Wednesday, October 20, 2004

Habitación

El peligro de escribir existe. Uno puede perder la cabeza. Es un peligro solitario. Escribir es algo solitario. Vivir es solitario. Pensar es solitario.
Vi Scanners hace poco, una película de Cronenberg que no había visto nunca pero de la que siempre había escuchado referencias. La vi un día después de que me diera cuenta de que las águilas habían regresado a mi fraccionamiento, un par de árboles más allá de donde anidaron la vez anterior. En la película hay una escena donde un telépata provoca la explosión de la cabeza de otro telépata. Es un gran efecto especial. Explota como un huevo en microondas.
Otra escena: Un hombre, un telépata, uno de los "scanners", es amarrado a una cama y es observado. Después: poco a poco un grupo de estudiantes entran al cuarto donde está la cama y lo rodean y observan. Escuchamos el interior de su cabeza, donde se escucha el interior de sus cabezas: un ruido que ensordece y va creciendo, los pensamientos de los demás. En su cabeza.
A veces deseo tener ese poder, saber lo que los demás están pensando. Me hago creer que sería un arma maravillosa para seducir, como en What women want, donde actúa Mel Gibson (algo increíble de esa película: ¿necestia Mel Gibson más armas para seducir?). Y después pienso, claro. Me pongo a pensar al respecto. Sobre el qué pasaría si no pudiera detener el flujo de pensamiento de los demás (como cuando Supermán, en un cómic que leí alguna vez, era sujeto a sus superpoderes que habían crecido en desmedida; su superoído hacía que escuchara todo, sus rayos equis le impedían ver, le costaba trabajo no usar su visión de calor; en fin, un desastre).
Si nuestra cabeza fuera usurpada, si los pensamientos de alguien más nos ocuparan, si un escritor escribiera por nosotros, si un amante amara por nosotros, si viviéramos a través de otro, ¿cómo nos desarrollaríamos? ¿Cómo escucharíamos nuestra propia voz? ¿Valdría la pena?
Hay otra escena en la película donde las venas de un hombre se abren, y sale mucha, mucha sangre. Hay otra película de Cronenberg que se llama Los usurpadores de cuerpos. Y otra que se llama Videodromo donde un hombre es poseído por un video que vive y respira y es orgánico. Es la primera película de Cronenberg que vi y que recuerdo vagamente. Nunca me gustó su versión de Los usurpadores de cuerpos y La mosca siempre me ha aburrido. De la primera existe otra versión donde actúa Gabrielle Anwar, la chica que baila con Al Pacino en perfume de mujer. Estuve mucho tiempo enamorado de ella porque se parecía, o al menos eso creía yo, a una niña que me gustaba.
Me pasó lo mismo con la actriz que salía en Carlito's way, donde también actuó Al Pacino.
Las águilas... en realidad sólo he visto a una de ellas. Subí al techo de mi casa con un par de binoculares y observé. Tiene el pico muy amarillo, como las garras. Y es café. A las otras águilas sólo pude escucharlas. Estoy pensando en amaestrarla. ¿Comerán pollo crudo? Puedo poner tiras de pollo crudo en el techo de mi casa y esperar a que lo coman. Podría hacer eso, sí.

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