Friday, April 06, 2007

Fui al cine...

...a ver Alatriste. Pero antes de eso, actualicé mi membresía como "Invitado Especial Oro", para este año. El boleto que te dan a cambio de esta actualización fue el que utilicé para ver la función, que comenzaba a las cuatro. Este pequeño trámite lo llevé a cabo a las dos. Como esto sucedía en un centro comercial, me hice creer que tenía suficientes cosas que hacer antes de poder entrar al cine. Pero en realidad mis posibilidades se limitaban a consumir. Cosa que, por otro lado, no era tan terrible. No había comido aún. En una de las pantallas del cine por el que transmiten cortos de próximos estrenos, ininterrumpidamente, se ponía la siguiente pregunta: ¿SOMOS PRODUCTOS CREADOS PARA CONSUMIR OTROS PRODUCTOS? No me estremecía, ni nada. No averigüé de qué película era parte ese corto. Por un momento, me sentí el personaje de una novela de Houellebecq.
Enfilé a un restaurante. Le llamé a una amiga para ver si quería acompañarme a ver la película. Me contestó su padre. Mi amiga no se encontraba, estaba tomando el sol, en la terraza. En realidad, asumí que estaba tomando el sol. Quizá leyendo, pues este es el tipo de cosas que hace Adriana, pero su padre en realidad sólo me dijo que estaba arriba, en la terraza. "Gracias Bernardo", le dije. Me senté en el restaurante. Pedí una naranjada y un sándwich. Abrí mi revista. Leí. Comí. El mesero me retiró el plato cuando terminé. Me preguntó si quería algo más. Y aunque pude haber pedido cualquier otra cosa, me decidí por una taza de café y dos bolas de vainilla. Seguí leyendo. Me sentí muy cinematográfico.
Aún tenía una hora que perder, así que me fui a una banca para seguir leyendo mi revista. Después me harté un poco de la revista (era la nueva Letras Libres, dedicada al "nuevo cine mexicano" y sus recientes triunfos) y entré a una tienda de discos en la que también venden libros. Me compré otra revista, el nuevo número de la Tempestad que llevaba el provocador bullet: "¿El triunfo del cine mexicano?". En realidad no la compré por eso sino porque sabía que saldría un cuento de un amigo en el que soy un personaje velado. Un cuento que, por lo demás, ya había leído. Pero estas son las cosas que uno hace para matar el tiempo antes de entrar al cine.
En la sala, sentado solo, me sentí como aquella chica que mi padre y yo vimos en Miami, hace unos años; una chica que había ido de shopping y se sentaba sola en el cine. Era una comedia con Sandra Bullock. Pero no recuerdo cuál. Recuerdo, sin embargo, que en ese momento pensé en que si mi padre fuera a ser santo por alguna razón, sería porque, bueno, entre las varias razones, sería, una de ellas, pues, que aunque no entiende inglés, en Miami me acompañaba a ver películas que no llevaban subtítulos --para escapar del shopping de mis hermanas y mi madre, para acompañarme. Pero en fin. Esa chica iba, compraba, era rubia, entrada en edad, se sentaba en silencio, estoicamente. Hoy me sentí como creí que ella se sentía aquél día. Sin nada que hacer. Aburrido, pero con el entretenimiento a la mano. Me salí antes de que terminara la película.

3 comments:

Guillermo Núñez said...

(Un amigo acaba de invitarme a una fiesta; pero ya había pedido mi pizza, y creo que ahora jugaré un rato Playstation).

Miguel Ángel Ángeles said...

justamente vi Alatriste esta semana y me parecío un poco cómica.

el acento de viggo es de risa... y eso que el me cae super bien.

Hector said...

cht! güerita! quien la viera tan estoicaa, a que horas vas por el pan?

creo que eso se me hubiera ocurrido decirle, pero no se como se traduce al inglés.