You're gone anaerobic, you're burning muscle instead of fat, but your mind is crystal-clear.
Chuck Palahniuck, Survivor.
Every secret of the body was rendered up-bone risen through flesh, sacrilegious glimpses of an intestine or an optic nerve. From this new and intimate perspective, she learned a simple, obvious thing she had always known, and everyone knew: that a person is, among all else, a material thing, easily torn, not easily mended.
Ian McEwan, Atonement
Kafka, brazadas en una piscina. Hemingway, sparring. Chatwin, polo, caminata y esgrima. Estas son las cosas en las que piensa Guillermo mientras se ejercita en la elíptica. Trata de enumerar: el nombre del autor, el deporte correspondiente. Pronto se le termina la lista. David Miklos, caminata. Guillermo Fadanelli, trote. No tiene mucho más, a su disposición. Julio Hubard, box, alguna vez. ¿Fútbol americano? ¿Qué autor practicó alterofilia? ¿Platón? Seguramente hay muchos más autores que se dedicaron a la esgrima. Suena al tipo de cosas que --pero no es esto en lo que le gustaría pensar a Guillermo, mientras mueve sus piernas, sus brazos, sin avanzar a ningún lado. Lo que desearía Guillermo es que su mente estuviera en blanco, inactiva. Le gustaría moverse como una máquina. Goznes lubricados, extremidades flexibles, músculos funcionales. Un sistema perfecto. La música ayuda. Hoy: Interpol. The Heinrich Maneuver, en este momento. Gran canción. Ya no siente las piernas. Comienza a escurrirse el sudor. Esto está bien, piensa. La cabeza caliente, la respiración regular, los latidos estables.
Es tonto, impulsado por una combinación de vanidad y temor a la descomposición. La imagen de un hámster corriendo en una rueda le cruza la cabeza, como un relámpago. ¿Pero a dónde carajos se va toda esta energía? Piensa en Bataille. En la "quema" de las rebabas, los excedentes. ¿Pero cuál es el excedente que está ardiendo a cada pulsación? No hay manera de saberlo. Su vida, a ratos, no parece otra cosa que un excedente. Completamente intrascendente. Valora tu intrascendencia. Sí, le gustaría. Pero en ocasiones sólo consigue verse a sí mismo en tercera persona, corriendo con todas sus fuerzas hacia ninguna parte, con música desechable en sus oídos, en un gimnasio construido con esfuerzos que no fueron los suyos, a la espera de un día cuya llegada sólo retrasa. Pero hay placer en el deporte. No pide más. De hecho, todas las explicaciones que puede plantearse, los contras, apenas se rompe la barrera anaeróbica se deshacen. Y ahí está. Ya no tiene palabras. Sólo carne en movimiento.
3 comments:
palideciste!
¡Es el ejercicio!
camus y derrida, panbol.
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