En mi casa, sobre un escritorio, un libro gordo en cual no avanzo porque me ocupo con otras lecturas. Conmigo, en el fondo de la mochila, un libro delgado que llevo a todos lados -a la oficina- para leer cuando vienen esos momentos muertos, la oportunidad de la lectura. Amigo lector, tú conoces bien esta enfermedad. La dispersión, esa vida de caos y confusión. Esa vida que te lleva al café a matar los minutos que quedan antes de regresar a la computadora para abrir el libro que, desde hace semanas, demasiadas, llevas contigo en el autobús, al baño, al asiento en el avión, a la sala de espera: The Sportswriter de Richard Ford. Ah, la angustia de ver cuarenta paginitas más para terminarlo pero que, sabes, no podrás terminar a menos que te obligues. En cambio, no, por las noches te obligarás a otra cosa, al libro gordo en el cual apenas se avanza, por más que lo intentes.
Y es así que abres The Sportswriter, incapaz de concentrarte. Pues pronto piensas en otra cosa. Específicamente: en una imagen que hace tiempo viste en un Art Now, un still de la película Electric Earth, de Doug Aitken. El párrafo -¡pues es todo lo que avanzas!- que te lleva a esa imagen se encuentra en el onceavo capítulo de la novela, cuando Frank Bascombe está a punto de realizar una llamada telefónica, con esa curiosa derrota encarada con una sonrisa. Dice:
In the phone booth I lean heavily on the cool plexiglass, staring at a wire shopping cart stranded in the empty parking lot, while the operator in faraway 401 runs through her listings. At a distance across the blacktop, a burger joint is open on Easter. Ground Zero Burg -a relic of the old low-slung Forties places with sliding screens, windows all around and striped awnings. A lone black car sits nosed under the awning, a carhop leaned in talking to the driver. The sky is white and skating toward the ocean at top speed. Things can happen to you. I know that. Evil lurks most everywhere, and death is too severe for most ordinary remedies. I have dealt with them before.
Y es así que abres The Sportswriter, incapaz de concentrarte. Pues pronto piensas en otra cosa. Específicamente: en una imagen que hace tiempo viste en un Art Now, un still de la película Electric Earth, de Doug Aitken. El párrafo -¡pues es todo lo que avanzas!- que te lleva a esa imagen se encuentra en el onceavo capítulo de la novela, cuando Frank Bascombe está a punto de realizar una llamada telefónica, con esa curiosa derrota encarada con una sonrisa. Dice:
In the phone booth I lean heavily on the cool plexiglass, staring at a wire shopping cart stranded in the empty parking lot, while the operator in faraway 401 runs through her listings. At a distance across the blacktop, a burger joint is open on Easter. Ground Zero Burg -a relic of the old low-slung Forties places with sliding screens, windows all around and striped awnings. A lone black car sits nosed under the awning, a carhop leaned in talking to the driver. The sky is white and skating toward the ocean at top speed. Things can happen to you. I know that. Evil lurks most everywhere, and death is too severe for most ordinary remedies. I have dealt with them before.
2 comments:
¿Qué bueno es Ford, no? Otro de esos aburridos geniales. El bostezo de oro para Ford. Y para ti, de paso, Ay, Memo©.
Es fatal eso de tener varios libros a la vez...A mí todavía me esperan los que compré en la FIL, porque claro, ya me encapriché con Baricco y e sido negligente con todos esos empezados.
Saludos!
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