Thursday, July 31, 2008

Mientras Óscar me arroja un paquete de post-it

Yo pienso en el "siniestro fenómeno" que se oculta bajo las ciudades ordenadas y bien trazadas.

Wednesday, July 30, 2008

Intelectuales en periódicos

Hace rato leí una columna en el periódico Centro, que nunca antes había leído. La escribe Nicolás Alvarado, quien dirigía la revista El Huevo -el último número, recuerdo, tenía una editorial de Alvarado en la que contaba cómo había llevado esa revista a la quiebra, con humor. Las virtudes de nuestro tiempo. En la columna Alvarado cuenta sobre cómo se le fue la muchacha. También apunta algo sobre cómo lo políticamente correcto esto y lo políticamente lo otro (hace referencia a los "bienpensantes" que hubieran preferido escribir "la chica que ayuda en casa"). Me apura esto, un poco. Que personas se autodenominen, acaso con ironía, como intelectuales, y se permitan escribir sobre cómo se les fue o no la muchacha. ¿Se nos escapa que no todo personaje que viva de escribir o viva para escribir es también un intelectual? Recuerdo haber leído en una TvNotas cómo la ex esposa de Dehesa se enteró de que éste le ponía el cuerno porque lo leyó en su columna de periódico. Y pienso también en la columna de Loaeza, quien cabría, me imagino, mejor con este perfil de Señora que Lee pero Escribe sobre su Muchacha aunque yo nunca le he leído en sus textos referencias a su vida privada (por lo demás, no leo sus textos). ¿Tenemos los intelectuales que nos merecemos? Escribir sobre esto me hace sentir como si estuviera escribiendo que se me fue la muchacha de la casa.
La verdad es que el sueño de muchos es escribir sobre nuestras propias obsesiones en un medio que acepte las mismas con regocijo y con dinero. Nuestra ocurrencias, vaya. Como si fuera una especie de Blog, pero, ¡en el periódico! Y supongo también que uno debería respetar sus propias obsesiones. Pero no tanto como para ocultarlas y escribir, en cambio, al público, sobre el servicio doméstico, digamos.
Pero Proust.
Pero Walser.
Claro, claro.
Pero no es lo mismo.
Pedí un americano, en el café, mientras leía el periódico.

Friday, July 25, 2008

Tempestad 61

Pronto ustedes deberían ser capaces de hincarse ante La Tempestad que se avecina. O al menos de ir a comprarla. De rodillas. Pasado el décimo aniversario, el amable grupo de personas sensatas que a diario se sienta frente a un monitor o un teléfono a darle a esta madrola debería tirarse a dormir. En cambio, ¿saben qué hizo toda esa gente? Agarró y decidió seguir sentada, frente a la computadora y teléfono, para hacer otro número. Un número histórico: es la primera revista de La Tempestad cuya contraportada (que según Wordreference.com es la parte posterior de una revista y "suele dedicarse a publicidad") es un pedazote de belleza, de imagen continua y fluida, un río de color con la capacidad de asegurarles que las cosas siguen bien porque alguien se esfuerza de que sea así. Como pueden ver en el detalle de aquí abajo, el Estado Nacional de Pekín ilustra esplendorosamente el número que le dedican -carambas, que le dedicamos- a la estética del juego y a China, tanto en la portada como en la contraportada (sin publicidad). Permítame informarle que la leyenda "El arte es una forma de vida" ya no aparece en portada. Se está considerando cambiarla por "Ves La Tempestad y no te hincas".

