Thursday, September 28, 2006

No todo es a lo que me dedico, lecciones de Heidegger.

Me acabo de quitar el cinturón. Mi barriga ahora se siente liberada y se expande por encima de la cintura de mi pantalón. Me siento mucho mejor. Pero la cabeza todavía me duele, hace calor y sigo en la oficina. Y aunque me quité el cinturón y ya no experimento ese peso en el abdomen, todavía llevo pantalones demasiado señidos. Sin duda me hacen sentir sexy. Delinean muy bien mi figura --como esos jeans que venden en Samborns. Pero francamente a mí lo sexy me viene dando más o menos igual. Sobretodo si la línea de mis pantalones no puede hacer nada contra mi crónica pérdida de cabello, el dolor de cabeza o la angustia que me provoca el saberme un ser-para-la-muerte. Por lo demás, mi vida es auténtica.

Monday, September 25, 2006

Convergencia región 4


Caza de jabalí.


Mi perra Refu.


Accidente con jabalina.

Friday, September 22, 2006

Nadie quiere morir solo

Nadie quierer morir solo, ¿verdad? Porque tenemos habitaciones especiales para eso. ¿No? Última oportunidad, ¿nadie? ¿Seguros? Bien. Sigamos adelante. Lo que tienen enfrente de ustedes es una píldora de --sí señor Godínez, ¿qué pasa ahora? ¿Necesita ir al baño de nuevo? ¿Cómo? Ah. Ya. Claro. Pues mire-- ¡por favor, compañeros! ¡No hay pregunta peor que la que no se hace! ¡Orden! Bien. Pues mire señor Godínez, la particularidad de morir solo es precisamente que no habrá nadie más en la habitación. Sí, solo, solo. No, ni siquiera para sostenerle la mano. Solo. Ok. Aclarado. Perfecto. Ahora, volviendo a la píldora: la píldora que tienen en su kit es un comprimido de cianuro. Sólo tendrían que tragárselo. No, señor Godínez, nosotros proporcionamos el agua. No es una muerte agradable, pero es rápida y prácticamente infalible. También, como pueden observar, el kit incluye una navaja y --sí, señor Godínez, ¿qué pasa? Pues no, no sabría por qué alguien querría morir solo, pero nos gusta mantener las opciones abiertas. ¿Le contesta esto su pregunta? ¿Cómo? No, en realidad es una habitación bastante parecida a ésta, pero privada. No señor Godínez, no hay costo adicional ni ventaja alguna. ¿Privacidad? Supongo que podría considerarla una ventaja pero --mire, ¿quiere ir a probar y quitarse la duda? Porque tenemos poco tiempo y mucho que explicar.

Thursday, September 21, 2006

El arte como valor por sí mismo


En el The Believer de febrero de este año se publicó una entrevista con Peter Singer, filósofo (en la portada, el de la esquina inferior izquierda). Los argumentos utilizados por Singer para demostrar que no era moralmente justificable que la gente siguiera yendo al teatro mientras hubieran personas muriendo de hambre a menudo me resultaron --cuando la leí hace unos meses-- extremos.
Lo peor es que los argumentos que se me ocurren y que podrían ir en contra, al menos hasta ahora, sólo son de un carácter de sentido común. Como si este señor, Singer, fuera un necio. Un extremista, un hombre que dice amar a todos, un vegetariano (en algún momento de la entrevista se quejaba de que las personas educadas seguían comiendo carne de vaca). Un utilitarista. Pero me encantaría sospechar que hay algo más en sus afirmaciones, que la duda se comenzara a sembrar dentro de mí; que, en efecto, algo de sus palabras me convencieran para dejar de comprar libros caros --como los de la editorial Siruela o como de McSweeneys-- e irme a alimentar a niños desnutridos.
Recuerdo que leí la entrevista en Portugal. Estaba en la habitación del hostal que daba a una bella plaza. "Soy un consumista", pensé. "Esta revista que compré, donde leo las opiniones de Singer, este Believer, me costó ocho dólares. Si todo mundo diera ocho dólares de su salario, probablemente el mundo sería mejor", pensé, "pero si no se entera de que debe dar ocho dólares de su salario, no podrá darlos jamás. Pero no. Esto es un argumento de sentido común; debe haber otra cosa que se me escapa, algo de orden económico, tal vez; algo de lucha de clases o no sé, tal vez debería releer a Hegel".
Yo no sé cuál es la justificación para que exista el arte. Ignoro por qué Virgilio decidió no quemar su Eneida, aunque hubiera más de un argumento a favor. También ignoro por qué prefiero escribir en cuadernos de doce euros en lugar de utilizar los Scribe que se venden en Office Max a veinte o menos pesos. En ocasiones me niego a darle dinero a los mendigos sólo porque sí. Porque es mi dinero. Y para que esto me dañe moralmente, para que esto me haga sentir realmente mal, debo hacer un esfuerzo. Antes de que pudiera hacer algo al respecto, la manera en que ha sido organizado el mundo me ha conquistado. Ah, dulce, reconfortante apatía.

