Saturday, June 30, 2007

Democracia

¿Han visto esas playeras en las que aparece la leyenda "One tequila", "Two tequilas", "Three tequilas", acompañadas de los supuestos efectos que consumir el número determinado provocan? Hay varias versiones. A veces, son cervezas y no tequilas. Otras, son vodkas, en lugar de cervezas. Y me gustaría generalizar, diciendo que hay otras playeras similares, con algo de ingenio, supongo, en las que aparecen líneas tontas como Ahorra el agua, bebe [tu bebida alcoholica favorita]. Esas playeras, lo sabemos, siempre son un error. El tipo de ropa que compra un determinado tipo de persona, usualmente en la playa --incapaces de gastar su dinero en, digamos, la renta del ski o la banana, porque, sencillamente, no les alcanza. Así que esta gente va a Caleta, se compra su playera, se come su coctel de camarones, se pone sus flotis y se esfuerza enormemente por ser felices.
Bueno, deberían. Uno debe esforzarse.
Hoy vi a una persona así en un el Péndulo de Perisur. Era una señora. Llevaba su playera de los Tequilas, con los dibujitos correspondientes (quizá un perico borracho o una rata borracha, algo), su "pantalón deportivo", su panza, su gorra, su cuerpo sucio y sin bañar. Era mediodía y rondaba la sección de Anagrama. Preguntó por un autor: Bukowski. Creo que era La máquina de follar o Mujeres. Leyó la contraportada. Sopesó el asunto. Seguramente alguien se lo recomendó (¿en la playa?). Leyó algunas líneas. Regresó el libro a su lugar y se fue a ver las películas que estaban en rebaja.
Dios, yo también leí a Bukowski. En algún momento dado, creí que Bukowski era mío, así como creí que Houellebecq era mío, como seguramente muchos creyeron que Coetzee era suyo hasta que escucharon en la radio que se había ganado el Nobel y ahora Coetzee es de todos, hasta de las señoras que van a Caleta, a Perisur en su ropita usada y bien conocida, en esa comodidad de lo idéntico.
¿Qué película compraría? ¿El lado oscuro del corazón? ¿Alguien se la habría recomendado? ¿La trilogía de los colores de Kieslowski? Más tarde, ¿la vería en su casa, se sentiría frustrada por no disfrutarla? ¿O diría que se trata de su película favorita? Cuando diera finalmente con él, ¿sería Kundera su autor favorito?
Mi libro favorito es La insoportable levedad del ser, diría. Apenas la afirmación saliera de su boca, sabría que sería algo falso. Pero igual lo diría. Porque esta persona, en suma, querría crecer, ¿saben? Ser capaz de tener opiniones, como las de sus amigos que leen a Bukowski en la playa, como las de los críticos en las columnas del suplemento cultural, cuando hablan de Kafka y de cómo se sienten igual que el escarabajo de la Metamorfosis. Esa triste tendencia natural a saber más, a querer más, a ser mejores, cultos y felices. Cuando uno suba a la última torre de la alta, altísima cultura, creo que lo único que descubrirá es que desde ahí todo se ve bastante pinche.

