Friday, October 28, 2011

Los pelos contados

Una persona demasiado centrada en lo que piensa puede llegarse a plantear la disyuntiva problemática que podría presentarse entre elegir actuar como uno piensa o pensar como uno actúa. Al menos es lo que piensa él, una persona que sabe que piensa demasiado en el modo en que piensa pero que ignora si es posible, en realidad, elegir entre una u otra posibilidad. Las preguntas de orden moral, de vida práctica, le preocupan especialmente porque son precisamente sobre las que, cree, uno debería preguntarse menos. Una persona moral, es decir, de vida práctica, actuaría moralmente, no pasaría demasiado tiempo tratando de elegir el mejor modo de actuar. Pero, ¿cómo actuar moralmente sin preguntarse sobre lo que es moral? ¿Cómo evitar la parálisis? Siendo egoísta. Poniéndose a uno primero que a los demás. Siendo vanidoso. Partiendo de la idea: actúo correctamente. Pero el amor inmoderado por uno mismo es tan malo como el amor inmoderado por los demás. No puede ser este el camino. Quizá es demasiado duro consigo mismo, esta persona. Lo cual no deja de colocarlo en una posición elevada que lo llena de orgullo: el que es demasiado duro, a diferencia del otro, que es demasiado laxo. Le gusta saber que no se conoce bien. Que cabe aún la posibilidad de cambiar para ser una mejor persona, convertirse en quien realmente es. Pero, ah, ¿no es esto negar la responsabilidad que tiene sobre su propia vida a esta hora y en este momento? ¿A dónde se va todo ese tiempo perdido?
Se le ocurre posteriormente: quizá es demasiado duro en lo que no tiene que ser duro y demasiado laxo en lo que no tiene que ser laxo.
Pero también: quizá esto es otro tipo excesivo de dureza.

Monday, October 17, 2011

El medio es el masaje

Hace tiempo que no hablan, frente a frente, pero a menudo intercambian palabras a través de correos electrónicos o mensajería instantánea. Extraña hablar con ella. Es probable que hayan escrito muchas más palabras entre ellos de las que han intercambiado hablando. Esto le preocupa a él e ignora si le preocupa a ella. A él le preocupa pues le recuerda que las palabras, escritas, pueden interpretarse de muchas maneras -había una razón, recuerda, por la cual Kafka le temía a las cartas. Lo curioso es que no cree ser capaz de darse a entender mejor hablando que escribiendo. Se hace creer que es preciso con las palabras, al momento de escribir. Puede elegir mejor lo que quiere expresar, las palabras necesarias. Y se hace creer que no es una persona elocuente. Aunque, claro, estas creencias pasan por alto los beneficios del habla, las modulaciones de la voz, el lenguaje corporal, el modo en que los gestos asisten los silencios, que las pausas dicen bastante, en fin, el tipo de cosas que no pueden precisarse pues el lenguaje no alcanza. Dos cosas: 1) Los sueños no comprendidos son como cartas no abiertas y 2) tuvo que pasar al menos un año desde que se colocó hasta que alguien se percatara de la errata que se encontraba en la lápida de William Gaddis.

Thursday, October 13, 2011

Jueves

Despertar. Baño. Dientes. Ropa. Bicicleta. Oficina. Trabajar. Obligaciones fiscales. Casa. Comer. Trastes. Dientes. Obligaciones fiscales. Bicicleta. Oficina. Trabajar. Junta. Algo parecido a la vida. Lluvia. Bicicleta. Casa. Bioy Casares. Siesta. Cama. Computadora. Mensajería instantánea. Algo parecido a la vida. David. Foster. Fucking. Wall-E.

Wednesday, October 05, 2011

PLTMEX Octubre 2011


Ya comienza a distribuirse el número de octubre de PLTMEX, échenle un ojo. En este número un breve texto que está a poco de preceder un nuevo texto que probablemente se titulará: "Compré un rifle". Lo copio a continuación.

Fui al banco, soy un neurótico, a nadie le importa

Hay varias cosas que me molestan de esta ciudad. Aún más: cualquier cosa en cualquier momento está sujeta a convertirse en una de ellas. Soy un neurótico. Ciertos malestares emocionales provocados por la vida en la ciudad han terminado por alterar mi “funcionamiento social”. Temo que esto, con el tiempo, se agrave.
Estoy en el banco y estoy esperando en fila para pagar impuestos. Veo un cartel que invita a sacar un crédito. El cartel afirma: “Sigues pensando en tus vacaciones y ya debes comprar los útiles escolares”. De tal modo, creo, se apunta a la (aparente) tensión provocada por nuestras obligaciones y nuestros deseos de pasar tiempo de ocio. El cartel es ilustrado con una imagen de útiles escolares enterrados en la arena. Es muy desagradable. Creo que las personas que diseñaron el cartel y la promoción (al sacar un crédito con este banco, se regalan un cuaderno, lápices, sacapuntas y otros útiles, hasta agotar existencias) han puesto su inteligencia al servicio de algo, esencialmente, perverso. Claramente, este tipo de cosas más bien contribuyen a que sean nuestras existencias las que se agoten. He adoptado un punto de vista negativo, o eso quiero creer. Pues pensar que uno es negativo (y no, como gustan decir algunos, “realista”) es básicamente una actitud positiva: lo que ocurre, es que, sencillamente, estamos en un error. Que hay otros modos de ver las cosas. Quizá la vida en la ciudad no es tan mala como nos la pintamos y sólo estoy molesto porque sigo en el banco y no he tenido tiempo para comer.
Detrás de mí, una pareja discute cómo le explicarán a sus hijos dónde fue que se conocieron. Están formados para pagar su servicio de cable. Se conocieron en Internet. “Podemos decirles que nos conocimos en un puerto español”, dice él, ingenioso (se conocieron en un portal de Internet para citas de origen español, descubro más tarde). Es horrible pero por un instante consiento el sincero deseo de que esta pareja nunca se reproduzca.
Sólo hay una persona atendiendo en caja.
Quizá el problema no es que viva en una ciudad, sino que se trata de una de las más grandes del mundo, parte de la “Corona regional de ciudades”, megalópolis conformada por el Distrito Federal, Puebla, Tlaxcala Xicohténcalt, Cuernavaca, Cuautla de Morelos, Toluca de Lerdo, Pachuca, Tula de Allende, Tulancingo y sus áreas metropolitanas (el término megalópolis designa a esta región desde 1996, tras una propuesta realizada por el Programa General de Desarrollo Urbano del Distrito Federal). ¿Cómo puede esperarse que una entidad con un sistema nervioso lo suficientemente sofisticado y sensible para edificar o imaginar estas comunidades, también las habite?
El otro día, en la estación del Metrobús, me percaté que uno de los botones de alarma que allí se encuentran está acompañado por dos instrucciones. Una dice: en caso de alarma, oprima el botón. La otra: en caso de alarma, jale el botón. Encontré el fenómeno enervante, tanto como que en algunos restaurantes de la ciudad existan animadoras infantiles que retiren a los niños de la mesas para que no molesten a los adultos. También encuentro perturbador descubrir faltas de ortografía en el sitio electrónico de Neuróticos Anónimos (neuroticos-anonimos.org.mx) y, aún más, que las “disturbios emocionales” sean tratados como una enfermedad, cuando, claramente, el problema ocurre sólo cuando la gente presta atención. Cuando le importa. Pero no, a nadie le importa.
Creo que necesito unas vacaciones. Quizá regresando saque un crédito.

Saturday, October 01, 2011

Sábado

En la cama. Planes. Mensajería instantánea. Pereza.