Pero en la oficina no todo es recibir libros. También, como fue mi caso, es cosa de re-dirigir a lo que se considera la más pertinente información cultural publicada en varios periódicos, nacionales o extranjeros -y cosa curiosa, estoy escribiendo esto y pienso en Iván Thays, hace años, sentado frente a un grupo de personas que aspiran a ser escritores o a encontrar un contacto humano un jueves por la noche, en la Escuela Dinámica de Escritores, después de la universidad o el trabajo, hablando, digo, sobre su trabajo usual, es decir, el trabajo que hacía cuando no estaba escribiendo. Creo que tenía que ver con algo de petróleo. Y creo que anoto esto y recuerdo aquello por una nota que recién leí de Stephen Elliott, autor de Happy Baby, en su The Rumpus, al que llegue vía Teoría del Caos de López Villamar (esto, leer y reconocer dónde fue que leyó uno, es otra manía que adopté en el trabajo), en la que, regreso, Elliott se pregunta por qué ningún escritor habla sobre su trabajo normal. Pues no es secreto que son pocos, en realidad, los escritores que tienen la fortuna de dedicar todo su tiempo a leer o a escribir. Al menos yo no conozco a ninguno personalmente. Pienso en los siguientes: mi jefe trabaja como editor y rara vez escribe, ha aparecido en algunas antologías y publicado en varias revistas (ficción; textos de no ficción, como crítica, es algo que hace más a menudo); mi amigo David pasa tiempo en una universidad como editor de una publicación de historia, pero tiene más tiempo para escribir, tiene una trilogía de novelas publicada, y usualmente pueden leerse textos suyos, de no ficción o ficción, en varios medios; Antonio trabaja para algo del gobierno, no sé a qué hora escribe, pero tiene dos novelas publicadas y un libro de cuentos, también pueden leerse textos suyos en varias publicaciones; Brenda caza tanto chambitas como textos por aquí y allá, tiene una novela publicada y ha aparecido en antologías, también se puede leer con frecuencia en varias publicaciones. Menciono a estos porque son de los pocos amigos conocidos que publican con cierta frecuencia y reciben alguna remuneración por ello, aunque no tanta como para vivir exclusivamente de ello. Pero, para ser francos, a esta altura del texto, no sé exactamente por qué los menciono cuando de lo que yo quería hablar, desde el principio, era sobre lo que hago todo el día en el trabajo, sentado frente a la computadora (redactar notas, obituarios, corregir faltas de ortografía, esperar la hora de la comida). ¿Es que todo lo que hago en el trabajo es pensar en el tiempo que estoy perdiendo frente a un monitor? Esta pregunta no es casual ni inocente: precisamente hoy alguien me sugirió que dejara mi trabajo para ponerme a trabajar, pero trabajar en mi escritura. Es una fantasía con la cual he coqueteado desde hace mucho tiempo pero es el mismo tipo de fantasía que a uno lo asalta cuando está en una ciudad, el deseo de estar en otra y así, consecutivamente, queriendo lo que uno no tiene a la mano. Es difícil percatarse de lo difícil que es estar feliz con lo que uno tiene pues constantemente estamos en el machante trabajo de obtenerlo. Perogrulladas.
Disfruto mucho de los fines de semana. Hace meses que no escribo. Por otro lado: escribo diario, ya sea aquí o en mi cuaderno. ¿Qué es exactamente lo que extraño? ¿Escribir ficción? Quizá ya no tengo la capacidad para escribir ficción, después de dos novelas -una vergonzosa, destruida, la otra en un cajón, tímida- y cuentos sin ton ni son pero que no me provocan en realidad, nada, hoy, ahora, excepto un bagaje que me hace sospechar que he perdido algo. Pero no hay nada diario más que escribir y leer y dejar pasar el tiempo. ¿Por qué está preocupación, esta obsesión por la lucidez? ¿Es que tengo 19 años de nuevo? Paul Valéry, ven en mi ayuda: "Horror por el desarrollo-por lo que se prevé".
Disfruto mucho de los fines de semana. Hace meses que no escribo. Por otro lado: escribo diario, ya sea aquí o en mi cuaderno. ¿Qué es exactamente lo que extraño? ¿Escribir ficción? Quizá ya no tengo la capacidad para escribir ficción, después de dos novelas -una vergonzosa, destruida, la otra en un cajón, tímida- y cuentos sin ton ni son pero que no me provocan en realidad, nada, hoy, ahora, excepto un bagaje que me hace sospechar que he perdido algo. Pero no hay nada diario más que escribir y leer y dejar pasar el tiempo. ¿Por qué está preocupación, esta obsesión por la lucidez? ¿Es que tengo 19 años de nuevo? Paul Valéry, ven en mi ayuda: "Horror por el desarrollo-por lo que se prevé".
1 comment:
Epícteto: encuentra una ocupación acorde a tu naturaleza e intenta ser el mejor que puedas en ella. Si lo nuestro escribir obituarios, a ser el mejor escritor de obituarios del universo, etc. Yo hace tiempo que creo que lo mío está en las pornos, como actor principal. Pero, ay, cómo extrañaré mi celibato entonces.
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