Monday, March 31, 2008

Paréntesis urbano

(No llevar un cuaderno a la mano ni la oreja parada para anotar las conversaciones o el título de los libros que la gente lee en el Metrobús, llevar, en cambio, una mochila con las cosas que uno lleva innecesariamente a la oficina -entre las cuales se encuentra un cuaderno que no puedes sacar porque el transporte viene lo que se dice hasta el queque- y las orejas tapadas con los audífonos. Sospechas, sin embargo, que las conversaciones no son tan interesantes. Cuentas el número de personas que leen. Frente a ti, una adolescente se esfuerza por leer el periódico, no hay suficiente luz. Orejas tapadas, en todos lados, por audífonos. Un video musical sin música en el monitor que hipnotiza a todos. Poner, aún así, atención a lo que sientes, a los olores, a la precaución de no acercar demasiado el cuerpo al prójimo, las manos apestándose con el metal al que te aferras mientras arranca, mientras frena el autobús y te obliga a buscar equilibrio. Rescatar, aún así, de la memoria aquella chica afónica que escuchaste gritar en el teléfono, pero no en el metrobús sino en el metro, varios metros bajo tierra, "¡no te escucho, no te escucho!", una y otra vez).

Sunday, March 30, 2008

La oficina

Cuando la revista Celeste publicaba el suplemento Celeste Sucks, hace tiempo, apareció en él una compilación de poemas de Mario López Landa, de esos artistas que seguramente les causaría escozor que alguien llamara poemas a sus poemas porque él se percató de que "todos los escritores como que quieren que todos lean sus ideas y que los alaben porque saben poner una palabra tras otra". Así, con ese aire de desenfado y anhelo de pureza, López Landa (autor, creo, de "El muchacho satánico") escribió los siguientes bonitos poemas que se publicaron hace cuatro años.
Integración
enfrente de mi casa
ensayaban una canción
varios empleados
motivados a ganar
en la competencia
peña musical
interdepartamental
de su empresa
Calidad total
cuando trabajaba en una oficina
todos los días
usaba el mismo pantalón
y la misma corbata
nunca nadie lo notó
o al menos nadie me lo dijo
Email
un vato en la oficina
manda un mail a todos
con el subject:
no abrir no es nada
pero todos
lo abren
cada vez que lo manda
Licencia
una vez fui a sacar mi licencia de manejar
las empleadas comían papitas
las tenían dentro de un cajón
en un plato de plástico
con chile y limón
me dieron mi licencia
después de varias horas
Andrea
en el tercer piso
está administración y contabilidad
cada semana
traen nuevos catálogos de zapatos
y varias mujeres bajan al tercer piso
y vuelven con cajas de zapatos
todos son de marca andrea
El siguiente, que transcribo también, no es de tema oficinesco pero me gusta. Se titula Mazatlán: cuatro amigas se fueron a mazatlán / en semana santa / una de ellas / llevó un bote de nutella / todas en el cuarto / quisieron pan con nutella.

Friday, March 28, 2008

A la sombra de un bonito ahuehuete

En su texto Garage Picasso, Concepción Moreno escribe:

Un artista en México (y tal vez en todo el mundo, no lo sé), conoce por fin su verdadera naturaleza cuando la tenebrosa mafia cultural del país lo acepta como uno de ellos. [...] Siempre me resulta sorprendente (y deprimente) la cantidad de jóvenes aspirantes a artistas o intelectuales con los que uno se topa que creen sinceramente que deben ser legitimados por cierto "sistema" [...] entrar a la revista Letras Libres, entrar a la revista La Tempestad [...] para decir abiertamente que son artistas y vivir a la sombra de un bonito ahuehuete llamado el-presupuesto-de-alguien-más (si es el del Estado, qué mejor). ¡Aviesos cazadores de canonjías y galardones!

Hace fresco. El texto completo
acá.

Nueva página de los Libros de Homero

Aquí.

