habla de cómo algunas traducciones fungen como máquinas del tiempo, obligándonos a leer en un estilo que consigue emular, al menos, la idea que tenemos de cómo se escribía en el siglo XIX. En cualquier caso, fue un golpe tener que leer parte de la novela así -más tarde, por azares de mi torpeza, que no había perdido la traducción de Carmen Martín Gaite y pude leer al ritmo fluido y desprovisto de tantas florituras que para entonces ya estaba acostumbrado.
La razón por la que leí a estas alturas de mi vida Madame Bovary es que he seguido, lentamente, el curso de literatura europea de Nabokov, publicado hace poco por RBA. Hace tiempo Mauricio Salvador me recordó que no había que hacerle mucho caso a Nabokov. Me lo dijo un poco en broma, de pasada y, como quien dice, en buena lid. Y creo entender a qué se refería. Nabokov es, sobre todo, un estilista y es difícil hablar del estilo porque a ratos parece que nos topamos con finuras interpretativas que se nos pueden escapar -especialmente si las leemos y no las escuchamos, digamos, en una clase. No es el caso, sin embargo, en su lectura de este libro, donde señala el buen uso del punto y coma, o la "interrupción paralela" o el "método de contrapunto". Aprendí cosas anoche, leyendo lo que tuvo que decir Nabokov a propósito de este libro. Y pues, está padre, ¿no? Continuaré con lo que tiene que decir de Stevenson -sobre un libro que leí hace tiempo- sobre Proust -sobre la única parte que he terminado de A la búsqueda... -y finalmente le daré a lo que tiene que decir sobre Ulysses que, espero, ahora pueda terminar. Están informados.
Subrayé esto de Madame Bovary, se los comparto:

"¿De dónde venía aquella inconsistencia de la vida, aquella prodeumbre fulminante de todas las cosas en que trataba de apoyarse? Si acaso existía en algún rincón del mundo un ser fuerte y hermoso, una naturaleza intrépida, desbordante de exaltación y de refinamiento, un corazón de poeta bajo apariencia angelical, una lira de cuerdas de acero capaz de entonar al cielo epitalamios elegíacos, ¿por qué no había de tener ella la suerte de encontrarlo?".

En otras noticias, hoy me informaron que Corea del Norte y Corea del Sur se están intercambiando misiles.

*Terminé de escribir esto en la oficina.

Friday, November 19, 2010

Hay un libro titulado Diablo guardián

Es un mal libro.

***

-Estoy aburrido.
-Hay cerveza en el refrigerador.

Más tarde:

-Pero, ¿tú no tienes hambre? ¿Por qué si estás gordo?
-...
-...
-Ya andas pedo, ¿verdad?
-No, ya no estoy tomando. Me aburrí. Hasta eso me aburrió.
-Ah, beberé más.
-...
-Qué cosas tan pequeñas, ¿verdad? En la vida.

Más tarde escucho el distintivo jingle de una conocida comedia de situación que proviene de la habitación contigua. Los dos nos reímos. De un momento a otro, de mejorar la situación, nuestro vecino extravagante pero de buen corazón, llámese Pocholo o Kramer, entrará a nuestro departamento para ver qué estamos haciendo, metiéndonos en un jocoso problema.
Pero no. La situación no mejora. Sólo avanza y uno lo soporta, los músculos entumeciéndose.

Tuesday, November 16, 2010

The Instructions

Guillermo Íñigo dice: (10:27:38 a.m.)
No te cumplí, no terminé Madame Bovary.
Guillermo Íñigo dice: (10:27:45 a.m.)
Pero terminé el de Vendela Vida.
Sofía dice: (10:27:53 a.m.)
¿Cómo si ni lo tenías?
Sofía dice: (10:27:57 a.m.)
Ah, lo terminaste de perder.
Guillermo Íñigo dice: (10:28:08 a.m.)
Lo pedí por Amazon.
Guillermo Íñigo dice: (10:28:20 a.m.)
Ese gran río que lleva libros a tu puerta.
Guillermo Íñigo dice: (10:28:28 a.m.)
También me llegó The Instructions.
Guillermo Íñigo dice: (10:28:38 a.m.)
Me salió más caro el envío que los libros, gracias.

Tuesday, November 09, 2010

El oficinista

Digamos que esto es así. Que el director de una pequeña editorial de provincia finalmente accede a visitarme. Le he pedido vernos en el departamento pues ya casi nunca salgo. No nos conocemos pero está tan contento con mi trabajo que ha aprovechado el viaje que hizo a la ciudad para comparar costos de papel para pasar a platicar conmigo y discutir mis regalías. Ha sido un día largo. De la estación de autobuses se ha dirigido al centro para visitar distintas imprentas y de ahí ha tomado el transporte público hasta la colonia donde vivo y que él recuerda vagamente de sus años de estudiante. Sube al tercer piso, toca a la puerta y lo recibe un sirviente. "En un momento el señor estará con usted", le dice antes de cerrar la puerta. Digamos que de inmediato me cambio de mi ropa de sirviente a mi ropa normal, reteniendo apenas la risa, y abro la puerta sólo para decir, "¿Sí?, ¿en qué puedo ayudarle?". El editor, quien aún tendrá que tomar el transporte público para encontrarse con algunos amigos de su tiempo de estudiante y llegar a tiempo para el camión de la noche, no se ve nada contento.
Pero también digamos que en realidad nada de esto va a suceder. Que al escribirlo experimento un piquetazo de hartazgo y ansiedad. ¿Cuál es la necesidad, francamente?
Hace un momento que salí a servirme agua vi por la ventana que la vecina se lavaba los dientes frenéticamente. Su novio, el vecino rockero, estaba sentado frente a una computadora.

