Friday, May 23, 2008

Texto de actualidad

Anoche vi que entre las lecturas del baño de un amigo -yo meaba, él platicaba con otro cuate en la sala- estaba Una temporada en el infierno de Rimbaud. Le di un vistazo y vi que mi amigo había subrayado una línea que hablaba sobre la desesperación experimentada ante el imperio de la idiotez. Unas horas antes, en la oficina, le había preguntado a Abel y a Óscar si alguno de ellos estaba leyendo ese libro de Rimbaud. No, me dijeron. La cosa es: una semana antes, en el mismo baño, había visto el mismo libro pero conseguí olvidar dónde y quién lo estaba leyendo. Comienzo a olvidar cosas y a emocionarme por esas pequeñas certezas, cuando las descubro: Ah, era mi amigo tal y no mi amigo tal quien estaba leyendo a Rimbaud, me digo, me emociono. Así que al salir del baño, injustificadamente alegre -con un momento Eureka- le dije a mi amigo -quien, recuerden, también lleva su vida, quien también está cansado del trabajo (más que yo, considerablemente)- que era él quien leía a Rimbaud. La paciencia de los amigos: es algo en lo que uno puede confiar.
"Ese libro", me dijo, "es la gran cosa". De Rimbaud lo único que sé viene de Pierre Michon. Debo haber leído algún poema, en algún lugar. No es algo que tenga presente, debo decir. Excepto, acaso, por su peso histórico, esa solemnidad de la literatura encarnada. La tentación de tener ídolos: de saber que hay cosas que permanecen. Ese mismo día le había preguntado, como ya dije, a los de la oficina por Rimbaud pues estaba leyendo una nota en Internet sobre un texto no inédito pero sí que se había considerado perdido durante unos 135 años. De Rimbaud. (Dejaré de decir Rimbaud). Lo encontró Patrick Taliercio, un cineasta que prepara un documental sobre la obra del poeta, según leí. Durante su investigación documental, en Charleville (la ciudad natal del poeta) compró un monton de periódicos, Le Progrès des Ardennes, en una librería de viejo. El librero no había dado con el texto pues no había reconocido el pseudónimo con el que firmó el poeta: sabía, además, que eran de poco interés, los periódicos. Y hay más, una anécdota de cómo el librero había comprado los periódicos a un señor que los traía a montones en la cajuela de su auto, y en fin, todo eso, la sensación de marginalia y de cosas minúsculas pero importantes, o quizá importantes porque fueron pasadas por alto, me entusiasma tanto como me desagrada: la sensación de arrojar luz sobre todo por un espíritu casi avaricioso, de tenerlo todo, conocerlo todo, saberlo todo, esfuerzo bobo.
Quizá me impresiona por la cantidad de notas que hay, de este tipo: se descubre inédito de tal figura, se exhiben inéditos de esta otra, se encontró una maleta llena de manuscritos, se deciden a publicar tal cosa contra el deseo del autor, ya muerto. Esas bibliotecas ocultas, en los medios, me recuerdan a los niños que desaparecen en oleadas y que son encontrados para, ¿para qué precisamente? Para hacer noticia, llenar la plana. ¿Cuándo leeré yo el texto que Rimbaud escribió bajo pseudónimo y que fue descubierto en un periódico amarillento en una librería de viejo de Charleville? El sueño de Bismark, que es como se titula el texto encontrado, es un texto periodístico. Según el periódico El País, donde leí la nota ayer o ante ayer, hace siglos, Rimbaud mandaba poemas al periódico que no le publicaban pues el editor le exigía, en su lugar: "artículos de actualidad con utilidad inmediata".
Hoy en el Parque España, camino al trabajo, no vi al gordo, ni al perro salchicha, sino a una conductora que, micrófono en mano, hablaba ante una cámara, montada en una bicicleta, casco en la cabeza, toda sonrisas.

3 comments:

Hitlercito said...

películas de actualidad:

http://tardeotemprano.smackjeeves.com/comics/374961/indiana-jones/

Ochoa said...

¡memo!: "Esas bibliotecas ocultas, en los medios, me recuerdan a los niños que desaparecen en oleadas y que son encontrados para, ¿para qué precisamente? Para hacer noticia, llenar la plana".

Adriana Degetau said...

perro salchicha!