Después de leer la entrada a la cual les dejé un vínculo en la entrada anterior, regreso a Proust a un pasaje del cual la misma Sofía ya me había hablado, donde se analiza a conciencia, y como sólo un celoso analizaría un detalle nimio, digamos, el proceso de la mente que desencadena la sospecha, ese dolor de cabeza que provoca el nacimiento de un cuerno. Transcribo por el puro gusto de la segunda mitad de Por la parte de Swann:
"Como si se tratara de un dolor físico, los pensamientos de Swann no lograban atenuarlo; pero al menos con el dolor físico, como no depende del pensamiento, el pensamiento puede detenerse en él, comprobar que ha disminuido, que ha cesado de momento. En cambio aquel otro dolor, el pensamiento lo recreaba por el hecho mismo de recordarlo. Pretender evitar pensar en él era seguir pensando, seguir sufriendo. Y si, hablando con amigos, se olvidaba de su propio mal, de pronto una palabra que le decían le mudaba la cara, como un herido a quien un torpe toca sin precaución el miembro dolorido. Al despedirse de Odette estaba feliz, se sentía tranquilo, recordaba sus sonrisas, burlonas cuando hablaba de este o de aquel otro personaje, y tiernas con él, el peso de la cabeza que ella apartaba de su eje para inclinarla, para dejarla caer, casi a pesar suyo, sobre los labios de Swann, como había hecho la primera vez en el carruaje, las miradas lánguidas que le había lanzado mientras estaba entre sus brazos al tiempo que, friolenta, apretaba con el hombro de Swann, su cabeza reclinada.
Pero enseguida sus celos, como si fueran la sombra de su amor, se colmaban con el doble de aquella nueva sonrisa que le había dirigido esa misma noche -y que, a la inversa ahora, se burlaba de Swann y se cargaba de amor por otro-, con aquella inclinación de cabeza, pero vuelta ahora hacia otros labios, y con todas las demostraciones de cariño, dedicadas a otro, que antes reservaba para él."
"Como si se tratara de un dolor físico, los pensamientos de Swann no lograban atenuarlo; pero al menos con el dolor físico, como no depende del pensamiento, el pensamiento puede detenerse en él, comprobar que ha disminuido, que ha cesado de momento. En cambio aquel otro dolor, el pensamiento lo recreaba por el hecho mismo de recordarlo. Pretender evitar pensar en él era seguir pensando, seguir sufriendo. Y si, hablando con amigos, se olvidaba de su propio mal, de pronto una palabra que le decían le mudaba la cara, como un herido a quien un torpe toca sin precaución el miembro dolorido. Al despedirse de Odette estaba feliz, se sentía tranquilo, recordaba sus sonrisas, burlonas cuando hablaba de este o de aquel otro personaje, y tiernas con él, el peso de la cabeza que ella apartaba de su eje para inclinarla, para dejarla caer, casi a pesar suyo, sobre los labios de Swann, como había hecho la primera vez en el carruaje, las miradas lánguidas que le había lanzado mientras estaba entre sus brazos al tiempo que, friolenta, apretaba con el hombro de Swann, su cabeza reclinada.
Pero enseguida sus celos, como si fueran la sombra de su amor, se colmaban con el doble de aquella nueva sonrisa que le había dirigido esa misma noche -y que, a la inversa ahora, se burlaba de Swann y se cargaba de amor por otro-, con aquella inclinación de cabeza, pero vuelta ahora hacia otros labios, y con todas las demostraciones de cariño, dedicadas a otro, que antes reservaba para él."
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