Vendela Vida, como pueden ver, es atractiva. Seguramente su cabello huele bien. Es mujer de Dave Eggers (y comienzo a pensar, escribe mejor que él). Hace poco leí un artículo suyo en Slate, ingeniosamente titulado Scents and sensibility. Me acordé ahora de él pues a pesar de tener la nariz tapada, puedo percibir el olor a mostaza que sube de abajo, desde la cocina. Es una combinación de naranja con mostaza (preparan, sospecho, uno de mis platillos favoritos, el pollo a la mostaza). A la vez, bebo una Orangina. El olor es penetrante pero no abrumador, un poco de picor y dulzura que termina por alojarse en la base de mi pecho, en el esternón. Y me cuesta trabajo seguir por esta línea, a pesar de que el olor se mantiene ahí, en mi nariz, en mi cuerpo, cerca. La razón por la que se me dificulta continuar es porque, como señala Vida, describir olores es una de las cosas más endemoniadamente difíciles que existen. Cuando usted, cosmopolita lector, escucha a un catador de vinos o a un experto en aromas (que seguramente poseen un nombre determinado que desconozco), habrá de notar, sin duda, que se expresa exclusivamente a base de metáforas comparativas. Huele como a cedro, a frutas... etcétera.
En el artículo, si no lo han leído ya, Vendela se queja un poco de la aparente anosmia que existe en la literatura norteamericana. Lo atribuye, lógicamente, al espíritu ascéptico que impera en EU --repentinamente, recordé el año que pasé en Rolling Prairie, Indiana, un estado plano en el que proliferan las granjas. No recuerdo haber olido o percibido el olor a excremento de vacas en todo el tiempo que estuve allá, sorprendentemente. En fin: además de esa queja, Vendela (quien en sus novelas sí recoge los olores --ese cuarto que huele a cebolla, en And now you can go, el cálido olor de las cabañas, en Let the northern lights erase your name), decía, Vendela pasa revista sobre novelas en las que sí se describen olores. Por supuesto que habla del Perfume y de novelas del siglo XIX y antes. Y le sorprende que a pesar de todos los ejemplos que existen provenientes de Europa, la Europa contemporánea, de América, entendida como EU, sale poca cosa (a no ser por las novelas del 9-11).
Cosa rara pues actualmente el catador de vinos más importante a nivel mundial, quien ha asegurado su naricita en millones, vive en uno de esos planos y siniestros estados del Middle West americano.
En una sociedad limpia, no exótica, donde los olores se producen --argh, da hueva seguir. Sólo quería poner la foto de Vendela Vida y decir que había leído sus dos novelas que están muy buenas y que deberían leer y ya, a comer pollo en mostaza.
6 comments:
Buen provecho! Por cierto que describir un aroma requiere de una buena metáfora y de haberlo percibido antes, y de lograrse da un buen tono a lo que se escribe.
ella es el demonio? vende-la vida?
quiero pollo a la mostaza.
Desde hace un tiempo he querido leer algo de ella pero no he tenido ni tiempo ni voluntad.
Hace poco tuve una experiencia olfativa pocasumadre: abro la puerta para salir de mi casa, cruzo el umbral y un olor a Cuernavaca me deja petrificado. Era un sábado de mayo, estaba el día tranquilo, y Zehlendorf olía exactamente igual a Cuernavaca.
quiere pollo a la mostaza oiste???
mi abuela murio hace algunos años. pero a veces percibo su olor en mi casa
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