Tuesday, September 19, 2006

Ars longa

Me molesta descubrir que en ocasiones hablo sobre libros o autores que no he leído. Desde hace un tiempo he intentado hacer algo al respecto: hablar menos, leer más. No hace mucho me encontré sentado en el excusado, leyendo. Me hice creer que mi vida era miserable, que el tiempo no me rendía y que era una lástima pero debía reconocerlo: el único lugar donde podía leer a gusto era ahí, por las mañanas, antes de entrar a la regadera. Recordé al amigo de Roberto Bolaño, a Mario Santiago, quien leía incluso en la regadera ("Pero sólo leo poesía"). Hubo como una semana en que siempre llevaba libros de poesía en el tráfico. En periférico a las siete de la tarde, rumbo a Satélite, viene bien. Acelera, avanza medio metro, pisa freno, lee verso, acelera de nuevo.
Estoy leyendo, por vez primera, a Dostoievski. Me gusta. Pronto dejaré su Diario de un escritor para comenzar El idiota (la culpa de este orden es Dixon) y luego Los hermanos Karamazov. Me asusta saber que existen otras múltiples obras de este autor que no creo leer pronto y probablemente jamás --acabo de leer en internet, en una página que lleva el cursilísimo nombre de "El poder de la palabra", que su mejor obra es Crimen y castigo. Pero después de ver Crimen y castigo de Woody Allen, así como Match Point, siento que es como hablar más de lo mismo. ¿Es así? ¿Todos los libros son más de lo mismo? ¿Estamos, lectores del siglo XXI, condenados a experimentar lo mismo una y otra vez, como en un "retrasamiento" de Duchamp? ¿Por qué carajos se me antojan más las opiniones de los libros que los libros mismos? (Planeo leer pronto Tolstoi o Dostoievski, de Steiner). Por un lado es el terrible temor de convertirme en un ambulante manual de literatura y por otro es el vivir de pedazos y opiniones ajenas.
No hay manera. Para colmo, los libros que disfrutaba antes, ya no los disfruto.

Monday, September 18, 2006

Así suceden las cosas.

Recibes llamada.
Contestas llamada.
"¡Felicidades! ¡Has sido seleccionado!", dice la llamada, "Oprima 9 para ver opciones".
Oprimes 9.
"Buenas tardes, habla a Club Royal, ¿con quién tengo el gusto?"
"¿A dónde hablo?"
"A Club Royal, ¿cuál es su nombre?"
Nota: el tono de la persona que pregunta tu nombre deberá ser hiper mamón e hiper argentino.
"¿De qué es esta compañía?"
"¿Me puede dar su nombre?"
"¿Me puede decir de qué es ésta compañía?"
"No, no, no; mira, aquí tú no impones las reglas--"
Cuelgas.

