Thursday, April 30, 2009

Diario de la peste: Hacéldama

EnlaceY que ayer tocan a la puerta y que me entregan un paquete con un libro, Pride and Prejudice and Zombies, que Luis Panini tuvo a bien a mandarme desde Monterrey por mi cumpleaños. ¿Conocen esto, la bondad de los extraños? Es algo extraordinario.
El libro tiene ilustraciones, como esta:

Mr. Darcy watched Elizabeth and her siser work their way outward, beheading zombie after zombie as they went.

Ustedes conocen bien el inicio de Pride and Prejudice (nunca la he leído) que pueden leer acá:

It is a truth universally acknowledged, that a single man in possession of a good fortune must be in want of a wife.
However little known the feelings or views of such a man may be on his first entering a neighbourhood, this truth is so well fixed in the minds of the surrounding families, that he is considered as the rightful property of some one or other of their daughters.

Este es el inicio revisado:

It is a truth universally acknowledged, that a zombie in possession of brains must be in want of more brains. Never was this more plain than during the recent attacks at Netherfield Park, in wich a household of eighteen was slaughtered and consumed by a horde of the living dead.

Encuentro curioso que me haya topado con al menos tres libros en esta semana que tienen que ver con invasiones a Inglaterra, me imagino que algo tiene que ver su espíritu marcadamente insular. Justo ayer leía un texto de David Miklos (saludos David) que va a salir en el próximo número de La Tempestad, que me hizo pensar en todo esto, y que inicia así: "Nadie en la ciudad. Cuando la pienso, antes de conocerla, sus calles están vacías, nadie camina sobre las aceras, ningún farol, ninguna lámpara se encuentra encendida, ausencia de nubes y aviones en el cielo. Nada en la ciudad". Recuérdelo, este texto fue escrito tiempo antes de los recientes y extraños eventos que aquejan a nuestra pequeña cotidianidad.
Ayer me enfrenté de nuevo a mi computadora en ajedrez y nada, perdí todos los juegos.

Tuesday, April 28, 2009

Diario de la peste: encerrado en casa


Por la noche juego ajedrez contra la computadora. No gano un solo juego. Juego en la modalidad de Humano contra Computadora. Hay otras modalidades, Computadora contra Computadora, Humano contra Humano y la que más me intriga, Computadora contra Humano. No comprendo pero tampoco le doy click a las otras opciones para averiguar precisamente en qué consiste la modalidad Humano contra Humano (¿mi máquina busca en línea otro oponente?, ¿materializa a un contendiente?), ni Computadora contra Computadora (¿la máquina juega contra sí misma?, ¿busca en línea otra computadora?, ¿me transforma en computadora?). La razón principal por la cual no averiguo en qué consisten las otras opciones es que me gusta poder tenerlas allí, como un perenne misterio, como una estrella que brilla a años luz de distancia y que a ojo pelón parece estar ahí aunque, ¿quién sabe?, ¿un astrónomo?, sólo un astrónomo que supiera calcular estas cosas sabría si dicha estrella realmente está allí o si sólo vemos los rayos de luz que nos han alcanzado después de millones de años y -en fin, misterios.
Calor inmundo.

Diario de la peste: en la oficina por la tarde

Ayer, intentando dar con notas culturales en México, puse la Cumbia de la influenza, It's the end of the world as we know it (and I feel fine) de R.E.M., Los Marcianos llegaron ya (bailando cha-cha-cha), Ahí viene la plaga (interpretada por Alejandra Guzmán), The end de The Doors, la canción que sale al final de Dr. Strangelove (pero cuyo nombre no recuerdo), When the man comes around de Johnny Cash y luego ya no se me ocurrió qué más poner así que pusieron a Radiohead.

Monday, April 27, 2009

Diario de la peste: sincronías

"Si las dolencias pulmonares de su mujer y la visita que le hizo en un hospital en los Alpes inspiraron a Thomas Mann la gran novela de la tuberculosis, podríamos decir que El cuaderno gris, de Josep Pla, es la obra maestra del catarro", más acá, en El diario del año de la gripa, un texto de Víctor Cabrera.

Diario de la peste: "ay nanita"

Cierre, La Tempestad, subió el dolar, se cayó la bolsa, epidemia, temblor, comezón en la ceja.

Diario de la peste: "el contagio había empezado con frecuentes intermitencias"

Sofía Ochoa me pasó este vínculo, al blog de Ernesto Priego, quien, según leo, actualmente estudia para bibliotecario o librero. Y, según leo en su blog, es poeta. También me pasó este. Hoy leía, incidentalmente, que las rentas en Blockbuster superaron en el fin de semana incluso a las rentas de Semana Santa, porque todos están encerrados, lo cual es bastante lógico. Lo leí en la portada del Reforma, debajo de lo del Cristo Sanador.

