Tuesday, April 29, 2008

Martes

Estudiantes de alguna clase de arte hacen bocetos de los perros que asisten a su clase de entrenamiento en el parque. El gordo obeso que a veces me hace pensar en el Señor Cara de Papa los observa a todos con desapego, su perro salchicha allí, sin gestos memorables. Camino hacia el trabajo, café en mano, mochila al hombro, tarde.

Saturday, April 26, 2008

Ya voy, ya voy.


Veo Margot At The Wedding de Noah Baumbach. Resulta que me gusta, la película. Pienso en Annie Hall pero sobretodo en Hannah y sus hermanas, de Woody Allen, y en el atinado modo en que un usuario describió la película de Baumbach, en IMDB: "neurosis en los Hamptoms". Toda esa cosa intelectual, de familias podridas. Salinger me vino a la mente, también. Y estoy en eso, con cosas llegándome a la mente, bien entretenido, cuando el personaje de Jack Black agarra una sierra eléctrica -durante el clímax de la película. Es entonces que recuerdo La sierra y la manzana, uno de los cuentos de Arthur Bradfurd que aparece en su libro de 2004 Dogwalker (o ¿Quieres ser mi perro?, como lo tradujeron en Mondadori). La sierra y la manzana es un cuento poderoso, de una fuerza que opaca al resto de los cuentos contenidos en el libro. Podría describirse con las siguientes líneas del cuento: "Un instrumento excelente, la sierra mecánica: fuerza, velocidad y gracia, todo en el mismo lote".
Por ello fue bueno que la persona que me regresó el libro me recomendara que releyera La perra de Roslyn, el cuento con el que cierra el volumen. Aquí pueden escuchar a Bradford leyéndolo, en inglés, ¡y animado en flash! Sí, fue bueno que releyera ese cuento, que cuenta la historia de una transformación, un poco como Lady into fox, la novela de David Garnett (como dato cultural añadiré: hace unos días me contaban los de la oficina, en realidad sólo uno de ellos, que La metamorfosis de Kafka en realidad debió haberse traducido como La transformación pero parece que fue a Ortega y Gasset quien esto no le pareció una buena idea). Leí el cuento en mi coche. Después, cuando salí del coche me encontré con Refu, mi perra, quien está aquí a lado, junto a la puerta que la mantiene afuera del estudio, en el patio. Ahora que escribo puedo escucharla olisquear. Hace un rato ladraba. Me dice: "¿Cuándo vas a terminar este maldito post?" Y la verdad es que no sé porque hay demasiadas cosas que me vienen a la cabeza. Siento, incluso, que todavía no lo empiezo. Así que, avergonzado, no le contesto a Refu quien, aburrida, decide irse a ladrar más, a ladrar hasta que parezca que nunca va a parar.
Al llegar a casa, hace rato, después de verla y saludarla y recoger su caca, entré a la cocina y encontré la National Geographic de Marzo. En la portada aparece este simpático perro:

Se llama Betsy, es un Border Collie, tiene seis años y uno de los rostros más expresivos que he visto en un animal. Exagero. En realidad, Refu me mira así a cada rato, con inteligencia. Con, se entiende, expresión de inteligencia. Betsy, explica la National Geographic, posee un vocabulario de 340 palabras, sabe reconocer a quince personas por nombre y es capaz de identificar objetos a través de la representación de éstos en fotografías. Esto, lo sabemos, es algo que los infantes son, a menudo, incapaces de hacer. En fin, Betsy es uno de los varios animales que sirven de ejemplo para el artículo Minds of their own, de Virginia Morell. No lo he leído para entiendo que va en la línea de "los animales, contra lo que a menudo se piensa, no sólo sienten y expresan, también piensan; en suma, no son tan distintos a nosotros". En algún momento se argumenta: "como cualquier pet owner podría atestiguar". Lo cual, supongo, es verdad: quienes poseemos mascotas no sólo nos encariñamos a cierto grado con nuestros animales, incluso llegamos a notar -o a atribuirles- ciertas características. Algunos consideran esto una exageración, un antropomorfismo desmedido. Se aduce que nos reímos de los orangutanes sólo en la medida que son parecidos a nosotros. Se aduce, también, que por esa línea se puede llegar a una especie de fascismo ecológico. Recuerdo un capítulo de ER en el que atendían a un orangután y a su cría y como nunca antes las enfermeras y los médicos lloraban. Terminaban reflexionando, los personajes: "quizá estamos tan insensibilizados, tan entrenados a tratar mecánicamente a nuestros pacientes humanos, que ahora que tratamos a un animal, pues..." Y entonces Peter Singer y la PETA y la madre y todo mal y todo bien y los animales, y que si los tratamos con dignidad, y que si el aborto, que el feto no expresa ni responde ni experimenta dolor cuando apenas han pasado algunas contadas semanas y no hay modo certero de saber, y las Amazonas arden y el apocalipsis y el tema en boca de todos y Refu regresa y me ladra, a través de la puerta, y me pregunta si ya acabé de una vez con mi jodido post y que quiere salir a pasear.