Friday, September 15, 2006

La liberación de la pérdida

En esta actualización sólo diré una mentira. Estaba leyendo en la bitácora electrónica de Iván Thays (atiborrada de noticias literarias) una sardónica nota sobre J.K. Rowling, a quien nunca he leído. En ella, se relataba cómo fue que esta señora estuvo a punto de no subirse a un vuelo que iba de Nueva York a Londres pues no quería mandar con el equipaje el ejemplar del manuscrito del último libro de su conocido personaje, alegando que "Buena parte del texto fue escrito a mano y no había ninguna copia de lo que escribí durante mi estadía en Estados Unidos. Afortunadamente ellos me dejaron llevarlo, atado con elásticos".
Yo sólo he perdido manuscritos en dos ocasiones, una definitiva, otra temporal. No hace mucho mi computadora se volvió loca. Y pensé que lo había perdido todo. Mi novela, mis novelas iniciadas, mis cuentos, mis fotografías de Refu. Todo. Pero después de un retiro en un sanatorio suizo, de fármacos y terapias de alto impacto, mi computadora retomó su sano juicio y pude recuperar todos mis documentos --excepto aquella novela que llevaba ya como quinientas páginas. Esto fue una especie de alivio, pues no veía para cuándo terminaría aquello o si sería algo bueno que lo terminara (toda estaba armada de la siguiente manera: "Esta es la primera línea de la novela. Esta es la segunda línea de la novela. Esta es la tercera frase de la novela y le sigue la cuarta. A esta línea, la cuarta, la seguirá la quinta. En esta quinta línea ya ven más o menos a dónde voy con todo esto. Sexta línea. Séptima.") Aunque probablemente podría reproducir las quininentas o más cuartillas, creo que esa pérdida ha sido uno de los eventos más liberadores de mi vida --algo así como al personaje de Chabon, el Prfs. Tripp, quien pierde el manuscrito no guardado de su novela de más de mil páginas. "I just couldn't stop", se lamentaba.
Así que pienso en mi amigo Julián Zárate, que quemó su diario. Pienso en la segunda parte de Almas muertas, incineradas. En el obseso de Rulfo y sus dos libros. En todos los libros no escritos que Vila Matas se lamentó de no introducir a su Bartleby y compañía. Podría seguir por ahí, pero preferiría no hacerlo. Así que para finalizar sólo recordaré a Chautebriand, quien llevaba el manuscrito de su Atala y de su recién terminado viaje a América envuelto en sus camisas cuando, de vuelta a Europa, se adjuntó al ejército bretón de los Príncipes. El peso de estos manuscritos, añadido al de sus camisas, su capote, su cantimplora de hojalata, su frasco recubierto de mimbre y su Homero, lo hacían escupir sangre:
"La Providencia vino en mi ayuda", escribió más tarde, "una noche, tras haberme acostado en un pajar, no encontré mis camisas en la mochila cuando desperté; había dejado los papelotes. Bendije a Dios: este contratiempo, asegurando mi gloria, me salvó la vida, pues las sesenta libras de peso que portaban mis hombros habrían acabado por causarme mal de pecho".
¿No les recuerda esto a Will, el personaje creado por Eggers para su You shall know our velocity? Quitó las primeras y últimas páginas de su biografía de Churchill, preparándose para su viaje alrededor del mundo, pues abultaban demasiado su mochila. Me pregunto si no nos sentiríamos todos, la humanidad, increíblemente liberados cuando las bibliotecas y los archivos electrónicos ardan.

Thursday, September 14, 2006

Arte

Hola. Mi nombre es Guillermo Íñigo Núñez Jáuregui. Desde hace algunos meses he estado escribiendo algunas cosas en este espacio: disertaciones sobre mi perra, sobre mi vida cotidiana, listas de cosas, reseñas de algunos cuantos libros y algunas cuantas películas y algunas cuantas obras de arte. Hoy quiero hablarles de Arthur Danto y su lectura de la obra estética de Hegel. Según Danto la historia del arte es teleológica. En esto, y en el carácter de necesidad, siguel a Hegel; no tanto en los principios metafísicos, en la concepción de belleza ni en la esquematización de las artes. A mí me gusta la lectura que hace Danto de Hegel, pero no estoy de acuerdo en que el arte y sus "procesos" o cambios de estilo o de escuelas sean necesarios. Gracias por su atención.

