A punto de cerrar, apagar, irme a dormir y noto que huele a gas. Ahora trabajo en convencerme que no huele a gas, que es otra cosa la que huele, tal vez soy yo. Pero huele. A gas. Y temo morir en mis sueños. Ahora veo que la pereza huele más que mi temor a la muerte. Cada día se aprende algo nuevo. No bajaré a la cocina ni revisaré los calentadores. Cerraré las ventanas, apagaré la computadore y me iré a dormir.
Fue un gusto.
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