Monday, November 19, 2007

Esta actualización iba a estar mejor pero mi cabeza

Creo que estábamos regresando de la playa o me estaba explicando cómo se escribía sahuaro en el jeep, no recuerdo precisamente cuándo, pero en algún momento, en la carretera, David me explicó, también, cómo es que uno de sus mejores amigos se dedica a desarrollar tecnología, o esto es parte de su trabajo, o esto se deriva de su trabajo, no recuerdo bien, pero en fin, se dedica a algo que tiene que ver con la mejoría de memorias. Estábamos hablando de mi Ipod, creo, y de cómo era distinto al suyo porque el suyo tenía un disco duro, una pieza que se mueve, mientras que el mío no, porque en parte funciona a base de flash memory. Y pensé: vaya, pues eso está muy bien. Pensé en cómo el movimiento es siempre lo que descompone la materia y asumí que tecnología que funcionara con menos movimiento o con un movimiento más sutil, pues, estaría mejor.
Más tarde, habiendo regresado de La Paz, pues fuimos a La Paz, y, un par de días más tarede, estando en camino a la casa de campo, pues fui a la casa de campo, leí el texto sobre la memoria que publicaron en la edición de noviembre de National Geographic. Está muy bueno, aunque no me gustó mucho la conclusión que se infiere (es mejor, parece decir el autor, Joshua Foer, que uno olvide a que uno recuerde porque con el recuerdo uno está en deuda, en cambio, con el olvido, uno está prácticamente libre de todo; chafa). Total que estaba leyendo este texto y entonces me topé con esta fotografía.

Se trata de Fernando Nottebohm, un biólogo de la universidad Rockefeller (!). El pie de página explica que este señor ha estado realizando una investigación inspirada en los canarios (!!) con el objetivo de hacer algo que, se creía, no podía hacerse: producir más células cerebrales. Aparentemente, los canarios reemplazan las células cerebrales que usan cada vez que aprenden algo complejo, como una canción o una ruta de vuelo.

Iba a escribir más sobre todo esto, recuerdo que tenía una gran idea para esta actualización, posiblemente hermanaría mi no tan vieja obsesión con los pájaros y con esa foto y con el asunto de la memoria. Pero, en fin, llegando a la casa de campo no hice anotaciones y lo olvidé todo y me dediqué a leer sobre otras cosas y, en fin, ya saben, uno se distrae. Pasó el fin de semana y regresando, en el camino, me puse a escuchar mi Ipod. Ahora se salta algunas canciones y otras sólo las reproduce como a la mitad. No es tan grave. Pero esto: presten atención: estoy escuchando una canción y como está en shuffle pasa a una canción, una que será una sorpresa porque yo no recordaba haberla quemado o bajado o comprado ni nada, sólo es una canción nueva o que parece nueva, para mis oídos. Seguramente me la pasó Alejandro Vázquez, pues es el tipo de cosas que me pasa, pero ya no estoy tan seguro. La canción, de los Flaming Lips, trata sobre un tipo que tiene un pene que se quita y se pone y entonces habla sobre cómo esta pene -quita - pon a veces le viene bien y a veces no, a veces le causa problemas, como cuando sale a fiestas y lo pierde; como acaba de suceder. Así que el tipo habla al lugar donde fue la fiesta para ver si el pene está ahí pero no, no está. ¿Y ya buscaron en el lugar donde guardan las medicinas? Por alguna razón a veces pone ahí su pene, pero no, tampoco está ahí. Así que hace unas llamadas más y está comenzando a preocuparse, realmente, porque nadie ha visto su pene y comienza a sentirse menos hombre. Pues aunque a veces agradece la posibilidad de quitárselo, especialmente cuando sabe que puede causarle problemas el traerlo consigo, ahora se siente incompleto. Le gustaría poder ir al baño sin tener que sentarse. Y la canción sigue así, contando las desventuras de este hombre y su pene quita-pon (más tarde lo encuentra), y me deja pensando, esta canción: ¿no es increíble cómo funcionan nuestras cabezas?

2 comments:

dm said...

¿Las cabezas del pene?

María Fernández-Aragón said...

Guillermo, por supuesto que no he leído todo tu nuevo post. Sin embargo... leí toda tu vieja novela. Sí, ésa, ya sabes cuál. Y que me voy dando cuenta... Tú sabes de qué hablo, ¿verdad? La escena de... bueno, tú sabes. ¡Riájale!