El zombie en los medios, aún, siempre

"Surely only a zombie would have been unmoved by the transcendent singing of the Tallis Scholars in the White Light Festival at Lincoln Center".

Acá.

Monday, November 08, 2010

"Luego venía la partida de gastos domésticos, que estaba subiendo de un modo alarmante..."

Esperando a que la orden de Amazon pase. Esperando con las manos frías. La risa del compañero de cuarto, Óscar, viene, desde la otra habitación. Tenemos las puertas abiertas y escuchamos a veces lo que nos decimos -ya sea en voz alta o en nuestras cabezas, pues también nos leemos a través de las ventanas de las computadoras- y tenemos, seguramente, una ventana abierta por la que entra el aire frío que nos tiene ateridos. Las manos. Cambié las sábanas de la cama. "Está bien, ¿no?", me dice Óscar, a propósito de un texto de Antonio Ortuño que le acabo de pasar. Estoy esperando a que pase la orden de Amazon porque -me rasco la cabeza antes de escribir lo siguiente- se está tardando. Conjeturo: se tarda debido a que la conexión a Internet es lenta (tomamos prestado el inalámbrico de una vecina que no está al tanto de ello; digo tomamos prestado pues el día en que se de cuenta y nos pida rendir cuentas, rendiremos cuentas) o se tarda quizá porque escribí mal alguno de los datos de la tarjeta de débito con la que estoy pagando. ¿Sería más rápido con una de crédito? ¿Tener una tarjeta de crédito me convertiría en una de esas personas que compran con seguridad y anotan la cantidad de los números que nos asignan sin dudar siquiera un momento? Estoy comprando una nueva copia de un libro que hace unos días tenía en mis manos pero que olvidé en un aeropuerto. Lo olvidé en una sala y cuando regresé corriendo por él -estaba por abordar el avión que me trajo de vuelta a la ciudad- ya no estaba. Pregunté por él a una mujer que limpiaba una ventana cerca. No sabía nada de nada. Seguro alguien se lo llevó, me dijo. Seguro alguien se lo llevó. Como el libro no es mío y como apenas llevaba la mitad, aquí me tienen, esperando. No está del todo mal, esto. Finalmente me da tiempo para escribir un poco o no, no es precisamente así, sino que finalmente esto me permite obligarme a escribir un poco en este sitio y aún más, me da la oportunidad de animarme a pedir otro libro que había querido comprar desde hace tiempo pero debido, también, a la ya mencionada inseguridad que me provoca el comprar cosas en línea con una tarjeta de débito (algo que, cada vez sospecho más, no me sucedería si fuera una persona que posee una tarjeta de crédito), no me atrevo a comprar el otro libro que quería desde hace tiempo y que hace poco vi en el librero de una amiga. Permítanme recordarlo. Subí a su departamento, me hizo la seña universal con la cual nos comunicamos, nosotros los humanos, que estaba ocupada en el teléfono (tenía un teléfono pegado a su oreja) y entonces comencé a pasear la mirada por su librero. Ahí estaba el libro que yo quería y que no sabía que ella tenía. Lo tomé. Le di vueltas. Leí un poco. Colgó. Sin tacto alguno le dije, Préstamelo. Con alarma me dijo Oye Memo, nomás llegas y tomas el libro, Memo. Lo estoy leyendo, Memo. Una imprecisión que dejé ir. Pues no estaba leyéndolo. Ni siquiera lo tenía en la pila de libros que estaba leyendo. Pero sí tenía, concedo, un separador como a la mitad del libro, así como yo tenía uno en el que olvidé en el aeropuerto y que no me pertenecía -y aquí quizá convenga decir que esta misma amiga unos días antes le había preguntado al amigo que me había prestado el libro olvidado en el aeropuerto si yo regresaba los libros. Le dijo que sí. Aunque a veces los manchaba de vino. Otra imprecisión. Que se concede, era en broma. Pues aunque es verdad que yo me encontraba cerca del libro que se manchó de vino, otro libro, no fui yo quien lo manchó, aunque, es verdad, era mi responsabilidad. Tan era mi responsabilidad que tuve a bien comprar otra copia del libro a través de Amazon para dársela, como estoy haciendo ahora (sigo esperando, la pestaña donde se lleva a cabo la transacción reza "Cargando..."), algo que el amigo que tenemos en común, mi amiga y yo, no dejó fuera. El caso es que acordé no llevarme el libro del librero de mi amiga pero prometió prestármelo una vez lo termine de leer. Y es por eso, en parte, que tampoco lo he pedido ahora, a través de Amazon, que me tiene aquí, esperando, con las manos frías, las sábanas limpias, los ácaros confundidos, el párrafo llegando a su fin, la transacción en marcha.