Thursday, June 28, 2007

Nine stories de JD Salinger

Conseguí Nine stories de J.D. Salinger en la editorial Little Brown Books (que sí, son pequeños, pero blancos). Advierto: esta actualización está de hueva, es sólo para que se informen sobre un libro que leí recientemente. No puedo dejar de pensar que el cuento que más me gustó fue A perfect day for bananafish. Aunque, debo decir, el final me hizo sentir un poco engañado. Pues, ¿cómo puede terminar así, uno de los cuentos en los que se retrata con mayor fidelidad lo que debe significar ser feliz? ¿Cómo es eso posible? ¡Demonios! Oh, tienen, deben leerlo.
Según Sergio Pitol, sólo La guerra y la paz de Tolstoi había conseguido retratar la alegría --es mucho más sencillo, esto lo sabemos todos, escribir sobre la infelicidad. Pero A perfect day..., a pesar de su final, lo consigue. Apenas me acuerdo, neta, y empiezo a sonreír. Por supuesto, se los he echado a perder: llegarán al texto con expectativas. Si se animan a leerlo, conviene que olviden esta actualización y mi entusiasmo.
Hay un momento, léanlo, en el que Seymour Glass (miembro de una familia que aparecerá en repetidas ocasiones en este volumen de cuentos) le besa el pie a una niñita, en el mar, mientras la lleva mar adentro sobre un flotador; casi podía probar la sal del agua. El sol ardiente, la playa, el olor a bronceador.
Ahora estoy con Franny and Zooey, otro libro de cuentos (estos más extensos) también dedicados a miembros de la familia Glass. Este volumen también lo compré en la editorial Little Brown Books (era la única editorial que encontré en Books-a-Million, en Florida, pero está barata). Sin embargo, su último libro de cuentos, en los que también aparece la familia Glass, lo tengo en la editorial Back Bay Books (al igual que The Catcher in the rye) que hacen libros más bonitos, aunque más caros. Fue el segundo libro de Salinger que compré, el último que publicó. En éste, como se anuncia en su título (Raise High the Roof Beam, Carpentes + Seymour: an introduction) aparece de nuevo Seymour Glass --un personaje que, al menos hasta este momento, para mí, cobra importancia como cobran importancia los cuadros que ya no están en una habitación pero que sabemos que estuvieron ahí, durante mucho tiempo, presidiendo, protagonizando con toda su importancia, pero de los que ya sólo tenemos el rastro que dejaron atrás, ese pedazo de pintura descolorida, esa sombra que no se va.

Wednesday, June 27, 2007

Subo a mi habitación...

...después de comer, hace frío así que entro al clóset. De uno de los cajones de ropa tomo un suéter rojo y me lo pongo y siento una fragancia, algo extraño. No es fresco sino estancado, rancio. Creo que se va a pasar, pero al acercar mi brazo a la nariz confirmo el olor: orina. Sin quitarme el suéter, dudoso, camino fuera del cuarto y me acerco a mi madre, quien usualmente confía en mí. "Huele", le digo, acercándole el brazo. Pone sus sentidos en mis manos, su nariz en la manga del suéter rojo. Hace una cara. "Huele a orina, ¿no?", le pregunto sin saber si lo que busco es confirmación, consuelo o alguien más para que sufra como lo hago yo, con esta peste. Sin contestarme parece decirme que sí, con los ojos. Noto decepción en ellos. "A lo mejor tu perra se orinó en él", me dice. "Pero estaba en un cajón", le digo. Afortunadamente, o extrañamente, a ninguno de los dos se le ocurre que alguien, una persona, abrió el cajón donde guardo esta ropa para orinar dentro de él, lo cual, ahora, también me parece posible. "Aunque también puede ser humedad", le ofrezco. "Sí, es humedad", me dice mi madre. Me quito el suéter --al meter la cabeza para sacarlo noto con mayor intensidad el olor-- y lo pongo en el cajón de la ropa sucia. Me pongo otro. Es negro. No huele mal. (Ahora acerco la tela, cashimire, a mis fosas nasales y aspiro con fuerza; no, no huele.) Pero tiene un hoyo, no es grande. Hace tiempo Refu, mi perra, lo rompió.

