Tuesday, August 08, 2006

La fortaleza

Ellos, si les aflige alguna tristeza o pensamiento grave, tienen muchos medios de aliviarse o de olvidarlo porque, si lo quieren, nada les impide pasear, oír y ver muchas cosas, darse a la cetrería, cazar o pescar, jugar y mercadear, por los cuales modos todos encuentran la fuerza de recobrar el ánimo, o en parte o en todo, y removerlo del doloroso pensamiento al menos por algún espacio de tiempo; después del cual, de un modo o de otro, o sobreviene el consuelo o el dolor disminuye.
Boccaccio, El decamerón
Me encuentro encerrado en la biblioteca de la Universidad Panamericana. Afuera llueve sangre y hay guerra. No. Afuera un sol de justicia. Un sol que ilumina el cielo y hace que parezca una pantalla de cine, blanca como la nieve en la que murió Robert Walser. Dentro, leo el Decamerón y pienso en los soldados que se encerraron en un castillo, en aquella película 28 days, rodeados de zombies, perdiendo el tiempo, distrayéndose disparándole a muertos vivientes. O bien, en el Amanecer de los muertos, donde un grupo se encuentra en un centro comercial, perdiendo el tiempo. O en La noche de los muertos vivientes, un grupo esperando la muerte. También en El día de los muertos, militares en un bunker. Tierra de muertos, empresarios y parias en un edificio de oficinas y departamentos. Tantas codas.
También pienso, obviamente, en La Máscara de la muerte roja, de Poe, donde varias personas se refugian en un castillo mientras esperan que afuera pase la muerte roja, hasta que descubren que la muerte ya ha entrado en el palacio donde festejan la vida. Pienso en estas cosas pues estas son las cosas que me hace pensar el Decamerón. También pienso en el tejido de Penélope y en los cuentos que contaba Sheherezade que le permitían vivir, noche a noche. Hay una relación fuerte e íntima entre sobrevivir y hablar, entre la posibilidad de mantenerse aferrado a una serie de historias.
Haunted, la novela de Chuck Palahniuck cuenta la historia de un retiro literario en el que se le pide a un grupo de incipientes escritores que dejen lo que están haciendo, sus vidas, para pasar un tiempo indeterminado en una "casa segura". Ahí escriben historias. Muchas historias, todas desagradables y bajo la estética del gore (si piensan leer este libro y mantener un estómago de acero, sáltense el cuento "Guts"). La novela, por supuesto, hace esa trampa de reunir varios cuentos bajo un esquema en particular para así poder llamarlo novela. Pero algunos cuentos valen mucho la pena. Otros, se nota, están ahí sólo para unir el todo.
¿Cuáles serían los libros que se llevarían los intelecturales a sus bunkers, mientras esperan a que pasara el cataclismo? ¿O Noé en el arca? ¿Cristo en el desierto?

1 comment:

Anonymous said...

sólo sé que a area 4 le dicen el arca de noé porque es la salvación de todos los animales