Monday, November 01, 2010

Tuesday, October 26, 2010

...

La ciudad como una esfinge chismosa que no tiene ningún acertijo que ofrecer excepto la insignificancia de su propia apariencia. Sí, una esfinge barbada, como la que puede admirarse en el Museo Tell Halaf. Con cielos que al agonizar parecen abrazos, casi tan bellos como aquellos que, admitámoslo, pueden observarse en sitios lejanos, en el campo, en la provincia, desde un puente, pero no aquí. Estas impresiones impiden definiciones a menos que uno las reduzca a lo esencial. Por ejemplo, comprendo perfectamente bien cómo uno podría dejarse seducir por la ciudad, pero también, ya sé, por adelantado, el sentimiento de satisfacción que sentiré cuando la abandone, como si se tratara de escapar.

Lo principal: la ciudad distrae. Hay muchas cosas que quiero decirte y no las estás esperando.

Esto es muy interesante


Guillermo Íñigo Núñez Jáuregui
11:38
Lo interesante de esto, Óscar es que Tom Selleck audicionó para el papel de Indiana Jones.
Eso es lo interesante.

Óscar
11:39
Ah..
Bueno, te lo concedo.
11:39
Está interesante.


Sunday, October 24, 2010

"¡¿Qué te ha dado esa mujer?!"

Es el título de una película con Pedro Infante y Luis Aguilar.

Wednesday, October 20, 2010

Vida en la ciudad

Un motor. La música de las cañerías. Una luz que se enciende en una ventana en un departamento vecino.
Hace unos días le marqué a mi compañero de cuarto, por teléfono, para que nos alcanzara, a unos amigos y a mí, en el bebedero cercano. "¿Qué haces?", le pregunté. "Espío al vecino rockero". Tenemos un vecino rockero.
En breve: me haré un licuado de plátano. En unos momentos: iniciaré la tercera temporada de Los soprano. Veré el capítulo aquí -un amigo de la oficina, Abel, me prestó la temporada- en esta computadora pues no tenemos televisor ni reproductor de DVD's. El vecino rockero tiene un invitado en su departamento, los veo por la ventana. Lo llamamos el vecino rockero porque lleva el pelo largo pero quizá sólo sea una (mala) decisión y no, como queremos, un estilo de vida (nunca lo hemos visto tocar la guitarra o la batería ni headbangear, pero insistimos en hacer un air guitar cada que lo vemos entrar a la habitación donde se encuentra su computadora -a la que está pegado siempre, como nosotros). El vecino rockero y su invitado se sientan frente al monitor de una computadora. Es un monitor grande.
Ventanas que se iluminan.
Ventanas en la computadora, que se abren.
Platico con una amiga que vive en Monterrey, a través de una de estas ventanas. Me cuenta que para cenar se preparó unos tallarines. Le cuento que para cenar me preparé una quesadilla y que en breve me haré un licuado de plátano. Me informa que desprecia el plátano. He visto dos veces en mi vida a esta amiga.
En otra ventana platico con un amigo al que he visto cinco veces en la vida, aproximadamente, sobre una entrada que leímos en otra bitácora electrónica a propósito de las traducciones. Tanto a mi amiga de Monterrey como a este amigo "los conocí por Internet".
Anoche O., mi compañero de cuarto (en realidad, de departamento, tenemos cuartos distintos) y yo armamos una especie de mesa a partir de un librero que ninguno de los dos usaba. Sobre él pusimos revistas y cosas que nos gustan. No tenemos televisión.
"No. De chiquita lo dejé de comer cuando me salió uno con partes negras. Ahora hasta los más perfectos especímenes me dan asco", me explican en una ventana.
"'La traductología, ciencia que estudia la traducción', comienza diciendo. Hasta aquí es claro", juzgo en otra.
Cerca del departamento hay una vía rápida que no lleva muchos automóviles. Los pocos que pasan, los escucho ahora. También escucho un avión. Y un grillo.
"¿Partes negras?", pregunto.
"Sí, podridas", me explican.

Monday, October 18, 2010

La casa de los misterios

¿Por qué durante la primera semana y media, cuando uno dejaba el calentador de agua encendido demasiado tiempo, se tiraba el agua como si fuera una tetera hirviendo? Nadie sabe. ¿Por qué ha dejado de pasar? Misterio. ¿Por qué durante la primera semana que dormí en esta nueva casa despertaba, puntual, a las cinco de la mañana? Incógnita. ¿Hay una explicación para los extraños sonidos que vienen de la azotea? Triángulo de las Bermudas. ¿Para que las llaves de agua a veces cierren y a veces no? Expedientes secretos X. ¿Para que haya cambios bruscos en la energía? El abominable hombre de las nieves. ¿Para que en unas tomas de agua haya presión y en otras no? Loch Ness.
Me estoy acostumbrando.

