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Tuesday, January 04, 2011

"Qué hice en mis vacaciones"

Viajé con mi familia. Fui al mar. Me revolcó una ola. Subí unos 10,000 pies a un volcán y vi el primer amanecer del año. Luego descendí en bicicleta. Tengo una fotografía que lo prueba. Parezco la Hormiga Atómica, en ella. También: aproveché el tiempo -aunque también lo desaproveché, si se mira por otro lado- leyendo algunas, pocas, cosas; el desaprovechamiento está -descubrí a mi regreso- en que olvidé un par de libros con los cuales tenía una obligación laboral pero, en fin, estando fuera conseguí desconectarme de esta cosa que es la vida laboral, aunque no del todo, tampoco. En el vuelo que me llevó a mi destino terminé Dangling Man de Bellow, el único libro que he leído del autor (hace tiempo lo intenté con la recopilación de sus cuentos que sacó Penguin, pero no pude). Me entusiasmó lo suficiente (no sé por qué lo pongo así, con tan poco entusiasmo, cuando es un buen, buen libro) como para reafirmar la idea de seguir leyéndolo y comprar el volumen recien publicado de cartas. Creo que no estoy para hablar ahora de Bellow. Sólo anotar que empece también The Victim pero lo interrumpí para leer un libro que, sabía, debía regresar a su dueña a mi regreso, Contra el cambio, de Martín Caparrós.


Según me cuenta Abel, no es tan bueno como Una luna, que no he leído. Pero está bueno, eso sí. Y es chistoso. Y pone a pensar, sobre todo en cuestiones de fe y creencia. Quizá a uno pueda cansarle la constante sospecha y el escepticismo, especialmente en los pasajes donde la retórica (en un sentido de, digamos, florituras) le gana al argumento. En mi caso debo decir que me asusta encontrar textos, como este, donde reafirmo mis principios, especialmente respecto a aquella cantaleta que me traigo desde hace tiempo -desde preparatoria, a saber- que consiste en sospechar del ecologismo y de recordar la posibilidad de un "fascismo escológico" (algo que le escuché decir a uno de mis profesores de preparatoria, según recuerdo), especialmente cuando Caparrós habla de la carga que tiene el adjetivo "negacionista" (y de la imprecisión que supone el aplicarlo no a hechos históricos sino a hipótesis científicas) y también, aunque como de pasada, cuando señala que el mismo científico cuyas investigaciones dieron pie a centros dedicados a analizar el calentamiento global fue el que dio pie a la pseudociencia detrás del racismo nazi. Es demasiado tarde para copiar el pasaje de Caparrós donde leí esto, pues se lo he devuelto ya a la persona a quien debía devolvérselo.
Recuerdo otro pasaje interesante donde Caparrós ataca no la idea del ecosistema (hago esa precisión pues me acabo de dar cuenta) sino la idea de que el mejor argumento, el más persuasivo, para que los humanos defiendan este ecosistema ciertamente no es que vaya a desapecer un animalito en particular. Y es verdad: a mí me viene dando igual si se desaparecen los osos polares de la Tierra, tanto como a la Tierra le vino dando igual si desaparecían los dinosaurios. Me importa más que muera gente (y ya es decir mucho, esto). Es una cuestión de empatía muy sencilla, creo: nos (¿o me?) vale madres. Lo interesante era ver, en el modo en que lo expone Caparrós, que estos argumentos que se basan en la pasión nomás no jalan cuando se les pone a prueba. ¿Por qué preocuparnos porque desaparezca una especie si hay tantas otras?
Me quedé pensando en esto un rato y en cómo quizá a Caparrós le vendría bien tomar en cuenta, sin exigirle volverse un San Francisco de Asís, investigaciones sobre gestos de empatía entre animales. Aunque, por otro lado, quizá esto ayudaría sólo a subrayar su argumento: no todos los animales merecen nuestra consideración sino sólo aquellos que se parecen más a nosotros.
Me acordé, no sé muy bien por qué, de este asunto (una jerarquización imposible sobre la valía de los animales no humanos; quizá porque, creo recordar, Caparrós afirma algo así como que lamentaría más la desaparición de una cultura que la de un tipo de mosca) al leer esto de Néstor García Canclini, a propósito del proyecto del "Patrimonio Mundial Cultural y Natural" de la UNESCO:

