Saturday, April 26, 2008

Ya voy, ya voy.


Veo Margot At The Wedding de Noah Baumbach. Resulta que me gusta, la película. Pienso en Annie Hall pero sobretodo en Hannah y sus hermanas, de Woody Allen, y en el atinado modo en que un usuario describió la película de Baumbach, en IMDB: "neurosis en los Hamptoms". Toda esa cosa intelectual, de familias podridas. Salinger me vino a la mente, también. Y estoy en eso, con cosas llegándome a la mente, bien entretenido, cuando el personaje de Jack Black agarra una sierra eléctrica -durante el clímax de la película. Es entonces que recuerdo La sierra y la manzana, uno de los cuentos de Arthur Bradfurd que aparece en su libro de 2004 Dogwalker (o ¿Quieres ser mi perro?, como lo tradujeron en Mondadori). La sierra y la manzana es un cuento poderoso, de una fuerza que opaca al resto de los cuentos contenidos en el libro. Podría describirse con las siguientes líneas del cuento: "Un instrumento excelente, la sierra mecánica: fuerza, velocidad y gracia, todo en el mismo lote".
Por ello fue bueno que la persona que me regresó el libro me recomendara que releyera La perra de Roslyn, el cuento con el que cierra el volumen. Aquí pueden escuchar a Bradford leyéndolo, en inglés, ¡y animado en flash! Sí, fue bueno que releyera ese cuento, que cuenta la historia de una transformación, un poco como Lady into fox, la novela de David Garnett (como dato cultural añadiré: hace unos días me contaban los de la oficina, en realidad sólo uno de ellos, que La metamorfosis de Kafka en realidad debió haberse traducido como La transformación pero parece que fue a Ortega y Gasset quien esto no le pareció una buena idea). Leí el cuento en mi coche. Después, cuando salí del coche me encontré con Refu, mi perra, quien está aquí a lado, junto a la puerta que la mantiene afuera del estudio, en el patio. Ahora que escribo puedo escucharla olisquear. Hace un rato ladraba. Me dice: "¿Cuándo vas a terminar este maldito post?" Y la verdad es que no sé porque hay demasiadas cosas que me vienen a la cabeza. Siento, incluso, que todavía no lo empiezo. Así que, avergonzado, no le contesto a Refu quien, aburrida, decide irse a ladrar más, a ladrar hasta que parezca que nunca va a parar.
Al llegar a casa, hace rato, después de verla y saludarla y recoger su caca, entré a la cocina y encontré la National Geographic de Marzo. En la portada aparece este simpático perro:

Se llama Betsy, es un Border Collie, tiene seis años y uno de los rostros más expresivos que he visto en un animal. Exagero. En realidad, Refu me mira así a cada rato, con inteligencia. Con, se entiende, expresión de inteligencia. Betsy, explica la National Geographic, posee un vocabulario de 340 palabras, sabe reconocer a quince personas por nombre y es capaz de identificar objetos a través de la representación de éstos en fotografías. Esto, lo sabemos, es algo que los infantes son, a menudo, incapaces de hacer. En fin, Betsy es uno de los varios animales que sirven de ejemplo para el artículo Minds of their own, de Virginia Morell. No lo he leído para entiendo que va en la línea de "los animales, contra lo que a menudo se piensa, no sólo sienten y expresan, también piensan; en suma, no son tan distintos a nosotros". En algún momento se argumenta: "como cualquier pet owner podría atestiguar". Lo cual, supongo, es verdad: quienes poseemos mascotas no sólo nos encariñamos a cierto grado con nuestros animales, incluso llegamos a notar -o a atribuirles- ciertas características. Algunos consideran esto una exageración, un antropomorfismo desmedido. Se aduce que nos reímos de los orangutanes sólo en la medida que son parecidos a nosotros. Se aduce, también, que por esa línea se puede llegar a una especie de fascismo ecológico. Recuerdo un capítulo de ER en el que atendían a un orangután y a su cría y como nunca antes las enfermeras y los médicos lloraban. Terminaban reflexionando, los personajes: "quizá estamos tan insensibilizados, tan entrenados a tratar mecánicamente a nuestros pacientes humanos, que ahora que tratamos a un animal, pues..." Y entonces Peter Singer y la PETA y la madre y todo mal y todo bien y los animales, y que si los tratamos con dignidad, y que si el aborto, que el feto no expresa ni responde ni experimenta dolor cuando apenas han pasado algunas contadas semanas y no hay modo certero de saber, y las Amazonas arden y el apocalipsis y el tema en boca de todos y Refu regresa y me ladra, a través de la puerta, y me pregunta si ya acabé de una vez con mi jodido post y que quiere salir a pasear.

4 comments:

Mario Gensollen said...

No Memo, a mi esa película no me gustó. Nada. Nada de nada. Me aburrí. Es raro que vea las películas en dos días. Esta la vi en tres. No pude. Compararla, o siquiera referirla, con Woody Allen, no Memo, no. ¡Con Salinger! Ay Memo. Ni siquiera con Bradfurd. Tienes una mentecilla que teje relaciones de maneras muy extrañas.

Guillermo Núñez said...

¿Ya vas a empezar a despotricar?

Mariana said...

¿ya leíste "el mal de montano" de vila matas? te urge, créeme.

besos lluviosos.

Guillermo Núñez said...

Lo leí, sí. ¿Pero por qué me urge?
Abrazo.