En fin, mucho jiji y mucho jajaja. Yo sé que aquí vienen a informarse y que no tienen tiempo de ir al puesto de revistas para ver el índice, así que tomen nota. En Literatura: Luigi Amara (a quien recordarán por ser una de las apasionadas cabezas detrás de la editorial Tumbona) escribe sobre la relación entre narrativa y ajedrez. Además, se reseñan libros de Claudio Magris, Martin Amis, Gonzalo Rojas y Héctor Manjarrez -así como una amplia e informativa agenda sobre otros eventos relacionados. En Cine: César Albarrán Torres (quien es chistoso, buen pedo, y es editor de Cinepremiere y está incluído en Novísimos cuentos de la República Mexicana) escribe sobre la relación entre box y cine. Hay reseñas de la nueva de Tarantino, me parece que de la de Schnabel (con todo y entrevista) y de la Shyamalan. En Música: agárrense, que se le dedicó un dossier enterote a Olivier Messiaen, escrito por varias personas cuyos bellos nombres no recuerdo. Algunos de ellos estudiaron con él. Lo cual es muy acá. A escuchar cardenales, bola de incultos. También: reseñas de México electroacústico, de Red Arc / Blue Veil, Donaueschinger Musiktage 2006 (vol. 1) y Women as Lovers de Xiu Xiu (que trae un cover de Under Pressure de Queen que no me cansa). Luego, en Arquitectura: Juan Carlos Cano, quien además de arquitecto es poeta, escribe sobre la relación entre las masas y la arquitectura, demorándose en los estadios. Destaquemos que Miguel Romero escribe sobre Jean Nouvel, quien recibió el Pritzker hace un tiempito. Más, en Artes Visuales: una larga entrevista a Jürgen Weishäpul sobre los artistas visuales interesados en el soccer y reseñas sobre la exposición de Ferrari en el Carrillo Gil, y de las más recientes de Eliasson y Cai Guo-Qiang. En Artes Escénicas Shaday Larios Ruiz (quien dirige un grupo teatral, Microscopía) habla sobre las relaciones entre atletismo y su disciplina. Se reseñan obras recientes llevadas a las tablas por La Fura dels Baus, William Forsythe, David Olguín y del libro más reciente de Hugo Hiriart. Y además de las agendas y las erratas y los anuncios, hay un montón de contenidos que no mencioné -porque me estoy cansando- que podrán encontrarlos de la página 146 a la 175, que constituye el Cuaderno Para Invenciones. Órale, a leer.

Este año...

...se cumplen cuarenta años de La Noche de los Muertos Vivientes. En octubre. No quería que lo pasaran por alto.

Thursday, July 24, 2008

Sofía Ochoa, diseñadora


Para evitar que ruede su lápiz -esas molestias de la oficina- Sofía Ochoa le añadió una grapa imposibilitándole al lápiz que escape de sus manos. Es padre tener amigos ingeniosos. Me mandó un diagramita sobre su invento. Me pregunto si yo sería capaz de hacer algo así. No escribo a lápiz, casi nunca. Uso pluma -específicamente de las plumas que ya traen un invento parecido incorporado. Por lo demás, me he armado de suficiente filosofía como para no tener que andar solucionándome cosas prácticas de la vida. Esta confesión, me percato, es terrible.

Contra el artista del graffiti

Lo encontré en Ffffound.

Wednesday, July 23, 2008

Fragmento de conversación

Entre Benassini y yo:
-¿Ya estás mejor de tu resfriado?
-Sí, ya.
-Te ves peor que ayer.

Monday, July 21, 2008

Más leña en la fogata

-Todo está dicho en la Tora. Nunca se sabe bastante. Apártate de los malos libros, de los libros impuros, Yakov.
-No hay libros malos. Lo único malo es tenerles miedo.
Bernard Malamud en El reparador.
No olvide la entrada del 7,15,2008 de acá.

Bernhard opina

"El fin de semana es el homicidio de todo individuo y la muerte de toda familia. El sábado, después de terminar el trabajo, el individuo y, por consiguiente, todo el mundo está súbitamente solo por completo, porque en verdad y en realidad los hombres sólo conviven durante toda su vida con su trabajo, sólo tienen en verdad y en realidad su ocupación, y nada más. Nadie puede sustituir al trabajo de otro, cuando alguien pierde a un ser, aunque sea para él decisivo, el más importante para él, el más querido, no perece; cuando se le quita el trabajo y la ocupación, se extingue y, en poco tiempo, muere".
A este tipo de opiniones se les nombre de cierto modo.

Wednesday, July 16, 2008

Palíndromo

Aprendí que titula una película de Debord: "In girum imus nocte et consumimur igni". Aprendo muchas cosas aquí, sentadote.

