No es que haya terminado el condenado libro. No es ya no leo a Littell. Lo que pasa es que estuve ocupado. Hubo un momento del día en que cargué costales llenos de piedras redondas, de río. Transportándolas, como bestia de carga. Debe haber una manera oficial de cargar estas cosas, una combinación de usar músculos de brazos --en lugar de la espalda, digamos-- y de respirar adecuadamente, en lugar de jadear. Pero yo no conozco estas fórmulas. Ahora, a punto de salir a rockear en la noche mexicana, con esa sangre roja que invade mi cuerpo pero lo motiva, me duele la espalda. Las veo negras.
Saturday, December 15, 2007
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