Tuesday, March 03, 2009

Thomas Mann: otro antídoto al entretenimiento

La montaña mágica es una novela aburrida. Esta impresión siempre me llega, sin embargo, como sorpresa. Recuerdo que cuando intenté leer José y sus hermanos me llegó una sensación similar, como si estuviera leyendo bajo el agua, avanzando -pero, no, hundiéndome- en un magma de historia. El fin de semana, recuerdo, leía, dormía, despertaba para comer, leía y luego dormía más, avanzando como un oso que hiberna. La montaña mágica es una obra para engordar y concentrarse. Anoto esto porque leía hace un momento sobre las aspiraciones de David Foster Wallace pasada The Infinite Jest. De acuerdo con D.T. Max:

From 1997 on, Wallace worked on a third novel, which he never finished—the “Long Thing,” as he referred to it with Michael Pietsch. His drafts, which his wife found in their garage after his death, amount to several hundred thousand words, and tell of a group of employees at an Internal Revenue Service center in Illinois, and how they deal with the tediousness of their work. The partial manuscript—which Little, Brown plans to publish next year—expands on the virtues of mindfulness and sustained concentration. Properly handled, boredom can be an antidote to our national dependence on entertainment, the book suggests. As Wallace noted at a 2005 commencement speech at Kenyon College, true freedom “means being conscious and aware enough to choose what you pay attention to and to choose how you construct meaning from experience. Because if you cannot exercise this kind of choice in adult life, you will be totally hosed.”

El resto del texto está en The New Yorker. Tiene 13 páginas y uno tarda en leerlo. El párrafo anterior es apenas de la segunda página. También hay un avance de la novela. Pero usted ya sabía todo esto.

4 comments:

In said...

eso mismo le dije a Charp cuando me dijo que la leyera, me prometió que era una obra maestra y no pude pasar de la página 200. Gracias Memo.

María Fernández-Aragón said...

Me gustas cuando hablas así, Guillermo. Talk boring to me. Me gusta sobre todo eso de la dependencia al entretenimiento. Lee a Vargas Llosa (que habla de Paz y el Gran Bostezo). Que lo leas, te digo (bueno, si es que no has leído: es cosa vieja). Yo voy a leer tus 13 páginas. Bueno, las de DTM sobre DFW. Pero no ahora. Ahora no voy a leer más que una página de Mann para quedarme dormida.

a. said...

hola !

Ambrosio Cajinas said...

¡¡¡¡¡¡¡No mameyes!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Cómo que la montaña mágica es aburrida!!!!!!!!!!!!!¡Esto sí es una confusión apocalítpica! Aburridos son los programas de televisa que conduce Andrea Legarreta, o las películas de Star Wars, o el big brother, o ese prodigio de ñoñez y gamzoñería gringa (gazmoñería progresista, pa que no digan) llamado Dr House. Aunque entiendo que Memo Nuñez está ironizando con el concepto de entretenimiento, me temo que muchos sean incapaces de advertir la distancia irónica que hay en lo que se expresa en este blog. Por eso, y porque me he topado con personas que en verdad creen que Thomas Mann es aburrido, no he podido dejar de reprimir mi ira ni dejar escapar las siguientes palabras que llevaban ya un rato escondidas dentro de la mollera: el problema, creo, es que recientemente se escribe y se lee demasiado en inglés (no tengo nada contra el inglés sofisticado, aderezado con latines y dialectos, de James Joyce, pero sí, y mucho, contra el de todos los demás, desde Hume hasta acá; el inglés previo era una cosa elegante y a veces exquisita, aunque de ningún modo tanto como el español, el ruso o el latín). No soporto ese idioma de perros, desesperantemente digital, rítmicamente monónoto, escasa o mejor dicho nulamente abastecido de palabras que rebasen las tres sílabas. En fin, que creo que tanto yambo ha hecho estragos en el gusto de muchos, les ha embotado el gusto para disfrutar de una prosa incomparablemente deliciosa y profunda, llena de gracias y de sorpresas, como la de Thomas Mann.