Monday, November 11, 2013

11. X. 2013

Estábamos en un solar. Había jóvenes, hombres y mujeres, vestidos todos con ropa deportiva y creo que estábamos realizando algún tipo de ejercicio marcial (algunos llevaban rifles). Hacía sol y cielo azul y un Cocker Spaniel llamaba de pronto nuestra atención, se arrojaba al suelo y se acostaba, sin disposición a levantarse: podíamos no sólo adivinar que había miedo en su rostro sino que ese miedo significaba que iba a temblar de inmediato. Tomamos las precauciones que pudimos (la mayoría se acostó en el suelo) pero el sismo fue de dimensiones catastróficas: se abrió la tierra. Pero descubrimos pronto que sólo se abrió el cascarón de la tierra: debajo de la plaza sobre la que llevábamos a cabo nuestros ejercicios marciales, cubierta por una piel de pequeños tabiques, se encontraba un suelo suave, de tierra negra, sobre la que caímos sin lastimarnos (excepto por algunos raspones producidos por los tabiques). Algunos aún sostenían con fuerza los rifles. Nos preguntábamos si estábamos bien. Todos estaban bien.

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