Wednesday, March 26, 2008

"Nacos"

There's only so long you can feel sorry for a person before you come to feel that their affliction is an act of malice committed by them against you.
Margaret Atwood, Lusus Naturae


O estaba deprimido o era realmente patético -en el sentido de que me provocó una pasión- aquél muchacho que, en noviembre del año pasado, vi sentado en una banca de camiones (una desocupada, pues ya no pasaban camiones por esa ruta) con una caja de plástico en sus piernas, abierta, con un montoncito de rollos mal hechos de sushi. En su mano, palillos que no sabía utilizar. Al verlo, extrañamente, no me dieron ganas de abrazarlo ni de decirle que todo estaría bien, sino de soltarme a llorar.

Monday, March 24, 2008

Cabezas

A ver niños. Estaba leyendo Blood Meridian cuando me di cuenta de algo. Hay un pasaje en el que un grupo de americanos, que se dedican a ser muy violentos y muy desapegados y muy malos, entran a un pueblo después de una de sus masacres a los indios que hay por la zona. En el pueblo, cerca de Chihuahua, los reciben alegres porque los han librado de los indios:
The tattered campaigners surged on, some now holding aloft cups that had been pressed upon them, waving to the ladies clustered on the balconies their putrescent hats and elevating the bobbing heads with those strange halflidded looks of ennui into which the freatures had dried, all so hemmed about now by the citizenry that they seemed the vanguard of some raged uprising and heralded before by a pair of drummers one witless and both barefoot and by a trumpeter who marched with one arm raised above his head in a martial gesture and playing the while.
Más tarde:
The severed heads had been raised on poles above the lampstandards where they now contemplated with their caved and pagan eyes the dry hides of their kinsmen and forebears strung across the stone facade of the cathedral and clacking lightly in the wind. Later when the lamps were lit the heads in the soft glare of the uplight assumed the look of tragic masks [...]
Como es de esperarse, cuando se van alguien opina que se encontraban mejor con los indios. Así les fue en el pueblo. De lo que me di cuenta: esa imagen de un grupo marcial que camina triunfante por las calles con cabezas humanas sobre lanzas, ya la había leído en algún otro lado. Ahora, Blood Meridian es un libro de ficción y uno puede imaginar esas cosas casi sin indignación. Con un horror como de película de horror. Con placer, incluso. Con atisbos de belleza, también. Creo, por eso, uno puede imaginar que eleven las cabezas a los balcones, donde las mujeres esperan -aunque, en realidad, por el pasaje uno es incapaz de saber si las mujeres reciben esas extrañas ofrendas con horror o con alegría. Creo que este es uno de los recursos más usados y mejor logrados de McCarthy: mostrar una imagen y dejar fuera su conclusión, digamos, moral. Si uno imagina que las mujeres, en este caso, reciben la ofrenda con gritos y horror, el mundo parece que está bien. Si uno imagina que las mujeres reciben la ofrenda con gritos y alegría, el mundo no parece estar tan bien. Pero McCarthy, fiel a su propia visión gris, no da respuestas en este aspecto. Simplemente hay una ofrenda horrorosa aunque no se le designe como horrorosa. En su lugar pura perplejidad. Pero, de nuevo, esto es ficción. Una escena similar en Memorias de ultratumba de Chateaubriand (en el libro V, hacia el final del capítulo 9):
Llega un grupo de descamisados por una de las bocacalles; en medio del grupo se alzaban dos estandartes que no veíamos bien de lejos. Al acercarse, distinguimos dos cabezas desgreñadas y desfiguradas, que los predecesores de Marat llevaban en la punta de sendas picas: eran las cabezas de los señores Foulon y Bertier. Todo el mundo se retiró de las ventanas, pero yo me quedé. Los asesinos se pararon delante de mí y alargaron las picas hacia mí entre cánticos, mientras daban grandes brincos y saltaban para acercar a mi cara las pálidas efigies. El ojo de una de estas cabezas, salido de su órbita, caía sobre el rostro oscuro del muerto; la pica atravesaba la boca abierta cuyos dientes mordían el hierro: "¡Bandidos! -exclamé yo, lleno de una indignación incontenible-, ¿así es como entendéis vosotros la libertad?" Si hubiera tenido un fusil, habría disparado contra esos miserables como si hubieran sido lobos.
Después de estos eventos de 1789, las posiciones políticas de Chateaubriand cambiarían para siempre, o eso escribió. Francamente, me cuesta trabajo imaginarlo gritando "¡Bandidos!". Pero es su memoria.
Extrañamente, recuerdo con mayor fuerza el horror que me provocó la lectura de un párrafo de El señor de los anillos que leí en secundaria. Quizá David González pueda ayudarme en esto: no sé en qué pasaje de El Señor de los Anillos (aunque estoy casi seguro que es en el tercer libro) hay un momento en que el asedio a una ciudadela incluye catapultas enemigas que en lugar de piedras arrojan las cabezas decapitadas de los soldados muertos en batalla. Y creo recordar la descripción de una de estas cabezas, rodando calle abajo, así como el horror de los familiares al reconocer el rostro del soldado muerto. Pero no siento horror placentero alguno, o no creo haberlo recordado, al leer noticias de cabezas encontradas en hieleras al norte de nuestro país, cuerpos decapitados encontrados en cajuelas. Gente que se queja del olor. El año pasado, en la exposición deprimente del World Press Photo organizada por la CNDH, me detuve largo tiempo a contemplar una de las fotografías -algo sobre la Mara Salvatrucha- donde se mostraba una cabeza humana en una pista de baile. Esto, como diría Foster Wallace, es similar a bajar la velocidad para ver los restos de un accidente de tránsito. La mediación, caray. Nos tiene jodidos.

