"Lo que reprocho a los diarios es obligarnos a prestar atención todos los días a cosas insignifcantes mientras que, a lo largo de toda nuestra vida, sólo leemos tres o cuatro veces libros donde hay cosas esenciales. Dado que todas las mañanas desgarramos la faja del diario, deberían invertirse las cosas y poner en el diario, no sé, ¡los... Pensamientos de Pascal! (soltó estas palabras en un tono de énfasis irónico para no parecer pedante). Y sería en uno de esos volúmenes de cantos dorados que sólo abrimos una vez cada diez años", añadió poniendo de manifiesto hacia las cosas mundanas ese desdén simulado de ciertos hombres de mundo, "donde podríamos leer que la reina de Grecia ha ido a Cannes o que la princesa de León ha dado un baile de disfraces. Así quedaría restablecida la justa proporción".
Ocurre que abriendo uno de esos libros que se abren cada diez años, A la búsqueda del tiempo perdido, leo una nota a este párrafo, en el que Mouriño explica (con una apagada ironía) que la princesa de León, Herminie de la Brousse de Verteillac, "escribió a Proust nada más aparecer el libro para darle las gracias por citar la fiesta que había dado en mayo de 1891". Al parecer, la fiesta estuvo bien padre.
Ocurre que abriendo uno de esos libros que se abren cada diez años, A la búsqueda del tiempo perdido, leo una nota a este párrafo, en el que Mouriño explica (con una apagada ironía) que la princesa de León, Herminie de la Brousse de Verteillac, "escribió a Proust nada más aparecer el libro para darle las gracias por citar la fiesta que había dado en mayo de 1891". Al parecer, la fiesta estuvo bien padre.
1 comment:
También señalé ese, escribí a un lado "los diarios y los libros".
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