Sunday, April 26, 2009

Diario de la peste: bajo las alas del águila

Finalmente, mis padres mi primo y yo decidimos salir el domingo de casa para comer en la Trattoria que, como era de esperarse, estaba prácticamente desierta excepto por los alegres meseros que se esforzaban en poner buena cara detrás de sus tapabocas (los panaderos, en la tienda de la entrada al restaurante, también llevaban, pero siempre lo hacen). Mi padre y yo entramos al restaurante dándole conclusión a una discusión sin conclusión que habíamos iniciado en el auto. Con el libro de Wells terminado, retomé el Diario del año de la peste y una línea me hizo pensar en una imagen que había visto en un periódico en línea unos minutos antes de salir de casa, un grupo de guadalupanos frente a la imagen de la Virgen de Guadalupe con sus tapabocas azules; debajo de la imagen, una cifra de la supuesta cantidad de muertos que ha cobrado la influenza en la Ciudad de México. Le comenté a mi padre, a partir de ello, la respuesta de la Ilustración ante eventos naturales -como el terremoto de Lisboa en 1755- y en fin, cosas así, como sacadas de Wikipedia, sólo para llegar a la pregunta de si uno podía considerar los eventos o desastres naturales como algo moral, amoral o en cierto sentido sobrenatural. Mi padre me recordó que el diluvio y que las grandes pestes bíblicas y me preguntó: "Bueno, ¿pero tú no crees que Dios podría hacer algo así?". Claro que podría, "pero ese no es el punto, la pregunta es si tú crees que, por ejemplo, esto de la influenza es un acto divino; y de serlo, ¿daría igual, no crees? Finalmente caería tanto sobre justos como injustos, como me imagino que es como sucedió en lo que se cuentan en la Biblia". Dejamos esta ociosidad cuando mi padre me recordó que en Sodoma y Gomorra, de acuerdo con la Biblia, no había justos; "hay sociedades que pueden corromperse enteras", me dijo. Pero no somos nosotros quienes podrían decir esto. Y bueno, ese era un poco el punto, que uno, como humano, sería incapaz de dar con los criterios morales para reconocer un evento de la naturaleza como uno de justicia divina. Recordé entonces cuando estaba en la preparatoria y un terremoto azotó a la ciudad. Un compañero, recuerdo, imitó a una viejita que estaba en la calle agarrada de un poste de luz, gritando: "¡Dios, calma tu iraaaaa!"



Lo que trajo a colación esta conversación de domingo por la tarde fue una línea de la introducción a mi edición de Diario del año de la peste en la que se cita el Salmo 91, del cual copio un fragmento a continuación:

El que mora en el secreto de Elyón/ pasa la noche a la sombra de Sadday/ diciendo a Yahveh: "¡Mi refugio y fortaleza, mi Dios, en quien confío!"/ Que él te libra de la red del cazador, / de la peste funesta; / con sus plumas te cubre, / y bajo sus alas tienes un refugio / escudo y armadura es su verdad. / No temerás el terror de la noche, / ni la saeta que de día vuela, / ni la peste que avanza en las tinieblas / ni el azote que devasta a mediodía. / Aunque a tu lado caigan mil / y diez mil a tu diestra, / a ti no ha de alcanzarte.

Y es que al inicio del diario (¿pero por qué diario?, está escrito como memoria), el protagonista relata sus desventuras para salir de la ciudad (lo intenta a pie, acompañado de un criado, pero cuando le abandona, se ve obligado a regresar a Londres). Escribe Defoe: "Inmediatamente se me ocurrió que, si lo que Dios quería era que me quedase, no le faltarían medios para proteger mi vida entre las amenazas de muerte y los peligros que iban a rodearme; y que, si yo intentaba salvarme huyendo de la ciudad, y desoía estas indicaciones, que creía procedían de Dios, era como si huyese de Dios, y que Él podía hacer que Su justicia me alcanzase donde y cuando lo creyese oportuno".
De este modo, dudando, el protagonista le pide consejo a su hermano, quien está a punto de salir de la ciudad: "Mi hermano, a pesar de ser un hombre muy religioso, se rio de todo lo que yo decía que podía tratarse de avisos del cielo, y me contó varias historias de gente tan temeraria, así la llamaba, como yo [...] me habló de las funestas consecuencias que tienen las ideas de los turcos y mahometanos en Asia y en otros lugares donde él había estado (pues mi hermano, como era comericante, como antes ya he dicho, hacía pocos años que había regresado del extranjero, y el último lugar en donde estuvo fue Lisboa), y cómo, fundándose en su creencia en la predestinación y en que el fin de todo hombre está predeterminado e irremisiblemente decretado de antemano, acudían con la mayor indiferencia a lugares contaminados y tenían trato con personas contaminadas, debido a lo cual morían en una proporción de diez a quince mil por semana, mientras que los comerciantes europeos o cristianos, que se mantenían apartados y aislados, generalmente escapaban al contagio".

Al final, el protagonista se queda en la ciudad (finalmente, el subtítulo de la obra es "Observaciones y recuerdos de los hechos más notables, tanto públicos como particulares, que ocurrieron en Londres durante la última gran epidemia de 1665, escrito por un ciudadano que durante todo este timpo permaneció en Londres") pues, aún dudoso, acude a la Biblia buscando consejo y da, por azar, con el Salmo 91.

Hoy me levanté tarde. Mis padres regresaban de desayunar y de ir a misa. "Todas las iglesas están cerradas", me dijeron. No lo comprobé. Pasa ya más de una hora después de la medianoche, es lunes. Mis padres duermen. Escuché a mi madre toser. Es un mal momento para estar enfermo.
***

Es hasta ahora que me doy cuenta de que la introducción a mi edición del Diario... (en editorial Alba, traducida por Carlos Pujol, de 2006) fue escrita por Anthony Burguess, y está bien buena, hasta da sus lecciones de escritura. Leí esto después de terminar el libro de Wells:

"Debe ser el lector quien decida sobre la utilidad de comparar el Diario de Defoe con La peste de Camus. Este último nos presenta una ciudad moderna azotada por la peste, pero su intención es alegórica: la enfermedad es el símbolo de una tiránica fuerza de ocupación. Sin embargo, todo novelista que presente una ciudad sometida al tormento y al pánico, y que examine de qué manera sus ciudadanos se enfrentan a la calamidad, debe acabar remontándose a la obra maestra de Defoe. No obstante, su influencia en la obra de H.G. Wells, un liberal como Defoe, resulta más interesante que la evidente coincidencia temática con un libro francés aislado. Wells aprendió del Diario cómo retratar una gran ciudad sometida a la tensión de una desgracia repentina: la invasión marciana en La guerra de los mundos, por ejemplo. Cuando, después de Wells, la ciencia-ficción presenta sus horrores colectivos -ya sean en literatura o en el cine*-, Defoe acecha en la sombra. Robinson Crusoe y el Diario son los prototipos de todas las obras de ficción que muestran al hombre, individual y colectivamente, enfrentándose a lo horrible y a lo inesperado.

