Tuesday, April 24, 2007

Entrada 500

Sobre el tema del aborto: Me explican que desde una perspectiva moral kantiana es prácticamente imposible no apoyar el aborto de un bebé no deseado en el primer trimestre de embarazo (es decir, entre las primeras doce semanas, mismas que comprenden el tiempo en que un óvulo fertilizado se implanta en el útero; que, es muy curioso, si se fijan, la manera en que sólo decirlo de otra forma parece implicar cosas distintas). Es prácticamente imposible, decía, porque para Kant --ese pensador ilustrado-- la dignidad de la persona no es una especie de sustancia como el alma o como los valores personalistas que, muy comprensiblemente, lo criticarían más tarde. No, la dignidad de la persona es una cuestión relacional: la manera en que interactuamos con la otra inteligencia. De esta forma, un bebé de doce semanas (o bien, un óvulo fertilizado implantado en el útero), no es capaz de dar signos de inteligencia alguna --y, agregó la persona que explico esto, por ello es tan relevante que se haya demostrado que en ese momento de la gestación tampoco se pueda experimentar dolor o placer alguno. Esto, aparentemente, es la diferencia entre matar un bebé como imaginamos normalmente a los bebés --con pañal, moviendo sus bracitos-- quien sí experimenta placer o dolor. La felicidad, recordemos, para Kant no sólo no es un fundamento de la moralidad, sino que además se reduce a la capacidad de experimentar placer (por más sofisticado que sea).
Otra objeción planteada a esta manera de entender la dignidad de la persona: si una persona sufre de sus capacidades mentales, ¿tiene dignidad? En la medida que podemos advertir signos semejantes a los de una persona con todas sus capacidades mentales en forma, nos explican, sí.
¿Y la inteligencia artificial? Nos confudiría, me dicen.
Así que bien: una de las recomendaciones de Kant, sabemos por sus Críticas, con objetivos claros, de aclarar la razón --si es que ésta será la guía de nuestra moralidad-- es no dejarnos engañar por los errores de la razón. Es decir, mantener nuestras pasiones a raya, no ceder a argumentos formados sobre quimeras, tener cuidado con dejarnos guiar por los sentimientos, ¿pero quién quiere hacer algo así cuando está lloviendo sangre y el mundo es regido por payasos emputados?

6 comments:

Mariana said...

difícil tema el del aborto. es el estado quién para decidir sobre la moralidad de los actos de sus gobernados? si es así, que penalicen también el uso de pastillas anticonceptivas, porque si es verdad lo que dicen los médicos pro-life, se pueden tener micro abortos con ellas sin siquiera ser concientes. tal vez en realidad lo que importa es eso: la concienca.

Anonymous said...

Hijito mío,
Todo lo que dices sobre el aborto es muy bonito, pero todo lo que dices sobre mí es falso. En la noche voy a ir a jalarte las patas y de paso las de tu maestro Zagal por hacerte mal filósofo, y en el infierno les va a tocar leer todas mis obras por toda la eternidad.

Guillermo Núñez said...

Pero si yo no dije nada de Kant.

Anonymous said...

Concuerdo con Mariana en lo difícil que se puede tornar el problema del aborto. En cuanto a los filósofos ilustrados, y los que no lo son tanto, hay cosas que, al menos a mí, hacen que los pelos se me pongan de punta. Por ejemplo si leemos la “S.th., I, q.93” nos damos cuenta que las personas con capacidades diferentes (por ser políticamente correctos) no tiene la imagen de Dios en sentido absoluto. Vaya que los filósofos dice unas cosas que, que bárbaros.

Enrique G de la G said...

A juicio del (hedonista light) Estagirita, la felicidad es el mayor de los placeres.

El Justo Medio said...

¡Órales memo! ¿Entrada 500?