Mateso Bila Chuki

Ex Africa semper aliquid novi: "De África siempre sale algo nuevo", dijo Plinio el Grande en su Historia Natural, por allá del primer siglo después de Cristo. Estas cosas las sé porque Christopher Hitchens es muy culto y escribe un poco al respecto en su At the Desert's Edge, uno de los varios y buenos artículos que aparecen en la nueva edición de Vanity Fair.
No sé si sea algo novedoso, pero este número (es la primera Vanity Fair que compro, aunque sé que se trata de una muy buena revista) tiene un editor invitado: el filántropo irlandés Paul Hewson (a quien muchos de ustedes, chavos de hoy, han de conocer sobre todo como Bono, el cantante de una banda que se llama U2 --no sé si sepan de lo que hablo). Pueden darle un vistazo, aquí, a las 20 portadas que se hicieron para este número, todas fotografiadas por la gran Annie Leibovitz (pongo esta imagen pues es la que conseguí ayer en el aeropuerto).
El interés que tengo por África, me temo, muchas veces se empaña con la visión general que uno adopta cuando habla o escucha hablar de este continente --en la que, casi invariablemente, se le ve como un todo caótico donde la muerte, la guerra, epidemias como la del SIDA y la pobreza extrema son las notas distintivas. Y es difícil no verlo así cuando "todo lo nuevo" que sale de África, incluso lo cultural, parece siempre lo mismo pues se nos presenta en ya conocido empaque: conflicto, gente ignorante, desierto y, en fin, desorden. A menudo me encuentro luchando contra esta imagen que tengo en la cabeza (algo difícil de hacer después de leer libros, buenos libros, como We Wish To Inform You That Tomorrow We Will Be Killed With Our Families: Stories from Rwanda o la biografía de Achak Deng, What is the what o de ver películas como Blood diamond u Hotel Rwanda). Algo que, por supuesto, debe preocupar a mucha gente (ahora me viene a la cabeza el festival de cine africano, Africala que vino o vendrá --no lo recuerdo bien, escuché al respecto en la radio-- y que temía precisamente esto, que todo lo africano siempre se filtrara a través de categorías de violencia). Ciertamente, para ayudar a los países africanos se necesita, primero, pensar que es posible ayudarles. Que no todo es oscuro y violento, pues.
Total que en esta línea encuentro el agradable texto Generation Kenya de Binyavanga Wainaina, sobre el crecimiento casi milagroso de Kenya desde su independencia en el '63. Y luego, la tiranía, por un rato. Después, gente inconforme pero pensante. Y luego, elecciones y democracia. Y en un lapso, una Kenya que era una gran bar violento y desordenado. Y ahora Kenya, el único país del que yo, mexicano de clase media, he escuchado al que va gente para vacacionar en safaris. Sí, Kenya es grande, ha crecido. Todavía tiene problemas, ciertamente, pero quizá el más grave sea cómo se perciben. Escribe Wainaina:
As I sit here, in upstate New York, and read The New York Times, or watch CNN, Africa feels like one fevered and infectious place. In this diseased world, viruses spread all over --and a small local crisis in one corner can infect the rest of the continent in one quick blink. [...] This habit --of trying to turn the second-largest continent in the world, which has 53 countries and nearly a billion people of every variety and situation, into one giant crisis-- is now one of the biggest problems Kenya, South Africa, Tanzania and Ghana face.
We have learned to ignore the shrill screams coming from the peddlers of hopelessness. We motor on fatihs and enterprise, with small steps. On hope, without hysteria.
Desde mi habitación, sentado frente a mi computadora, mientras bebo café, me cuesta trabajo determinar si este texto se escribe desde una postura que busca objetividad o si se escribe desde la voz de la esperanza. En todo caso, ninguna de las dos posiciones me parecería insensata. No tiene caso decir que en África la gente sufre, al menos no como un punto final. Sí, hay sufrimiento. Pero Kenya es prueba de que se puede sufrir con una creencia racional de que se dejará de hacerlo. De que no se necesita una filantropía ciega sino las condiciones para que los africanos, del país que sean, se puedan valer por sí mismos. Hay un momento del artículo de Wainaina en el que recuerda el nombre de uno de los muchos bares que proliferaban en Kenya, cuando ésta daba sus primeros torpes pasos a la iniciativa propia. Es emblemático: Mateso Bila Chuki, sufrir sin amargura.