*Hace rato pasaban The War of the Worlds y 28 Weeks Later en la televisión.

Diario de la peste: video viral

"Todos estaremos muertos cuando llegue Indiana Jones".

Diario de la peste: domingo en la ciudad

"Tampoco contestan", escucho que le informa mi padre a mi madre desde la sala de televisión. Es el segundo restaurante al que intenta hablar para hacer una reservación, como lo ha hecho otros domingos. Pero nada. (Yo hablé ayer al MUAC para ver si de casualidad su restaurante estaría abierto -pues mis padres querían conocerlo- pero nada, tampoco). Mientras mis padres barajean otras posibilidades termino de leer The War of The Worlds. Hace un momento les leí fragmentos de uno de los últimos capítulos, el octavo del segundo libro, "Dead London", en el que el protagonista se adentra a Londres, evadiendo el polvo negro con el cual los marcianos fumigaron la ciudad:

Where there was no black powder, it was curiosly like a Sunday in the City, with the closed shops, the houses locked up and the blinds drawn, the desertion and the stillness.

Más adelante:

The farther I penetrated into London, the profounder grew the stillness. But it was not so much the stillness of death-it was the stillness of suspense, of expectation.

Saturday, April 25, 2009

Diario de la peste


Mi primo: "Que no habrá clases hasta el 6 de mayo y que ya van como 84 muertos y que no dejan salir de la ciudad y que los zombies se comieron al perro del presidente y que...". ¿Dónde leíste eso? "En El Universal". Mi alma le hace una mueca a mi primo. Pero abro el sitio de El Universal (líder en información y anuncios de ocasión), para leer: " Ssa reporta 81 muertos por presunta influenza". (No pase por alto el detalle, antes de que la página abra, un anuncio de una novela de vampiros aparece en portada; un botón con la opción de ir directamente a la información le acompaña). Debajo del titular, en letra pequeña, "José Ángel Córdova, secretario de Salud, hace un balance del comportamiento de la epidemia; aclara que sólo en 20 de los fallecimientos se tiene la comprobación virológica de que se trata de la influenza".

Al inicio de Diario del año de la la peste, Daniel Defoe escribe:

En aquella época [cuando Defoe "se enteró" de que la peste había vuelto a invadir Holanda, en 1664] aún no teníamos diarios impresos que difundieran los rumores y las noticias y que las embelleciesen por obra de la imaginación de los hombres, como luego he visto que se hacía. Sino que entonces nos enterábamos de tales cosas gracias a cartas de mercaderes y otras personas que tenían correspondencia con países extranjeros, y la noticía sólo circulaba de boca en boca; de modo que tales cosas no se difundía instantáneamente por toda la nación, como ahora ocurre.

Defoe sólo tenía cinco años cuando la peste azotó Europa. Su "diario" es una obra de ficción, en cierto sentido.
Pero, ¿hubo peste en Europa? Sí.

Friday, April 24, 2009

Todavía más zombis en los medios

A horas de que un brote de noticias alarmantes y bromas ingeniosas cundiera sobre la ciudad, yo me encontraba sentado en un café, ayer, retomando la lectura de The War of the Worlds (1898) cuando me topé con una variación de la frase que se haría famosa en boca de Churchill: This must be the beginning of the end.

Más tarde en el Metrobús rumbo a mi casa, leyendo la nueva SP Revista de Libros me topé con un avance de Un lugar en la cumbre de John Braine que me pareció perfecto para esa madre de "Más zombies en los medios" que ahora traigo. Dice así:

En Dufton no hay nada.
Para Charles y para mí Dufton siempre fue "el difunto Dufton", y a los concejales, a los directores generales y a todos aquellos a los que no aprobábamos les llamábamos "zombis". Al principio solíamos numerarlos: "El zombi número tres", decía Charles refiriéndose a su jefe, el Bibliotecario, "contó un chiste. Es patético cuando pretenden estar vivos, n'est-ce pas?".

El texto sigue así un rato hasta que se les imposibilita numerarlos así que empiezan a salir el Zombi Gordo, el Zombi Lavable, el Zombi Sonriente, el Zombi Adúltero, el Zombi Amante de los Niños... Llegando a casa mi padre estaba en cama, me acerqué a platicar con él y después de un rato mi madre, quien pintaba en la sala de televisión -con el noticiero- entró para anunciar que lo de la influenza sí parecía grave. Pusimos las noticias y Alatorre estaba allí, con su bigote y un rostro de preocupación, preguntándole cosas al Secretario de Salud. Algunos datos (60 muertos, pero sólo 16 confirmaciones de que murieran a causa de la epidemia). Algunos adjetivos (era un virus mutante) y preguntas de rigor: "¿Cómo distinguir la influenza de una gripa normal? ¿Qué debe hacer quien manifiesta síntomas? ¿Se esperan más días de cancelación de clases para todos los niveles?" Y con esta nota se despidió Alatorre: ¿Hay peligro de muerte?
"No manches mamá", comencé, "¿te acuerdas que hace unos días me dolía horrible la cabeza?". Apenas dije esto supe que estaba omitiendo el pequeño detalle de que me dolía porque estaba crudo. "Ay hijo", contestó, "cállate que la gente se está muriendo de eso".
Hoy, hace rato, Robertito, el hijo de un vecino, se veía paseando por la privada aburrido, sin estar en clases. Más tarde, en el taxi rumbo al trabajo (en la radio se le pedía comprensión y sensibilidad a los jefes de los negocios por los empleados que llegaban tarde, obligados a cambiar planes de último momento), abrí The War of the Worlds en el capítulo 16 "The exodus of London", que inicia así:

So you understand the roaring wave of fear that swept through the greatest city in the world just as Monday was dawning -the sream of flight rising swiftly to a torrent, lashing in a foaming tumult round the railway stations, banked up into a horrible struggle about the shipping in the Thames, and hurrying by every available channel northward and eastward. By ten o'clock the police organistaion, and by midday even the railway organisations, were losing shape and efficiency, guttering, softening, running at last in that swift liquefaction of the social body.

