Wednesday, March 21, 2007

Cierta sabiduría en Kierkegaard

Fui al F.C.E. buscando el número siete de Granta, en español. No lo encontré. Ya lo había buscado en la sucursal de la Condesa. En lugar de eso, salí con Les Beinvellants de Jonathan Littel, del cual obviamente no consigo pescar nada. Comencé a traducirlo, con constantes, laboriosas visitas al diccionario y al libro de las conjugaciones. Llevo como cinco líneas. Supongo, me digo, consolador, que así aprenderé (francés, tal vez, o a no comprar libros a lo tonto).
Total que no encontré el último número de Granta en español (supuestamente venía un cuento inédito de Bolaño). Pero me topé con una revista de un amigo que no había leído. La tomé, para comprarla. También: tomé dos números atrasados de Granta. Tuve que pescarlos de entre un montón de revistas de literatura y filosofía, más bien chonchas, que estaban medio perdidas y escondidas en un mueble más bien pequeño y oculto de la librería. En el mismo mueble, apiladas en grupos, vi varias, muchas copias del primero, segundo y tercer ejemplar de Cuaderno Salmón. Pensé: diablos. Nadie lee. También: caramba, son demasiados. ¿Es que la gente no se da abasto? ¿No tiene tiempo? Ya va a salir el cuarto, pensé.
Al final me decidí por uno solo de los ejemplares atrasados de Granta. En él venía un cuento, también inédito, pero de Lydia Davis (cuyo Samuel Johnson is indignant me abrió los ojos de par en par; un lector abusado verá un guiño de ojo a uno de sus cuentos en el título de esta actualización). Pero no habemos lectores abusados aquí. Habemos lectores obsesos, aferrados a la idea de poseer letras y libros, aún cuando el precio de éstos nos sosprenden en la caja del FCE, aún cuando algo nos impide (algo de lo que más tarde nos arrepentiremos) echarnos para atrás. Ay, por eso nos dice tan sabiamente Kierkegaard (aunque sea sólo para desesperar),
El salmón es de por sí un manjar muy delicado, pero cuando se come en exceso es perjudicial para la salud, ya que es un alimento de difícil digestión. Por ello, cuando en una ocasión se pescó en Hamburgo una gran cantidad de salmón, la policía dio la orden de que cada patrón sólo diese salmón a su servidumbre una vez por semana.

1 comment:

david-. said...

Para ti, Guillermo:

http://www.ew.com/ew/article/0,,20015535,00.html