Sunday, October 17, 2010

...

Yo le pediría de la manera más atenta que tuviera la bondad de ocuparse de los pendientes que tiene acumulados de tal modo que pueda concentrarse en las actividades que, se repite constantemente, le apremian con mayor importancia.

Thursday, October 14, 2010

"Si los objetos hablaran más claro..."

Nada, no hay forma. Empezaba diciendo: "Vivíamos cerca de la escuela". Esto se me ocurrió anoche, iniciar un texto así. Pensaba que sería buena idea escribirle una carta, iniciando así. Quizá no quise avanzar porque no quiero escribir sobre aquello, una anécdota de mi adolescencia que involucra vivir en una zona residencial, valga la redundancia, valga decir "valga la redundancia" cuando es claro que en esta ciudad no lo es, cercana a una escuela, un grupo de niñas, videos de Metallica en VHS que se vieron una y otra vez, y, recuerdo ahora, una carne asada mal cocida. Pero estoy encerrado en una habitación con una pequeña biblioteca y un vaso de agua, ropa sucia y pendientes acumulándose en la cabeza. Aquí son muy pocas las cosas que me parecen importantes. Entre ellas, sin embargo, se encuentra el saber qué callarse.

Es claro que son escasas las cosas que hago por dinero.

Entre ellas no está el ser claro.

El pasado domingo anoté esto en mi cuaderno personal:

"Avanzo lentamente en Tworki (El manicomio). Ayer leí un pasaje en el que, un domingo, el protagonista, Jurek, lee una novela. La historia en la novela que lee, que ocurre en una escuela, avanza lentamente. Acaba de entrar el profesor al aula. Es domingo. Saldré".

Es jueves por la noche. Más temprano de lo que creía. Mañana, la oficina.

Tuesday, October 12, 2010

Sunday, October 10, 2010

Propongo

Que uno se haga caso y deje de visitar el sitio electrónico, como se lo había propuesto, donde Iván Thays reúne notas de periódicos acompañándolas de textos como este:

"Aquí algunos diarios que suelo leer comentan el Premio Nobel a Mario Vargas Llosa. El diario Clarin dice esto y luego esto también.

En Página 12 recogen algunas declaraciones de Vargas Llosa.

En El País el viernes le dedicaron la portada entera, y luego un especial con el en Manhattan (está dictando en Princeton), y artículos de José María Guelbenzu, Héctor Abad Faciolince, Fernando Iwasaki, y Javier Cercas. Además, la locura en Frankfurt después del premio".

Clarín lleva acento. Cuando un pronombre personal desempeña la función de sujeto en una oración, como en el caso de "y luego un especial con él en Manhattan", debe acentuarse. Ya estuvo bueno. Debo dejar de hacerme esto.

Biblioteca

He armado una biblioteca de libros que tengo y que no he leído pero quiero leer o leer mejor en los próximos meses, quizá la única razón de peso y fondo por la que me mudé (la razón práctica, en realidad, es que este espacio donde ahora habito está más cerca de la oficina). Alfabéticamente, enlisto los autores que veo ahora sobre mi librero: San Agustín, William Beckford, Bellow, Benjamin, Bioy, Borges, Boswell, Brandes, Broch, Chatwin, Davenport, Dostoievsky, Dahl, Philip K. Dick, Fitzgerald, Richard Ford, Foster Wallace, Gaddis, Daniel Handler, Hemingway, Herodoto, Ibargüengoitia, Frederic Jameson, Samuel Johnson, Joyce, Danilo Kis, D. H. Lawrence, Mario Levrero, Lovecraft, Mann, Manjarrez, Marías, McCarthy, Melville, Montaigne, Nabokov, Ondjake, Petrovic, Petrescu, Poe, Proust (quizá el más importante, en mis planes), Philip Roth (ahora se me ocurre que debí haber traído también los de Joseph Roth), Pynchon, Shakespeare, Bram Stoker, Swift, Tabucchi, Updike, Valéry, Lawrence Weschler, Sean Wisley, James Wood y Woolf.
Sobre mi escritorio: House of Leaves de Danielewski, una antología de cuentos de vampiros, el The Best American Non Required Reading de 2007 y del mismo año el The Best American Short Stories. Sobre mi buró: los diarios y cuentos de Cheever, Primates y filósofos de Frans de Waal, Madame Bovary, El XIX en el XX de Christopher Domínguez y La risa de Henri Bergson.
Es una biblioteca pequeña pero me gusta.

Thursday, October 07, 2010

Leo en House of Leaves

"I've come to believe errors, especially written errors, are often the only markers left by a solitary life: to sacrifice them is to lose the angles of personality, the riddle of a soul".

Wednesday, October 06, 2010

Leo el blog de Iván Thays

En la entrada titulada "¿Habrá un nuevo libro de Harry Potter?", publicada hace dos días, leo:

"En conversación con Ophra Winfrey, JK Rowling desliza la posibilidad de que haya un nuevo libro de Harry Potter. Tendría que ser una precuela, creo, luego de que en el último se cerrarán las historias".