Wednesday, March 19, 2008

Cierta sabiduría en Paul Valéry

De Monsieur Teste:

"Espero, señor, que valgamos más que todos nuestros pensamientos y que nuestro mayor mérito ante Dios sea haber tratado de detenernos sobre algo más sólido que los balbuceos, aunque sean admirables, de nuestra mente consigo misma".

Friday, March 14, 2008

Un poco de sangre

Mientras me bañaba en la mañana pensé en cómo iba a escribir esta entrada que, por alguna razón, no me había decidido a redactar. No es una razón misteriosa, antes de hacerlo quería terminar de leer Blood Meridian de McCarthy y, sobre todo, Sangre, de Julio Hubard. Cosa que, por supuesto, no he hecho. Ocupado con otras cosas que hice después de bañarme lo olvidé todo y no fue hasta que me senté a esperar a que me atendieran en la peluquería que regresó. Comenzaba, mi idea, con el recuento de algo que me había contado César Albarrán. "Ya está mejor", me dijo cuando le pregunté sobre Rothko, su perro. Aparentemente, mientras lo bañaban y le cortaban el pelo, como se acostumbra hacer con los perros a quienes se aprecia, accidentalmente le cortaron una oreja. De esto César no se enteró hasta que vio la sangre en el piso de su casa. Hubo gritos. Recordando esto, mientras leía Sangre de Hubard, esperando en la peluquería, recordé otra cosa. No sé si simultáneamente o de inmediato: ignoro cómo es que funciona mi muy sanguíneamemte irrigado cerebro (ahora que releo "Hubo gritos", por ejemplo, me viene, pero no sé por qué, a la mente el título de una película que vi hace poco, There will be blood). La otra cosa que recordé fue: una mañana o una tarde de mi infancia en la que acompañé a mi madre a que le cortaran el pelo. El peluquero me hizo una especie de broma. Me contó que accidentalmente, la semana anterior le había cortado un pedazo de oreja a un cliente. "Era un chino", dijo, "e hizo ejercicios de respiración para soportar el dolor". Me lo estaba diciendo, creo, porque enseguida me cortaría el pelo a mí y era su modo de sugerirme quedarme quietecito mientras lo hacía. Más tarde mi madre me dijo que sólo estaba bromeando, cuando le pregunté si aquello era posible, que alguien pudiera mantener la calma a fuerza de respirar.
No tuve la paciencia, así que cerré Sangre y me levanté de la silla donde esperaba a que me cortaran el pelo (había una persona antes de mí) y le dije al peluquero que regresaría por la tarde, cosa que no hice. Me olvidé de todo esto durante la comida. Pero hace rato fui a ver Eastern Promises, de Cronenberg, un director que siempre me recuerda la fragilidad de la carne. Fue entonces, durante la primera escena, que lo recordé todo. Es de noche ahora. No he terminado Sangre. No he terminado Blood Meridian. No era esta la manera en que pensaba escribir sobre esto.