Friday, April 25, 2008

CS8

Estoy a punto de subir una imagen del Salmón, del cuaderno, y decir: "¡Hey! ¡Ya salió!" Pero resulta que ya lo había hecho, eso de hacer lo que se dice subir una imagen, aquí en mi blog. Así las cosas, decido no subirla, total, ya la subí, y perplejo, una vez más, aquí, sentado en la oficina, me pregunto sobre eso que Ricoeur llama la continuidad ininterrumpida, eso que otros llamamos tedio sostenido. Y lo que, también, los budistas llaman felicidad.

La continuidad de los parques tematizada

Veo al hombre en la banca del parque, con su perro. El hombre en la banca con su perro de nuevo, al día siguiente. El día que le sigue el hombre no está en la banca, camina unos metros adelante, cigarro en mano, siguiendo a su mascota cuando yo cruzo el parque. Hoy veo de nuevo al hombre con el perro en la banca, lo tiene envuelto en su suéter. Un día Tolstoi apuesta dinero, se dice que no lo hará más. Al día siguiente Tolstoi pierde más dinero. El día después de eso apuesta más. Después se decide, finalmente, a no tirar más dinero y deja de apostar y sale al bosque a cazar. Al día siguiente pierde más dinero.
Algún día veré al hombre del perro de nuevo, pasado los días, los meses o los años y no sabré si se trata del mismo hombre. Del mismo modo que algún día veré mi diario o mi blog y leeré para sorprenderme que ese que escribe soy y no soy yo. Por ahora la certeza que me brinda la continuididad ininterrumpida, tanto del parque como la de la esporádica disciplina, es tan agradable como el deseo que tengo por ustedes, lectores. Deseo que sean buenos, que tomen su leche -de soya, si son intolerantes a los lácteos- y que recen antes de dormir.

Wednesday, April 23, 2008

Parque México, de nuevo.

Hoy por la mañana el hombre obeso, como ayer y como la semana pasada estaba sentado en la banca-choza que se encuentra en la ruta a la oficina, cruzando el Parque México. Por temor a sospechar que estaba viviendo una experiencia a la Bill Murray en Groundhog Day, por no decir, culturosamente, un "eterno retorno", decidí sospechar que el señor esperaba a que yo pasara y posara la mirada sobre su redondez para acercar, como ayer y como el día anterior a ese y como la semana pasada, su oblongo rostro al afilado hocico de su perro salchicha. Sospechar esto o aquello es, de todas formas, mejor que la triste certeza de que el hombre se pasa toda la mañana -y probablemente todo el día- permitiendo que su perro le lama la boca. La señorita que hace ejercicio en la chocita-banca vecina a la del gordo y su perro salchicha también estaba hoy allí, pero ahora hacía abdominales en lugar de la cosa esa donde emula andar en bicicleta de nuevo. En esta ocasión no nos miramos.

Monday, April 21, 2008

Robert Walser opina

Sobre los veinteañeros:

"Existe una crisis entre los veinte y los treinta años, una suerte de crisis de juventud. Los jóvenes son luchadores. Tal vez deberían tratar de evitarlo. No lo sé con certeza, quizá sean muy sosos. Les falta algo. Acaso de vez en cuando presuman mucho, lo cual es una osadía. Yo me siento muy seguro cuando a ratos me siento un poco inseguro".

