Monday, November 17, 2008

Como a mi me interesa mucho la electrodinámica

Como a mi me interesa mucho la teología me compré un libro en el que venía un cuento de Ted Chiang titulado -y traduzco- El Infierno es la Ausencia de Dios. En algún momento del cuento se describe una visión del infierno y la descripción era muy similar a la de alguna santa que alguna vez escuché. No a ella, por supuesto. No creo conocer a ninguna santa. Pero escuché la descripción en la que la santa hablaba sobre el infierno y de cómo en el infierno había un lugar para ella, lo cual, caray, comprensiblemente, la asustó mucho. Habiéndolo visto, se me ocurre ahora, ¿estará allí ahora mismo? Ah, Dios trabaja en modos extraños. En fin, volveré a esto. Que se me permita antes decir que: cada vez que escuchaba a alguien hablar sobre esta aparición o visión del infierno que había descrito esta santa, siempre me preguntaba si la visión la envolvía -como una especie de holograma, digamos, o como uno de esos papeles tapices que representan bosques y que cubren muros enteros (sólo que en lugar de árboles, con llamas)- o si más bien era como si se abriera la tierra. Pero en ese caso, ¿la santa flotaba sobre la tierra? ¿Se elevaba sobre esa enorme grieta que repentinamente le permitía ver el infierno? ¿O se volvía el piso transparente, como una especie de lancha con piso de plexiglás a través de la cual se puede observar la fauna de los arrecifes? ¿Como la pista de baile del ya desaparecido Cerebro, donde los jóvenes ochenteros podían bailar sobre un tiburón? Claro que estas ideas me las preguntaba antes de que pensara en el infierno como un lugar no material y cuyo sufrimiento no era material, sino de otro orden. Peor, vamos. La verdad sea dicha, ya no sé cómo imaginar el infierno. Me cuesta trabajo imaginarlo sin materia. Cada vez que lidio no con absolutos sino con eternos, esta cabeza mía comienza a dar pasos en reversa. Y seguramente el infierno hoy en día ya no es considerado, en esa bonita religión Católica que tanto tengo en aprecio, como un mero sufrimiento del alma que se carga en vida. Tengo que preguntarle a gente que sepa de esto. O si es, como se dice, un lugar no muy distinto de la tierra pero donde no está Dios (y así vuelvo al tema que me ocupa), ¿por qué habría sufrimiento allí? Caray, muchos de los humanistas que hoy corren por el mundo (los que no aman a Dios sobre todas las cosas y que, se entiende, irán derechito a arder en el infierno) asumen de entrada, pues, que en la tierra misma tampoco está Dios. ¿Cómo, pues, sufre uno en el infierno? ¿Se sufre tanto como se sufre en la tierra? No parece, no, justo. El sufrimiento en la tierra es llevadero. ¿Se sufre más, entonces? ¿Acaso se sufre más porque, en el último momento, al agonizar, estos humanistas experimentan una verdad revelada y se percatan de que Dios sí existe y sí lo aman? No sólo lo aman, sino que lo aman sobre todas las cosas, con furia, con desesperación. Pero, en ese caso, ¿no deberían irse al derechito al cielo en lugar del infierno? Como me interesa mucho la electrodinámica, aproveché para leer otro cuento que viene en el mismo volumen de cuentos donde este cuento viene, se titula Lieserl y trata sobre Einstein.

2 comments:

Hitlercito said...

y la demonología se junta con la termodinámica

David Miklos said...

Acabaras, claro, como Fernando Vallejo, ay, Memo©.