Thursday, March 13, 2008

Enrique G de la G opina

Termino la entrada anterior y con esa prisa que a uno le agarra le doy click a mis links y entro al blog de Letras Libres y leo la nota que escribió el Kiks sobre una película que en realidad es una opinión sobre la literalidad y pienso en Temporada de patos pero sobre todo pienso en Puerto Progreso, allá por Yucatán. Repentinamente todo hace click, aunque no uno de rapidez, como de síncope, sino de orden calmado. Afuera, Refu sigue chillando.
Todo esto, creo, para decir que qué bonito es ese puerto. Que algo de poca literalidad tiene su nombre. Y podría, supongo, llamársele progreso a las McMansiones que están junto a la playa, pero no. Sin duda no.

Novedades editoriales de Libros de Homero

Son dos y hay algo de información acá. Esto merece una fiesta pero mientras sólo hay un blog, el presente, sin mucho de interesenta y mucho de tedioso. Las cosas merecen otras, específicas, pero en cambio obtienen otras, también espefícias que, sin embargo, no concuerdan con lo merecido. Esto, a veces. A menudo, también. De vez en cuando se atina. Y todo parece que funciona. Afuera, Refu llora y camina en rededor de la puerta, olisquea algo. Creo que hay un perro afuera. Espero, también, a un amigo. Viene la semana que es santa. Viene el ocio. Aunque cansado, tengo una sonrisa en la cara. Eso es bueno. Que los Libros de Homero tengan novedades, también. Y así, se acumulan las bondades.

Wednesday, March 12, 2008

Monday, March 10, 2008

Avoidance machines

Tengo ganas de ver Vanishing point, de 1971. Vi el corto en Youtube. Y luego vi el video de Audioslave que ya había visto pero no había entendido la referencia porque yo nunca estoy al tanto de las cosas que pasan y todo esto no lo digo porque acabe de ver Death Proof de Tarantino, cosa que no he hecho -aunque tengo ganas de verla de nuevo- sino porque acabo de leer On The Road (este artículo, no la novela) en The Believer, sobre las "Road Movies" y pensé en una entrada de hace unos días, en la que yo mismo hablaba sobre un viaje en La Paz y la carretera y la chingada y que también, obviamente, me hizo pensar en The Road, de McCarthy.






Este párrafo me hizo pensar en ayer, cuando regresaba con Rodrigo y Karim a la ciudad: "When two people are sitting in a car, they don’t have to look at each other. They don’t have to be interesting or funny or even themselves, because they’re not there for entertainment; they are there to get somewhere else. That’s what makes movement more interesting than staying in place: Road Trips exist outside of reality. Cars are not just memory machines. Cars are avoidance machines".
A estas cosas les he invertido la mayor parte de la mañana.

