Sunday, April 30, 2006

Última nota del mes sobre cuadernos Moleskine.

Hoy vi que vendían cuadernos Moleskine. Aquí. En México. En una librería. No creí que me fuera a pegar tan duro, pero al verlos, contra todo lo esperado, contra la chaqueta mental que me hice durante semanas (me decía que eran cuadernos comúnes y corrientes, que no debería sorprenderme cuando viera a alguien con este tipo de cuadernos, que no era nada especial), entristecí.

Mierda en el parabrisas.

A alguien le pareció una buena idea, una idea sensata, divertida, tal vez, arrojar un pedazo de mierda de perro a mi parabrisas. Lo descubrí cuando salí de la nueva librería del FCE, que está re-bonita y deberían visitar. Al principio, como estaba derretida, creí que era un helado de chocolate derretido. Luego vi las moscas. Luego lavé el auto. Luego pensé en el tipo de personas que habitan la ciudad. Luego, ¿saben qué hice al respecto? Nada. Me quejé un poco con mi novia, y relaté lo acontencido aquí.
Tal es la utilidad de la literatura.
(Otras cosas que caen sobre los automóviles: 1. Saliva. 2. Sillas.)

Friday, April 28, 2006

Marcel Dzama y yo.

Perdí como siete o diez litografías que compré de Marcel Dzama. Entre varias de mis amistades, hace algunos años, repartí algunas. Luego perdí las mías. Estuve tentado a pedirle a algunas de mis amistades que me devolvieran algunas de las litografías que les había regalado, para que las pudiera enmarcar y colgarlas en mi cuarto y no en los suyos. El otro día visité el departamento de una amiga y su marido. En la recámara principal tenían una imagen de una chica muy bien ataviada ("Me recuerda a Coco Chanel", dijo él), a quien un vampiro le está chupando el brazo. Él, que se llama Claudio y es una buena persona, me dijo que le molesta un poco el cuadro, al grado que en ocasiones, por las noches, considera voltearlo contra la pared. Este es un ejemplo de las situaciones en las que creo que alguna de las litografías de Dzama que regalé estarían mejor en mi casa.
De mis amistades sólo Adriana Degetau me regresó las que le regalé.
Pero ya no necesito molestar a mis amigos con estas cosas. Es más, podría regresarle a Adriana las litografías (mismas que, por otro lado, probablemente me regresó porque, sencillamente, no le gustaban). Hace un par de noches encontré, en un cajón, arrumbadas, las litografías que creí perdidas. Y soy más feliz.

Thursday, April 27, 2006

Dinero.

En los pasados días, el único soporte de mi escritura, al menos el principal, ha sido la tinta de mi Zebra y el papel de mis Moleskine. He escrito, muy poco, sobre el primer tomo de Tiempo y narración, sobre el libro X, XI y XII de las Confesiones de San Agustín y he ideado, en mi cabeza, los lineamientos para un cuento de tema africano que seguramente saldrá mucho peor de lo que lo estoy imaginando. Lo cual es ligeramente triste. Siento, por otra parte, y es raro pues hago actualizaciones muy cercanas unas de las otras, que no he escrito prácticamente nada en mi computadora. Esto es verdad. Ahora no estoy en mi computadora, que se estropeó y la idea de que no puedo seguir, por una parte, con mi diario y, por otra, con mi bitácora electrónica --si bien lo hago, pero no me siento del todo cómodo pues no lo hago desde mi propio teclado sino asaltando el de alguien más-- en fin, la idea, decía, me mantiene en una constante ansiedad.
No quiero escribir ese cuento de corte africano en papel. No quiero dejar que pase más tiempo en el que me vea obligado a escribir en cuadernos. Temo que me gustará demasiado. Temo que cambiará mi escritura. Temo que me dedicaré a escribir microgramas a la Walser y que la borrachera tecnológica se me pasará demasiado pronto, igual que la distancia, la maravillosa distancia, que me brinda el soporte digital. La materialidad de estos soportes, la cercanía que tienen con nosotros, la necesidad --es tanta que desespera.
¿Han intentado, los que escriben y escriben en computadora, dejarlo por un tiempo? Es liberador como es liberador salir a la calle sin reloj o sin celular. Es liberador como, imagino, sería no usar calzones en un día caluroso. Y es igualmente peligroso, sospecho. Ay, vivir sin todas esas cosas que creemos necesarias.