"Las dificultades para elegir los sitios que merecerían reconocimiento, y rechazar otros, se manifiestan con todos los tipos de patrimonio, pero son menos inquietantes cuando se trata de bienes históricos con largo prestigio. Los criterios se tornan más inseguros al consagrar ciudades modernas, como Brasilia y la Ciudad Universitaria de Caracas o la de la UNAM, en México, ya integradas a la lista de Patrimonio Mundial.
Las incosistencias acumuladas llevaron al Comité que toma las decisiones a usar 'parámetros cambiantes', y finalmente, en 2005, a formar una comisión por filósofos, antropólogos, sociólogos y semiólogos para discutir los conceptos de patrimonio mundial y obras de valor universal excepcional. El propio documento de convocatoria reconoce que en las primeras décadas se privilegió 'la valorización estética' o 'la autenticidad', luego se criticó el eurocentrismo de las decisiones consagratorias y ahora se busca hacer visible 'la pluralidad de las culturas'. La trayectoria vacilante de la UNESCO hace pensar que, como vimos a propósito del arte, la pregunta más pertinente no sería qué es el patrimonio sino cuándo hay patrimonio. A partir de esta reformulación, ¿tiene sentido hablar de un patrimonio mundial? Quizá sería más fácil atribuir la condición de patrimonio de la humanidad a la UNESCO -o a otros organismos planetarios, como las Naciones Unidas o el Banco Mundial-, por su aspiración a ocuparse de lo que es común a todos. Pero, ¿por qué elegir la Casbash de Argel, la ciudad de Ouro Petro o la tumba tracia de Kazanlak, arraigadas cada una en culturas particulares? Cuesta aceptar que se las eleve a rango mundial".

Esto está tomado de La sociedad sin relato. Antropología y estética de la inminencia, que también me prestaron.


Lo empecé a leer en el avión -después de leer el de Caparrós- y sigo leyéndolo. Me gusta ese gesto que tiene hacia el final a la paradoja del catálogo de catálogos. Me gusta también el eco que esto tenía con el texto de Caparrós respecto a la idea ilustrada de catalogar todo -y pienso, una vez más, en el Juez de Blood Meridian y su obsesión, maligna, de comprenderlo todo para, así, dominarlo todo.
Y ahora, para terminar esto, un pequeñísimo catálogo de cosas extrañas que vi en uno de los aeropuertos por los que pasé, brevemente:
1. Una máquina parecida a un cajero automático donde podías pagar las emisiones de CO2 del avión en el que viajarías.
2. Un video de la aerolínea donde en lugar de pasajeros a los pasajeros se les llama "clientes".
3. Un video de la aerolínea donde en lugar de agradecer por elegir este medio de transporte, agradecían por haber elegido hacer negocios con ellos.

Saturday, February 19, 2011

Cannibalistic things

Leo The Victim, la segunda novela de Bellow, mientras espero a que sea mi turno para cortarme el pelo. La peluquería está a unos diez minutos caminando de casa, en una esquina que da a la calle y que tiene unos ventanales que permiten ver a la gente que pasa. A esta hora, acercándose al mediodía, gente corriendo, paseando perros, con decisiones resolutas. En la peluquería hay un refrigerador con coca-colas, revistas y un televisor en el que pasan un partido de futbol interrumpido por anuncios y por alguna razón permanece en mi memoria la frase con la que inicia el de un aparato de comunicación, diseñado para parecer un avance de cine, y que reza "Un hombre en una carrera contra el tiempo". Leo cómo Leventhal, en The Victim, reflexiona sobre la disposición reservada que ha adoptado, mientras espera a su sobrino Philip, a quien ha decidido darle un paseo para distraerlo de la enfermedad de su hermano y la histeria de su madre:

