Thursday, April 14, 2005

Bolas

Anoche cené en casa de unos amigos unas especies de tapas. Mientras veía cómo las preparaban, además del hambre creciente, noté que algo se expandía en mi interior, la sensación de ser inútil y que si me tiraran en el bosque moriría de hambre. Exagero. Cuando me fui, con la excusa de que tenía que ir a casa para ver a mi familia, me dirigí al centro a escuchar a unos amigos tocar.
Rockearon.
Rockearon duro. Moví mi cabeza en la oscuridad y sentí la gente alrededor como seguramente los pájaros sienten el aire bajo sus alas o los peces el agua alrededor de ellos, o nosotros, defeños, el calor pegajoso, húmedo y oleaginoso de esta temporada. Fue agradable. Me emborraché un poco, no demasiado, regresé a casa en vivo en el auto de un amigo (debo regresar al Centro para encontrar el mío), y antes de bajarme me dijo: "Espera, debo darte algo". Y se bajó también. Escuché los primeros trinos de los pájaros en las copas de los árboles. El cielo parecía el párpado cerrado de un gigante, visto por dentro. Abrió la cajuela y sacó un costal. Comencé a sentirme nervioso. Algo se movía dentro. Lo abrió y empezó a sacar bolas de distintos tamaños. Eran muchísima. "¿Lo ves?", me preguntó mi amigo. Tenía la cara desenfocada. Bolas y bolas y bolas de mentiras.

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