Propongo: Revisar el nombre "Ophra Winfrey".

Propongo, es más: "En conversación con Oprah Winfrey, J.K. Rowling deslizó la posibilidad de un nuevo libro de Harry Potter".

Propongo también: "...luego de que en el último se cerraran las historias".

Propongo: no entrar a Moleskine Literario. Por un tiempo, al menos.

Friday, October 01, 2010

Leo el blog de Iván Thays

En la entrada titulada "Los elegidos de GRANTA [sic]", leo:

"Recuerdo que GRANTA [sic], que ha hecho estas evaluaciones cada diez años para el mundo anglosajón, siempre se preguntó quiénes debían aparecer: cuentos notables, aunque de autores desconocidos, apuestas arriesgadas o nombres ya consagrados".

Propongo:

Aclarar que los cuentos notables no son personas.

Wednesday, September 29, 2010

Leo en Moleskine Literario de Iván Thays

En su entrada "Prix Femina 2010, primera selección":

"Apareció la primera selección, la longlist digamos, del Prix Femina 2010, tanto para Mejor Novela en francés como parsa [sic] Mejor novela [sic] extranjera. En este segundo rubro encontramos a dos escritores de los cuales Moleskine Literario es fan absoluto: Alberto Barrera Tyzska y Goncalo Tavares".

Propongo:

Más allá de la posibilidad quisquillosa, o no, de usar términos en español que puedan reemplazar "longlist", como se hizo, digamos, en el título de la entrada, al menos escribir bien el nombre de dos autores de los que alguien se considera un admirador absoluto: Alberto Barrera Tyszka, Gonçalo Tavares.

Convergencia elemental, querido Watson

Edward Hopper, People in the sun, de 1960. Nueve años antes, en 1951, un destello atómico ilumina a observadores V.I.P., de acuerdo a la serie de imágenes que veo acá.


La convergencia es tan, digamos, precisa, que se me dificulta no pensar que Hopper ya conocía la imagen. Rápidemente busqué en Google "People in the sun" + "Atomic Bomb" y di con esto, de hace dos años. El eco entre energía atómica y sol no es nuevo, evidentemente. George Steiner ya se lo preguntaba, creo, en Presencias reales: ¿No es sorprendente que una operación de bombardeo nuclear se llamara Operación Sol Naciente? No es coincidencia, tampoco, que la adaptación al cine de Las partículas elemantales, de Houellebecq, una novela, entre otras cosas, sobre la posibilidad de una vida eterna a través del encuentro entre física subatómica y biología, tuviera este cartel:

***

Óscar Benassini me dijo que la imagen le recordaba a la primera que se encuentra en esta serie, de 1932 (Futurama: feria mundial en Nueva York) y que apareció en la edición semestral de artes visuales de La Tempestad, verano de 2009, editada por Karla Jasso. Me la buscó en Google y al ver la misma serie me dijo: "qué curioso, está esa misma que estabas viendo":


Pero esta imagen es del Hindenburg, de 1937. La que yo veía era esta otra, de 1957, cuando se sometió un dirigible a una prueba nuclear:
Y a su vez, estas últimas me recordaron la entrada de hace dos días que puso Enrique en su blog, acá.

Hasta parece que nos ponemos de acuerdo.

Sunday, September 26, 2010

Breve panorama

Sergio González Rodríguez en su columna del domingo, en El Ángel, a propósito de la nueva novela de Ricardo Piglia:

La narrativa argentina está a la vanguardia de la lengua española. Mientras España suele favorecer los prestigios convencionales del acto de narrar -en franca imitación del modelo anglosajón, de las directrices de su mundo editorial- y desconfía demasiado de las innovaciones, los escritores argentinos consuman un vasto e intenso replanteamiento de lo consabido. Dan cuenta de esto las obras de Fogwill, César Aira y Piglia o, entre los de menor edad, Rodrigo Fresán y Martín Kohan. En Chile comienza a buscarse algo semejante al caso argentino gracias a escritores como Álvaro Bisama, Patricio Jara, Alejandro Zambra o Patricio Fernández. Y en Perú se observa a su vez la emergencia de nuevas voces y perspectivas: Fernando Iwasaki, Enrique Prochazka, Diego Trelles Paz y Daniel Alarcón. Por su parte, la narrativa en México se debate entre la tradición y lo nuevo sin lograr el predominio de una de las dos tendencias: el problema frente a las inercias y las influencias continúa vigente. Algo semejante ocurre también en Colombia.