When you didn't want to take trouble with people, you found the means to turn them aside. Well, the world was a busy place -he scanned the buildings, the banks and offices in their Saturday stillness, the pillars ribbed with soot, and the changeable color of the windows in which the more absolute color of the sky was darkened, dilated, and darkened again. You couldn't find a place in your feelings for everything, or give at every touch like a swinging door, the same for everyone, with people going in and out as they pleased. On the other hand, if you shut yourself up, not wanting to be bothered, then you were like a bear in a winter hole, or like a mirror wrapped in a piece of flannel. And like such a mirror you were in less danger of being broken, but you didn't flash, either. But you had to flash. That was the peculiar thing. Everybody wanted to be what he was to the limit. When you looked around, that was what you saw most distinctly. In great achievements as well as in crimes and vices. [...] You couldn't expect people to be right, but only try to do what they must. Therefore hideous things were done, cannibalistic things. Good things as well, of course. But even there, nothing really good was safe.
There was something in people against sleep and dullness, together with the caution that led to sleep and dullness. Both were there, Leventhal thought. We were all the time taking care of ourselves, laying up, storing up, watching out on this side and on that side, and at the same time running, running desperately, running as if in an egg race, with the egg in a spoon. And sometimes we were fed up with the egg, sick of it, and at such a time would rather sign on with the devil and what they called the powers of darkness than run with the spoon, watching the egg, fearing for the egg.

Cuando llegó mi turno aún estaba pensando en por qué Bellow habría elegido el término "cannibalistic". Y entonces me llamó mi hermana al celular para preguntarme si me gustaría ir al cine con ella por la noche. Le pregunté qué quería ver, me dijo, le dije que claro, me dijo a qué hora y dónde y yo le dije que la vería ahí y cuando colgamos me pregunté, en mi cabeza: ¿Juay de Rito?

Monday, March 21, 2011

Historias rotas, ideas fijas

No soy una persona paciente.
En mi diario: "Volví a Lovecraft a falta de televisión".
Leí The Nameless City, donde se lee:

That is not dead which can eternal lie,
and with strange aeons even death may die.

Terminé The Victim de Saul Bellow. Disfruté más Dangling Man. Me gustó esto, sin embargo:

...affected as a candle flame is by varying amounts of air, as all that wants to be what it was made responds to whatever feeds or endangers it.

También recuerdo un momento donde describe el resplandor de la llama azul del piloto, iluminando el cavernoso y arácnido interior del calentador de agua.
Y esto otro, en palabras de Albee, un borracho que busca venganza, mentiroso irredento:

I know what really goes inside me. I'll let you in on something. There isn't a man living who doesn't. All this business, 'Know thy self'! Everybody knows but nobody wants to admit.

La impresión de haber leído The Victim en dos partes, por decir. Una con atención y otro con atención en otra cosa, en una idea fija. El problema de las ideas fijas. Descansé un poco de Bellow para leer un poco de Elizondo que, descubro, no me gusta. Mejor, para el caso, leer a Valéry. Pero le puse atención a esto de Elizondo:

Durante los últimos doce meses he sido presa de violentas distracciones. Solamente en el vacío de la atención puede nacer la idea interesante o el proyecto de imposible realización digno de considerarse unos instantes más o de ser arrojado al cesto.

Proyectos imposibles.
Cambiar ideas fijas por ideas fijas.
Elizondo cita esto de Hopkins, de su The Leaden Echo and The Golden Echo, que me gusta:

How to keep -is there any, is there non such,
nowhere known some, how or brooch or braid
or brace, lace latch or catch or key to keep
Back beauty, keep it, beauty, beauty, beauty, beauty...
from vanishing away?