Thursday, June 21, 2007

Theme-park nation

En el pasado número de marzo de este año, la National Geographic sacó un artículo muy bueno sobre Orlando: The theme-parking, megachurching, franchising, exurbing, McMansioning of America, escrito por T.D. Allman. En él, se explica cómo muchos de los desarrollos habitacionales prometen, paradójicamente, experiencias habitacionales que no parezcan producidas en masa. Se vende, en suma, la posibilidad de sacar algo de contexto, "extraer la forma de la sustancia, y luego vender boletos para ello". Escribe Allman:
Orlando's developers, like the producers of instant coffee, offer you a variety of flavors, inclunding one called Tradition. Structurally it may seem identical to all others. Only instead of Mediterranean ornamental detalis, the condos at Tradition have old colonial finishes. In Orlando's lively downtown, it's possible to live in a loft just as you would in Chicago or New York.
Y supongo que esto parece algo muy exótico, la capacidad de vivir el "estilo de vida" post-industrial en una zona, o mejor dicho, en un espacio específico (un loft) que jamás pasó por una periodo industrial. Pero, ¿puede esto parecerle a un mexicano que vive en el DF algo exótico? Veo lofts a cada rato, en zonas que alguna vez fueron ríos y pueblos, pero nunca albergaron bodegas amplias ni espacios destinados a guardar carnes ni que se abarataron cuando se pasó por una crisis --al contrario, los "lofts", en México, en años más o menos recientes, se vendían carísimo y no produjeron, como lo hicieron los de Soho, ningún tipo de cultura o creación artística, a no ser que sean conversaciones aburridas de sobremesa, o tipitos como yo que ponen todas sus ya bien conocidas opiniones en un blog.
Sospecho que se insiste en llamar a Orlando una "theme-park nation" para agregarle todavía un aire de lugar extraño y que vale la pena visitar --como Cuba, que en el turismo ha de llamar la atención por ser uno de los pocos países que aún son comunistas. Pero, teniendo eso aquí en México, ¿quién quiere ir a verlo allá? Acá tenemos nuestros obesos, nuestras torterías, nuestros McDonalds, nuestras dialécticas de la ilustración, nuestras opiniones bien masticadas.

Tuesday, June 19, 2007

Larga vida productiva

A punto de dar las diez de la mañana, me hago creer que estoy trabajando cuando en realidad sólo estoy actualizando mi bitácora electrónica, lo cual seguramente a alguna alma extraviada le parecerá trabajo (como a mí, en este momento) pero en realidad sólo constituye una especie de ejercicio. Pero, ¿para qué? Pues para mi trabajo de verdad, que es escribir ese texto que creo se convertirá en novela (me hago creer que estoy escribiendo una novela) o que al menos a alguien le parecerá una novela, como a mí, en este momento; cuando en realidad sólo constituirá un escape a mi realidad inmediata. O algo menos romántico, como una ocupación en mi vida inauténtica; o algo menos existencialista, como una disciplina que me he impuesto. Y si esto le parece demasiado kantiano a alguien, diré que no ha comprendido del todo bien a Kant --como me sucede a mí-- pero que en general debería dejar de ponerle esas etiquetitas a las cosas y dejarme tomar mi cafecito, a esta linda hora de la mañana, en este precioso día de la semana, en el que me siento frente a la computadora y me pongo, finalmente, a escribir.

Sunday, June 17, 2007

Cierta sabiduría en J.D. Salinger


I keep picturing all these little kids playing some game in this big field of rye and all. Thousands of little kids, and nobody's around -nobody big, I mean- except me. And I'm standing on the edge of some crazy cliff. What I have to do, I have to catch everybody if they start to go over the cliff -I mean if they're running and they don't look where they're going I have to come out from somewhere and catch them. That's all I'd do all day. I'd just be the catcher in the rye and all. I know it's crazy, but that's the only thing I'd really like to be. I know it's crazy.

Lo que aprendí al leer The Catcher in the rye es: las personas maduras e inmaduras se distinguen no por la edad, por supuesto, sino porque las inmaduras están dispuestas a morir por una causa noble. Las maduras, en cambio, están dispuestas a llevar una vida humilde por su causa. Bajo esta luz, ¿es comprensible que Salinger haya decidido retirarse de la vida pública? ¿O sólo es una excentricidad? Me pregunto si todavía escribe.

¿Han visto la nueva edición que Back Bay sacó de The catcher in the rye? Tiene la misma portada que la primera edición, de 1945 (como la que está arriba, valuada en unos diez mil dólares en librerías especializadas de NY). Pero es en paperback y es bellísima y suave al tacto. Tardé mucho tiempo en llegar a este libro.