Entrada 1,420

Leo a Donald Barthelme. De su cuento "The Abduction from the Seraglio":

"She's got values. What' I'm trying to suggest is, she's in a delicate relation to the real.
I can't understand this. She is so great. When we go partying she always takes care to dance with Bill Cray's four-year-old girl, who's a fool for dancing. She made me read War and Peace, which struck me at first glance as terrible thick. She renews my subscription to the Texas Observer every year. She contributes regularly to the United Way and got gassed in great cities a time or two while expressing her opinion of the recent war. She's kind to rat-poison salesmen. She's afraid of the dark. She took care of me that time I had my little psychotic episode. She is so great. Once I saw her slug a guy in a supermarket who was whacking his kid, his legal right, with undue enthusiasm. The really dreadful thought, to me, is that her real might the real one.
[...]
We used to walk down the street together bumping our hipbones together in joy, before God and everybody. I wanted to float in the air again some feeling of that. It didn't work. I'm sorry. But I guess, as the architects say, there's no use crying over split marble. She will undoubtedly move on and up and down and around in the world, New York, Chicago, and Temple, Texas, making everything considerably better than it was, for short periods of time. We adventured. That's not bad".

Friday, September 24, 2010

La Tempestad 74


En este nuevo número de La Tempestad, Eduardo Milán reflexiona acerca del desacuerdo en la poesía (como parte del tema de portada, "Artistas del disenso"). En actualidad hay entrevistas con Alan Pauls y Elizabeth Cook así como reseñas de libros de Robert Creeley, Boris Pahor y Eliot Weinberger. Yo escribí una sobre Los demonios de Heimito von Doderer. También hay poesía de Forrest Gander, en el Cuaderno para invenciones, y pequeñas reseñas (no más de quinientos caracteres) de libros como Aroma de alcanfor de Naiyer Masud, El libro de las maravillas de Lord Dunsany, Mi Emily Dickinson de Susan Howe, Curso de literatura europea de Nabokov o la biografía literaria de Robert Walser escrita por Jürg Amann y que reproduzco a continuación nomás porque se me antoja:

"Un editor visita una de las buhardillas donde vivió ese subarrendado nato que fue Robert Walser. Un hombre, vestido como criado, abre la puerta para cerrarla de inmediato. El amo saldrá en seguida, asegura. La puerta se abre de nuevo. Es el mismo hombre, ahora vestido como amo y señor. Es Robert Walser: 'Parece que se divierte haciendo que los que le buscan no lo encuentren'. Pero, ¿alguien lo busca?, se pregunta Amann en esta biografía".

Iré más rápido: en cine Jorge La Ferla se enfrenta a la obra disensual de Jean-Luc Godard. Nicolás Cabral interpreta El origen de Christopher Nolan. También se revisan los filmes más recientes de Alejandro Amenábar, Roman Polanski y Michael Rowe.

Dentro del tema de portada, en música, Jeremy Glazier escribe sobre el disenso sonoro que representa la música de Mauricio Kagel. Las nuevas producciones de Brian Ferneyhough, Peter Ablinger, Keith Jarrett & Charlie Haden y Arcade Fire se comentan en las páginas 26 y 27.

En cuanto a arquitectura y diseño: cuatro textos integran "Presencia del diseño mexicano", un dossier en el que se analizan las obras de Eduardo Barrera, Héctor Galván, Emiliano Godoy y Carla Fernández. Nuestra selección de los 10 mejores edificios internacionales construidos entre 2009 y 2010 puede consultarse dentro de "Formas útiles".

Artes visuales: Néstor García Canclini propone una discusión entre el arte relacional (Nicolas Bourriaud) y la estética del disenso (Jacques Rancière). Reseñas de exposiciones de Neto, Alÿs y Adriana Lara, así como de la colectiva Panamericana, en el apartado de actualidad. La serie Antibalas de Milagros de La Torre se presenta en "Cuaderno para invenciones".

Artes escénicas: Enrique Olmos de Ita lee el trabajo escénico de Kzryzstof Warliwoski como una forma particular de disenso político en la página 93. En "Actualidad del arte", vistazos críticos al Festival de Aviñón y a trabajos recientes de Héctor Bourges, Rimini Protokoll y Alberto Villarreal.

En este número estrenamos diseño, gracias, especialmente, a Óscar Benassini y Fedro Ceballos. (Estábamos hartos de que la Vanity Fair nos copiara el diseño para sus páginas interiores). A mí me gustaron especialmente las páginas 17, 18-19, 41, 80-81, 84-85, 105 (que les muestro a continuación, creo que en orden) y las 64-65 y 75 (que pueden ver cuando la compren o bien, acá).


Thursday, September 23, 2010

Comezón

Leo en el blog de Iván Thays:

Empezó el Hay Festival Segovia 2010 y Antonio Muñoz Molina conversó sobre la Guerra Civil Española y la reducción que han hecho sobre ella los libros de historia (y las novelas, añadiría). Muñoz Molina, quien ha escrito la novela-río La noche de los tiempos (Seix Barral) que retoma el tópico, dijo:

El pasado, la memoria, el problema de aquello que desaparece con el tiempo, la Guerra Civil y la historia reciente de España analizadas por el escritor Antonio Muñoz Molina en conversación con el historiador Justo Serna han sido el eje del plato fuerte de la primera jornada del Hay Festival que se celebra en Segovia. [...Sigue la cita, de El País...]