La sensación momentánea de encontrarse en una ciudad extranjera.

Sunday, June 05, 2005

The importance of writing


A few days ago I said it was convenient to read Saul Bellow. Later, I found out he had recently died.
Saul Bellow was an author read by Eggers.
Someone, perhaps my good friend Julián, who knows, gave me a few copies of articles that appeared in The Guardian, the English reviewer on the internet. All of them dealed either with McSweeneys or Dave Eggers. Thank you for this. I read them yesterday and found a renewed force of writing. Because of these cheaply printed pages, I remember that one does not yell, one bellows.
Stop complaining. Move on.

Friday, September 07, 2007

Estudiar de por vida

Leía en The Atlantic, un número atrasado (the fiction issue 2006!) un artículo de Megan Marshall titulado On academic discourse and adulterous intercourse dedicado a un subgénero de novela, "The campus novel", que no sé si está o no forzado, pues sé que ahora la gente se da a buscar nuevos géneros y subgéneros, lo cual está muy bien, así nos ocupamos.
Marshall hace esta cosa curiosa de no meterse con Bellow ni con Roth ni con Lethem, lo cual me parece genial, extirpar el lado sarcástico y ácido de ese tipo de novela y se centra en autores que, por lo visto, se dedican más a una literatura del, digamos, moving on, en novellas como We don't live here anymore de Andre Dubus. Extrañamente, de la lista que deja fuera (pues hay una lista: "Books and authors I was sorry to leave out of this discussion"), Wonderboys de Michael Chabon, entraría perfectamente en la campus-novel del "moving on".
En general, es, debo decir, un texto raro, que avanza a tropezones. Uno que se detiene poco en las cosas terribles que pueden pasar en una universidad, en un ambiente de adultos que no han crecido del todo pues se aferran a saber no saber, a no tener todas las respuestas a pesar de lo mucho que han estudiado, a esa sensación que seguramente a más de un joven académico le ha embargado, en su camino de la cafetería de vuelta a su cubículo donde pasará o bien horas estudiando o perdiendo el tiempo frente a una computadora o, como vi hace poco, jugando ajedrez en horas de trabajo. Una lección: "Don't live in a way that makes you feel dead. Take care of what matters. Isn't this why we all went to college --to find out what makes us feel alive, what materrs? But these lessons can't be mastered in just four years."
Y por eso seguimos. Y por eso, nos dice Marshall, nos siguen entregando novelas de este tipo. Esto me recordó una línea de Woolf, de su A room of one's own, donde habla sobre no traicionar la visión de uno mismo, especialmente por alguien más. No traicionarse. Woolf, quien no fue a la universidad, hablaba sobre escribir. Y no sé si ahora sea justo decir: Bueno, pero terminó en el fondo de un río. Si uno debe preguntarse: ¿cuándo es justo ceder?
Pero no. Hoy no estoy para concesiones.
La imagen la puse porque me gustó, porque quise. Estaba buscando la portada de la Atlantic de la que hablo, pero nada. Pero encontré esa de The New Yorker. Si se fijan bien, está leyendo uno de esos libros de la serie Little Brown Books.

Monday, May 25, 2009

Podemos y deberíamos renunciar

He dejado de tener esperanzas de ganarle a mi computadora en el ajedrez, es probable, de todos modos, que la misma termine matándome. Anoche busqué una reseña de la nueva Terminator en el New York Times y llegué a este texto y luego a este. Después de un rato dejé de leerlas porque me estaban poniendo en un humor catastrofista. Recordé estas líneas de Lovecraft:

"Life is a hideous thing, and from the background behind what we know of it peer daemoniacal hints of truth which make it sometimes a thousanfold more hideous. Science, already oppressive with it's shocking revelations, will perhaps be the ultimate exterminator of our human species --if separate species we be-- for its reserve of unguessed horrors could never be borne by mortal brains if loosed upon the world".
En Facts Concerning the Late Arthur Jermyn and His Family.