En la calle conté al menos siete tapabocas. ¿Iniciaría así mi historia de zombies, mi película? ¿Al regresar a casa encontaría a Robertito rabiando afuera de su hogar? ¿En unos momentos escucharé en las noticias que algunos extraños eventos están sucediendo en los cementerios? Escucho sirenas y helicópteros, hoy, viernes en la Ciudad de México.

Thursday, April 23, 2009

Leer, rascarse

Uno se sienta a leer y después de un rato de estar concentrado en la lectura el cuerpo cobra importancia. La comezón en la nariz, la comezón en la nuca, la pierna que comienza a dormirse o los dedos que flaquean ante el peso del libro, así que uno se rasca o cambia de posición para descubrir pronto que la comezón se ha mudado al cuero cabelludo o a los genitales y que, entretanto, el tiempo ha pasado, morosamente. Más comezón que letras leídas, poca concentración sumada. Así la importancia del cuerpo, uno recuerda esa anécdota reconsabida de John Cage y los dos sonidos que escuchó en la sala anecoica de la universidad de Harvard, el sistema nervioso operando, la sangre corriendo por las venas. Al escribir esto también recordé la respiración de los astronautas en 2001: A Space Odyssey. Me rasqué el brazo, el esternón y la ceja; es placentero sentirse atado al cuerpo, encerrado en un cuarto dando marometas.

Wednesday, April 22, 2009

Zagal sobre Volpi

Franco Volpi, entre la ironía y el humor, acá.

Tuesday, April 21, 2009

Leyendo, de noche.

En "Lady's Dream" de Tobias Wolff, en The Night in Question.

"She's never heard him tell a lie, not even to make a story better. Tells the most boring stories. Just lethal. Considers every word. Considers everything".

Saturday, April 18, 2009

Sabado al mediodía

Por las entradas anteriores me percato de que uno podría creer que Tobias Wolff es un escritor para aquellos interesados en los funcionamientos internos de los mentirosos, sobre aquellos que se juzgan demasiado duro, sobre el modo en que la condición humana se desarrolla en microcosmos como los internados o el ejército. Esto bien podría ser el caso: Wolff en gran parte es interesante por sus "temas". A mí al menos me llaman la atención -pues soy capaz de crear un vínculo personal con lo que leo, de percibir al escritor que se esfuerza porque dicho vínculo se manifieste- pero la verdad es que también se trata de un escritor endemoniadamente bueno, con una imaginación sólida, un escritor que confía en sí mismo y en sus metáforas (como el modo en que describe aquél perro en "Hunters in the snow", un perro que ladra con las patas hacia delante y el trasero levantado, echándose atrás con cada ladrido, como un cañón que retrocede cuando dispara; o como el papel de la carta en "The Liar" que, al quemarse en el fregadero, se cierra sobre sí misma, como un puño ennegrecido). Pero es verdad que uno, a veces, tiene la impresión de que sólo está leyendo variaciones de una misma historia (en "Smokers" los estudiantes aspiran, como una sola mente, a ser calificados como el "Más sarcástico" en el anuario, y en "Two boys and a girl", un cuento escrito varios años más tarde, se lee: "Gilbert was deeply ironic. At the high school were he and Rafe had been classmates, the year book editors voted him The Most Cynical. That pleased him"). Esto, ¿es falta de originalidad? ¿El modo en que se conforma una obra? No lo sé.
Hablando de originalidad: hoy fui al MUAC, al mediodía (como palomas en catedral, el lugar estaba plagado de niños de primaria y secundaria anotando los títulos de las obras en sus cuadernos de hojas ralladas; unos padres le gritan a su hija, enfadados: "te lo estamos leyendo para que lo anotes", Dios, los ojos de odio con el que la vieron). Y aunque estaba interesado en ver la pieza de Miguel Ventura, Cantos cívicos, no pude porque, duh, ya la estaban quitando. ¿Y por qué estaba interesado en verla? Por morbo, porque un montón de gente habló mal de la pieza. Que si esto, que si lo otro. Que si sale el rostro de Azcárraga asociado con nazis. Que si hay que atacar la pieza porque no nos recuerda -porque ya se nos olvidó a todos- que hubo un holocausto. Que si no se explica, la gente no lo entiende. Y como no lo entienden, pues, hay confusiones. Y si hay confusiones, hay maldad. Y Azcárraga. (Para aclarar mi cabeza al respecto, entro a los podcast de Letras Libres y escucho a Cuahutémoc Medina hablar sobre la crítica de arte contemporáneo y la verdad es que me siento aliviado porque él dice que el arte contemporáneo no se trata de entender. Y María Minera le dice: Claro. Así que, fiuf, no hay bronca).
Vi también que había un restaurante, una tienda de regalos y una exhibición que se titula Colosal, curada por José Luis Barrios. Colosal me hizo recordar a aquél amigo que se preguntaba por qué se seguía haciendo filosofía después de Kant, si Kant ya lo había dicho todo. Tengo otro amigo que dice eso pero de Aristóteles. Bueno, imaginemos que mi amigo, o mis amigos, fueran curadores de arte y pensaran lo mismo pero con Walter Benjamin, digamos. Y con Berger. Y con Weschler, añadamos. Ay, no sé. Está padre. Son fotos. Periodísticas. Montadas de modo que uno se percate de las afinidades ocultas entre ellas (en un grupo, todos ven al cielo, en otro, todas las imágenes muestran una polvareda, y así) y pues..., bueno, uno entiende entonces que reproducir algo muchas veces hace que pierda su fuerza, porque, pues, así es como pasa. Y la cosa es que también va muy de la mano con esa recomendación tan amable que viene en el folletito que te entregan a la entrada, con el plano del museo (para que no te pierdas) y en el cual se sugiere que uno "haga su propio recorrido" sin seguir una línea -pero, ay, la arquitectura del lugar no te lo permite. A menos que quieras estar dando vueltas. Vueltas tontas. También había otra exposición, Axolotl. No es sobre Elizondo. Es sobre el Rey de los axolotls. Creo que lo que más me gustó de haber ido hoy al Muac fue tener la certeza de que unas horas antes había verificado mi auto y ver cómo un axolotl me sonreía, como recompensa por mis esfuerzos.