Monday, July 14, 2008

Cómo cansa evocar

Cómo cansa la inteligencia. Algo así decía Proust. "Cada día otorgo menos valor a la inteligencia", decía él. Lo acabo de revisar. Fui a mi librero, tomé el libro, busqué la página y leí. Esto es algo que disfruto hacer, algo en lo que puedo confiar, la posición y el lugar donde se encuentran mis lecturas. Se trata, para mayores referencias, del modo en el que Proust inicia el prefacio a su Contra Sainte-Beuve. Recuerdos de una mañana. Otra cosa curiosa que uno puede encontrar allí es el recuerdo, precisamente, que le otorga la sensación de paladear una tostada mojada en té. No, no una magdalena, una tostada. No, ésta no se la da su tía. ¿O era su abuela? Ah, se repetía mucho, este muchacho. Se trataba de su abuelo, quien le daba tostadas mojadas, durante su niñez. Permítanme un momento para pensar en mi cartera, las historias que contiene, las fotografías en las credenciales, el modo en que el resto de las personas cree poder comprender uno a través de las historias que contamos en torno a la cartera. No he cambiado mi cartera en años. Es negra y abultada. Siempre cargo con mucho cambio. El otro día, recuerdo, caminaba rumbo al trabajo. Llevaba la mochila abierta y un hombre me detuvo para decirme: "Oye, amigo, traes la mochila abierta". "Ah, gracias", le dije, fingiendo sorpresa, "no me había dado cuenta". A lo que el amable hombre respondió, "Uno nunca sabe si hay amigos de lo ajeno por ahí". Esa expresión, amigos de lo ajeno... Por un momento creí que me diría que me cuidara de los carteristas.
En mi cartera llevo credencial de Block Buster. Credencial de cliente frecuente de un par de librerías y mi licencia de conducir. Mi credencial de elector y mis tarjetas de débito. Llevo también mi tarjeta de miembro de un programa de retribución al cliente, para el cine. Tickets que cargo sólo por no limpiar la cartera. Mi tarjeta del Metrobús. Y antes llevaba otras cosas, fotografías de algunos de mis seres queridos, pero he dejado de hacerlo. ¿Las he perdido? ¿Las he regalado? No consigo recordarlo. Comienza a dolerme el cuello de la rígida posición que adopto al escribir de este modo. La verdad es que sólo quería escribir sobre la memoria, las cosas que uno carga consigo para no tener que estar buscándolas. Y es curioso, supongo, que comience poniendo en duda la inteligencia, mi capacidad para clasificar cosas. Debe ser curioso también que fuera esto precisamente lo que Proust pusiera en duda, le tenía mayor confianza a esa especie de magma que crece en la cabeza y que sólo sale a la luz cuando hay erupciones de sinapsis encontradas, de recuerdos súbitos, de cuestiones que poco nos atienen.
Mi infancia. Fue bella y dulce, ella. Paseaba y veía, leía mis tiras cómicas. Hace unos días recordé aquella de Tintín, El secreto del Unicornio. Una en la que el capitán Hadock es poseído, como suele pasar, por los espíritus de la bebida, pero también, cosa que debo decir no recuerdo de ninguna otra tira, por un recuerdo que se inserta en la usualmente lineal historia a modo de flashback. Lo que no recordaba y con lo que me topé -como una bella sorpresa- fue aquella escena en la que se soluciona una parte del misterio. Verán, parte de la historia tiene que ver con unos pergaminos que se han perdido, o que alguien ha robado. Más adelante, se entera uno, no es que fueran robados sino coleccionados por un curioso señor, Celerino Panzón, quien resulta ser una especie de "amigo de lo ajeno". Y que va, agarra y pone las cosas en su colección:

Hojeo ahora mismo y mis ojos se detienen en otra parte de la historia en la que Tintín está encerrado en los calabozos o sótanos de una mansión, buscando un tesoro, según recuerdo. Oh, todo es tan vago. Pero las imágenes son bastante claras: al escuchar una voz que viene al otro lado de un muro de ladrillos, consigue quebrar este para encontrarse a sí mismo dentro de un largo corredor, lleno de tesoros. Mi cuello, carambas. Sigue tenso. Me detengo un momento y pondero al respecto.

Convergencia

Perdía el tiempo, el otro día. Veía bitácoras electrónicas de personas que no conozco y me topé con la foto de acá abajo.
Noten el entorno cotidiano, la cuidada desfachatez del veinteañero, seguramente ingenioso y simpático y que es parte de ese escuadrón general de chavos bien acá, bien buena onda, que día a día se levantan para trabajar en un trabajo que les gusta y les emociona no tanto por el dinero que les deja sino porque es, se entiende, parte del escuadrón.Y pensé, vaya, hay más de uno. Noten, para mayores referencias, a Óscar, en una fotografía que le tomé unos días antes de que encontrara la otra.

Cuando dije "vaya, hay más de uno", no quise decir "hay más de un huevas que se acuesta en la oficina", sino "hay más de un ocioso que le toma fotos a sus compañeros de la oficina".

