Lector, tú bien conoces al delicado monstruo.
Baudelaire.
Mejorar mi ortografía, tener mayor cuidado con la bitácora, continuar la novela, revisar la otra novela, escribir esos tres cuentos que se me ocurrieron en el fin, darle gracias de nuevo a Mariana por las ocurrencias, terminar el ensayo, terminar, algún día, de leer a Chautebriand, terminar Infinite Jest, Moby Dick, La cartuja de Parma y los otros libros que me esperan, comenzados, en el librero, pero también los que me esperan, nuevos, en el librero; no comprar nuevos libros hasta terminar aquellos; pedirle un nuevo recibo a la secretaria, entregárselo a D.M., hablarle a D.M. para preguntar cómo sigue, regresarle el libro, que ya terminé, a Adriana, darle continuidad a El Inquilino, escribirle a Zárate, en Mérida, limpiarle las orejas a Refu, darle más Keflex, llevarla mañana, después de su paseo, al veterinario; entregar la tarea del seminario en la UNAM (para mañana), calificar los trabajos de la preparatoria, preparar la clase de ética, hablarle de J.H., comer mañana con L.L., leer la nueva Letras libres, escribirle a la gente de McSweeneys para ver qué pasó con el nuevo número que todavía me deben, ver qué onda con el Ipod de Mariana --si se pueden o no pasar las canciones. Mandarle el texto a la Tempestad. Escribir el texto de la Tempestad. Tomar un café por la noche con Zagal, entregarle Las confesiones, pedirle de vuelta Fight Club, regresarle los libros que me prestó (leer los libros que me prestó). Escribirle a mis padres, preguntarles cómo les va. Hablarle a mi hermana el día de su cumpleaños. Hablarle a mis amigos, preguntarles cómo están. Levantarme temprano. Ordenar mi escritorio, lavar mi auto, recoger mi licencia de conducir, ver qué onda con lo de los impuestos, ver qué onda con lo de la beca, ver qué onda con lo del libro de cuentos. Hacer estas cosas con buena cara, evitando el tedio, ese delicado monstruo.
1 comment:
Esa historia de los libros me es bastante familiar
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