Tuesday, April 25, 2006

Convergencia de Danny Erker

En el concurso de convergencias organizado por McSweeneys, Danny Erker, uno de los ganadores, diserta sobre la pintura de Goya en la que Saturno, el dios que movido por el miedo y borracho de poder se alimenta de sus propios hijos. "Gracias a Dios que sólo es una pintura", dice Erker.



Monday, April 24, 2006

Zebra G-301 Gel.

1994, sala de cine de Rolling Prairie Indiana, en la pantalla se proyecta la cara de un actor para mí totalmente desconocido y que por el momento interpreta a un enemigo de Bond, James Bond. En su mano, una pluma muy bonita y estilizada, nada demasiado pomposo, nada como una Mont-Blanc o una gorda pluma fuente. Oprime obsesivamente el mecanismo de retracción sin saber que lo que activa y desactiva es, a su vez, ¡una bomba!
El herman Shawn observa sin perder detalle y come palomitas y nos cuida a todos nosotros, los alumnos de la escuela semi-militarizada, LeMans. Adora los trenes, la fotografía y las películas de James Bond. Unas semanas más tarde, tanto es su amor por todo lo que tenga que ver con Bond, lo acompañaré a comprar una pluma Zebra G-301 Gel, ¡la misma que usa Boris, el enemigo de Bond!, en un viaje a McDonalds, a la escuela donde le doy clases a niños cuyo segundo idioma es el inglés, y de vuelta a la academia. Y hago todo esto porque soy uno de sus alumnos preferidos. Uno de los que mejor se comporta. Uno de los que no corren detrás del nuevo edificio gimnástico para fumar marihuana u oler pegamento.
Bien. Pasa una década. Compro cuadernos Moleskine. Inauguro uno con un pequeño estudio y resumen del primer tomo de Tiempo y narración. No me siento completamente en paz hasta que corro con Refu al Office Max más cercano a mi casa y busco, con éxito, una Zebra G-301 Gel, y oprimo con obstinación el mecanismo retractil. Escribe re bien.

Fragmento de conversación.

Entre Mariana Arce y yo:

G. No me gusta Placebo, creo que está sobrevalorado.
M. Una vez compré un disco de ellos y me decepcionó.
G. Sí, son malos.
M. Sí.
G. [...]
M. ¿Sabías que Brian Molko es bisexual?
G. ¿Quién es Brian Molko?
M. El cantante de Placebo.
G. Pues sí, lo parece.
M. Sí.
G. Sí.
M. [...]
G. Hace rato en una tienda de Valle vi que estaban solicitando personal de ventas. Pero parece que les va a costar mucho trabajo, pedían personas con ambos sexos.
M. [...]
G. Te amo.

Thursday, April 20, 2006

Esto es amor.

Como al Sergio Pitol de diciesiete años, hasta hace poco lo único que me interesaba del periódico eran los suplementos culturales y la cartelera del cine. Ahora también leo la sección Internacional --misma que, al menos en el periódico que llega a mi casa, envuelve, cálidamente, a la sección de Cultura.

Wednesday, April 19, 2006

Mis prejuicios.

Enlisto:

1. Tengo prejuicios.
2. Todos poseen prejuicios.
3. El término "prejuicio" no necesariamente es peyorativo.
4. A menudo mis primeras impresiones se anulan cuando estoy al tanto de ellas.
5. No es suficiente conocer o saber sobre un mal para que podamos solucionarlo.
6. El escritor no se identifica totalmente con lo que escribe.
7. La inteligencia no necesariamente es una virtud.
8. Los discursos que apuestan por la bondad llaman la atención, por lo poco frecuentes, pero pocos los toman realmente en serio.
9. Las chicas guapas, cuando amables, a menudo tienen una agenda oculta.
10. Escribir "las chicas guapas, cuando amables, a menudo tienen una agenda oculta" es suficiente para falsear la afirmación "las chicas guapas, cuando amables, etcétera".
11. Los tipos guapos a menudo son pendejos y ojetes.
12. Escribir "los tipos guapos a menudo son pendejos y ojetes" es suficiente para decir que realmente no me la creo.
13. Es preferible guardar silencio a opinar, pues la opinión puede cambiar fácilmente.