Servicio postal

Leía hace rato esto, una conversación entre George Steiner y Christopher Tayler, para The Guardian, convenientemente titulada Il Postino. La conversación está salpicada de metáforas de correos: el crítico y experto en literatura comparada como un cartero, pero no uno que lleva siempre la carta al lugar preciso, sino al lugar al que -tiene la esperanza- se aprecie mejor. El cartero que no es necesariamente apreciado por los coleccionistas de timbres postales (donde, claro, los académicos son los filatélicos). A la entrevista llegué vía el blog de Iván Thays, donde leí otro fragmento de una entrevista más que apareció en el suplemento ADN cultura (y que no pude leer, el link anda defectuoso o mi computadora muy lenta). Allí, como leí en el fragmento que subió Thays, Steiner usa también una metáfora del mismo orden: "Durante toda mi vida", afirmó Steiner, "he procurado distinguir a los grandes creadores de nosotros (los críticos, los comentaristas, los profesores). No somos carteros (como recordaba Pushkin) que tienen la tarea de enviar una carta al lugar exacto. Nosotros interpretamos, anotamos, glosamos los textos de los grandes creadores: los necesitamos para existir, pero ellos no nos necesitan a nosotros". Ambas entrevistas se realizaron a partir de la aparición de su último libro, Los libros que no he escrito.
Tanta carta y tanta metáfora me hizo pensar en el temor que le tenía Kafka a las cartas. Temía las malas noticias que podrían traer pero sobre todo temía que las cartas que él mandaba no fueran fieles a lo que realmente quería decir. Una de las razones, por cierto, por las cuales, a pesar de la carta octava de Platón, no puede considerarse a la correspondencia como un género propio de la autobiografía: después de todo, al escribir una carta no nos retratamos propiamente sino que nos damos a conocer como suponemos el resto quiere conocernos. Aunque este último libro de Steiner se titula Los libros que no he escrito, con ese aire de lamento y disculpa por no conseguir del todo lo que pretendía (es, a su modo, una despedida) me impresiona el modo en su discurso en torno al libro se sintoniza con el tono de Errata, su autobiografía intelectual. Una forma de saldar cuentas, supongo, tan íntima como aquella. Aunque, sí, siendo una la visión supuestamente objetiva que exige la memoria -histórica- y la caricatura que también nos exigimos a nosotros mismos. Qué difícil debe ser envejecer.

Sunday, April 20, 2008

Robert Walser, héroe moral

"Tanto se envidian unos a otros, estos listillos, que basta con que uno se ría a carcajadas para que los otros lo tilden al instante de haragán. Pobre dicha verdadera, quién te ha visto y quién te ve. El hombre humilde ya no tiene derecho a estar contento. ¿Y si pese a todo lo está?"

Friday, April 18, 2008

(Parque México)

(Después de comprar mi café, dejen les cuento rápido, y después de que el chico que me servía se quemara con el café por estar hablando por teléfono, crucé, como cruzo todos los días, el Parque México y en una banca de esas que parecen chocitas encontré, primero, a un hombre obeso y de bigotes que le daba premios a su perro salchicha; el perro volteaba a verlo y el hombre acercaba su enorme rostro y permitía que el perro le lamiera la boca; en otra chocita encontré otro perro salchicha, son muy populares, pero estaba debajo de la banca que, a su vez, estaba ocupada por una mujer quien simulaba andar en bicicleta pero boca-arriba, agitando el tronco frenéticamente. Cuando pasé junto a ella se detuvo y me miró como si alguno de los dos le debira una disculpa al otro: ella por estar haciendo eso frente a todos y yo por mirarla fijamente. Pasé de largo y me fui a ver a los catorce perros de la escuela de entrenamiento que van cada dos días por allí).

