Me prestaron Documentos de cultura, documentos de barbarie (vaya usted a saber por qué titularon así The political unconscious. Narrative as a socially simbolic act) un libro de hace veinte años, de Fredric Jameson. Lo estoy leyendo por curiosidad. Entiendo la mitad. Me faltan muchas horas de estudio. Y venía en el camión leyendo cuando finalmente me topé con un párrafo que entendí. Como un claro en el bosque, leí:
"No se puede sin deshonestidad intelectual asimilar la 'producción' de textos (o en la versión althusseriana de esta homología, la 'producción' de conceptos nuevos y más científicos) a la producción de bienes por los obreros industriales: escribir y pensar no son trabajos enajenados en ese sentido, y es indudablemente fatuo que los intelectuales traten de embellecer sus tareas -que pueden en su mayoría subsumires bajo la rúbrica de elaboración, producción o crítica de la ideología- asimilándolas al trabajo real en la línea de montaje y a la experiencia de la resistencia de la materia en el genuino trabajo manual".
El párrafo está escrito como una nota al margen sobre los errores que se cometen en los esfuerzos por configurar una "teoría materialista del lenguaje", cuyos orígenes, según entiendo, se encuentran en olvidar los límites de la metáfora que supone "producir" textos. El tono del libro de Jameson en general es así, aspirando a una especie de pureza intelectual en aras de, creo, objetividad conceptual y de subrayar la radicalidad de sus propuestas (como puede leerse desde el primer capítulo: "Este libro afirmará la prioridad de la interpretación política de los textos literarios [...] Es esta evidentemente una exposición más extrema que la modesta pretensión, aceptable sin duda para todo el mundo, de que ciertos textos tienen una resonancia social e histórica, a veces incluso política").
Creo que el párrafo del que hablo me llamó especialmente la atención porque por alguna razón a menudo pienso en la comparación que hacía Walser de su labor como escritor con otros trabajos, manuales todos ellos; no con el objetivo, creo, de "embellecer" su obra, sino de presentarla humildemente -así, se compara (sin identificar) con albañiles o agricultores, si no me falla la memoria. Por supuesto, Jameson tiene razón: escribir, por más callos que le salgan a uno o por más agotados que nos sintamos, no es un trabajo tan arduo como trabajar en una fábrica. En fin, venía pensando en eso en el camión, sin rumbo fijo.
"No se puede sin deshonestidad intelectual asimilar la 'producción' de textos (o en la versión althusseriana de esta homología, la 'producción' de conceptos nuevos y más científicos) a la producción de bienes por los obreros industriales: escribir y pensar no son trabajos enajenados en ese sentido, y es indudablemente fatuo que los intelectuales traten de embellecer sus tareas -que pueden en su mayoría subsumires bajo la rúbrica de elaboración, producción o crítica de la ideología- asimilándolas al trabajo real en la línea de montaje y a la experiencia de la resistencia de la materia en el genuino trabajo manual".
El párrafo está escrito como una nota al margen sobre los errores que se cometen en los esfuerzos por configurar una "teoría materialista del lenguaje", cuyos orígenes, según entiendo, se encuentran en olvidar los límites de la metáfora que supone "producir" textos. El tono del libro de Jameson en general es así, aspirando a una especie de pureza intelectual en aras de, creo, objetividad conceptual y de subrayar la radicalidad de sus propuestas (como puede leerse desde el primer capítulo: "Este libro afirmará la prioridad de la interpretación política de los textos literarios [...] Es esta evidentemente una exposición más extrema que la modesta pretensión, aceptable sin duda para todo el mundo, de que ciertos textos tienen una resonancia social e histórica, a veces incluso política").
Creo que el párrafo del que hablo me llamó especialmente la atención porque por alguna razón a menudo pienso en la comparación que hacía Walser de su labor como escritor con otros trabajos, manuales todos ellos; no con el objetivo, creo, de "embellecer" su obra, sino de presentarla humildemente -así, se compara (sin identificar) con albañiles o agricultores, si no me falla la memoria. Por supuesto, Jameson tiene razón: escribir, por más callos que le salgan a uno o por más agotados que nos sintamos, no es un trabajo tan arduo como trabajar en una fábrica. En fin, venía pensando en eso en el camión, sin rumbo fijo.
No comments:
Post a Comment