Propongo:

Cuando se cite un texto sobre lo que dijo alguien (en este caso, Antonio Muñoz Molina) no decir que es esta persona quien lo dijo.

Wednesday, September 22, 2010

Ocio

Leo en el blog de Iván Thays:

Cristina Siscar fue a entrevistar para la revista “El Péndulo” a Mario Levrero en 1978. En el suplemento “Radar Libros” comenta la experiencia de conocer personalmente, y a través de sus obras, ha este escritor uruguayo que cada vez consigue más lectores en América Latina.

Propongo:

Cristina Siscar entrevistó a Mario Levrero en 1978 para la revista El Péndulo. En el suplemento Radar Libros comentó la experiencia de conocer a este escritor uruguayo.

Seguiré al pendiente.

Tuesday, September 21, 2010

Fragmento de conversación

Aquí en la oficina.

Lorena dice (04:18:31 PM)
Yo comí sopa de papa y poro y calabacitas que me sobraron de ayer, con queso y crema.
Lorena dice (04:18:35 PM)
Y dos taquitos de aguacate.
Guillermo Íñigo dice (04:19:03 PM)
¿¡Tacos de aguacate?!
Guillermo Íñigo dice (04:19:08 PM)
Esos no son tacos.
Lorena dice (04:19:24 PM)
¡Claro que lo son!
Guillermo Íñigo dice (04:19:32 PM)
No.
Guillermo Íñigo dice (04:19:39 PM)
Eso es verdura con verdura.
Guillermo Íñigo dice (04:19:51 PM)
Eso, más que taco, es pecado.

Monday, September 20, 2010

En la oficina

Estoy por irme a dormir pero abro En la tierra de Robert Creeley, en la edición bilingüe que publicó Textofilia, y leo de Caves:

It's time to go to bed
again, shut the light off,
settle down, straighten
the pillow and try to sleep.
Tomorrow's another day
and that was all thousands
and thousands of years ago,
myriad generations, even
the stones must seem changed.

Y pues me pongo a pensar no sólo en que sí, que otra vez, venga, y me pongo a pensar, también, en la buena idea que es adoptar el punto de vista de la ameba pero pronto vuelvo a pensar en el aquí y el ahora y el mañana inmediato y los pendientes que aún tengo por resolver en la revista a pesar de que acabamos de terminar un nuevo número pero ya de nuevo dale y dale y está bien, la verdad, y entonces descansa mi alma momentáneamente y sigue con Creeley y se topa con The ball:

Room for one and all
around the gathering ball,
to hold the sacred thread,
to hold and wind and pull.

Sit in the common term.
All hands now move as one.
The work continues on.
The task is never done.

Ay.

Saturday, September 18, 2010

Tierra Adentro, agosto-septiembre 2010

El próximo 22 de septiembre, a las 19:00 horas, se presenta el nuevo número de Tierra Adentro, en la Fonoteca de la Ciudad de México. Participan Mónica Nepote, Laura Emilia Pacheco, Eduardo Antonio Parra, Daniel Sada, Rogelio Sosa y Daniel Wence. Se presenta en la Fonoteca pues este número ofrece un dossier sobre arte sonoro. También se le dedica un dossier a Carlos Monsiváis y al libro electrónico, con textos de Nathalie Armella Spitalier, Mauricio Salvador, Carmina Estrada, Rogelio Villarreal, Anuar Jalife y José Israel Carranza. A continuación, reproduzco el texto con el cual participé en dicho dossier.

¿(En) qué estás leyendo?