Tuesday, April 15, 2008

Carne joven, eterna

Hoy pensaba en Bartlebooth, el excéntrico millonario de La vida instrucciones de uso. Pensaba en él porque habíamos leído, en la oficina, una noticia sobre un supuesto video sexual de Marilyn Monroe que recién se había descubierto y, recién también, había sido comprado por un millonario a 1.5 millones de dólares. Bartlebooth, según cuenta Perec en su novela, dedicó gran parte de su vida a viajar por el mundo buscando puertos donde pintaba los paisajes marinos en acuarela. Después, todas esas pinturas las convertía en puzzles que, más tarde unía con tal maestría que las líneas de los puzzles desaparecían. El final de su vida lo dedicó -o al menos ese era el plan- a viajar de regreso a los puertos en los que había pintado las marinas para meter al agua sus lienzos. La pintura se remojaba, desaparecía y dejaba detrás un espacio blanco. El plan, sin embargo, no habría de ser completado.
De acuerdo con la noticia que leímos, el millonario que compró el video decidió que éste jamás sería visto. Así, la reputación de Marilyn se mantendría intacta. Me pregunto si puede hablarse en estos términos de Marilyn. Si no es, ya, una leyenda y si, en efecto, las leyendas pueden tratarse con los mismos criterios de escándalo con el que se trata a algunas estrellitas. Caray, yo nunca he visto una película de Monroe. Al menos no completa. Sin embargo, sé quién es. Pero no, no es esto lo que pasa: no es que sepa quién fue, sino sé qué es, cuál es su función. Y es verdad, tampoco he visto una película completa de Paris Hilton (excepto, ay, A night in Paris). Quizá esto sea lo que le preocupa a aquél millonario: que de todas sus apariciones en celuloide, sólo sea una de ellas la que sea vista. Carajo, esto tiene tanto de donde cortar. Apuntemos, mientras. Imogen Thomas, la celebritie, tiene video sexual. Pamela Anderson, también. No me sorprendería que hubiera uno de Lindsay Lohan (quien no hace mucho posó para Bert Stern emulando algunos desnudos de Monroe), o que hubiera de Britney Spears. Lo hay de la chica que actuaba en Mi Pequeña Traviesa y cuyo nombre he olvidado. Ésta es la cosa. Visto o no, escandaloso o no, Monroe no será un nombre que se pierda entre otros. Ya se ha escrito mucho sobre esto. Así que volvamos a las opiniones. Le pregunto a mi primo, hace rato, si sabe quién es Marilyn Monroe. Cosa que es como preguntar si sabe quién es Mickey Mouse. "Sí", me contesta, "es una actriz". Una pausa. Por un momento creo que me va a contar sobre la noticia esta. Pero sólo rectifica: "Fue una actriz. Creo que se suicidó".
Hasta ese momento, el modo en que murió Monroe no lo tenía en la memoria. Se cumpla o no el deseo de ese excéntrico millonario (quien me recuerda al "magnate del papel" japonés Ryoei Saito, quien, en 1990, compró El retrato del doctor Gachet de Van Gogh a 82.5 millones de dólares; obra que, se cuenta, tenía guardada en una bóveda y que, me temo, jamás veía) Marilyn Monroe jamás estará en el círculo de las celebrities con video-sexo-escándalo. Estará siempre, eternamente, en ese panteón de los muertos jóvenes. James Dean. River Phoenix. Brandon Lee. Heath Ledger. ¿Sharon Tate? ¿Albert Camus? No sé dónde parar. Hasta dónde debo ver.
La pornografía desmitifica, aburre. (No sé por qué pensé, momentáneamente, en la canción Silver Stallion de Cat Power, que escuchaba en la oficina mientras leía la noticia; me hizo pensar, ahora, en el Italian Stallion, Sylvester Stallone, y en ese corto que vi hace tiempo sobre la porno en la que actuó en su juventud; una jovencita decía: "Vea al Itallian Stallion en acción"). La pornografía acerca sin describir ni revelar. En el video que subí en la entrada anterior, Heidi Julavits habla, entre otras cosas, sobre la fascinación que le provoca la distorsión provocada por las miradas pretendidamente profundas. Acercarse a la pantalla sólo revelará pixeles y ojos bizcos. Hay algo de genial en la acción del, hasta ahora misterioso, millonario. Caray, hay algo de genial en la noticia que, aunque informativa, mantiene todo en las sombras. Otra cosa que apunta Julavits en el video de abajo es la fascinación que provocan esas historias de jovencitas que desaparecen, de vez en cuando. La atención que le dan los medios se desvanece apenas re-aparecen. Y, sobre todo, jamás, nadie, se entera realmente qué fue lo que ocurrió. Hammelin, de nuevo. De existir, el video que registró a Marilyn cogiendo lo único que hace, por ahora, es aumentar la dimensión de la leyenda, como la cantidad acaso ingente de textos que Salinger tiene en su casa y que no serán publicados sino hasta dentro de ve tú a saber cuándo, o como esa maleta llena de relatos que Hemingway jamás pudo reproducir y que, hasta ahora, no se han encontrado. ¿Por qué es mejor mantener esto así? Porque, de otro modo, de encontrar esa maleta sólo encontraremos relatos, tal vez torpes, de juventud. De abrir esa lata con la película encontraremos, no sé, pura mamada.

