No es suficiente el tiempo, uno avanza poco en La montaña mágica. Esta es la segunda vez que intento leerla. Veo ahora que quizá no era necesario iniciarla de nuevo sino retomar la página donde me quedé en mi primer intento. En las páginas 184 y 185 de la edición que ahora leo (la edición que leía antes la presté y nunca me la devolvieron), encuentro que Hans Castorp llega bastante molido después de una caminata a una conferencia que se imparte en uno de los salones del Sanatorio Internacional Berghof. El doctor que imparte la conferencia dice: "El amor reprimido no muere; vive y, aun en la más secreta oscuridad, aspira a realizarse; rompe la mordaza de la castidad y vuelve a la salir a la superficie, si bien en una forma diferente, irreconocible".
¿Bajo qué forma? "Bajo la forma de la enfermedad".
Castorp, pero no sé por qué escribo esto, se da cuenta entonces de lo que hace el doctor, está haciendo propaganda para su disciplina, "la disección de psicologías": "Venid a mí -parecía decir-, todos los que estáis afligidos y cargados de penas".
Castorp, más o menos en este momento, decide abandonar el salón con su primo no sin antes notar al grupo de personas que deciden acercarse al doctor: "Era como si todos le siguieran en un movimiento concéntrico, acercándose a él desde todos los lados, con gesto vacilante y como sin voluntad propia, movidos por una extraña atracción -igual que las ratas tras el flautista de Hamelín".
Como cerdos al barranco.
He notado que la edición de Edhasa utiliza indistintamente tumbona y chaise-lounge. Y ahora me viene a la cabeza el recuerdo de la tumbona del psicoanalista al que frecuenté en la preparatoria, cubierta por revistas y libros, sin ser utilizada. Era un buen psicoanalista.
¿Bajo qué forma? "Bajo la forma de la enfermedad".
Castorp, pero no sé por qué escribo esto, se da cuenta entonces de lo que hace el doctor, está haciendo propaganda para su disciplina, "la disección de psicologías": "Venid a mí -parecía decir-, todos los que estáis afligidos y cargados de penas".
Castorp, más o menos en este momento, decide abandonar el salón con su primo no sin antes notar al grupo de personas que deciden acercarse al doctor: "Era como si todos le siguieran en un movimiento concéntrico, acercándose a él desde todos los lados, con gesto vacilante y como sin voluntad propia, movidos por una extraña atracción -igual que las ratas tras el flautista de Hamelín".
Como cerdos al barranco.
He notado que la edición de Edhasa utiliza indistintamente tumbona y chaise-lounge. Y ahora me viene a la cabeza el recuerdo de la tumbona del psicoanalista al que frecuenté en la preparatoria, cubierta por revistas y libros, sin ser utilizada. Era un buen psicoanalista.
4 comments:
¡Ya entendí! En ese diván --que no tumbona ni chaise-longue--, Ay, Memo(c) descubrió un primer ejemplar de McSweeney's.
Not.
¿Vanidades? ¿Cosmopolitan?
Saber ver y Tv Notas.
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