La noche anterior a mi cumpleaños número 28 soñé que David y yo íbamos en automóvil, me parece que él iba al volante. Lo que recuerdo bien es que íbamos sobre un puente o un segundo piso, un distribuidor, un camino elevado que repentinamente se sacudía y desaparecía bajo las llantas del automóvil, algo que en la realidad, obviamente, no pasaría si fuera sacudido por un temblor; los autos caerían con todo y camino y no levitarían momentáneamente, como en una caricatura, para descansar -aparatosamente, es cierto, pero irrealmente- sobre los escombros de mi sueño. Después del temblor (había tomas aéreas de la ciudad al momento mismo que era sacudida, en mi sueño; de algún modo yo simplemente sabía que una gran catástrofe arrasaba con todo) David y yo conseguíamos salir del automóvil y comenzábamos, cada quien por su parte, agitados y preocupados, a llamar a nuestros respectivos seres queridos. Todos se encontraban bien. Incluso me sorprendía marcándole a una persona con quien hace tiempo ya no hablo, pero en mi sueño existía aún la conciencia de que a esta persona yo le hablaba sólo porque se trataba de una emergencia; peor aún, le explicaba que le hablaba sólo por el terremoto, porque era una emergencia, algo que lo valía. Cuando terminamos de hablar, en mi sueño, ambos colgamos rápido para seguir haciendo llamadas. De algún modo al día siguiente sospechaba que todo mi sueño tenía que ver con esa llamada, las razones por las que la hacía y el orden bien jerarquizado en el cual realicé mis llamadas. Tuve la impresión de que el sueño duró mucho tiempo. También recuerdo que en algún momento los sobrevivientes, al menos los que se encontraban cerca de nosotros, nos resguardábamos en un supermercado de tejas rojas.
Sunday, April 04, 2010
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