El teatro de la insensatez humana

All right, he said, let's hear it.
Sir?
I'm sure you have a story for us. We're ready to hear it.
It's verr simple, Mr. Lambert said. Tell the truth.
I'm sorry, I said. I don't understand.

Tobias Wolff, Old School.

David me recordó que salió este texto en el diario madrileño El País con ocasión de la traducción al español (en Alfaguara) de la nueva colección de cuentos de Tobias Wolff, en la cual, además de presentarse once nuevas historias, se revisan algunos textos que ya habían aparecido en sus colecciones anteriores como "Mortals" o "The Liar". El texto se apura en recordarnos algo que acaso por molesto o evidente para quienes tienen aunque sea un mínimo de interés en la literatura pasan a menudo por alto: las vagas diferencias, que terminan por valernos madres, (¿pero por qué es esto?) entre verdad, mentira, ficción o verosimilitud. Las cosas que suenan a preocupación universitaria pero con las que, irremediablemente, una y otra vez uno se tropieza.
El otro día, en el buró de mi madre, descansaba la novela de una amiga. Le pregunté cómo iba con su lectura -yo se la había recomendado, en parte porque era la novela de una amiga pero también porque había disfrutado mucho el libro. No dijo nada pero puso su cara de "más o menos"; el separador, de esta novela corta, no se había movido de lugar en lo que yo calculé una semana. Y me temo que la nueva reticencia de mi madre ante la novela (la última novela que le entusiasmó a mi madre, dicho sea de paso, fue The Kite Runner; después de eso le regalé un libro de cuentos de Kipling que abrió, hojeó y cerró para no abrir de nuevo) se debe a un evento que tomó lugar no hace mucho cuando, encontrándola embebida en la novela de mi amiga -a quien mi madre conoce, aunque de pasada- me preguntó: "¿Y todo esto es verdad?". Le brillaban sus ojitos. Algo le contesté, algo sobre la diferencia entre hecho, verdad, verosimilitud, mentira y ficción. "Ah", dijo mi madre, "entonces son mentiras".
Escribo esto porque apenas vi el comentario de David en la entrada anterior y porque apenas terminé de leer el texto sobre el nuevo libro de Wolff y porque también apenas termino de leer "The Other Miller", de su libro de cuentos The Night in Question. "The Other Miller" trata sobre un soldado a quien le informan que su madre ha muerto. Le ofrecen entonces un descanso del entrenamiento para que asista al funeral y se tome su tiempo. Miller, entonces, esconde la certeza de que se trata del otro Miller del pelotón con quien siempre lo confuden y cuya correspondencia siempre se está mezclando. Miente, pues, sobre esto y está dispuesto a aprovechar la confusión -que más tarde, está seguro, alguien aclararía; seguramente se disculparían con él, y entre tanto él tendría oportunidad de descansar, acaso comer un pedazo de pizza e ir al cine. Es así como empieza este cuento y es así como claro, uno recuerda, otros textos -digamos "Mortals", que leí también en la misma colección (y que, leo en el texto de El País, ahora Wolff ha retocado), en el que a un escritor de obituarios le juegan una mala broma.


Había olvidado que este juego -sobre la mentira o la mentira por omisión, como en "Smokers"- había sido una de las razones por las que tanto había disfrutado Old School, novela que, extrañamente, a cierto grado me hizo convencerme de que la historia que el protagonista copia de Cantiamo (el periódico de una escuela para niñas en la cual se publicaban cuentos) para participar en el concurso de cuentos de su propia escuela (exclusiva para niños), era realmente suya. Como si la apropiación hubiera sido, de algún modo, absoluta. Con unos pequeños cambios (nombres propios, lugares), el protagonista prácticamente transcribe el cuento ajeno: "I didn't have a lot of adjusting to do. These thoughts were my thoughts, this life my own".
Lo raro es que uno, en la novela, nunca ve la ambición de gloria literaria detrás de este pecadillo, de este plagio, acaso las ganas de entregar un texto a tiempo, de conocer al maestro visitante (cada cierto tiempo, a partir de un concurso de cuento, se arreglaba una entrevista entre el estudiante ganador y el escritor visitante) que en este caso se trataba de Ernest Hemingway (otro escritor, como Wolff, de sentencias claras y declarativas).
Los grandes artistas, ¿quién fue quien lo dijo?, no copian, roban.
Me gusta que el nombre del periódico de la escuela de donde el alumno toma su historia se llame Cantiamo (cantemos), mientras que el de su escuela, de varones, se llame Trovadore (en "Smokers" se llama Off the record).
Porque me da la gana, copio parte de la entrevista que le hicieron a Wolff en The Believer, compilada en el The Believer Book of Writers talking to Writers, en la que habla sobre su tiempo en la Hill School, a partir de una pregunta sobre "Smokers" y Old School:

When I went off to boarding school, I already knew I wanted to be a writer. This might sound unlikely or at least opportunistic, buthe when I got there I knew that someday I would write about that place. It was so different from anything I'd experienced before, and it was such an intense wash of experience that at the time I could hardy parse it out. But I knew that someday I would. I remember discovering Salinger in my first year at the school because everyone was passing him around, still. The school he'd based his own recollections on was just down the road from us -we used to play them in sports- Valle Forge Military Academy, which he calls Prancey Prep. The book was forbidden there. The students were not allowed to have it, so of course all of them had read it. I was like a required text. I thought, "What idiots!". Can you imagine that?
[...] I laughed my ass off at the book when I read it. I enjoyed it so mucho. Of course I saw certain facets of like at my own school pictured tere, but I was also very aware of some fundamental differences. By and large, the masters and boys at my school were not phonies.

