Wednesday, May 17, 2006

Anécdota de baño público.

Así que el otro día me encontraba en un baño público. ¿Conocen este concepto? ¿"Baño"? ¿"Público"? Por supuesto que lo conocen, es donde muchas personas orinan, defecan y se lavan las manos al mismo tiempo. No sé ni por qué estoy preguntando, es de lo más común encontrarse en un baño público, a lado de una persona mientras, si eres hombre o una mujer muy extraña, estás orinando de pie. A menudo haces esto con la vista puesta en el horizonte. En otras ocasiones no, estás viendo directamente hacia abajo, pensando en las distintas maneras en que la frase "El futuro del mundo está en tus manos" puede ser interpretada.
Total que el día del que estoy hablando salí del baño cuando una persona que se estaba lavando las manos me gritó: "¡Las manos!" El grito alargaba la última sílaba. ¿Fue pena? ¿Fue reconocer que esta persona tenía razón, que estaba a cargo de un buen argumento sanitario? ¿Una escondida ironía? No lo sé, pero fue algo en este grito y en esta persona lo que me obligó a regresar al baño, abrir la llave, lavarme las manos mientras asentía y le decía: "Tienes razón, tienes razón".
Soy como cualquier otro. En ocasiones, cuando salgo del baño apurado, no me lavo las manos, no me lavo los dientes después de comer, me ruborizo cuando me halagan, veo hacia abajo cuando me regañan. Este hombre lo sabía. Y por eso, cuando le dije que tenía razón me vio con cara de que por supuesto que tenía razón, y añadió: "Uno nunca sabe, después uno se toca los ojos, come algo... en fin". Le iba a decir que sí, que tenía razón, que, coincidentemente, estaba enfermo del estómago. Pero no le dije nada de esto, terminé de lavarme las manos y sin secármelas salí.
Y ya, es la última anécdota de baño público que tengo.

7 comments:

Unknown said...

Esta anécdota del baño me recordó de la gente con problemas de estómago en Zurich o en la carretera a Valle de Bravo.

Anonymous said...

Es una cerdada si defecaste y no te lavaste las manos; si nada mas orinaste está bien.

Miguel Ángel Ángeles said...

el futuro del mundo....

omg.

Mariana said...

uuy, a mí me recordó mi cumpleaños pasado, que me la pasé todo el día verde y el wc se convirtió en mi mejor amigo cerámico.

sólo que esa vez no me enfermé por no lavarme las manos, a menos que... oh!

lafiebredelmono said...

que porqueria guillermo, quien te viera.

pincheorate said...

que chocante persona el tipo que se lavaba las manos al lado tuyo. tenias dos opciones:
a) voltearlo a ver, analizarlo y decirle: "vaya a ver a un especialista para le trate ese trastorno obsesivo compulsivo, ocupese de sus propios asuntos"
b) ignorarlo e irse con las manos sucias.

a fin de cuentas.. como sabes que el agua con la que te estas lavando las manos no esta contaminada y te resulta peor, que tal que uno de intendencia dejo caer una torta de buche en el tinaco, o se callo una rata en el y se ahogo al no poder salir.. por otra parte quien le hizo creer a aquel personaje que podia intentar educar al que se le de la gana... tristemente a veces tenemos la debilidad de hacerle caso a esas personas de estatura moral.

Chivigón said...

El comentario de pincheorate es el complemento que necesitaba tu narración, porque esa es precisamente la otra alternativa.

Yo estoy totalmente en contra de
la postura de pincheorate. Tú
tenías la convicción de antemano
de que lavarte las manos es bueno. El desconocido simplemente te
ayudó a cumplir con tus ideales.

A mi me pasó algo similar al
llegar a la sección de DVD's de
una biblioteca. Sonó mi teléfono
y me puse a hablar como si
estuviera en un blockbuster, y
un desconocido me indicó que no estaba permitido hablar (a pesar
de que no estaba molestando a nadie). Quedé muy agradecido por
esa indicación, porque corresponde con mi ética.

¿Por qué molestarnos por las
indicaciones de los demás y no
simplemente evaluarlas y decidir
libremente?