Heidi Julavits en Google

Monday, April 14, 2008

La llegada de la primavera

Llueve y el hombre que hoy se piensa a sí mismo como un hombre y no como un niño ni como un joven, lo cual es extraño pues normalmente cuando piensa en sí sólo lo hace nombrándose con su nombre propio o bien burlándose un poco, gastándose bromas a sí mismo, pero hoy, hoy no; al menos no se cree capaz de captar la ironía detrás de su llamarse a sí mismo "hombre" pero igual sospecha. El hombre, decíamos, regresa del trabajo en el Metrobús y afuera llueve pero de vez en cuando puede sentir una gota pequeña de agua fría caer sobre la mano con la que sostiene el último libro de cuentos de Quim Monzó, que recién termina. Se titula Mil cretinos. Mira a su rededor. El Metrobús no carga con tanta gente ese día. Hay una ventana mal cerrada. De ahí que entre, de vez en cuando, alguna gota de agua. Cierra el ejemplar y concluye que, como esperaba, aunque los últimos cuentos son buenos en realidad el que más le ha gustado es uno que está más o menos a la mitad y que funciona como núcleo del libro, La llegada de la primavera que trata sobre la vejez y lo que significa esto tanto para quienes envejecen como para quienes observan a los demás envejecer; sobre padres e hijos; sobre la debilidad de la carne. Considera que es el cuento más importante porque retoma fibras tocadas en otro cuento de Monzó, El señor Beneset y también, de algún modo, en La alabanza. Fibras que, por supuesto, afina. Este cuento, además, es de donde se desprende el título del volumen entero.
Se ha tardado en terminar el libro. Tiempo atrás -pero no tanto tiempo atrás, cosa de semanas- hubiera podido sentarse y leerlo de un jalón pero la vida finalmente le ha dado alcance o al menos eso se hace creer. Ahora que lo termina le gustaría prolongar la sensación de haber cumplido con algo. El hombre, aunque joven, aunque capaz de mirarse a sí mismo aún como un niño, se siente cansado.
Probablemente la verdadera razón por la que le gustó La llegada de la primavera sea, primero, la coincidencia de que lee el libro en primavera. De que, como en el cuento, su primavera no es precisamente alegre sino más bien fría y lluviosa. Pero lo que más disfruta es que le ha evocado recuerdos de niñez, especialmente el siguiente párrafo: "En las paredes de la habitación donde dormía él hay todavía restos de aquella pasta azul (¿la llamaban Blu-Tack?) que durante años las ferreterías vendían como el invento ideal para pegar agujeros de las chinchetas. Hasta que se comprobó que quizás no dejaba las paredes llenas de agujeros, pero todavía quedaban más deterioriadas, con grumos azulados que costaba Dios y ayuda quitar. Y si finalmente conseguía quitarlos, se llevaban pegados fragmentos de la última capa de pintura y la pared conservaba para siempre restos de aquel moco azulado".
Recuerda la habitación de un amigo al que ahora frecuenta poco. Los afiches, allí, se pegaban con una plastilina de ese tipo, aunque no azul sino amarilla. Recuerda que conforme pasaron los años no sólo quitó los pósters sino las calcomanías que pegaba a la cabecera de su cuarto -excepto una, testaruda, que era imposible y que era una especie de bumper sticker que llevaba la sentencia: ¡Stop! ¡No más Smog!
En una escuela norteamericana en la que estudió durante un breve lapso de tiempo, el hombre recuerda haber colocado pósters no con tachuelas sino con esa masa amarilla, de adhesivo reciclable. Uno podía saber dónde se habían colocado otros pósters y adivinaba desde antes de colocarlos que, como personas que ya no están ahí, dejarían esas marcas detrás, como las sombras que dejan los cuadros cuando se bajan de los muros, finalmente. Ha estado soñando mucho con terremotos. El libro se lo regalaron cuando cumplió años.

