Escribo esto antes de dormir. Lo escribo aquí en lugar de anotarlo entre las hojas de mi cuaderno Moleskine que conforman mi diario. Lo escribo aquí por varias razones cuyo número se me va: porque me da pereza guardar lo que he escrito, apagar la computadora y caminar hasta mi escritorio, donde se encuentra mi cuaderno (estoy sentado en la cama, afuera está oscuro); porque quiero darle un giro a esto, si se puede decir así, regresar al registro de cotidianeidad que alguna vez nutrí en la bitácora.
Son dos razones. Creí que eran más.
Pasan los meses, el cadáver del pájaro sigue colgando del semáforo que regula el tránsito en las calles de Minerva y Francia, frente a mi casa. Cada vez se ve más descompuesto. Hoy mi padre me sugirió un título para un posible cuento: El pájaro muerto. Estábamos cenando. No me entusiasmó demasiado el título pero no se lo dije. No estábamos hablando del pájaro que cuelga del semáforo sino de otra cosa. Mi padre tiene un hermano al que apodan "El pájaro". Es mi tío. Tampoco estábamos hablando de él. Olvido de qué estábamos hablando pero ahora me viene a la mente, pues así funciona, las imágenes de una película que vi hace poco donde dos magos se baten en un duelo profesional. Uno de los trucos con el que ambos han experimentado exigía que se criara cantidad de canarios (o algún otro pájaro pequeño color amarillo cuyo nombre ignoro), pues en cada presentación uno de los pájaros moría. El truco consistía en hacer "desaparecer" al canario (o lo que fuera) y volver a "aparecer". Pero eran dos canarios, ¿lo ven? Eran hermanos.
Platiqué de esto con un amigo y mi novia, sobre los juegos de dobles y oscuros hermanos gemelos que contiene esta película, recurso usado y usado y usado en tantas historias, recurso que siempre funciona. Otro doble que contiene la película: uno de los magos lee el diario del mago contrario, un diario escrito en clave, como el de Wittgenstein, y anota en su propio diario los descubrimientos que ha encontrado en el diario del mago contrario.
Uno de esos cuadernos, me lo hizo notar Mariana, era marca Moleskine. Al menos eso creemos.
También debo anotar aquí, pues no lo anotaré en mi diario, pues está muy lejos, que otro día llegué a casa, venía de la calle, era noche, entré a la cochera y encontré un pajarito muerto. Pensé: Refu. En efecto, Refu se acercó casi tocando el suelo, apenada. Había matado al pájaro y se sentía fatal por ello. O por el regaño que sabía le iba a poner. Observé el cuerpo del animal. Estaba tieso. Y tenía una mancha naranja en el pecho, como el pajarito de la portada de uno de los McSweeney's Quarterly Concern que jamás conseguí.
1 comment:
se escribe macsuinis
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