Pero también estas palabras de Bellow:

"There may be some truths that are, after all, our friends in the universe".

Pasé mucho tiempo en la mañana asustándome con estas cosas.

Monday, July 30, 2007

Disciplina

Leía aquí, en la página de la Paris Review, el fragmento de una entrevista que le hacían a Mailer. Recuerdo haber visto el número en Miami y haber lamentado no tener dinero suficiente para comprarla --ya llevaba demasiados libros. El fragmento vale la pena, sin embargo. Comienza con Mailer recordando el suicidio de Hemingway, que después le haría pensar en las maneras en las que la escritura puede quitarle pedazos de hombre a un hombre. El tipo de observaciones que a uno lo dejan pensando.
Lo que sí pude comprar fue el primer volumen de entrevistas que sacó la misma Paris Review (en 2006). Trae, como seguro saben, entrevistas con Parker, Capote, Eliot, Bellow, Borges, Vonnegut y M. Cain. Además de, por supuesto, la entrevista que le hicieran a Hemingway en 1958. En la introducción de ésta, George Plimpton hace una especie de retrato de la "cocina" literaria de Hemingway y suelta datos que son más o menos conocidos, como el hábito que tenía Hemingway por escribir de pie y en papel cebolla. Añade algo que yo desconocía, el de medir cuántas palabras escribía el autor de For whom the bell tolls al día. Esto lo hacía en una gráfica que tenía junto a su escritorio. Describe Plimpton:
The numbers on the chart showing the daily output of words differ from four hundred and fifty, five hundred and seventy-five, four hundred and sixty two, twelve hundred and fifty, back to five hundred and twelve, the higher figures on days Hemingway puts in extra work so he won't feel guilty spending the following day fishing on the Gulf Stream.
Este truco para "no engañarse a uno mismo", suena un poco a demencia. Disciplinaria demencia. Me concibo capaz de sentir culpa por no haber escrito durante un día. Pero no me veo haciendo algo al respecto. Y quizá deba aprender uno que otro truco de Hemingway para no "engañarme a mí mismo". Y ponerme realmente a escribir. Pero también me recuerdo: este es el hombre que se suicidó. Aunque me digo: esa es una falsa entrecrucijada, "buena vida", "demencia de escritor". Así que me digo, conciliador: ahora lo que debes hacer, Guillermo, es leer. Leer mucho. Después, no tendrás el tiempo.
O quizá, en general, deba dejar de engañarme a mí mismo.

Monday, March 03, 2008

Cierta sabiduría en Saul Bellow

Para contrarrestar la sangre unas palabras de una entrevista de 1966 de la Paris Review:
But let us look at one of the dominant ideas of the century, accepted by many modern artists -the idea that humankind has reached a terminal point. We find this terminal assumption in writers like Joyce, Céline, Thomas Mann. In Doktor Faustus politics and art are joined in the destruction of civilization. Now here is an idea, found in some of the greatest novelists of the twentieth century. How good is this idea? Frightful things have happened, but is the apocalyptic interpretation true? The terminations did not fully terminate. Civilization is still here. The prophecies have not been borne out. Novelists are wrong to put an interpretation of history at the base of artistic creation -to speak the "last word."
Me encanta como cierra esa entrevista:
I am quite prepared to admit that being habitual liars and self-deluders, we have a good cause to fear the truth, but I'm not at all ready to stop hoping. There may be some truths that are, after all, our friends in the universe.