Sunday, March 09, 2008

1883

Morbosamente le pido a Karim que ponga de nuevo La Isla de los Muertos de Rachmaninoff, de vuelta de Valle de Bravo. Pasan de las siete de la noche mientras, en el asiento trasero, Karim maniobra con el Ipod y en el asiento del copiloto Rodrigo aguanta, pacientemente, el paso de Strauss a mis inquietudes. A nuestras espaldas el cielo enrojece al momento que el sol da sus últimas, patadas de ahogado. Estoy pensando no en Kafka -quien nació en el mismo año en que se pintó la versión de arriba, de La Isla de los Muertos, de Böcklin (a quien yo no conocía porque no soy culto) ni en Nietzsche (acabamos de escuchar, imita Rodrigo con su voz de locutor de la UNAM, Also Spracht Zarathustra) sino en zombies. Al frente, tráfico y montañas oscuras.

Monday, March 03, 2008

Cierta sabiduría en Saul Bellow

Para contrarrestar la sangre unas palabras de una entrevista de 1966 de la Paris Review:
But let us look at one of the dominant ideas of the century, accepted by many modern artists -the idea that humankind has reached a terminal point. We find this terminal assumption in writers like Joyce, Céline, Thomas Mann. In Doktor Faustus politics and art are joined in the destruction of civilization. Now here is an idea, found in some of the greatest novelists of the twentieth century. How good is this idea? Frightful things have happened, but is the apocalyptic interpretation true? The terminations did not fully terminate. Civilization is still here. The prophecies have not been borne out. Novelists are wrong to put an interpretation of history at the base of artistic creation -to speak the "last word."
Me encanta como cierra esa entrevista:
I am quite prepared to admit that being habitual liars and self-deluders, we have a good cause to fear the truth, but I'm not at all ready to stop hoping. There may be some truths that are, after all, our friends in the universe.

Sunday, March 02, 2008

McCarthy

Earl McGraw mata zombies con hachas
En la televisión, antes de salir a San Miguel Octopan, Geronimo: An American Legend (1993). Recordar a mi padre en el cine, cuando la vió, años atrás. Extrañamente, no recordarse a uno mismo viendo esta película con su padre. Pasa media hora y uno debe irse pero quiere quedarse a verla pues la historia lo envuelve. Entonces finalmente animarse a leer Blood Meridian: Or the Evening Redness in the West de McCarthy. Comienza a leerlo en la carreterea y lee más en San Miguel Octopan, rodeado de polvo y gente que alguna vez anduvo a caballo. Pasa el tiempo. Piensa en Owen Wilson, su personaje en The Royal Tenembaums, Eli Cash: autor, pero no genio, de Old Custer. Toma esto con humor. Qué bueno es Blood Meridian, decide pasados unos cinco capítulos. Julio, su primo, a su vez lee The Road. Y ahora piensa que Matt Damon hizo un buen trabajo en All the pretty horses y piensa también en cómo confundió momentáneamente Geronimo con All the pretty horses porque Damon actúa en ambas, y en ambas hay caballos y hombres de pocas palabras. Querer ser un vaquero, ¿es lo mismo que querer ser un buen hombre, una persona prudente? ¿Son las mismas aspiraciones? Botas y comida, preocupaciones sencillas, rudas. De principios sólidos: estos hombres de bigotes. Curiosamente, atrás en el tiempo, recuerda esa tonta pero casi palpable relación que alguna vez hizo su cerebro, entre zombies y vaqueros, y es curioso porque, ahora que ha regresado a su casa en la ciudad, acaba de ver una película de zombies con su primo, Planet Terror, en la que actúa Josh Brolin, quien también actuó en No country for old men. ¡Y todavía más extraño! ¡Recibir una llamada de Rodrigo en el momento en que Brolin está exhumiendo pus para informarle que acaba de ver No country for old men en el cine y que le encantó! Con todo esto, no poder quitarse de encima la imagen de McCarthy en los Óscares, ese padre anciano -y pensar en la escena de Planet Terror en la que muere el hijo de siete años de una de las protagonistas.