Y bueno, sigue. Recuerdo que en la escuela semi-militar en la que estuve internado durante un año de mi secundaria también leían The Catcher in the Rye. También leían El diario de Ana Frank, que yo ya había leído. Y Tolkien, a quien leería un año después de salir de la academia. Tardé cerca de una década desde entonces para leer a Salinger. En la academia, recuerdo, leía, ay, a los Hardy Boys, a R.L. Stines (la serie Goosebumps, especialmente) y a Stephen King -quien, por cierto, escribe sobre Old School en su Cell; allí, unos de los pocos sobrevivientes del primer ataque de los, em, "zombies telefónicos", son un alumno y su profesor, quienes se han escondido en la academia. Una gran imagen: una academia desierta, con sólo el anciano y respetable director, y su joven alumno. Afuera, el infierno. Quiero leer The children's hospital de Chris Adrian. Acá, un vínculo a Such, such were the joys, de George Orwell, un texto sobre escuelas mencionado en la entrevista con Wolff.

Thursday, April 16, 2009

Notas sobre In the Garden of the North American Martyrs


En una entrevista de Salon a Tobias Wolff le preguntan sobre su libro de cuentos The Night in Question (1996) que recién empecé a leer. Lo que le preguntan es si escribe los cuentos como una colección o sólo como una "muestra" de lo que escribe en el momento. Wolff contesta:

I actually wrote more stories than I collected in "The Night in Question," and when I'm choosing them, there is something about the tone or the problem presented in the story that makes it belong to this collection. And I've thought of the characters as belonging to a sort of community, almost as if it were a novel in which the characters don't know one another. And it's not a community based on place, but on the questions that preoccupy them. And there is something about the pace. There should be a sense of unfolding. There are all kinds of things at work when you put a collection together.

Apenas he leído un cuento de esta colección, "Mortals", sobre un escritor de obituarios, pero a juzgar por otra de sus colecciones de cuentos, In the Garden of the North American Martyrs (1976), entiendo que este es un proceso al cual Wolff está acostumbrado, mostrarnos una serie de historias que están hermanadas de algún modo, a través de un vínculo silencioso, como se está cercano a un gebrydguma.


Apenas fue anoche que terminé este libro y no fue hasta después de un rato que me percaté de la importancia que tenía la cacería a lo largo de sus cuentos -a veces, de nuevo, sólo como un ruido de fondo, un recuerdo. Esto es obvio en cuentos como "Poachers" o "Hunters in the Snow", pero en el primer cuento de la colección, "Next Door", que es como un tapete de bienvenida para entrar al segundo, "Hunters in the Snow", es menos evidente; la idea de la cacería se vuelve apenas una fantasía de aventuras, donde la geografía y los terrenos desconocidos y sin trazar en los mapas tienen un significado más allá del evidente (o varios, uno de ellos podría ser las zonas desconocidas con las que uno se topa en las relaciones sentimentales: "I pull down the blankets and she gets in. The bed is just fine for one, but with two of us it's a tight fit. We are lying on our sides with me in back. I don't mean for it to happen but before long old Florida begins to stiffen up on me. I put my arms around my wife. I move my hands up onto the Rockies, then on down across the Plains, heading South. "Hey", she says, "No Geography. Not tonight").
En el párrafo inmediato, el hombre, frustrado, comienza a ver una película sobre unos exploradores guiados por un hombre ciego en búsqueda de El Dorado:

They have just about run out of water, and their lips are cracked. Though the blind man has delivered a warning, someone drinks from a poisoned well and dies horribly. That night, around the campfire, the others begin to quarrel. Most of them want to go home. "This is no country for a white man", one says, "and if you ask me nobody has ever been here before"

Este modo de enunciar, con sentencias breves y declarativas, le recordarán a más de uno a, digamos, Cormac McCarthy. Sin embargo, en Wolff es alegre leer este tipo de descripciones sin abandonar del todo la vida conocida. Como sucede más adelante en otro cuento de la colección, el texto que le da título, "In the Garden of..." y en el cual se cuenta la historia de la venganza de una académica ante el sistema de las universidades norteamericanas (otro cuento sobre la vida académica es "An Episode in the Life of Professor Brooke", donde se describe, incidentalmente, el modo en que los venados abren los ojotes y se paralizan cuando ven que uno auto se les va encima). En "In the Garden...", la taimada profesora a quien conocemos sencillamente como Mary, es invitada a impartir una clase piloto a pesar de que, se entera cuando es demasiado tarde por su amiga Louise, ya se ha elegido a la persona que ocupará el puesto. Sólo la han invitado para llenar una cuota de entrevistas necesarias a mujeres, según se estipula en el reglamento de la universidad. Su clase piloto:

"I wonder how many of you know", she began, "that we are in the Long House, the ancient domain of the Five Nations of the Iroquois".
Two professors looked at each other.
"The Iroquois were without pity", Mary said. "They hunted people down with clubs and arrows and spears and nets, and blowguns made from elder stalks. They tortured their captives, sparing no one, not even the little children. They took scalps and practiced cannibalism and slavery. Because they had no pity they became powerful, so powerful that no other tribe dared to oppose them. They made the other tribes pay tribute, and when they had nothing more to pay the Iroquois attacked them".
Several of the professors began to whisper. Dr. Howells was saying something to Louise, and Louise was shaking her head.
"In one of their raids", Mary said, "they captured two Jesuit priests, Jean de Brébeuf and Gabriel Lalement. They covered Lalement with pitch and set him on fire in front of Brébeuf. When Brébeuf rebuked them they cut off his lips and put a burning iron down his troath. They hung a collar of red-hot hatchets around his neck, and poured boiling water over his head. When he continued to preach to them they cut strips of flesh from his body and ate them before his eyes. While he was still alive they scalped him and cut open his breast and drank his blood. Later, their chief tore out Brébeuf's heart and ate it, but just before he did this Brébeuf spoke to them one last time. He said--"
"That's enough!, yelled Dr. Howells, jumping to his feet".