Sunday, April 13, 2008

Dioses babilónicos


De Juan Manuel Morales.
(¡Grrroaar!)

El buen salvaje y el espíritu de la escalera

Maurizio Ferraris, en su Luto y autobiografía tiene la sospecha de que los buenos salvajes devienen escritores por un "mecanismo de suplencia" (algo que el tontín de Derrida, dice Ferraris, ya estudió). Pone, así, como ejemplo a Rousseau, quien: "se siente inadaptado en la sociedad, inerme y desamparado como está frente a la malicia de sus semejantes: lento para hablar, incapaz de respuestas inmediatas, e inteligente sólo en memoria futura. La anécdota del rey de Cerdeña en las Confesiones que, injuriado por un mercante de París, no sabe cómo reaccionar y lo manda al diablo, recuperando sus espíritus sólo cuando, en el camino de regreso, ya está en Lyon, ilustra la mentalidad completa de Juan Jacobo, que toma la decisión de escribir y de esconderse, transformando la necesidad en libre elección (I, 116); la naturaleza es sustituida por la sociedad, y ésta, en el caso de Rousseau, por la escritura, por otras cosas, como por ejemplo, los trabajos femeninos en los cuales, vestido de armenio, se mantiene ocupado en sociedad para evitar tener que esforzar la minverve y entrar también él al juego de la conversación que lo humilla y lo aburre".
¿Escribo porque en la secundaria desarrollé un mecanismo de defensa a fuerza de sarcasmos e ironías que ha conseguido, finalmente, agotarme? ¿Porque me siento inadapatado, inerme, aburrido y desamparado ante la malicia de los demás? ¿Porque cuando los anónimos que leen y visitan y comentan mi blog me dicen cosas mala onda no sé qué hacer? ¡De verdad no sé qué responder así que dejo que pase el tiempo y entonces un día, cuando voy bajando la escalera, doy con la ocurrencia perfecta pero ya es demasiado tarde!
George Constanza girando en u.
Tenía un amigo que hablaba lento y yo me burlaba de él. Después de un rato se justificaba diciendo: "es que pienso más rápido de lo que hablo". Plop.

Saturday, April 12, 2008

El romántico como el último héroe

Bruce Chatwin sobre la sonrisa de una anciana de una tribu de cazadores australianos, los nemadi: "La sonrisa, añadí, era como un mensaje de la Edad de Oro. Me había enseñado a rechazar drásticamente todos los argumentos en favor de la perversidad intrínseca de la naturaleza humana. La idea de regresar a la 'simplicidad original' no me parecía ingenua ni anticientífica ni desconectada de la realidad".
Hoy escuchaba que en la preparatoria UP, aunque no sé desde hace cuánto tiempo (sé que cuando estudié ahí no era así) tienen un salón especial para los alumnos becados en el cuarto y quinto año. A dicho grupo se le llama Grupo F. El argumento para la existencia de este grupo "especial" es que, se espera, estos alumnos becados no se corromperán siendo mezclados con el resto de los alumnos quienes, se entiende, han sido corrompidos por no ganarse por sus propios méritos las mejores calificaciones o una beca, pues van a una escuela privada y en fin, pagan colegiatura y no necesitan la beca ni esforzarse y por tanto son semillas del mal. El grupo F, así, está lleno de una especie de buenos salvajes. Después, son mezclados en sexto de preparatoria, donde, se espera, ya todos se comportan a la altura. Los bonóbonos tienen tanto, aún, por enseñarnos.