Wednesday, June 13, 2007

Convergencia de Michele Siegel



Arriba, la fotografía ganadora del Pulitzer de Oded Balilty. Abajo, las conocidas pinturas de Goya y Manet. Para leer lo que Weschler tiene que decir al respecto, pueden ir aquí.

Tuesday, June 12, 2007

La gente de McSweneeys necesita tu ayuda


McSweeneys, la editorial independiente, está en riesgo de no ser tan independiente, a dos pasos de regresar a casa de sus padres, de ese hombre que la golpea, de caer en manos de la heroína. Pero tú puedes ayudarle. ¿Cómo? Como siempre: con tu dinero. Al igual que Soft Skull y Counterpoint, McSweeneys, a causa de la bancarrota de su distribuidor, puede entrar en un hoyo sin retorno, así que para salir, como lo hizo alguna vez Fantagraphics (estas cosas las sé porque me llegó un correo), ha bajado los precios de varios de sus productos y ha puesto algunos productos muy interesantes a subastar en eBay (arte de Dzama, de Tony Millionare e incluso la pintura de George W. Bush que pintó Eggers para la portada del número 14 de la revista). Para saber qué cosas están a buen precio y qué cosas están subastándose, pueden ir aquí.

Si yo fuera ustedes, quienes seguro son millonarios y pueden gastar y de seguro gastan en todos los libros y cosas raras que se les antoje, pondría mi dinero a trabajar por obtener el diseño original de la antología de cómics publicada por McSweeneys y editada por ese semi-dios que es Chris Ware.

Sunday, June 10, 2007

Rogelio Villarreal


Creo que otro buen título para esta actualización pudo haber sido Rogelio Villarreal y las simultáneas bondades y estragos del tiempo. Pero pretendo que sea una actualización sobre todo de carácter informativo. El viernes 15 de junio, aquí en el DF, en el Centro Cultural España -Guatemala 18, atrás de la Catedral-, a eso de las 7 pm, se nos informa que: Arnulfo Vigil, de la revista regiomontana Oficio; Francisco Valenzuela, de la revista michoacana Revés; Abraham Nahón, de la revista oaxaqueña Luna Zeta, y el siempre alegre Rogelio, de Replicante, hablarán moderados por Fernando Fernández, el poeta director del Programa Tierra Adentro y editor de la desaparecida revista Viceversa.
El asunto del paso del tiempo: arriba, en la foto, aparece Rogelio, por allá de 1984 (yo apenas contaba con dos años) con don Germán List Arzubide, en la presentación del primer número de la revista de contracultura (cuando todavía decir "contracultura" significaba contracultura) La Regla Rota. Abajo, varias muchas primaveras después, Rogelio aparece con mejores compañías, a saber, la bondadosa y alegre Agriana. ¡Pura felicidad!

Hoy en El Ángel


Jesús Pacheco escribe en la nota de portada del suplemento cultural de Reforma sobre "La nueva tendencia del coleccionismo" que consiste en "atesorar juguetes de diseño de edición limitada, más cercanos al arte que al entretenimiento y dirigidos a los adultos". Y así va la nota, muy informativa (rastrea el origen de esto a hace una década, cuando Michael Lau, un diseñador de Hong Kong, modificó muñecos de G.I. Joe para una exposición).
Entre los artistas y diseñadores que se mencionan están James Jarvis, las producciones de Estudio Zobeck, David Horvath, Luis E. Flores y Marlen López y Ron English. Nunca había escuchado hablar de ellos.
De quien sí había escuchado hablar, y de quien no se escribe ni menciona en el artículo, es de Marcel Dzama. Les cuento que: de su colección Uzama Action Figures poseo, oh sí, en edición limitada, oh sí, a un Tree Man (en la foto, el primero de la izquierda). Me hubiera gustado poseer un Xenphonaner (que es el árbol malacarudo del centro). Pero cuando lo compré en la MACO que acaba de pasar, no vendían de esos. Aparentemente, habrá una galería en México que venderá más piezas de esta serie, pero he olvidado el nombre de la galería. Que también será mueblería. Actualmente, mi Tree Man se encuentra descansando en su empaque de plástico, en un cajón en mi cuarto, alejado de las miradas y manos de niños indeseables. ¿Por qué elegí el Tree Man? Porque me gusta la Divina comedia.
Otra cosa interesante en El Ángel, de hoy, un adelanto del Breve tratado del desencanto, de Nicolás Grimaldi, que se publicó por Los libros de Homero. Grimaldi vive en un faro. Lo cual debería, en sí mismo, considerarse una gran, gran virtud. Para algo de información, pueden ir aquí.