Yo conocí a Tobias Wolff por Julián Etienne, quien me recomendó su Old School pues creyó que me gustaría. Julián todavía no lo había leído pero sabía de Wolff y sabía que a mí me interesaban las
historias sobre internados y otros institutos de enseñanza, el tipo de historias que son una larga extensión sobre aquella frase que Kafka anotó en su diario: "No se aprende la vida en el mar con ejercicios en un charco, y en cambio, un exceso de entrenamiento en el charco puede incapacitarnos para ser marineros".
Wolff, en ese sentido, resultó ser un maestro. Su Old School (2003) está a la altura de The Catcher in the Rye y, para mi gusto, por encima de, digamos, Las tribulaciones del joven Törless (aunque, digámoslo de pasada, Jakob Von Gunten sigue siendo rey). Aún tengo ganas de leer su memoria sobre su tiempo en el ejército y Vietnam, In Pharaoh's Army
(1995) que, imagino, ha de ser otro libro sobre el modo en que los microcosmos de ciertas instituciones nos moldean a nuestro pesar. Estas dos vetas, el estudiante en el internado y la vida de soldado también se encuentran en este volumen de cuentos, en "Wingfield" y en "Smokers", mi cuento favorito de esta colección. A continuación, me despido con el intercambio entre el estudiante becado y sus desesperados esfuerzos por entablar vínculos con el estudiante privilegiado:

We
sat for a time without speaking. "I'm from Oregon", I said finally. "Near Portland". We didn't live close enough to the city to call it near, I suppose, but in those days I naively assumed everyone had heard of Portland.
"Oregon". He pondered this. "Do you hunt?"
"I've been a few times with my father".
"What kind of weapon do you use?"
"Marlin".
"30-30?"
I nodded.
"Good brush gun", he said. "Useless over a hundred yards. Have you ever killed anything?"
"Deer, you mean?"
"Deer, elk, whatever you hunt in Oregon".
"No".
Talbot had killed a lot of animals, and he named them for me: deer, moose, bear, elk, even an alligator. There were more, many more.
"Maybe you can come out West and go hunting with us sometime"
"Where, to Oregon?", Talbot looked away. "Maybe".

En la privacidad de su ático

Más acá.

Tuesday, April 14, 2009

Franco Volpi



Jesús Salazar y Mario Gensollen mandaron el siguiente correo con una triste noticia:

Queridos amigos.

Les escribo para darles una tristísima noticia.
Nuestro queridísimo y genial amigo Franco Volpi, ha muerto.
Este lunes, mientras daba un paseo en bicicleta, fue arrollado por un automovilista. Entró en coma irreversible, y a las pocas horas falleció.
Nos encontramos tan consternados como ustedes en este momento. Nos duele saber que no volveremos a reír, a platicar, a caminar con nuestro amigo Franco. Hace un momento Mario me recordaba la última conferencia que le escuchamos, en la Feria del Libro de Guadalajara, en noviembre, ahí decía, en el curso de su plática, que la muerte debía sorprendernos haciendo lo que nos gusta. Franco amaba esos paseos en bicicleta. Nos consuela saber que lo quisimos, lo admiramos, lo disfrutamos como buenos amigos.
Nos unimos a la pena que su partida nos deja.
Un abrazo.
Jesús Salazar
Mario Gensollen

Monday, April 13, 2009

Más zombies en los medios

Respecto al ataque de Woody Harrelson a un paparazzi:

Harrelson reportedly pushed a photographer and damaged his camera last Wednesday after being approached outside of La Guardia airport in New York. His excuse? He thought the man was a zombie.

El resto de la relevante noticia, aquí.

Sunday, April 12, 2009

Dejo de leer La montaña mágica

Respiro hondo, bebo un trago de agua, copio lo siguiente y sigo adelante: "Qué extraño es ese pudor ante la vida que siente la criatura que se refugia en un rincón para morir, convencida de que no puede esperar de la naturaleza que le rodea ningún respeto ni ninguna piedad hacia su dolor y su muerte; y convencida con razón, puesto que las alegres bandadas de pájaros no sólo no respetan a sus compañeros enfermos, sino que los expulsan a picotazos de entre los sanos con gran rabia y desprecio".

Tsvietáieva recuerda a Pushkin

En su Mi Pushkin se lee el siguiente fragmento de Los gitanos: El pajarito inocente / De penurias no conoce / Y hace su nido ignorante / De que pronto volará.

Wednesday, April 08, 2009

Lista de libros que llevo en la maleta


1. La montaña mágica.
2. The war of the worlds.
3. Vampiria.
4. The night in question.
5. In the garden of the north american martyrs.
6. El animal sobre la piedra.

Libros empezados: 1, 2, 3, 5, 6.
Libros que seguro terminaré: 1,6, 5.
Cantidad de libros que hubieran sido suficientes para los cuatro días que tengo de vacaciones: 2.
Cantidad de imágenes de maletas que ilustran esta entrada: 1.

Paredolia

En uno de los muros de mármol rosa del baño que solían utilizar mis hermanas cuando aún vivían en casa de mis padres se puede distinguir un patrón que dibuja el rostro de lo que a mí me parecía -cuando llegué a utilizar dicho baño- un extraterrestre meditabundo y sabio, cara alargada en forma triangular, los ojos cerrados, en un momento zen, congelado. Si me concentraba lo suficiente podía distinguir también a un hombre detrás del extraterrestre, los brazos extendidos hacia arriba, a punto de abrazarlo por detrás (en mi cabeza, yo imaginaba que no lo iba a abrazar sino a arrebatar, a robar, para sus propios y oscuros propósitos). Siempre tuve la impresión que mis hermanas nunca vieron a este extraterrestre, en los dibujos de su mármol. Nunca me lo comentaron. Vieron, en cambio, el rostro del hombre que grita en el nudo de la madera que se dibuja en uno de los muros del comedor de la casa. Me imagino que no vieron el del baño porque, en realidad, sólo se distinguía si uno orinaba de pie y, por lo tanto, jamás tuvieron el punto de vista -o al menos no tan seguido- como yo lo tenía cuando utilizaba su baño.
Apenas unos meses atrás me enteré que todos los múltiplos del nueve suman nueve.