Friday, February 25, 2011

Libros

En el Péndulo de la Condesa tienen un par de ejemplares de Freedom de Franzen, por si a alguien le interesa saber. También hay tres ejemplares de distintos libros de Chuck Klosterman, también en su lengua original. Me lo habían recomendado y le di una hojeada a uno de ellos. Lo que leí me gustó mucho pero estoy a dieta de libros así que esperaré un poco para comprarlo. En el Péndulo de Polanco, por otra parte, tienen un paquete con los cinco volúmenes de la biografía de Dostoievski escrita por Joseph Frank. Cuesta un poco más de 2000 pesos (no sé cuánto cueste en el FCE, imagino que más barato). Me dijeron que tenían un par más en el Péndulo de Santa Fe y en el que recientemente se inauguró en la Roma. Escribo esto por si a alguien le interesa y también porque no sé qué otra cosa escribir. En el Péndulo de Polanco también tienen algunos ejemplares importados de una conferencia que dio Badiou en el 68, sobre la noción de modelo. He olvidado cómo se titula.
Mientras tanto, sigo con Bellow.

Sunday, October 10, 2010

Biblioteca

He armado una biblioteca de libros que tengo y que no he leído pero quiero leer o leer mejor en los próximos meses, quizá la única razón de peso y fondo por la que me mudé (la razón práctica, en realidad, es que este espacio donde ahora habito está más cerca de la oficina). Alfabéticamente, enlisto los autores que veo ahora sobre mi librero: San Agustín, William Beckford, Bellow, Benjamin, Bioy, Borges, Boswell, Brandes, Broch, Chatwin, Davenport, Dostoievsky, Dahl, Philip K. Dick, Fitzgerald, Richard Ford, Foster Wallace, Gaddis, Daniel Handler, Hemingway, Herodoto, Ibargüengoitia, Frederic Jameson, Samuel Johnson, Joyce, Danilo Kis, D. H. Lawrence, Mario Levrero, Lovecraft, Mann, Manjarrez, Marías, McCarthy, Melville, Montaigne, Nabokov, Ondjake, Petrovic, Petrescu, Poe, Proust (quizá el más importante, en mis planes), Philip Roth (ahora se me ocurre que debí haber traído también los de Joseph Roth), Pynchon, Shakespeare, Bram Stoker, Swift, Tabucchi, Updike, Valéry, Lawrence Weschler, Sean Wisley, James Wood y Woolf.
Sobre mi escritorio: House of Leaves de Danielewski, una antología de cuentos de vampiros, el The Best American Non Required Reading de 2007 y del mismo año el The Best American Short Stories. Sobre mi buró: los diarios y cuentos de Cheever, Primates y filósofos de Frans de Waal, Madame Bovary, El XIX en el XX de Christopher Domínguez y La risa de Henri Bergson.
Es una biblioteca pequeña pero me gusta.

Wednesday, March 09, 2011

Leí La pesquisa (...minotauro...)


Salí del trabajo y caminé un rato. Entré a un par de librerías, sobre todo para ver si me encontraba a alguien (no encontré a nadie) y al final regresé a casa, aburrido. Sin mucha hambre, como para entretenerme, me hice de cenar y me senté a, finalmente, terminar el único libro de Juan José Saer (1937-2005) que he leído. No se trata de su mejor obra, según me explicó Nicolás nunca-me-aburro Cabral un lector de Saer, pero, considera, es una buena introducción. Disfruté mucho La pesquisa (1994), especialmente habiéndolo leído después de Diálogo (ver, ay, la entrada anterior) que contiene algunas conversaciones entre Saer y Piglia (La pesquisa está dedicada a Piglia, quien, creo, ha ahondado más en el género policíaco).
Y ahora viene esta cosa de querer leer más de Saer.
Y a Piglia.
No olvido que mi amigo Julián Zárate, hace tiempo ya, me había dicho que debía leer a Saer.