Thursday, July 10, 2008

Señor de la luz

Cerca de mi casa hay una casa en la que los dueños pegaron un papelito -que ahora está mojado por las lluvias. Es un mensaje dirigido al "señor de la luz". Y suena como místico, como de narco, pero la verdad es que no quisiera entrarle aquí a la ironía porque yo tampoco sabría cómo pedirle al señor de la luz que revise bien los medidores de la luz sin referirme a él como Señor de la Luz. Ahora mismo entro al sitio de Luz y Fuerza y no paso por alto que eso también suena como onda new-age de señora de las Lomas (ayer me contaron una historia horrible; ahora se las cuento). "Luz y fuerza del Centro", dice la página. Me desespero rápido porque no encuentro el título oficial del señor de la luz -a quien, supongo, uno podría nombrar sencillamente servidor público- y dejo de investigar este asunto sin importancia para volver al trabajo. La historia de la señora: hágase el favor de leerla sin ironía. La paciente sufre de cáncer de mama. Va y se trata con imanes durante cuatro meses. Luego, ya con llagas, al ver que no funciona, decide ir al doctor de verdad. Luz y fuerza. También: en el centro, me decía Óscar, hay un balneario que se llama "Mi piel luminosa". Como la novela de Bellatin, pues.

Tuesday, July 08, 2008

Convergencia


Arriba, aquella escena de Eyes Wide Shut que para los pelos de punta. Abajo, el proyecto Reddress de Company y Aamu Song (una cantante o cuenta-cuentos al centro del escenario que usa un vestido que se expande en bolsas dentro de las cuales, si quieren, los espectadores pueden acurrucarse mientras escuchan; la cantante gira sobre una plataforma).

Friday, July 04, 2008

Viernes.

Prenez soin de vous.

Thursday, July 03, 2008

La metralleta vino antes que la máquina de escribir


Como en otras ocasiones, hace unos días visité la bitácora electrónica de Enrique G de la G a través de los hipervínculos de mi bitácora y en ella, a través de otro hipervínculo, leí este artículo sobre el modo en que las herramientas que usamos para leer o escribir cambian el modo en que pensamos o escribimos. Quizá ahora me ponga a escribir al respecto. Afuera llueve y es de noche. Tenemos tiempo. Se trata de un texto de la versión electrónica del Atlantic y posee un tono medio oscuro y de opinión: el resultado, digamos, de una persona rascándose la cabeza. Del gesto de posar el mentón sobre la mano. Enrique, quizá valga la pena señalar, rescata un fragmento, una probadita, en su bitácora sobre cómo Nietzsche confiesa sentir ese cambio en su escritura a partir del uso de una máquina de escribir. Es un bello pasaje, de tino histórico, de puntuación al margen. Hoy, pero no es que cambie de tema, en la oficina Óscar me preguntaba si yo había usado alguna vez una máquina de escribir o si había estudiado mecanografía. Era de día cuando me lo preguntó, una duda nacida en la niebla de la cotidianeidad. Ah, qué bella es la vida y sus sucesiones. En la escuela, le dije, me enseñaron mecanografía -en el teclado de una computadora- pero nunca había usado una máquina de escribir que no tuviera un teclado electrónico (el primer texto largo que escribí -unas cien cuartillas de una especie de diario que llevaba en la preparatoria y los primeros años de la carrera- lo escribí en una máquina de escribir marca Brother que zumbaba cuando la encendía y que tenía una especie de memoria). Lo cual es falso, antes ya había mecanografiado (esas tardes de encierro en la biblioteca en la secundaria norteamericana me vienen a la mente, galopantes). He jugueteado con máquinas de escribir. He tecleado con ellas. He enterrado mis dedos entre sus piezas metálicas, experiencia no libre de dolor. Pero, es verdad, no sé utilizarlas con la rapidez con la que uso los teclados. Siento diferencias entre el teclado de la PC y de la Mac. ¿Siento diferencias en mi modo de pensar a partir del advenimiento de los hipervínculos y la Internet? ¿Está "haciéndonos Google más idiotas", como sugiere el texto de The Atlantic? Si es así, no me percato de ello. No veo a mi mente como un animalillo del fondo del mar retorciéndose, envenenado. Las referencias y los saltos sinápticos antes que a la caótica red me recuerdan a un cajón de sastre, a una caja de curiosidades o, mejor, a un corcho tapizado con postales y reproducciones de arte, sostenidas por tachuelas. En fin, herramientas. Uno las usa. No al revés, creo. Opiniones. Es curioso cómo tenemos. Me pregunto sobre qué cosa interesante escribiré después. Parece que uno nunca para. ¿Puedo hacer de esto una vida noble y de utilidad para la sociedad? Es algo que vale la pena plantearse.

Wednesday, July 02, 2008

Desaparecer a fuerza de analizarse

Walser escribe en Por lo que sé hubo un poeta que resultó ser un acompañante de mujeres extraordinariamente delicado:
"Al parecer siempre se acecha a sí mismo, para comprobar si es ventajoso espiarse, si existe una posibilidad de succionarse. Yo le llamo su vampiro. Como lleva tanto tiempo analizándose, apenas se le percibe más".
El otro día leí un texto donde habla de un robot.

San Sebastián educa