Hoy, justo antes de entrar a la oficina, fui a comprar un café que al final no pudieron entregarme porque no tenían cambio (no se preocupen, más tarde conseguí cafeína, asegurando mi desempeño laboral). Mientras lo hacía me fijé en que el único televisor encendido estaba puesto en lo que parecía un canal serio donde transmitían entrevistas. Hablaba una cabeza con rostro barbudo. Puse atención. Descubrí que era un actor de telenovelas hablando muy seriamente de la mujer de quien recientemente se había divorciado y la supuesta adicción a las drogas que tenía esta mujer (pasaban imágenes de ella, acompañando las palabras del actor, caminando junto al Camino Real de Polanco, se veía muy decente) y los "graves problemas emocionales" que tenía. Todo esto pude ver, en la fracción de segundos que puse atención. Cuando no pudieron venderme el café aseguré que no había problema -no lo hubo- y vine aquí, a la oficina. Y ahora estoy pensando en que anoche que estaba esperando a que empezara Entourage le estaba cambiando a los canales del cable y me detuve un momento en The Girls of the Playboy Mansion. Lo que vi fue un momento del viaje que estas chicas hicieron con Hugh Hefner a Las Vegas y la visita al museo de cera que allí tienen. Las chicas y Hefner se tomaban imágenes junto a las estatuas de cera (un decir, eran figuras hechas con silicón -["como mis senos cariño", gritaba una de ellas]) y por supuesto llegó el momento en que las chicas y el Hefner de carne y hueso posaban junto al Hefner de silicón sobre una cama falsa y el consecuente momento en que me vi diciendo, a mis adentros, Don DeLillo podría escribir una novela a partir de este momento, como si hubiera algo allí, secreto y cifrado, aunque muy probablemente no sea así, muy probablemente lo único que había en ese momento era una persona un poco cansada del día laboral que estaba esperando el momento en que su programa sobre una estrella de cine y sus amigos y sus aventuras en Hollywood iniciara.
Thursday, February 11, 2010
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
1 comment:
Bestial, Heffner. Larga vida a la silicona.
Post a Comment