Pues hace un par de días terminé de leer El río del tiempo. Anoté muchas cositas en mi cuaderno, pensamientos profundos, reflexiones sobre mi lectura, tonterías que hace uno cuando cree que la lectura no es suficiente. ¿Por qué hago eso, carajo? Como si los libros pudieran tanto, como si uno tuviera que estar anotándolo todo -llevo un diario, no lo olviden. Les comparto, por lo mientras, que ahora tengo otro modo de hablar sobre esta certeza que he tenido desde hace tiempo, a saber, que las cosas nos van a sobrevivir. ¿Qué cosas? ¡Todas! ¿Tantas? Tantas. ¿Y de nosotros? Comida para ácaros. Pero no se alarme, eso pasa ya mismo. Vallejo, háblanos sobre qué significa enterarse de que el vecino ha muerto, varias semanas después del suceso, para luego ir al refrigerador, descorchar una botella de champaña y vaciarla en el desagüe: "cuando se vive mucho, ya no hay amigos ni enemigos y por fin vemos claro: el gran enemigo del hombre es el tiempo, su meticulosa obra de destrucción". Pero eso ya lo sabíamos, gritan los necios. Sí, necios, pero que un día ni ganas de gritar van a tener, que nadie les va a escuchar. Esa confiable certeza de la vida.
Pero es hoy.
Y hoy es el día en que un amigo (pues aún tengo amigos) me contó un dato interesante: el tercio del peso de mi almohada es de ácaros muertos. Lo aprendió en la televisión. También: todos tenemos piojos. Al menos unos tres. Íbamos en el elevador, platicando de estas cosas. "Los ácaros parecen pulgas mamadas", se opinó. Hace unos días bebí un poco. La botella sabía mal, no el contenido. Era una botella de cerveza, estaba en un bar. Y sentí asco. Le expliqué a la persona que me acompañaba que cada que sentía asco se me hacía claro que aún nos manejamos con ciertas nociones de metafísica: en la medida que me repele tanto algo como para diferenciarme de mí, se me hace claro y distinto que no todo puede ser exclusivamente materia. Y no es que funcione a diario como si fuera un autómata, pero rara vez la materia me ofrece pruebas reales de que es así como vivo, como un ser humano. Me rasco un poco, oprimo el botón que dice "publicar entrada" y les lanzo estas palabras, adiós, adiós, estrellas enanas.