Hoy llevé a mi hijo a la peluquería y el peluquero intentaba hacerlo voltear de modo que pudiera pasarle la máquina en uno de los costados de su pequeño y adorable cráneo. Tuve que llevarlo porque hace unos días se me ocurrió lo que resultó ser una idea bastante tonta, cortale el cabello yo mismo. Tiene dos años, mi hijo. Y aunque muy inteligente, también es muy inquieto. Por supuesto, le solté varios tijeretazos y por ahorrarme un poco de dinero, mi pequeño terminó con algunas buenas mordidas de burro. Lo que quería contarles, en suma, es que mientras el peluquero le cortaba el pelo le decía: "Mira el perro", señalando al piso. "¿Cuál?", preguntó mi hijo, con esa voz que aún se está formando, acoplando a sus pequeños, aunque de pasos seguros, pensamientos. "¿No lo ves?", le preguntó el peluquero, "está allí, junto al gato". "Ñoo", decía mi hijo, al mismo tiempo que volteaba. "Y el gato está junto al ratón", finalizó el peluquero, su máquina arrasando con los delgados cabellos de mi peque.
Un momento después mi hijo, quien insistía en que no veía al perro -o al gato o al ratón- le dijo al peluquero: "¿Ya viste la vaca?". "¿Cuál vaca?", preguntó el peluquero. "Esa de allá", dijo. El peluquero buscó con la mirada.
Todo esto es verdad, excepto que yo no tengo un hijo, no sé por qué decidí escribir eso. El caso es que el peluquero preguntó, con auténtica duda, dónde se encontraba la vaca. En dos ocasiones distintas, preguntó. El peluquero que, por su parte, me estaba cortando el pelo a mí rió mucho y se burló mucho y repitió una y otra vez: "Te la aplicaron, te la aplicaron, ¡el morrillo es abusado!"
El padre que llevó a este niño pasó mucho tiempo recogiendo el martillo de juguete y el Elmo que el niño dejaba caer, por accidente.
Un momento después mi hijo, quien insistía en que no veía al perro -o al gato o al ratón- le dijo al peluquero: "¿Ya viste la vaca?". "¿Cuál vaca?", preguntó el peluquero. "Esa de allá", dijo. El peluquero buscó con la mirada.
Todo esto es verdad, excepto que yo no tengo un hijo, no sé por qué decidí escribir eso. El caso es que el peluquero preguntó, con auténtica duda, dónde se encontraba la vaca. En dos ocasiones distintas, preguntó. El peluquero que, por su parte, me estaba cortando el pelo a mí rió mucho y se burló mucho y repitió una y otra vez: "Te la aplicaron, te la aplicaron, ¡el morrillo es abusado!"
El padre que llevó a este niño pasó mucho tiempo recogiendo el martillo de juguete y el Elmo que el niño dejaba caer, por accidente.
9 comments:
Cada día que pasa te entiendo menos. Ay, Memo©.
qué bien!
Es fácil: el niño se hacía el que no veía al gato y al ratón y al final el peluquero se desquitó pretendiendo que no veía la vaca. Luego Elmo tuvo un accidente con un martillo.
En serio me ha gustado, Memo.
no tienes un hijo? Eso es lo que tu no sabes!!! Ja!
¿Estás seguro de que era una PELUquería y no una PULQUEría? En una pulquería uno ve lo que sea.
Hasta hijos propios ve uno en una pulquería...
Listillo.
Jajaj, ya estaba yo viendo este post y preguntandome 'Cómo, un hijo?'
Adriana tiene un hijo tuyo, no te lo ha dicho.
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