1. Primero que nada debes creer que tu vida es tan interesante como una película. Nota: Si no puedes aislar momentos de tu vida y verlos desde los ojos de alguien más, olvídalo. No estás listo.
2. Escucha el sonido de las águilas mientras trabajas en la actualización de tu blog, su chillido amortiguado por la distancia. Siente curiosidad.
3. Sube por las escaleras de servicio al tejado de tu hogar con la niña a la que amas pero que ama a otra persona. No le mires debajo del vestido, te lo ha pedido.
4. Es muy importante que sepas esto, que no te ama, sobretodo que lo sepas a través de una carta erótica y muy precisa que leíste porque te la mandó por accidente, cuando en realidad estaba destinada a su novio.
5. Asegúrale que desde el tejado de tu casa se pueden ver águilas. Las águilas deben ser cafés y sus picos deben ser amarillos, tanto como sus garras. Se posarán sobre la copa de uno de los pinos del fraccionamiento donde vives y ahí tendrán también un nido con sus aguiluchos. Debe hacer frío.
6. Al subir utiliza tus binoculares y busca en la copa de los árboles. Siente pánico al no encontrar las águilas y comienza a imaginar distintas explicaciones, que en realidad son excusas, del porqué de la ausencia de las águilas.
7. La niña a la que amas debe tener un interés desmedido por la naturaleza, los animales, los seres vivos. Debe ver Animal Planet o Discovery Channel religiosamente. De chica su madre debió llevarla al bosque en compañía de su amiga-artista-bohemia para abrazar árboles y sentir su energía a través del cuerpo. Te deberá contar esto con un dejo de nostalgia. Nota importante: La niña a la que amas es un ideal, un constructo de distintas personas que conoces. La incapacidad de comprometerte con alguien real juega un rol importantísimo en la cetrería.
8. Recuérdate a ti mismo que la cetrería ―del latín acceptor, accipîter, gavilán― fue un deporte popular en la edad media. De hecho, recuerda, algunos relieves en las planicies de Siria han dado a conocer que se practica desde hace miles de años. Explícale a la mujer que amas que no debería confundir el origen etimológico del término con el de cetrero, que no es sino una especie de ministro que fungía en la Iglesia con capa y cetro. Deja de hablar al respecto si y sólo si amenaza con tirarse del tejado a menos de que te calles.
9. Imagina cómo sería tener un par de binoculares con visión nocturna. Imagínalo bien, mientras buscas con tus mediocres Nikon señales de las aves. Podrías espiar a las distintas personas que viven cerca. Podrías salir de tu casa por las noches y ver en la oscuridad, como en aquella escena de The silence of the lambs. Todo sería cubierto por un verde fosforescente y un blanco luminoso. Como si estuvieras en el fondo del mar.
10. Antes de darte por vencido en este primer acercamiento a la cetrería, dile a la mujer que amas: «Te quiero, me da gusto que seas parte de mi vida». Espera a que conteste. Algo.