Friday, April 11, 2008

Entrada 809

Fui a ver Into The Wild con mi amigo Julián. Regreso a casa y busco trivia en Internet. Leo que la nota que Supertramp coloca en el camión no es la que sale en la película sino la siguiente: "¿S.O.S. I need your help. I am injured, near death, and too weak to hike out of here. I am all alone, this is no joke. In the name of God, please remain to save me. I am out collecting berries close by and shall return this evening. Thank you, Chris McCandless. August?". No tengo tecla enter. Aquí vendría un punto y aparte. Las biografías tienden a mentir. Es necesario mentir en una biografía, al igual que en una autobiografía. Lo exige la historia. Incluso un documental basado en la realidad necesita mentir. Se llama edición. Se llama mensaje. Quizá Supertramp murió bajo el horror animal de la muerte. Nunca sabremos si murió bajo el deseo de belleza que lo condujo a la montaña. Pero es bueno pensarlo. En todo caso, murió una muerte un poco torpe. Aquí vendría otro punto y aparte. Extraño dar clases. Extraño esa tarde en que les expliqué a los alumnos de preparatoria por qué la felicidad no se podía dar en soledad. Cuando uno de ellos cuestionó esto (pues hay muchos "el infierno son los otros" volando por ahí) le pregunté si estaba dispuesto a irse al Ajusco a vivir, con una parcelita, tejiéndose su propia ropa, masturbándose, acaso. Era un adolescente. Sí, estaría dispuesto, dijo. Dioses y bestias, eran mis alumnos. Me viene a la mente -esto también debería ir en un párrafo separado- aquella última escena de Asesino Oculto, también dirigida por Sean Penn. La escena anunciada al inicio: un Jack Nicholson balbuceando a solas, enloquecido, habiendo abandonado todo por su pasión. Alguien, algún día, encontrará todos nuestros blogs, mirará nuestras huellas pisadas a gritos, en esa desesperación por ser únicos, por estar unidos. Como frutos venenosos de un enorme árbol cuyas ramas, unidas, se ramifican y separan en las puntas.

Fragmento de conversación

Con Julián Zárate.

Agarro y digo: "Necesito una mujer".
Y que dice: "Yo también, pero ya no pienso en eso".
Y que lo no escucho, porque está hablando desde otra habitación: "¿Qué?"
Y que grita: "¡Que ya no pienso en eso!"
Agarro y digo: "¿No?"
Contesta: "No, ya soy gay".

Thursday, April 10, 2008

CS8


Pronto. Algo de información, acá.

Sosias

Monterroso
Juan Topo

Wednesday, April 09, 2008

Anécdota

Estábamos sentados en la sala de televisión, mi padre y yo, él leyendo el periódico y yo un libro de Quim Monzó cuando mi padre se empezó a reír. Hasta aquí, todo bien. Las cosas raras empiezan cuando explico que lo que mi padre leía -como, extrañamente, acostumbra ahora- los obituarios. "Querido diario", dije en voz alta, "hoy mi padre estaba leyendo los obituarios cuando empezó a reírse". Explicativo, mi padre me dice: "Mira, lee". Alguien había mandado hacer una esquela en la que lamentaban "la profunda muerte" de un Fulanito.
Profunda muerte, caray.

Sunday, April 06, 2008

Los baños de pureza:

Empuercan el agua, tapan la coladera.