Friday, June 08, 2007

Otra noche de mierda en esta puta ciudad

Hay un libro de Nick Flynn titulado Otra noche de mierda en esta puta ciudad. Como no sé quién es Nick Flynn, entro a Google y además de averiguar lo obvio, que se trata de un escritor norteamericano, me topo con que tiene dos libros de poesía y que su memoria, pues el libro del cual retomé el título, es una memoria, se titula originalmente Another Bullshit Night In Suck City, que obviamente tiene un significado ligeramente distinto al de Otra noche de mierda en esta puta ciudad pero creo que no es tan distinto como para que la cosa se ponga grave y ponga el grito en el techo como la gente sin que hacer hace cuando asiste a una sala de cine y se queja de que los títulos en la lengua original no sean traducidos literalmente a la lengua del país en el que dicha película se está, finalmente, exhibiendo.
Por mi parte, he pasado hasta ahora una noche excelente. Originalmente saldría con unos amigos por la noche. Quedé de hablar con ellos. Me hablaron para avisarme que siempre no. Así que comencé a rehacer planes, ahora en modo solitario. Al poco tiempo me dijeron que sí pero algo en mí ya había cambiado, a saber, la disposición y la idea de lo que significaría pasar una buena noche. Sin ironía ni rencor, afirmé que preferiría pasar el tiempo en casa y no someterme a uno de esos juegos que se juegan hoy en día. Total que fui y renté un par de películas (la de Gondry con Gael García, que me gustó, y una en la que Naomi Watts le hace de actriz que aspira a ser actriz). También: compré El gran dictador. Comí: pizza recalentada. Pienso: que debo sentarme a leer un rato antes de dormir.

Thursday, June 07, 2007

La peste

Continúa la época de calor, los alimentos se descomponen el día preciso de la fecha, la aventura de probar la leche con la esperanza de que no se haya hecho agria deja de dar sorpresas (ahora siempre sabe agria) y uno se enferma del estómago, sin saber realmente por qué. Comienza a especular. Las papas de anoche. No haber tomado otra cosa que cerveza. Pero sí, tomé algo más que cerveza. Yoghurt. No sabía mal. Podría ser. O quizá sea otra cosa. Algo psicosomático. Una reacción al calor, irremediable. U otra manera en que mi tristeza se manifiesta (ya que me he negado a llorar más). Un aire estancado recorre la ciudad, el calor crece, los microbios prosperan, las ratas saldrán de sus alcantarillas, aprenderemos algo más sobre nuestra naturaleza.
Por otra parte, le compré un juguete Kong a Refu. Hecho por "personas que aman a los perros y saben hacer felices a los perros". Me gusta la línea de juguetes Kong, siempre entretienen a Refu. En la guía de ususarios, además de advertir sobre rupturas y grietas que pueden provocar que el juguete se estropee o que mi perra se coma pedazos del mismo, inician felicitándome por haber comprado el mejor juguete para perros del mundo. Se venden por niveles: negros, lo más sofisticados y duros; rojos, para pasar el rato y para cachorros; naranjas, un nivel intermedio, para perros mediocres, supongo. El músculo de mi ironía, bien entrenado pero cada vez más débil, repite la frase el mejor juguete para perros del mundo y la frase guía para usuarios --¿no va a ser Refu quien utilice el juguete? ¿No confían demasiado estos ingenieros en las facultades de los perros, no ha ido su amor demasiado lejos? Pero entonces el otro músculo, el que mitiga al de la ironía, crece, se flexiona y me calla y entonces veo lo feliz que se pone Refu con su nuevo juguete.

