Tuesday, December 04, 2007

Les digo que leo a Littell

Algunos eran, por lo demás, consumados fotógrafos, pero sus trabajos me dejaban un sabor de boca desagradable al tiempo que no podía dejar de mirarlos.
Jonathan Littell, Las Benévolas
Vero Testa, sin dejar comentario, mandó hace tiempo esta imagen al concurso de McSweeney's, el de las convergencias:Se estaba refiriendo a la serie de fotografías de la prisión Abu Ghraib, entre las cuales, destaca creo de manera más icónica ésta:
Al respecto, Lawrence Weschler escribió esto y refirió, igualmente, a esto. Estas convergencias las había visto ya, meses atrás, pero anoche que leía Las Benévolas, un libro en el que me he adentrado lentamente, lo recordé todo. Primero porque Littell sí decide transcribir el pasaje de Platón en el que me hizo pensar cuando escribí mi entrada de Noviembre 27 (más abajo), pero al que no llegué hasta anoche porque soy un lector lento y tonto. El pasaje, como ya había señalado Eduardo Charpenel en un comentario hace tiempo, en esta misma bitácora, proviene de La República y de creerle a Littell dice así:
Leoncio, hijo de Aglayón, subía del Pireo por la parte exterior del muro del norte cuando advirtió unos cadáveres que estaban tendidos en tierra junto al verdugo. Comenzó entonces a sentir deseos de verlos, pero al mismo tiempo le repugnaba y se retraía; y así estuvo luchando y cubriéndose el rostro hasta que, vencido de su apetencia, abrió enteramente los ojos y, corriendo hacia los muertos, dijo: ¡Ahí lo tenés, malditos, saciaos del hermoso espectáculo!
Temo que las cosas, en la novela, se van a poner cada vez peor. Como han de saber, está contada desde el punto de vista de un verdugo nacional socialista. En el momento de la trama en que voy, apenas se están mejorando los "métodos de exterminio", procurando poner a raya las pasiones que destapan en los soldados nazis las multitudinarias ejecuciones. Aquí, la tipificación, contada por el verdugo:
"Estaban, en primer lugar, esos que, aunque intentasen disimularlo, mataban con voluptuosidad; ya he hablado de ellos, eran criminales que habían salido a flote merced a la guerra. Estaban luego los asqueados, que mataban por deber, sobreponiéndose a la repugnancia, por amor al orden; y por fin, estaban quienes consideraban a los judíos como animales y los mataban igual que un carnicero degüella una vaca, una tarea grata o ardua según el humor o la disposición".
Pero, ah, el verdugo en cuestión no se identifica con ninguno de estos tres tipos. Sólo siente una comezón general por la búsqueda de respuestas: "una pasión por lo absoluto, y también, me percaté de ello un día con espanto, curiosidad: en esto, como en tantas otras cosas de mi vida, era curioso, intentaba ver qué efecto me iba a causar todo aquello".
¿Les conté de la vez que entré a YouTube buscando el video de la ejecución de Saddam Hussein? Tenía curiosidad. Y comencé a verlo pero cuando vi que le ponían el lazo al cuello tuve que cerrar la ventana. Sabía que si lo veía me haría, en algún sentido, daño. No hace mucho, sin embargo, entré al blog de un periodista de nota roja. Pasé el scroll rápidamente por encima de las fotografías más desagradables y me detenía solamente en los textos. Pero hubo un momento, recuerdo, en que me ganó la curiosidad: quería saber cómo reaccionaría si me detenía en alguna de las imágenes -era una mano cercenada de una señora que la perdió cruzando el periférico. Y comencé a aderezar la imagen con historias de terror y fantasía que conocía, en las que manos separadas buscaban volver a su dueño (recuerdo una vieja b-movie con Michael Caine que trataba precisamente de esto; se llamaba, si recuerdo bien, The Hand). Y sentí un poco de asco, pero en general no me pareció tan grave.
Me estoy preguntando seriamente si debo seguir con la novela. En este momento, quiero decir. Quizá más tarde me dé igual. Quisiera terminar esta actualización escribiendo "Qué horror" o "Esto es preocupante". Pero no me sale sincero.

1 comment:

Enrique G de la G said...

No he leído a Littell, y no estoy seguro de que me interese. Pero te interesará (re)leer esto de Coetzee, pienso: http://www.letraslibres.com/index.php?art=9205

Saludos.