La lengua de las portuguesas

Me arden los ojos, estoy en una posición muy incómoda para escribir (acostado boca abajo) y me siento un poco tonto y deprimido por haber gastado más dinero de lo que debí en algunos libros que sé necesito pero probablemente no leeré jamás. Sin embargo, estoy dispuesto a hacer un pequeño esfuerzo y escribir un poco para ustedes, agradables y bellas personas que se toman su tiempo para distraerse de sus insignificantes, pasajeras vidas.
Bien. Ahora que tengo su atención escribiré lusofonía y escribiré Tabucchi y escribiré francés y escribiré Beckett. Y dejaré que rumien un poco el asunto. Perfecto. Ahora pensemos en esas oscuras partes de África donde, algunos países, han decidido tomar al portugués como su idioma oficial.
¿Se trata el portugués de la lengua más bella del mundo? Ignórolo.
¿Se trata cellar door de la más bella combinación fonética que pueda existir en cualquier lengua como dicen algunos? No lo sé. Sé que me gusta. Me gusta decirla y pensarla y escuchar cómo suena en mi cabeza, pero no sé si es posible hacer otras y mejores y más bellas combinaciones. De lo que sí estoy seguro es que ninguna de estas posibles y bellas combinaciones incluirían la palabra fax, que es horrible.
Lo que sí sé y de primera mano es que sospecho que los portugueses, a pesar de que saben y entienden el español a la perfección --sólo para divertirse, joder un poco a los turistas-- deciden no hablar el español pues les parece muy divertido cuando uno intenta darse a entender.
Disculpen que no sea más claro de lo que fui. En este preciso momento me cuesta escribir.

Tuesday, April 18, 2006

Alejandro Vázquez: cantautor.

Estas son algunas de las canciones que Alejandro Vázquez ha compuesto y que me gustan y que se escuchan particularmente bien cuando uno está en el extranjero usando el Ipod Nano que le ha regalado su papá, porque es un vulgar burgués. Esto no me hace sentir culpable, sólo quería escribirlo de manera que así pareciera. A continuación, enlisto las canciones en el orden de la que más me gusta a la que más me gusta menos:
1. Labrador (le ayudé con esta).
2. Canción Barril.
3. CNA.
4. Rocola existencial (aunque sólo conozco la versión original, no la nueva y remasterizada y, supuestamente, mejor).
5. Herisau 2000 (otra de mis colaboraciones).
6. Ay, Autores (también le ayudé con esta).

Wednesday, April 12, 2006

Ítaca

Está bien despertar en un cuarto oscuro sin saber dónde estás, pues te has acostumbrado a no saber dónde estás o a tardarte un momento en recordarlo, siempre y cuando, este nuevo lugar sea, finalmente, tu casa. Otra de las razones por las que no sabes dónde estás es que has dormido en la dirección contraria a las que acostumbras. Hace calor y es de madrugada y es México.
Tu novia no se ha visto en la engorrosa necesidad de destejer y tejer el mismo tejido, ni de contar una historia si fin, una y otra vez (viene siendo lo mismo); no has regresado de una guerra ni has escuchado el canto de las sirenas. El jetlag te hace sentir ligeramente como un zombie y no sólo es un problema de cambio de horarios sino también de temperaturas. Tu cuarto sigue más o menos igual a como cuando lo dejaste.
Desde el avión, entrando a la enorme ciudad, adviertes una cosa que nunca habías advertido antes: la mayoría de los tejados son rojos. Piensas en la palabra "imperbealización" y lo mucho que te cuesta escribirla.
Estás de vuelta. Te cuesta trabajo confesarlo, pero estabas aburrido.

Sunday, April 09, 2006

Más sobre mi vida de sultán.