Saturday, April 05, 2008

Dejen les cuento sobre la oficina


Está en el sexto piso. Hay otras personas, en el séptimo, pero no las conozco. Los del sexto piso nos dedicamos a cosas distintas de las que se dedican los del séptimo. Digamos que en el sexto están los pilotos y en el séptimo los del pit, o abajo los remeros en las galeras y arriba los que llevan el ritmo con el tambor. No quiero ser impreciso, como si arriba estuviera el equipo de apoyo o el jefe y abajo los esclavos. A ver. Mejor. Trabajo en una revista. En el séptimo piso se encuentran los de ventas y distribución y todo aquello que es necesario para vender y distribuir la revista y abajo, en el sexto piso, se encuentra la redacción. El sexto piso es como un chorizo largo separado por tres mamparas. El diagrama corresponde a la primera mampara. (Las flechitas llevan hacia la tercera y segunda mampara, que no aparecen detalladas). Las cruces o taches corresponden al lugar donde nos sentamos: la primera, comenzando de arriba en el sentido de las manecillas del reloj, es donde se sienta uno de los becarios, la segunda a mí, la tercera usualmente está desocupada pero hay un día en que los becarios van juntos así que entonces es ocupada por uno de ellos. El circulito ése es un bambú que ya está seco. La cuarta cruz es la que ocupa A. Y la quinta la que ocupa O. La segunda separación de la oficina no está ocupada por nadie -por unos libreros con revistas- y la tercera sección es ocupada por el capitán -si estuviéramos usando metáforas de navíos.
Los que estamos en el espacio diagramado nos sentamos mirando hacia la pared, como en un establo o una cuadrilla. Y trabajamos tiempo completo ante un monitor. No hablamos entre nosotros a no ser por MSN. Esto es divertido. Es un lugar diverto. Sé que pinté con grises el diagrama, pero sólo porque la alfombra del lugar es gris. En serio es muy divertido trabajar ahí. ¡Jaja!Pero también tiene sus cosas. Por ejemplo, ese apartado gris oscuro, que no es parte de la oficina, contiene un misterio (señalado con una "M"). De vez en cuando, mientras trabajamos, desde ese punto de la pared -junto al bambú seco- se escucha como si alguien tecleara en una máquina de escribir.
Pero el ritmo es lentísimo. Se han de escuchar unas veinte tecleadas a lo largo del día, todos los días, a distintas horas del día. Lo noté hace una semana, en mi primer día. Los de la oficina ya estaban acostumbrados y no se veían tan sorprendidos como yo. Existen sospechas. Quizá, pensamos, hay un hombre ahí, encerrado en un cuartito -como Cheever, quien escribía en el cuarto de las calderas del edificio donde vivía. Pero el ritmo es tan lento que es difícil imaginar alguien escribiendo, a no ser que sea un escritor obseso y maniático. Tchunk. Tchunk, se escucha. Después nada, sólo el sonido de nuestros propios teclados, hasta que, finalmente, un renovado Tchunk, suelto al aire. Sostengo la teoría de que no es un escritor emparedado, sino un simio. Quizá es parte de un experimento y quizá haya un simio en cada piso, ¡no lo sé!, pero también está encerrado en un cuartito, amarrado frente a una máquina de escribir y cada que teclea -pues, insisto, es de vez en cuando- un mecanismo dispensador de bananas se activa y come y hasta que quiere más teclea de nuevo. Quizá por cada tecla que teclea aparece una fruta distinta. O quizá con todas, indistintamente, aparecen bananas. Y agua. Y eso es lo que escuchamos, a veces, los de la oficina: mis pendejadas.

Thursday, April 03, 2008

A tono

Así que andábamos entrándole a la comida orgánica, porque de vez en cuando es bueno bajarle a la grasa, sentados afuera, en la sabrosa chorcha. Y no dijimos nada cuando los perros empezaron a ladrar -un labrador chocolate se puso como loco cuando pasó un mastin napolitano enorme- aunque el escándalo era considerable, la posibilidad de que se arrancaran a dar dentelladas existente. El labrador chocolate, que ingeniosa y originalmente se llamaba Moka, era de un par de fodongas que a media tarde regresaban apenas de darle sus vueltitas al parque México, sentadas a una mesa de la nuestra. El sol resplandecía. Puse mi atención en otra parte, apenas se callaron los perros, disculpas breves e insignificantes de sus respectivos dueños de por medio. Se termina la comida. Se inicia la sobre mesa. El clima agradable. Se prende el cigarro. Se toma el café. Se acerca el mesero, con una disculpa. "¿Podría apagar su cigarro?". Yo no fumo. No me lo decían a mí. Pero a mí no me molestaba. "¿Aunque estemos en la terraza?" "Sí, es que se están quejando los clientes". "¿Qué clientes?" "Los de allá". Los de allá eran el par de fodongas, las de los perros. Específicamente, esta morra. Así que mi amiga, pues iba con una amiga, pone esa mirada que a veces pone y apaga su cigarro. Y casi como si estuvieran esperando ese momento, el par se levanta de su mesa, recogen a su pinche perro, y se van, muy campantes, con sus enjarrados pants grises. Y esto sucedió hace meses, pero igual lo guardé en mi cabeza. En aquél momento no le di importancia. Juzgué en silencio. Y nada, que hoy entró en rigor la ley anti-tabaco. Próximamente, ley anti-perros. Más tarde, ley-anti actrices de TvAzteca. Un poco después, ley anti ley anti ley. Finalmente, ley anti posts coyunturales.

Wednesday, April 02, 2008