Monday, November 19, 2007

Mi cabeza

Funciona así: al terminar y subir la actualización anterior me percato de que no me detuve a reflexionarla y por eso salió como salió --no me gustó como salió. Tengo la sensación de que esa actualización es un viaje que inicié y que ya estoy saliendo de casa, tomando el taxi, rumbo a la estación de autobuses y en el camino comienzo a enlistar las cosas que he olvidado, o no, en casa (¿apagué el gas?, ¿traje calzones?, ¿tiene comida Refu?, ¿traje desodorante?), porque eso es lo que uno hace cuando sale de casa. Al llegar a la estación me doy cuenta, por supuesto, de que debí decirle al taxista que me llevara al aeropuerto.
Lo que olvidé en la actualización anterior, el punto, es que en la National Geographic se habla de una metáfora y que acabo de recordar ahora que platicaba con Alejandro Vázquez, vía MSN. En el artículo se hablaba de la falsa metáfora que tenemos de la memoria como un registro infalible. Sabemos que las cosas están ahí, aunque no las podamos recordar, por eso nos frustramos. Como un disco duro, decían. Como una bitácora. Una biblioteca. Pero la verdad es que las metáforas usadas para hablar de la memoria (tan vastas) a menudo tienen que ver con sumergirse en lugares oscuros, con cavernas o bóvedas, con castillos habitados por recuerdos locos, por bodegas subterráneas regenteadas por homínidos que no siempre hacen lo que les pedimos, como traernos los registros (a menudo echados a perder) que son catalogados por ellos mismos, bajo tierra, en pasillos largos y oscuros y húmedos y que poco tienen que ver con registros en discos duros.

3 comments:

Enrique G de la G said...

Cfr. Proust

José Luis Leyva said...

Una buena aunque muy sobada es esa de Lóriga, cuando compara a la memoria con un perro estúpido al que le lanzas un palo y te trae otra cosa.

Guillermo Núñez said...

Kiks: ¡San Agustín!
Leyva: ¿No te parece Tokio ya no nos quiere... su mejor novela? Es una buena metáfora, esa --pero ya no recuerdo si la leí ahí (y me parece el lugar más probable) o en esa otra de los enamorados de título rimbombante. Otra buena novela de píldoras con funciones existenciales es la de White Noise. Saludos.