Le di una moneda de cincuenta centavos a un mendigo, pues me la pidió. Noté que sus manos eran callosas. Me dio asco y luego vi mis manos y noté que no me daban asco, misma razón por la que las utilizo para variadas actividades, algunas de las cuales me producen placer. Mucho placer.
Estoy en la estación del tren, en la zona oriente de Lisboa. Estoy esperando a que llegue mi tren. Acabo de comprar un boleto. Me costó 140 euros pues incluye un compartimento privado con cama. Además de mis libros, esto es en lo que más he gastado durante todo mi viaje, en parte porque quiero llegar fresco al aeropuerto de Madrid, de donde parte mi avión hacia México. El miércoles debo estar en Valle de Bravo, para seguir con mi agotadora vida de Sultán.
Ahora debo irme para contemplar otro rato mis manos.

Lisboa.

Hoy, a manera de despedida, bebí una limonada en una plaza, como aquél famoso personaje, y a todos los hombres que veía me sentía obligado a otorgarles cualidades literarias, incluyendo a los dos ciegos que observé con frialdad y distanciamento, que me recordaron al posible Homero y a Ulises, supuesto fundador de estos lares.
También pensé en la cantidad de tonterías que hice con la única finalidad de poder contarlas. Como en aquél famoso viaje que realicé con dos de mis mejores amigos. Cosas cuya justificación existencial era únicamente fungir como símbolo (a la vez que pensaba: esto no simboliza nada).
Ayer, por ejemplo, enterré un libro en la arena, en Costa de Capariça. Entre sus hojas escribí algo y mi dirección electrónica. Era el nuevo libro de Brett Easton Ellis, que había terminado de leer la noche anterior. Un libro que no me atreví a quemar pero que ya no quería cargar conmigo. Recordé a aquél famoso escritor cuyo famoso personaje hace exactamente lo mismo, con una novela de Grisham, en aquella famosa novela. No diré aquí qué escribí en sus hojas, baste con decirlo. Eso, oh sí, me lo llevaré a la tumba. A menos que uno de ustedes vaya y desentierre el libro (está en la parte de "Plaça del Rey"). Que, finalmente, es lo que quiero. No es mi intención hacerles pensar otra cosa.
Me siento bobo.

Friday, April 07, 2006

Información de mi estado moral.

Evidentemente soy una mala persona. No conozco a Rogelio. Rogelio es una persona que generalmente está detrás de un link en el blog de una amiga, www.infogratis.blogspot.com, quien sí lo conoce. No hablo de Rogelio Villarreal.
Entonces, hice una cosa que no debí haber hecho. En una de las últimas actualizaciones que hizo Rogelio a su bitácora electrónica subí un comentario que a mi parecer, y seguramente pocos lo verán así, pues la mayoría de las personas posee una carne mucho más dura que la mía, era cruel y malintencionada. Escribí, en mi comentario, "McCultura", refiriéndome a las cápsulas de tres minutos que Mobuzz TV hace y que puedes descargar con facilidad a tu celular (al menos sospecho que se puede hacer con cierta facilidad, personalmente nunca lo he hecho, falta de paciencia, nuevas pruebas de mi maldad) con las cuales, de una u otra forma, entiendo por lo que he leído, Rogelio colabora. E hice esto, descubro ahora, sólo para poder escribir esto, que linda con una especie de confesión desinteresada pero que también funciona como una segunda ironía, y no me agrada descubrir esto. Lo hace todavía más claro. Soy una persona horrenda con una escala de valores que es oscura, donde las bromas mentales que me gasto a mí mismo tienen un lugar privilegiado. No soy una mala persona en el mismo sentido que lo era, no sé, Judas o Hitler, pero aún así lo suficiente como para destacar ante, digamos, Gandhi o Harrison Ford (quien seguro es un buen tipo).
En fin. Noten que no usé ninguna palabra con acento circunflejo. Esto lo considero una virtud.

Estallar en mil bellos pedazos.

La gente que se besa en los aeropuertos,
lo hace con premura y sin preocupación,
saben que se verán más tarde
pero que deben apurarse pues parte el avión.
Es mi opinión que deberían besarse
en casa y con tranquilidad,
con otro tipo de sentimientos
que bajo ciertas circunstancias
son igual de buenos
(como la desesperación).
También creo que deberían preocuparse
mucho
porque en cualquier momento
podría el avión--

Wednesday, April 05, 2006

Enfermito.