Está esto, por ejemplo, donde el narrador observa a consumidores en la víspera de Navidad:

"Previstos rigurosamente de antemano por cuatro o cinco instituciones petrificadas que se complementan mutuamente -la Banca, la Escuela, la Religión, la Justicia, la Televisión- como un autómata por el perfeccionismo obsesivo de su constructor, el más insignificante de sus actos y el más recóndito de sus pensamientos, a través de los que están convencidos de expresar su individualismo orgulloso, se repiten también, idénticos y previsibles, en cada uno de los desconocidos que cruzan por la calle y que, como ellos, se han endeudado en una semana por todo el año que está por comenzar, para comprar los mismos regalos en los mismos grandes almacenes o en las mismas cadenas de marcas registradas, que depositarán al pie de los mismos árboles adornados de lamparitas, de nieve artificial y de serpentina dorada, para sentarse después a comer en mesas semejantes los mismos alimentos supuestamente excepcionales que podrían encontrarse en el mismo momento en todas las mesas de Occidente, de las que después de medianoche se levantará, creyéndose reconciliados con el mundo opaco que los moldeó, y trayendo consigo hasta la muerte -idéntica en todos-, las mismas experiencias concedidas por lo exterior que ellos creen intransferibles y únicas, después de haber vivido las mismas emociones y haber almacenado en la memoria los mismos recuerdos".

También está esto otro, fragmento de una descripción de un sueño:

"...se encontró vagando por la penumbra crepuscular, acerada por la reverberación de la nieve, de la ciudad levemente transformada por la alquimia ruinosa de su sueño. Los templos achatados en los que había que entrar casi en cuatro patas revelaban la esencia verdadera de sus dioses, y los monumentos públicos, borroneados por la indecisión de sus ideales o por la erosión, erigían formas confusas, efigies ecuestres o centauros, pulpos gigantes o esfinges, ángeles o águilas carniceras, héroes o mamuts. Las caras alargadas de los habitantes, grises y poco diferenciadas unas de otras, volvían remota la posibilidad de encontrar una que despertase simpatía..."

En mis peores momentos, que me obligan a confundirlos con los mejores, imagino que así es mi vida. Es decir: una vida donde uno vaga por calles conocidas, o que cree que son conocidas, para descubrir que esas calles no son las de la ciudad sino las de la maqueta de la ciudad que uno ha creado en su interior. Pero no debería ser así.


En fin, terminando de leer a Saer tuve, como quien dice, antojo de leer a Lovecraft y empecé The Dreams in the Witch House and Other Weird Stories. Pospongo así mi regreso a Bellow. (..."well, the world was a busy place -he scanned the buildings, the banks and offices in their Saturday stillness, the pillars ribbed with soot, and the changeable color of the windows in which the more absolute color of the sky was darkened, dilated, and darkened again"). Leí así, pues, "Polaris", que me gustó, "The Doom that Came to Sarnath" que medio me gustó y "The Terrible Old Man" que es muy breve y quizá por eso me gustó. Tanto en "Polaris" como en "The Doom..." se describen ciudades distantes, geográfica o temporalmente, con sus domos y pilares, sus bóvedas y en fin, toda esa cosa borgeana laberíntica que puede inspirarle horror al hombre moderno. Estoy harto de la ciudad que llevo dentro.

Wednesday, May 25, 2005

Coughing, wishing

Coughing blood, I wish I were. Good advice: to read Saul Bellow when writing, avoid Eggers and remember that Foster Wallace still lives.
Nonsense.
Also, perhaps the blog that I like the most, of the few I ever read, is Batahola, by Lorena Mancilla. I suspect blogs are meant only to be written. Readers are pussies, writers, on the other hand...
Will 2666 ever be translated to english? I hope so. Why? I do not know.
My ear still hurts. As well as my back, my throat and my joints. And I'm wearing a suit, quite unconfortable.
Met Villarreal last night. Older than I expected, reminded me of my father, only funnier and less pragmatic. I feel I'm writing a telegram.
Yesterday I was told something I had forgotten. In the elementary school which I attended, owned by the Opus Dei, lived an old person who suffered a stroke a few years ago. He could no longer move or read and could only pronounce two words. One of them was "Pendejo". A male nurse attended him and strolled him into the courtyard so that he could hear mass or our pledges to the flag. I remember that. He used to wear a beret and whenever he got bored started screaming. I can't believe I didn't remember that. His name was Manuel and died last year.