Tuesday, April 07, 2009

Pero, ¿cómo los distingues?

A propósito de la lectura que Luigi Amara hizo sobre el libro de Michel Onfray, Las sabidurías de la antigüedad: Contrahistoria de la filosofía I (que pueden leer acá), David González Ginocchio escribió esto. David, como ustedes saben, es sabio.

Retrato del artista como un consumista

Mientras hacía tiempo para entrar al cine el otro día entré a una librería. Salí con The Border Trilogy de Cormac McCarthy, un par de compilaciones de las columnas que Nick Hornby publica en The Believer y con el primer tomo de las Obras Completas de Borges, que no había conseguido (para mi cumpleaños me regalaron el tomo II y el tomo III, luego yo conseguí el tomo IV). También me regalaron Zama y un par de libros de cuentos de Tobias Wolff, así como un par de películas y viene en camino un libro que se titula Pride & Prejudice & Zombies, probablemente el más inesperado de los regalos. También me regalaron un cono de dulces. Hace rato en una columna de The Guardian leí sobre una columna que aparecía en una revista que se titulaba Portrait of the Artist as a Consumer, por eso escribí esto. Pero no es por ello que les cuento ahora que hace rato, mientras bajaba corriendo por las escaleras del edificio rumbo al banco para cobrar un cheque, dejé caer mi volumen de La montaña mágica dos pisos y cuando tocó el suelo explotó y se desparramaron todas las hojas mientras yo gritaba, ¡Noooo!, alargando las os como un brazo desesperado, inútil.
Eso se los cuento para hacérselos creer; en realidad, sólo se rompió el lomo, pero todavía se puede leer sin problemas.

Monday, April 06, 2009

Cierta locura en Nicolás Cabral

"Es que mira, ayer terminé la relectura de Tala, tuve esa sensación rara de leer a un genio, de saber que eso no lo hace cualquiera, y me quedé echado en la cama, confundido".

Sunday, April 05, 2009

Unos sobre otros

Calor en la ciudad, caños abiertos, olores, sudor. No está mal, en realidad. Un vaso de agua, ventanas abiertas, la perra descansando a la sombra. Pero: ni leo lo que debo leer, ni escribo lo que debo escribir. En lugar de eso, la televisión apagada, el reincidente domingo de soltero, familiarizarme con la nueva computadora. Anoche: algunas cervezas, algunas tonterías. Un poco antes, insistirle a Óscar, quien vino de visita, que mi nueva computadora está hecha de carne, como si fuera un aparato de ExistenZ, que cuando le instalo programas o cuando bajo aparatitos de la red segrega toxinas que me hacen sentir bien, que tiene dientes y ombligo, que le enseño a hablar y que lo hace con una voz grave (como, ahora pienso, imagino fue lo que le sucedió al hijo del protagonista de Cell, de Stephen King). Me pregunta, me preguntó, Óscar, si subiría mi pendejada al blog. Pues le parecía una pendejada, todo lo que le dije de que mi computadora está hecha de carne (como si fuera un animalito que se retuerce, que se llena de moretones cuando tecleo durante mucho tiempo). La idea de que mi computadora fuera como la máquina de escribir que aparece en la película The Naked Lunch le daba más como pena, en lugar de risa. Pena por mí, por escucharme decir cosas así. "Cómo dices pendejadas", me dijo, con ese tono de rabia amable tan curiosa que a veces le sale al mono ese, al Wild Thing, mi gordita viril. Pero luego dejé de decirlo y dije otras cosas y reímos y escuchamos y estuvimos de pie en el bar con otros buenos amigos, el tiempo que le dedico a la lectura escurriéndose como todos los días, con los pendientes encaramándose unos sobre otros.

Thursday, April 02, 2009

Thomas Mann en Conversational Reading

Ahora sé que he cometido un error al no seguir más de cerca Conversational Reading, a pesar de encontrarse vinculado en varias bitácoras que sigo. Durante el mes de marzo Scott Sposito estuvo actualizando su sitio con las impresiones en torno a su lectura de la primera novela de extensión larga de Mann, que no he leído, Los Buddenbrook (incidentalmente, tengo la misma edición en Vintage que está siguiendo, con la traducción de John E. Woods al inglés; ahora veo que hay una nueva traducción en Edhasa, al español; dicho sea de paso, en alemán sólo sé pedir la hora, preguntar por el próximo tren, y aunque sé pedir de comer sólo sé pedir cosas saladas). Leí algunas de las entradas en diagonal (acá las primeras) y parece que Sposito está dispuesto a leer, más adelante, La montaña mágica, lo cual sería beneficioso para todos: aunque es agradable leer en desorden y según los intereses del momento que pueden acercarse (peligrosamente, creo yo) a los caprichos, es todavía más agradable encontrar buenos lectores guía como estos. El entusiasmo es bueno, bien dirigido, mejor. Entiendo que La montaña mágica funciona o podría funcionar, según leo, como puente entre dos Mann distintos. De tal modo que antes de entrarle a José y sus hermanos (en la edición de Aldus) o Doctor Faustus (en traducción de Eugenio Xammar para Seix Barral -¿sabe alguien si es buena?-) le entraré, si la concentración me da permiso, a Los Buddenbrook. Están enterados.

Wednesday, April 01, 2009

Saburra de la lengua

Una delgada pero pastosa capa de naturaleza calcárea cubre los dientes, las paredes de la boca, a las 8.38 de la noche, aún en la oficina.