Está decidido, estoy enfermo, mal de la cabeza. Entré a una librería especializada en alpinismo, después de comer unas buenas chuletitas de ternera, para ver si conseguía más cuadernos Moleskine. Desde Barcelona he estado buscándolos y como hoy parto hacia Lisboa por la noche, quería aprovechar.
Un poco sin tomarme en serio, después de todo estaba en un librería especializada en alpinismo (he visitado librerías especialiazadas en náutica y en religión, es una cosa muy curiosa, estas librerías españolas y especializadas), le pregunté, pues, a la persona que estaba en la caja si tenía "cuadernos de viaje". Así, vagamente, pregunté. El hombre, pues esta persona era un hombre, estaba muy ocupado atendiendo una llamada telefónica en la que explicaba rutas de trekking y cómo conseguir mapas que marcaban senderos en un lugar específico del mundo cuyo nombre no alcancé a escuchar. Así que sólo me indició con un gesto que debía dar una vuelta en una estantería y ahí encontraría los cuadernos de viaje.
Y ahí esteban, en un pequeño atril de metal, formaditos, listos para que los tomara y los abrazara para hacer nuestra vida juntos: tres cuadernos Moleskine, lisos, color negro, que están ahora aquí, a mi izquierda, juzgándome en silencio pero con cierta simpatía y comprensión. Saben lo que quiero; saben que leeré a Ricouer y anotaré cosas sobre la autobiografía y mi posible tesis de maestría en sus blancas páginas carentes de acidez, y saben también que estoy un poco mal de la cabeza porque solté una desaforada carcajada que provocó miradas inquietas y malhumoradas hacia mí, cuando los encontré. Llevaba tiempo sin encontrarlos y necesitándolos. Sigo preguntándome si no necesitaré más, pero con mayor preocupación, si no los encontraré en el Lumen de México, o en Costco, a unos días de mi llegada.

Nuevas noticias desde el viejo continente.

Se me rompieron mis pantalones en la parte trasera, no sé cómo sucedió esto. Ahora los estoy usando.

Sunday, April 02, 2006

24

Más viejo, igual de prudente, más gordo, menos pelo, más apestoso, más tranquilo, igual de chaparro, más leído, más usado, menos sardónico, menos pesimista, con más personas a las que se les quiere.

Saturday, April 01, 2006

Tokio ya no nos quiere.

Por supuesto que las personas, después de un rato, dejan de extrañarte. Uno se despide con lágrimas en los ojos, o con la firme la intención de tener lágrimas en las ojos, y se sube al avión y procura pensar en algo que sostenga el sentimiento y la ansiedad de separación. Después de un rato, como es de esperarse, uno se rinde y advierte que las cosas siguen más o menos igual. Esto sirve para ambos lados. Los que se quedan y los que se van están tan igual que siempre. Diría que esto vale sólo para las personas que uno toma por sentado, pero algo, mi lado pesimista, comienza a decirme que no es así, no de manera exclusiva. Y se da cuenta de que las personas a las que más extraña también son las que más podrían lastimarlo a uno. Y eso no necesariamente es un sentimiento agradable.
Lo que significa, por otro lado, que estoy tan igual que siempre, sin importar dónde me encuentre.
A pesar de esto, cuando ultimamente abro mi correo y veo que ya no me llegan los once nuevos mensajes que antes me llegaban, los primeros dos días de mi ausencia de México, me siento mal y triste, olvidado, como si no valiera la pena o como si fuera una inmundicia humana, una partícula elemental, o no elemental sino más bien prescindible, algo que a pesar de ser tan pequeño alguien podría pensar que sobra y que el minúsculo espacio ocupado por mi cuerpo aún podría ser utilizado de una mejor manera.
Eso es lo que pasa cuando me siento. En otras ocasiones simplemente me siento y estoy, pero no mucho pues no me siento seguido, procuro estar en movimiento, mantener mi mente ocupada, pero ahora que mi compañero de viaje se encuentra ocupado orando y yo estoy aquí, en el café internet, y mi cerebro está muy despierto, pues sucede, en fin, que estos pensamientos asedian mi cabeza.
Es un poco bobo, lo sé. Así que terminaré la actualización aquí, al momento que escucho esa canción que Charlote Johansen cantó en Lost in translation.