Sunday, June 03, 2007

Mi August Van Zorn

Good for the production of literature, good for barroom conversation, good for the soul. Chaos!
Michael Chabon.
Cuando terminé la última página de Wonderboys tenía ganas de que el libro ardiera en llamas. También pensé que sería justo enterrarlo en la arena. Era ese tipo de libros. Pues, verán:
Existe una película basada en la novela. Salió en 2000. Como es común, y como seguro le intereserá saber a mi amigo Mauricio Marín Ykall (obsesionado con las novelas que se vuelven películas) se perdieron varios de sus elementos, especialmente las subtramas ramificadas a lo largo de la novela de Michael Chabon (es un maestro en esto de las redes y ramificaciones, esas supuestas digresiones). De este autor norteamericano ya había escuchado hablar principalmente porque fue el editor invitado del décimo número de McSweeneys. El número está dedicado a las historias fantásticas, en la tradición de Lovecraft o Poe.



De este volumen, son memorables varias escenas, como aquél elefante que es sentenciado a morir bajo la horca, o el monstruo marino del Polo Norte. En fin: historias que sugieren un vacío siniestro, un mundo oscuro detrás del nuestro, con seres más antiguos, inteligentes y crueles que nosotros --que constantemente luchan por entrar a nuestra realidad. Este tipo de historias, he aprendido, es una de las obsesiones de Chabon. Entre las varias cosas que pierde la novela en su versión cinematográfica está, precisamente, la fijación que tienen casi todos los personajes por un escritor de culto que emulaba a Lovecraft: el ficticio Albert Vetch quien firmaba siempre como August Van Zorn.
En realidad, dicha pérdida no afecta demasiado la versión cinematográfica (de hecho, me parece que estuvo nomiada a un Oscar por Mejor Adaptación o Mejor Guión Basado en Material Ya Publicado). Albert Vetch, a veces August Van Zorn, no es el centro oscuro de la novela, como lo es la poeta Tinajero para Los detectives salvajes ni el Archimboldi de 2666. Albert Vetch, a veces August Van Zorn, es el centro oscuro de Michael Chabon. Sin duda Wonderboys posee, en su trama, una pizca de autobiografía (como su protagonista, Grady, Chabon sufrió por una novela a la que invirtió mucho tiempo, una novela que no podía terminar, un bloque de hojas que se expandía sin fin y que al final se vio obligado a abandonar). Pero el verdadero tema, la verdadera obsesión que permea de la vida Chabon es la del escritor y su doppelgänger, ese oscuro hermano gemelo. Ese Viejo Cabrón. Escribe Chabon:
Q. was talking about the nature of the midnight disease, which started as a simple feeling of disconnecting from other people, an inhability to "fit in" by no means unique to writers, a sense of envy and of unbridgeable distance like that felt by someone tossing on a restless pillow in a world full of sleepers. Very quickly, though, what happened with the midnight disease was that you began actually to crave this feeling of appartness, to cultivate and even flourish within it. You pushed yourself farther and farther and farther apart until one black day you woke to discover that yourself had become the chief object of your own hostile gaze.
Otra de las cosas que cambian de la novela a la película es el nombre del perro de los Gaskell: de Doctor Dee a Poe, el escritor quien confiaba fatalmente, o al menos así es el mito, en las cualidades creativas del alcohol. ¿No hay un poema que Lovecraft le dedica a Poe? Sí, lo hay. Aquí un fragmento:
Un espectro camina solitario y callado
senderos que sus pasos caminaron en vida;
no lo miran los hombres, mas en ese legado
habita en la extrañeza su prosa esclarecida.
Pero sólo unos cuantos que saben de misterios
pueden mirar su sombra vagar por cementerios.
Como si saber de misterios fuera una virtud. Hay una lección en Wonderboys, así como la hay en Los detectives salves (me temo que no es así en 2666). La vida literaria, caótica, parece ser efectiva en términos creativos. Nuestro otro siniestro, adepto al mundo de lo uncanny, ese Viejo Cabrón que se empecina en sabotear y arruinar nuestra vida consigue hacernos creer, también, que lo hace en nuestro beneficio. En suma, que sabemos muy bien cómo engañarnos. Pues el doppelgänger del escritor es el escritor mismo.