Sunday, November 25, 2007

Quiero ser humilde, pero.

Perdón si no les dije antes pero acabo de ver Gone Baby Gone. Y supongo también que como el tagline de la película es "Todo mundo quiere la verdad... hasta que la encuentra" debería hablar sobre cómo a veces lo que uno cree lo obliga a actuar en consecuencia -no, mentira, no lo que uno cree sino lo que uno sabe. Es más común, sospecho, actuar en consecuencia de lo que uno cree a actuar por lo que uno sabe, a dar ese último paso que no pide fe sino acciones firmes, de certeza. De condiciones absolutas. Pero no es esto en lo que yo pensé mientras veía la película que, ¿ya la vieron?, es genial. En lo que pensé fue en el flautista de Hammelin. Quizá porque acabo de escribir algo al respecto, de que es terrible, esta fábula, no porque uno sospeche que el flautista les hará algo terrible a los pequeñines vengándose, de algún modo -caray, probablemente la pasarán mucho mejor con el músico que con sus padres- sino porque han sido arrebatados, porque están siendo usados como la moneda con la que se paga una mala acción. También pensé en Platón y en la República y toda su sensatez y en cómo a veces las cosas más brutales están presentes en las vidas de los más inocentes. ¿Puede uno, realmente, llegar al cielo sin dejar de ser bueno, ser inocente como paloma pero astuto como culebra? Con qué fuerza y desesperación nos aferramos a la ilusión de la razón, de la sensatez, a la posibilidad de que con nuestras propias fuerzas y habilidades conseguiremos lo que nos proponemos, ser felices, fieles a nosotros mismos. Con cuánta debilidad nos entregamos a la humildad, a la certeza de que no lo podemos todo.

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