Wednesday, September 13, 2006

Lista

Música que llevo conmigo en el reproductor de compactos del automóvil y que sirve como una especie de retrato hablado:

1. From a Basement on the Hill, Elliot Smith.
2. Riot Act, Pearl Jam.
3. Eraser, Thom Yorke.
4. The Life Aquatic Studio Sessions Featuring Seu Jorge.
5. Bloc Party.
6. Pearl Jam, Pearl Jam (2006).

En realidad sólo escucho el 3 y el 4.

Monday, September 11, 2006

Ante el dolor del otro


To convert this experience into metaphor, into symbolic gesture, feels almost offensive when we are still pressed by such an urgent reality that is ongoing and uncontainable by words. [...] So if art cannot contain or describe this event, and if for now the suffering is too keen to be alleviated by parable, they can at least revert to this social function. As time goes on, this will all pass away into memory, into a story with a beginning and a middle and finally an end.
John Hodgman, En un lectura literaria del 9/25/01

En conversación con el fotógrafo Joel Meyerowitz, cuya serie Looking South fue una de las primeras en contener imágenes premonitorias y explicativas a los atentados del Septiembre 11 en Estados Unidos hace unos años, Lawrence Weschler hace notar que al menos la fotografía que está arriba tiene importantes resonancias con View of Delft, de Vermeer (pintura de 1658). La fotografía de Meyerowitz, tomada a mediados de los ochenta, toma un cariz expuesto en la serie --en la que, entre otras cosas, se introduce el mismo horizonte pero con importantes diferencias (sin el WTC)-- casi preventivo. View of Delft, en cambio, se realizó unos meses después de que la armoría de la ciudad (que se encontraba en el "hueco" donde la luz sobresale en el río) explotara. Como estaban en tiempos de guerra, la armoría estaba abastecida hasta el tope de explosivos y pólvora --entre las personas que murieron se encontró Carel Fabritius, uno de los pintores más importantes de la generación previa a la de Vermeer.
Para más convergencias de este tipo compren Everything that rises, de Weschler.
En la Letras Libres de este mes, Fernanda Solórzano realizó una buena reseña de la película de Oliver Stone que trata sobre las horas y vidas de los dos últimos sobrevivientes que fueron rescatados de los escombros de los atentados. Sin embargo, hubo algo en esta reseña que me movió una fibra, a saber, su afirmación sobre cómo cualquier película que tuviera que ver con el 9/11 es siempre mucho más que una simple película. Pensé de inmediato en las películas sobre la Segunda Guerra Mundial, las múltiples películas sobre el Holocausto, que siempre me parecieron sólo películas. No sé qué decir sobre esto, sobre la estética del dolor y los acontecimientos que nos superan, sobre las críticas probablemente infundadas a Baudrillard y, también, a su libro Tower Inferno (¿recuerdan esa película de los setentas sobre desastres?)
Hasta parece que quiero decir algo.

Friday, September 08, 2006

¡Al farol!

Advierto que esta actualización está hecha un poco a la medida de los chistes internos que se trafican entre algunos de mis amigos. Advierto también que en él se hace referencia a un libro enorme, Memorias de Ultratumba, de Chautebriand, específicamente al Libro Quinto, capítulo 13, en el que se narra una de las Sesiones de la Asamblea Nacional y algo sobre Robespierre. Cuenta François que en una de estas sesiones, que tal y como la recuerda se asemejan mucho a las de la Cámara de Diputados, que se encontraba en el bando de los Realistas (que obviamente no se trataba de lo que yo imagino se trataba, pero disfruto mucho más pensando que se trataba lo que yo pensaba se trataba) y total que escuchó a uno de los diputados Realistas, Mirabeu --el mayor, no el joven; el joven estaba muy ocupado agarrando a uno de los diputados adversarios por la solapa-- gritar: "¡Callen las treinta voces!"
Aquí vienen los chistes hechos a la medida de mis amigos, que escuche quien tenga oídos:
Chautebriand se encontraba detrás de un noble delfinés, de rostro atezado, pequeño de estatura, que, furioso, le decía a sus amigos: "Caigamos, espada en mano, sobre esos muertos de hambre." Los oponentes de los Realistas, al escucharlo, rabiosas --Chautebriand dice que traían espuma en la boca y estaban muy enojadas-- gritaron: ¡Al farol!
Memorias de Ultratumba es uno de esos libros que te obligan a ir y venir a las notas y apéndices que se encuentran al final del libro. La nota veinte del libro quince explica: “Es decir, a la horca (mettre à la lanterne). De un estribillo de tiempos de la Revolución «Ah ça ira, ça ira, ça ira, les aristocrates à la lanterne.» Casi como si gritaran ¡A la hoguera! en Versalles, con tono fangcés.
Qué mamón, ¿no?