Hace poco, después de pasar todo el día frente al monitor de la computadora en la oficina, regresé a casa y me senté un par de horas frente al de la televisión. Me entretuve pues estaban pasando Boogie Nights (1997), de P.T. Anderson. ¿Conocen esta película? Hay un momento, hacia lo que creo es el final de la historia, en el que el coronel James (Robert Ridgely) aborda al pornógrafo Jack Horner (Burt Reynolds) con una propuesta en mancuerna con otro pornógrafo, Floyd Gondolli (Philip Baker Hall). La junta tiene un propósito sencillo: que Horner acepte el nuevo modelo propuesto por Gondolli, a saber, crear una mayor distribución con actores no profesionales, amateurs. Menos calidad en sonido, iluminación y grabación: ¡el futuro en video! Así, se prescindiría de estrellas como Rollergirl o Dirk Diggler o de los grandes costos de producción al tiempo que se le daría cabida, democráticamente, a gente que haría este trabajo, esencialmente, por gusto. Ustedes ya vieron la película: Horner, en principio, se niega. Lo que él hace es arte.
Lo interesante aquí, creo, es que esa noche que volví a ver la película ocurrió una cosa curiosa: al toparme con esa escena, en la que un pornógrafo se da ínfulas de artista y se niega a aceptar ese futuro en el que todo sería más fácil y barato aunque desprovisto del aura que le brinda la plataforma sobre la que trabaja, creí que había dado con la analogía perfecta para tratar un tema que, en realidad, me preocupa más o menos poco. Si todo va de acuerdo a lo planeado, este texto lo están leyendo en un medio impreso y tardará en llegar a la red. Aún más, ustedes, lectores, debido al contexto en el que se presenta, ya están familiarizados con el tópico: el libro electrónico. Creo que es significativo que, espontáneamente, me encuentre buscando modos de explicarme el paso que, supuestamente, experimentamos a cuentagotas actualmente; es decir, el de los medios impresos a los electrónicos. Sospecho que en realidad se puede decir poco sobre esto pues vivimos un estado de transición. Poco sensato, quiero decir. Creo que fuera de las predicciones, limitadas y finalmente provisionales, son contadas las cosas que alguien pueda decir sobre este tema que no se reduzcan a tecnicismos que, en realidad, importan poco para el lector común. No se pase por alto, por favor, la ingente cantidad de líneas que se han escrito al respecto. Es bien sabido: entre más oscuro sea un tema –en este caso, un futuro más o menos inmediato- más se habla al respecto.
Por supuesto, la analogía con el pornógrafo que se da ínfulas de artista y que se niega a aceptar el futuro con la llegada de nuevas tecnologías, tiene límites claros. El principal de ellos es que no brinda nada a la discusión pues pasa por alto la materia de la que están hechos los libros. Los libros, lector, están hechos de ideas. ¿Por qué estamos tan apurados por la plataforma en la que se presentan? ¿Realmente altera la tinta electrónica los hábitos de lectura a un grado que la experiencia retinal de leer palabras en una plataforma u otra sea completamente distinta?
A propósito de esta serie de ideas inconexas, quizá convenga aclarar que 1) esto lo escribe alguien a quien le gusta leer literatura pero que se ve obligado a enterarse de otras cosas ya sea por el trabajo que realiza de 10:00 a.m. a 20:00 (aproximadamente) y que no es especialmente ducho en nada; 2) que esta persona en particular lee, de un tiempo para acá, casi todo en una plataforma electrónica (la computadora, “en línea”, como quien dice) pero no posee un libro electrónico (es decir, un Kindle o la versión de Sony o el iPad o etcétera); no está negado, sin embargo, a que en el futuro próximo o lejano lea en uno de estos aparatos, así como no está negado, digamos, a que en un futuro utilizará medios de transporte que utilicen energía solar, eólica o lo que convenga; 3) en el fondo le viene dando un poco igual y sólo pondera al respecto porque ha descubierto que es más fácil escribir sobre esto que hablar sobre libros, es decir, sobre ideas. Un modo de reformular este tercer inciso: me temo que la mucha tela que da para cortar la preocupación por el libro electrónico es una fábrica que poco tiene que ver con la de la literatura (o la disciplina que les interese); es una preocupación por medios, plataformas y, acaso, hábitos de lectura que, de cualquier modo, no reflejan, en realidad, más que las preocupaciones de un reducido grupo de personas (aquellas que, en fin, se preocupan por la materialidad con la que recibimos nuestras dosis de ideas). Creo que estamos discutiendo si el papel couché refleja más o menos la luz y si es incómodo o no para leer. Estamos discutiendo si un modelo particular de martillo tiene una mejor agarradera que otra, si dicha agarradera es más ecológica o no. Lamento un poco, ante este estado de cosas (en las que los fenómenos materiales se transforman en obsesión y fetiche) recurrir a la abstracción para finalizar este texto, pero no veo de qué otro modo pueda discutir algo que aún está, digamos, cuajando. Ahí les va: la sed de conocimiento pero, sobre todo, el ansia por suplir esta necesidad, es algo que en realidad está destinado a un puñado de personas. Que ese puñado de personas, invito ahora, se ponga a leer. ¿En qué medio? El que sea, francamente.

Sunday, September 12, 2010

Leyendo


Lo empecé hoy. En la introducción de Johnny Truant leo esto, que me hizo eco a la entrada anterior:

"Then no matter where you are, in a crowded restaurant or on some desolate street or even in the comforts of your own home, you'll watch yourself dismantle every assurance you ever lived by. You'll stand aside as a great complexity intrudes, tearing apart, piece by piece, all of your carefully conceived denials, whether deliberate or unconscious. And then for better or worse you'll turn, unable to resist, though try to resist you still will, fighting with everything you've got not to face the thing you most dread, what is now, what will be, what was always come before, the creature you truly are, the creature we all are, buried in the nameless black of a name".

En algún momento del fin de semana me hicieron saber algo que sé muy bien pero que extrañamente, dicho por alguien más, al escucharlo enunciado como una característica fácil de notar, me obligó a preguntarme por el grado con el cual presento o no la caricatura que hago de mí mismo en el exterior. Lo que me dijeron es que soy demasiado consciente de mí mismo. Esto, a la vez, me hizo pensar en aquello de nuestros cabellos y en cómo están contados, de acuerdo a cierta tradición cristiana, pero también en la recomendación que alguna vez me dio mi peluquero, respecto a la caída de mi pelo: "No pienses tanto en ello, el estrés no ayuda".