Desde hace días he procurado anotar en este espacio cosas interesantes, fragmentos de mi vida sacadas un poco fuera de contexto para darles aunque sea un ligero pincelazo del tono de la opinión, el artículo, el texto de interés. La verdad es que todo ha sido con la intención de formar una mayor comprensión de mí mismo, una idea más clara de mi persona, de la misma forma en la que, aunque con mayor intensidad, lo hago en mi diario. De forma probablemente no intencional esto ha sido una respuesta a las recomendaciones veladas de amigos y conocidos, especialmente de Héctor Zagal. Porque, Zagal, deja te digo, no se me escapa que debería tener cosas más interesantes que decir. Me encantaría viajar por el mundo para palparlo, verlo y saborearlo de primera lengua. Hasta ahora, esa existencia no me ha sido concedida. Debería estudiar más, sí. Excepto que cuando llego a hacerlo, contar sobre las cosas interesantes que leo siempre me resulta una impostura pues invariablemente lo hago como si poco tuvieran que ver conmigo.
Sólo que todo tiene que ver conmigo. El trabajo que realizo contigo, Zagal. Los ratos invaluables que paso contigo, Mariana. Las lecturas que hago a partir de ti, librero. La convivencia diaria que sostenemos, familia. Los paseos aparentemente insípidos y sin interés que realizamos, Refu. Las pláticas que sostenemos, Adriana. Los proyectos y los tragos, David. Las bromas, Óscar. Los proyectos menguantes, Julián y Mariana. Esta bitácora, lector. El pasillo, Ross, Piú, Salazar, Vicente y Vicente. La amistad de años, Rodrigo y Gino. La amistad de distancia, Julián. Este es mi mundo más inmediato. Fingir una distancia, aunque puede ser sano, aunque a veces sea prudente, siempre me suena a disfraz.
Todo esto me suena a justificación para algo. Parece que estoy a punto de escribir exclusivamente sobre mi vida cotidiana. Es decir, sobre mi vida. Los ratos que paso en la cama. Frente al televisor. En el tráfico. Comiendo. En el baño. Esto, claro, no será novedad. ¿Me gustaría ser un soldado para fungir como una especie de corresponsal de guerra literario? ¿Me gustaría estar enfermo de algo que me brinde una distinción en particular? ¿Viajar a la luna, a la Patagonia, a la India o en el metro? ¿Ser "un hombre de mi siglo"? ¿Por qué me parece tan importante todo esto? Tal vez sospecho, en el fondo, que mi vida no es tan interesante como podría serlo. Me voy a organizar un viaje, es lo que voy a hacer. O le escribiré a Luis, mi primo que estuvo reparando helicópteros en Irak. O comenzaré a comportarme como poeta. Aunque probablemente eso me servirá será sólo para mi ficción. Pero, y con esto, con lo diario, ¿qué hago? No veo manera.
Cosas que debo hacer hoy: terminar un trabajo para Zagal, ir por mi coche a la agencia, comer con mi familia, regresar al trabajo, tal vez asistir a una reunión con Mariana, aliviarme el dolor de espalda, leer, dormir.
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