Friday, April 28, 2006

Marcel Dzama y yo.

Perdí como siete o diez litografías que compré de Marcel Dzama. Entre varias de mis amistades, hace algunos años, repartí algunas. Luego perdí las mías. Estuve tentado a pedirle a algunas de mis amistades que me devolvieran algunas de las litografías que les había regalado, para que las pudiera enmarcar y colgarlas en mi cuarto y no en los suyos. El otro día visité el departamento de una amiga y su marido. En la recámara principal tenían una imagen de una chica muy bien ataviada ("Me recuerda a Coco Chanel", dijo él), a quien un vampiro le está chupando el brazo. Él, que se llama Claudio y es una buena persona, me dijo que le molesta un poco el cuadro, al grado que en ocasiones, por las noches, considera voltearlo contra la pared. Este es un ejemplo de las situaciones en las que creo que alguna de las litografías de Dzama que regalé estarían mejor en mi casa.
De mis amistades sólo Adriana Degetau me regresó las que le regalé.
Pero ya no necesito molestar a mis amigos con estas cosas. Es más, podría regresarle a Adriana las litografías (mismas que, por otro lado, probablemente me regresó porque, sencillamente, no le gustaban). Hace un par de noches encontré, en un cajón, arrumbadas, las litografías que creí perdidas. Y soy más feliz.

3 comments:

Adriana Degetau said...

me gustan mucho, sólo que se ven mejor en tu cuarto.

david-. said...

A mí me encantan sus litografías. Y siempre que alguien ve la que me regalaste (donde aparece un señor rodeado de osos mientras sostiene un barril con repelente para hipopótamos) es oportunidad para inventar una nueva teoría sobre arte. Pero pídela cuando quieras.

Darío Zetune said...

Las litos de Marcel Dzama en mi caso, son una buena ocasión para tratar sobre el arte. Al menos así se pone el asunto cuando Marian (una amiga) trata de convencerme de cambiar mis posters de Matisse por litos de Dzama.

A ver si llega a persuadir.

El Serch.