La gente se queja de que ya nadie lee. Estoy en la playa, una playa donde todos son gringos (tuve que pedir las claves para poder insertar acentos en las palabras, pues estoy trabajando en un teclado configurado para lengua inglesa; y por supuesto, olvidé pedir la clave para la enie). Pues bien, en esta playa todo mundo lee tremendos tabicones que es de dar miedo. No he visto un sólo libro de cuentos por ningún lado.
Hay una teoría al respecto.
La cosa es que la gente ya no lee en el sentido de que ya nadie se adentra en esos hoyos negros que es la alta literatura. La gente ve televisión como lee libros. Los cuentos son otro problema, exigen prestar atención. Dudo que alguien pudiera realmente leer a Bolanio o a Rulfo o a Joyce o a Faulkner o a Proust con biknis enfrente. Bueno, tal vez Proust sí. Y Mann.
John Grisham, Anne Rice, Tom Clancy y sobretodo Dan Brown.
Curiosamente no he visto ningún Harry Potter (olvidé el nombre de la tipa que lo escribe), ningún Crichton y para mayor sorpresa, Stephen King.
Muchos jodidos Códigos Da Vincis y ángeles y demonios e incluso las claves para comprender estos libros y las defensas del catolicismo de estos libros y muchas otras letras parasitarias.
Vi un García Márquez.
Mis libros para la playa son: El bandido, de Robert Walser y Jardines de Kensington, de Rodrigo Fresán. El primero me gusta más. Y muchos otros libros que debo usar para mi tesis.
Los días que bajo miro el mar y pienso en el tsunami que azotó las playas de Phuket como si fuera un castigo divino contra todos los alemanes pederastas y los libidinosos que atienden el turismo sexual. Lo pienso en broma. No puedo dejar de recordar Plataforma de Houellebecq, por dos cosas: cómo enterró La firma de John Grisham en la playa, esperando que nadie la desenterrara (el personaje de Plataforma no podía evitar leer el libro imaginando a Tom Cruise en cada párrafo), pero sobretodo por el final de la novela, que no voy a escribir aquí.
Ay, el monoteísmo.
Combinado con el tedio es una cosa terrible.
En unas horas iniciará un reluciente y nuevo lustro. Me encanta la capacidad del lenguaje para poder escribir a futuro y en circunflejo. La capacidad de posibilidades. Si al menos se realizaran, si al menos, si tal vez, si ojalá. El suspense es exquisito.