Le pregunto a un amigo sobre qué debería escribir ahora, no en general sino aquí, en la bitácora electrónica. Así que mi amigo me dice que escriba sobre él. Y le digo que no. Entonces me dice que escriba sobre una mascota, la suya, así que le digo que no. Después me propone otros tres tópicos, pero ninguno de ellos me parecen el tipo de cosas sobre las que debería de escribir ahora (son tres personas distintas, a todas las aprecio de distinto modo; pero caray, mi cariño por estas personas es tal que no me gustaría reducirlas a una historia o a una anécdota pues --no sé). ¡No sé por qué! ¡En realidad no lo sé! Es extraño pero a la vez me parece genial, mi incapacidad para escribir sobre ciertas personas en ciertos lugares.
Y repentinamente, zas, algo me llega: quiero escribir sobre mi hermana y mi primo. ¿Qué significa esto? ¿Que tengo una anécdota a la mano o que no me importa usar a estas personas? La anécdota es: estoy aquí, sentado en la sala de la planta baja de la casa. Y mi hermana baja. Sé para qué baja. Quiere preguntarme si la puedo acompañar a ver una casa que adornaron especialmente para esta noche, noche de Todos los Santos. ¿Esto es correcto? Todos los Santos. No creo. Subo rápido para preguntarle a mi madre y me dice que hoy es el día de los Muertos Chiquitos. ¿Muertos Chiquitos?, le pregunto. "De los que murieron siendo niños", me dice. "Sí, pero, ¿tiene un nombre?", le pregunto. "Algo así como Los Ángeles Pequeños, no sé", me dice. No es de mucha ayuda. Leí en algún lugar que es noche de los Fieles Santos pero tampoco estoy tan seguro. En fin, mi hermana baja para preguntarme esto pero no me pregunta porque no me encuentra. Entra al estudio de mi padre, que está a unos pasos: no estoy ahí. Guardo silencio y dejo de teclear, no quiero que se de cuenta de que estoy aquí así que la dejo buscar y cuando me llama no contesto porque la verdad es que no quiero ir ni con ella ni con mi primo a ver esa casa adornada. Pereza, no hay mayor explicación.
Al poco rato la veo regresar de la calle, en compañía de mi primo. Todo esto sucedió hace unos quince minutos, yo estaba aquí, a solas en la sala oscura de la planta baja --es una casa grande. Cuando regresa decido, finalmente, llamarla para preguntarle cómo le fue. "Ya habían quitado todo", me dice, cabizbaja y pienso Pobre Santa Inocente pero no se lo digo, sólo lo pienso y cuando minutos más tarde me pide ayuda para reacomodar su cama en su habitación, subo corriendo, brincando dos escalones a la vez y la hago reír con tonterías porque quiero que sepan que a pesar de que la anécdota trata sobre mi hermana y sobre mi primo, quiero mucho a mi hermana. Y a mi primo.
Cambiando de tema: el amigo que me sugirió temas que no usé para esta entrada me acaba de mandar un video de Iron Maiden, el de la canción The Number of the Beast. Comencé a verlo. Sale un hombre lobo. Y luego salen cosas así como del diablo. Iba a ilustrar esta entrada con una portada de un disco de Iron Maiden, pero a la mera hora me dio como asquito. Y es raro, el mismo amigo --todo este tiempo he estado hablando sobre David Miklos-- me dijo hace unos días que la imagen que está abajo, la del zombie de Land of the Dead (la película más reciente de Romero), le daba asco y que le impedía leer esa entrada. Lo decía medio en broma, pero, igual, ¿no les suena raro que me mande videos bien acá, bien merol, pero le de "asquito" un pinche zombie? No entiendo a ese muchacho. En fin. La ilustración, de Blake, la encontré escribiendo en Google: "Iron Maiden Number of the Beast".
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Varios minutos después: Algo. Malo. Y. Terrible. Sucede. Con. La. Red. No. Puedo. Subir. La. Imagen. De. Blake. Todo. Está. Lento.
5 comments:
es muy triste, pero no tengo tu mail. dámelo
fieles santos...
en la era de la informática la indeterminación perdió todo su encanto como recurso literario
Isolino, tampoco tengo el tuyo. El mío sigue siendo guillermoinj@yahoo.com
En Monterrey es ya invierno, amigo Guillermo, aunque aún sea noviembre.
Sí, lo decía por la fecha en la que escribí aquello.
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