Wednesday, September 06, 2006

Convergencia de Wescheler, nueva.



Noten la aureóla en ambas imágenes. Wescheler es mi dios personal. Pero no tanto como para escribir su nombre de la misma forma siempre.

Pregunta concreta en busca de respuesta

¿Alguien que me conozca --no es necesario que me aprecie-- está dispuesto a conseguirme o a prestarme una copia o un original del texto de Kapucinsky que se titula Viajes con Heródoto y que Anagrama editó hace no mucho tiempo? Y también, ¿escribí bien el nombre de Kapucinsky?

Tuesday, September 05, 2006

Elsinore y Elizondo


Usualmente se comienza a leer a Elizondo porque les han recomendado Farabeuf. En mi afán por ser siempre distinto y original dentro de los distintos y originales, de los que leen, decidí comenzar con Elsinore: un cuaderno no como una lectuar iniciática de Elizondo, que eventualmente me llevaría a Farabeuf, sino por el puro placer de leer otro texto sobre internados y muchachos juntos bajo un mismo techo. Me gustan esos textos, a lo Jakob von Gunten. Sin embargo, creo que lo que más me atrajo de la novela (mediocre, por lo demás, a no ser por el primer párrafo y el final), fue la portada con la que el FCE la está vendiendo. Desde que compré el libro creí que dentro, en el texto, saldría a la luz una referencia velada al libro de Woolf, ¡Al faro!, pero a no ser porque se trata de una vacación prolongada, Elsinore poco tiene que ver con ¡Al faro! Pero qué gran portada --es un boceto sacado de uno de los cuadernos de Elizondo.
Quiero vivir en un faro a lado de un acantilado. Rodeado de libros. Luchando contra la humedad.

Walser y Rilke

Ambos murieron en una Suiza nevada, Walser un 24 de diciembre --en 1956. Treinta años antes, un 29 de diciembre, murió Rilke. Ambos terminaron en un sanatorio. En Suiza. Presten atención a Suiza. Es muy importante para esto. Uno de los sanatorios, el del autor del poema Nieve, estaba en Herisau. El otro, el del autor de Cartas a un joven poeta en Val-Mont. Los dos estudiaron en escuelas militarizadas.

Monday, September 04, 2006

Banda sonora

Estás trabajando o estás en el tráfico, es igual, tienes ganas de que tu vida suceda en otra parte o que al menos sea una experiencia ya conocida y agradable, como una película que recuerdas o que puedes ver una y otra vez porque la has comprado y ya no tienes que gastar para rentarla o ir al cine o esperar a que la pasen de nuevo en la televisión --insisto, estás trabajando o estás en el tráfico y quieres que esa sea el tipo de vida que llevas, quieres que se acabe esa nostalgia por ese lugar que jamás conocerás.
Esto es lo que debes hacer:
Comprar Eraser de Thom Yorke y ponerlo al momento que ves cómo la luz de la ciudad rebota en la atmósfera provocando la impresión de que todo es luminoso. Te vas a sentir en una película de Michael Mann. O bien, acelera y abre la ventana, saca la cabeza y di: "My hair is blowing with the wind", aunque estés usando gorra o estés rapado. De las bocinas del IPod o del estéreo debe salir Turn Into de los Yeah Yeah Yeah's. (Pista 11 de su último disco, Show your bones). Te vas a sentir en una película donde Natalie Portman tiene un papel importante.