La última vez que estuve en la habitación de Julián Zárate, en Mérida, me encontré con dos cosas: 1) con el número de The Believer de marzo que yo también tenía en mi habitación, de vuelta en el D.F., y con 2) que si uno dice "la última vez" antes de cualquier cosa, suena como si fuera una cosa que hiciéramos a menudo. En realidad no descubrí esto último la última vez que estuve en la habitación de mi amigo, sino la última vez que estuve paseando por los jardines de Versalles con otro par de amigos. Total, en el número de marzo de The Believer hay un artículo muy bueno de una persona que se llama Jeff Fort y que yo no había leído hasta hace poco. Es un artículo que trata sobre Kafka y su afán compartido con Walser por desapacer, mismo afán que ahora lo ha constituido una leyenda, casi una obligación por re-leer a Kafka. Yo no he leído todo Kafka. Algunos cuentos y el inicio de El desaparecido pero no lo suficiente como para decir que he leído bastante de Kafka. Si consultan este ensayo, y espero que lo hagan porque es una gran cosa (como ya me lo había advertido Julián), en la nota al pie número tres leerán cómo es que uno de los personajes de un cuento de Kafka, Gracchus, en realidad cifra el mismo nombre de su autor. Gracchus, en latín, es graculus, en italiano grachio, en alemán Dohle, en inglés jackdaw, en checo, kavka.
En español es corneja. Arriba, una fotografía de un hombre increíblemente similar a Zagal haciendo cetrería con una bonita corneja. Encontré la foto en www.cetreria.com
2 comments:
En realidad soy yo, intentando convertir a un aguilucho indisciplinado en una verdadera ave de caza. Pero como el avechucha es imprudente, mucho me temo que terminará en la jaula de algún zoológico. Ojalá me equivoqué.
Ja.
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